viernes, 28 de marzo de 2014

LA INTEGRACIÓN DE GUATEMALA Y EL SALVADOR

     Tenemos muchísimos años de estudiar y tratar de empujar la integración de Centroamérica, un proceso que empezó, prácticamente, con quienes no estuvieron de acuerdo con la desintegración de la Federación de Centroamérica, desde la primera mitad del siglo XIX.

     Mientras Europa avanza en su integración, profundizándolo y ampliándola a más países, lo que sucede en Centroamérica es un estancamiento, un casi nulo avance en este sentido.

     La próxima instalación, en El Salvador, de un nuevo gobierno, debiera ser la ocasión especial para comenzar una nueva etapa en las relaciones bilaterales entre Guatemala y este país, y esa ocasión debe ser aprovechada para fortalecer la integración de estos dos países que, al producir resultados, empiece a abrirle los ojos a los demás gobiernos de la región y, poco a poco, se vayan sumando a un esfuerzo que debe ser de todos.

     Las recientemente revividas disputas entre Honduras y El Salvador, por cuestiones territoriales y limítrofes en el Golfo de Fonseca, en las costas del Océano Pacífico, en nada ayudan a fortalecer esos lazos de hermandad y las políticas de integración que la ciudadanía espera, pero una autopista de cuatro carriles, iluminada totalmente en la noche y vigilada con tecnología y con suficiente personal confiable durante las 24 horas del día, sin necesidad de hacer paradas en la frontera, entre las ciudades capitales de Guatemala y de El Salvador, sería un primer y gran paso para estimular los canales de integración más poderosos, que son los que no están a cargo de los gobiernos.

     Ojalá la visita del mandatario electo de El Salvador al Presidente de Guatemala, que se está dando en estos momentos, sirva para algo positivo en beneficio de la ciudadanía productiva, que paga impuestos y espera respuestas creativas y con sentido común para las preocupaciones que le conciernen.

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