viernes, 22 de marzo de 2013

LA REVALORIZACIÓN DE LA ORDEN DEL QUETZAL

Sin duda alguna, estuvimos a punto de tocar fondo con el gobierno de Álvaro Colom, hasta con la más alta condecoración que el país le puede entregar a alguien, cuando viajó a Cuba con la intención de tomarse la foto con Fidel Castro, para lo cual utilizó el estúpido ardid de llegarlo a condecorar, y verse totalmente humillado, y con él el país que representaba, al quedarse dando vueltas al parque frente a su hotel, durante días, esperando en vano que el viejo guerrillero lo recibiera, lo cual nunca sucedió, teniendo que regresar, avergonzado, al país, posiblemente con la única Orden del Quetzal aprobada y no recibida.

El procedimiento fue de lo más escabroso, reflejo de lo que fue ese gobierno en todo sentido, pero el fondo fue lo que más repercusiones tuvo, pues hubo anteriores galardonados, como el pintor y escultor Manolo Gallardo, que al conferírsele a Fidel Castro y lo que él representa, tomó su condecoración y la fue a colgar al baño, en señal de protesta.

Pero el péndulo del tiempo, ahora, al condecorarse con la misma a Ricardo Arjona, a quien la prensa más pinta como cantante, cuando sus grandes méritos son como cantante y autor, viene ahora a revalorizar la máxima condecoración de los guatemaltecos.

Tiempo atrás, en 1999, tuve a bien promover que se le impusiera la misma a otro gran autor guatemalteco, don José Ernesto Monzón Reyna, el Cantor del Paisaje, pues en una reunión privada que sostuve con él, luego de conversar por largas horas, me atreví a preguntarle si, a sus más de 80 años, creía que le faltaba ver o vivir algo en su vida, y  me comentó que su mayor anhelo era recibir esa presea.

Afortunadamente lo anterior se logró y hoy que el maestro Monzón ha pasado a otro plano podemos decir que se fue con todos sus anhelos cumplidos.

El caso de Ricardo Arjona es un tanto distinto, pues recibe este galardón en la plenitud de su carrera musical, con muchísimos años que, esperamos, le permitan darle a los guatemaltecos y a sus seguidores de todo el mundo, que son tantísimos, unas cuantas decenas más de bellezas musicales.  No podemos más que desearle lo mejor y de agradecerle por la altura a que ha llevado nuestro estandarte por donde va.

Ojalá perdure ese péndulo, por mucho tiempo, en el lado positivo, y no haya más gobernantes arrastrados que pongan al país y a sus ciudadanos en tales vergüenzas como la narrada al principio.