La vulnerabilidad de los países centroamericanos ha quedado, nuevamente, en evidencia, con las, hasta ahora, 152 muertes, 68 desaparecidos y centenares de heridos, viviendas destrozadas y daños a la infraestructura en El Salvador, con ocasión del paso del huracán Ida, por la costa atlántica, y el sistema de baja presión en la costa pacífica, que ocasionó lluvias bastante fuertes durante unos tres días.
Casi todas las notas que he publicado, hasta hoy, en este blog dedicado a comentar por qué las actuaciones políticas tienen que ir acompañadas de la legalidad y del sentido común, han sido para criticar y denunciar abusos y situaciones creadas por los pseudo líderes de la región. Hoy es al contrario.
Realmente es gratificante haber podido escuchar las declaraciones del Presidente de El Salvador, Mauricio Funes, las que fueron transmitidas en vivo a través de Emisoras Unidas, a raíz de estos sucesos causados por la naturaleza. La rapidez con que estaba actuando, la claridad de sus ideas, el basamento en la legalidad cuando menciona la autorización que estaban, en esos momentos, solicitando a una entidad multilateral, con el objeto de contar con el aval para hacer un cambio de destino de recuros, por más de US$.120.0 millones, para poder apoyar, con recursos ya situados en ese país, a las poblaciones necesitadas de atención en estos momentos.
Valdría la pena como ejercicio que alguien pueda hacer, comparar la manera como el Presidente Funes está atendiendo esta emergencia, y cómo atenderá a las poblaciones afectadas cuando ya no sea emergencia, con el calvario que muchas comunidades, en Guatemala, tuvieron que sufrir y continúan padeciendo a raíz de la tormenta tropical Stan, acaecida hace varios años.
La atención a esas comunidades salvadoreñas afectadas en esta oportunidad, estoy seguro, será muchísimo mejor que la que en años ha podido brindársele a las comunidades guatemaltecas, aseveración que me atrevo a hacer con base en mi experiencia, mi sentido común y ese olfato que me indica que el Presidente Funes no va a dejar abandonada a su gente cuando sus penas y tristezas ya no sean noticia. ¡Así es como debe actuarse!
En lo que asevero en esta nota me juego mi prestigio personal como vaticinador de eventos, pero insisto en la seguridad que tengo de que así será.
Mi solidaridad a todas las familias salvadoreñas que hoy están sufriendo una pérdida de un ser querido o la pérdida de bienes materiales, pero a la vez mi felicitación por tener un Presidente que está a la altura de las circunstancias.
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