martes, 20 de abril de 2010

LAS MANOS LIMPIAS

Mi papá tuvo unas manos especiales. Yo no sólo las heredé sino las pasé a algunos de mis hijos. Eran especiales porque siempre estaban nítidas, frescas. Ni siquiera se las ensuciaba para comer pollo porque tenía una habilidad excepcional para pelar los huesos con los cubiertos.

Hoy que estuve en casa de mamá me pasé lavando las manos y, al secármelas, me quedó el aroma del jabón de papá, ese olor a limpio que me trajo no sólo el aroma de su recuerdo sino me dejó pensando en esa herencia linda que nos dejó de apreciar lo que es tener las manos limpias.

Soy abogado y un ser político, pero siempre he tenido la veta, que de él también heredé, por el trabajo del campo, por la agricultura que es tan riesgosa, donde muchas veces se pierde pero que es tan linda. En esta actividad también aprecié a ensuciarme las manos y, a veces, todo el cuerpo, como se las ensucian esos miles de agricultores que hacen el trabajo necesario para que podamos ver frutas, verduras y demás alimentos limpiecitos, brillantes, en los puestos de venta.

Pero lo que más me dejó pensando hoy el olor del resto de jabón que él dejara en su baño, es lo importante que es que, quienes manejan la cosa pública, tengan, a la vista de todos, las manos limpias.

Es triste ver cómo el gobierno y las instituciones son tomadas "al abordaje" por una suerte diferente de piratas cada vez que hay relevo de autoridades. Si hace menos de 70 años Guatemala se gobernaba por un dictador, Jorge Ubico, que era especialmente minucioso con las cuentas y los recursos, ¿en dónde se perdió la mística por las cuentas claras?

Lo más lamentable es que tal circunstancia parece ir de mal en peor. Las danzas de millones (porque son varias) entre funcionarios (fruncionarios, debiera decir), diputados y "expertos financieros", tanto locales como provenientes de la banca multilateral o las agencias de "cooperación", cada vez son más escandalosas, y sabemos que casi nadie se salva para poder decir que tiene las manos limpias en este asunto.

¿Qué cuentas les irá a dar a sus nietos el actual Presidente de la República, el Ministro de Finanzas, la Presidenta del Banco de Guatemala o los vergonzantes diputados de la Comisión de Finanzas del Congreso de la República (y el pleno en pleno) con la tremenda endeudada, en su mayoría para pagar intereses y puro funcionamiento, que le están dando a Guatemala?

Yo podría decir que tengo las manos limpias si apoyara el endeudamiento porque hay algo concreto en qué invertir en el país, pero nos están llevando al despeñadero endeudando al país por endeudarlo, en medio de la danza más macabra de todas: la de la corrupción; y todos los mencionados están involucrados.

Penoso, por no decir bochornoso nuevamente, que los diputados se hayan reservado el derecho de repartir, a dedo (entiéndas repartirse), gran parte de los recursos provenientes del endeudamiento que algún día se ha de pagar, a las comunidades necesitadas que utilizan de pretexto para enriquecerse.

Ojalá tengan los involucrados la oportuniad de leer esta nota y, así, dejarlos condicionados para que, cada vez que se laven las manos, sepan en el fondo que no las tienen limpias y recuerden que nosotros, la ciudadanía, lo sabemos.

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