Comienzo por aclarar que, como hombre de Derecho, no comparto ni apoyo las marrullerías, güizachadas y componendas; y como defensor del orden democrático, tampoco soy partidario de Golpes de Estado o cosa que se le parezca.
Dicho lo anterior, aseguro que no me ha sorprendido, en absoluto, la agudización de la crisis política hondureña, ya que el estilo personal del presidente Zelaya (le doy este tratamiento, sin prejuzgar si todavía es Presidente Constitucional, o no), lo que ha venido denotando desde la segunda mitad de 2008, es autosuficiencia, soberbia, prepotencia.
En cualquier país del mundo, conforme a su Constitución, pueden llevarse a cabo los procesos de consulta que aquéllas prevén. Si las consultas se enmarcan dentro de los procedimientos legales que han sido previstos, pueden causar malestar a una parte de la población, pero no a todos los representantes del pueblo en el Congreso o Asamblea Legislativa. Es cuando se hace caso omiso de lo que las leyes han previsto, incluyendo las normas constitucionales, pasándole encima no sólo a criterios fundamentados legalmente sino a otras instituciones del Estado, apropiándose o arrogándose funciones que no le corresponden, que pasa lo que observamos hoy en Honduras: la juramentación, POR UNANIMIDAD, de otra persona en el cargo de Presidente de la República por el Congreso Nacional, es decir, la capitulación de todos los correligionarios políticos del otrora mandatario.
¿Cómo puede un Presidente de la República perder a todos sus aliados en el Congreso? ¿Se equivocan la totalidad de magistrados de la Corte Suprema de Justicia al condenar las actuaciones previas de Manuel Zelaya? Pues la única explicación que vemos del deterioro de una situación, es la necedad, la terquedad por hacer las cosas equivocadamente, y eso sólo es posible en la mente de alguien que se cree superior a todos y que, en sus aires de superioridad y su inmenso ego, también se cree superior a la ley y, lo que es peor, indispensable.
Nunca hemos entendido la terquedad del presidente Zelaya por modificar la Constitución de la República de Honduras con el afán de perpetuarse en el poder. Sí vemos con preocupación la ingerencia de otros "líderes" que también se creen indispensables en sus respectivos países, en los asuntos internos que no conciernen tan sólo al futuro electoral de José Manuel Zelaya, sino al de todos los hondureños, y eso es una falta de tacto, una falta de respeto, una diplomacia totalmente equivocada. No es casualidad que Manuel Zelaya se haya reunido el mismo domingo 28 de junio de 2009, en Managua, con los presidentes Daniel Ortega de Nicaragua, Hugo Chávez de Venezuela y Rafael Correa de Ecuador, antes de reunirse con los Presidentes de los países miembros del Sistema de Integración de Centroamérica, hasta el día de hoy, enviando a toda la comunidad internacional el claro mensaje, y dando a entender que, lejos de haberse provocado los hechos del pasado domingo por querer levantar una encuesta inocente, el problema de fondo radica en la ideologización radical de izquierda de un Presidente de un país que, tradicionalmente, no ha sido de izquierda.
En su prepotencia (no sólo la de "Mel" Zelaya, sino la de los presidentes que rápidamente han salido en su defensa oficiosa), creen que quienes escuchan sus argumentos somos personas con poca capacidad de criterio. No se trata de la inocente "encuesta" que, mañosamente, trata el presidente Zelaya de hacer creer que iba a darse en Honduras. Una encuesta no está contemplada en Constitución alguna. Se manda hacer con encuestadores, se tabula y se tienen los resultados, los cuales se pueden dar a conocer o no. No es necesario que intervenga toda la población registrada para votar.
De lo que se trata, realmente, es de una consulta popular, es decir, un mecanismo que suele utilizarse para convocar a la población legalmente apta para emitir sufragio para que emitan opinión sobre algo concreto. La consulta popular no la puede mandar hacer cualquier hijo de vecino, por muy presidente electo popularmente que sea. Hay mecanismos establecidos que no pueden obviarse y, hasta donde entendemos, le correspondía al Organismo Electoral hondureño ordenarla o aprobarla, lo cual, según las noticias que hemos leído, nunca sucedió.
Además, existen otro tipo de interrogantes en este caso: ¿a cuénta de qué las papeletas para efectuar dicha consulta fueron impresas en Venezuela y enviadas por el presidente Hugo Chávez a su homólogo hondureño? ¿Es válida la orden presidencial de que el ejército reparta papelería proveniente de Venezuela para hacer una consulta a la población? ¿No es ésa función del órgano electoral?
Habemos muchas personas que creemos que la guerra fría terminó hace años, un poco con la caída del muro de Berlín, otro tanto con el desmoronamiento de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, URSS; muchas de esas personas piensan que el comunismo es algo del pasado porque hasta China Popular ha optado por un modelo económico más occidental y su sistema de gobierno tiende a ser cada día más pragmático.
La realidad que observamos quienes trabajamos en un entorno ideologizado como el Parlamento Centroamericano, parece que es otra. Mientras los antiguos grupos de derecha se mantenían en guardia frente a la izquierda marxista de aquella época, siempre observamos un balance de fuerzas. Hoy, a pesar de ver cómo los petrodólares venezolanos han logrado cautivar a líderes nacionales de varios países, encausándolos en la senda del afianzamiento del poder, ya por vía de la reelección (Venezuela, Nicaragua, Bolivia), ya por el de promover la elección de la cónyuge como Argentina (y como pretenden hacer en Guatemala), hay muchas personas que no terminan de caer en cuenta que gran parte de los problemas políticos que se padecen hoy en Bolivia (la reforma constitucional para lograr la reelección), en Honduras (prácticamente lo mismo) en Nicaragua (los abusos descarados en contra de la voluntad popular en las últimas elecciones), en Argentina (hablando de prepotentes, si no que lo digan los productores del agro argentino) y en Guatemala (esto merecerá una entrega aparte), nacen y se esparcen desde Caracas.
Tengo años de trabajar a la par de izquierdistas, de derechistas, de ecologistas, y siento una gran admiración por la disciplina y la dedicación al estudio de los primeros, especialmente las mujeres de izquierda, pero no estoy de acuerdo con que sigan pensando que hay que exportar la revolución. Una cosa es estar de acuerdo con apoyar políticas sociales o entrarle al debate académico, ideológico o político, y otra tener ingerencia en lo que corresponde decidir a otros países. Es una insensatez enorme que el presidente Hugo Chavez, en su prepotencia, amenace a Honduras con hacerle la guerra si le tocan a su gente, porque en las personas pensantes lo que interpretamos es que sí, Honduras está llena de agentes venezolanos, y no habrán llegado a alfabetizar. ¡El imperialismo chamo vrs. el imperialismo yanqui!
Esa ideologización que menciono los ha llevado a copar algunos organismos de la integración de Centroamerica, como la Corte Centroamericana de Justicia, especialmente por el presidente de Nicaragua Daniel Ortega, y el Parlamento Centroamericano, por el triángulo formado por los presidentes Daniel Ortega de Nicaragua, Manuel Zelaya de Honduras y Leonel Fernández, de República Dominicana (que ni diputados electos tiene en el Parlamento Centroamericano, pero ha logrado que "voten" de pleno derecho sus 22 observadores)
Es, en conclusión, la creencia de que como Hugo Chávez, con el poder que da gastarse miles de millones de dólares de los venezolanos, ha logrado hacer cambios constitucionales y reelegirse en su país, todos los demás presidentes de nuestros pobres países pueden hacer lo mismo, lo que les causa el estrabismo intelectual y político que, en su locura, los hacer irrespetar las leyes, desde la Constitución que juraron defender para abajo, y pasarle por encima a la oposición, a sus correligionarios (que, entendamos, también querrán llegar a gobernar) y a toda instititución del país que se les ponga de por medio.
Esa misma historia ya la he visto y la he denunciado en el Parlamento Centroamericano, en donde una supuesta Junta Directiva, encabezada por una "abogada" hondureña, Gloria Oquelí de Macotto, en su prepotencia, también le ha pasado encima a las normas del Tratado Constitutivo del Parlamento Centroamericano, que también juró respetar y defender. No es casualidad, tampoco, que la señora Oquelí pertenezca al mismo partido del depuesto presidente Zelaya y que sea, ahora, de las pocas voces políticas hondureñas que, desde Nicaragua y al amparo de los mismos presidentes ideologizados, sale en su defensa.
Más les valdría a estos políticos aprender a leer la ley, a acatarla, a respetarla, a cerrarle las puertas al orgullo para aprender a gobernar y a relacionarse con las demás personas con un poco de humildad. Además, es bueno comprender que en este mundo nadie es indispensable, y que de repente, después de un buen mandatario, puede venir uno mejor, ya no digamos después de uno cuya gestión sólo ha provocado la polarización de toda la clase política en su contra.
lunes, 29 de junio de 2009
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