viernes, 4 de septiembre de 2009

ESTADOS UNIDOS Y SU ERRÁTICA POLÍTICA EXTERIOR

Para quienes somos observadores del acontecer internacional, no se entienden los mensajes que, desde Washington, da el gobierno de Estados Unidos de América.

Por un lado, relajan todo tipo de medidas de presión sobre el gobierno cubano, la dictadura más larga en ejercicio y, posiblemente, de las más largas de la historia del planeta.

Pero por otro lado, insisten en castigar a Honduras, un país que estaba en manos de un sociópata y megalómano, cuyas violaciones constantes a la Constitución de su país, a las leyes ordinarias y al más elemental sentido común, llevaron a la totalidad de las instituciones hondureñas a condenar, una tras otra, diversas acciones tomadas desde el Ejecutivo, al grado de haberse ordenado la captura para el procesamiento del mismo Presidente de la República, según hemos sabido después de los sucesos del 28 de junio pasado, pero el grupo de militares que se suponía debía ejecutar la orden emanada de la Corte Suprema de Justicia, en lugar de capturarlo y encerrarlo, dejándolo sometido a proceso judicial, lo sacó violentamente del país en una acción que no se puede justificar, procediendo seguidamente el Congreso de la República, entendemos, a juramentar como nuevo Presidente, conforme a lo que establece la misma Constitución hondureña, a Roberto Micheletti.

Eso es, en pocas palabras, lo que da lugar a que se sostenga que Manuel Zelaya sufrió un Golpe de Estado, pero es lo que nos permite señalar que se trata de uno sui géneris, al cual no se comparan ni los sufridos en Honduras en el pasado, ni los sufridos en cualquier otro país. Es un Golpe de Estado tan especial como el que diera, en 1993 en Guatemala, el entonces Presidente Jorge Serrano Elías, el cual fue sacado a la fuerza por el Ejército hacia El Salvador y, de ahí, partió voluntariamente hacia Panamá, donde vive desde entonces, exiliado, procediendo el Congreso de la República, no a declarar como Presidente a quien correspondía, el Vicepresidente Gustavo Espina Salguero, quien también salió de la escena política por más que tratara y quisiera quedarse, sino al entonces Procurador de los Derechos Humanos, Ramiro de León Carpio, quien finalizó el mandato para el cual había sido electo Jorge Serrano, con el reconocimiento y el acompañamiento de toda la comunidad internacional.

Por supuesto, en esa época no había un Hugo Chávez y los petrodólares estaban en poder de los árabes y no se dejaban sentir en América Latina.

Es por eso que, nosotros que seguimos de cerca desde hace décadas el proceso de integración centroamericana, que conocemos de alguna manera el funcionamiento de las Instituciones de nuestros países, y que por nuestra formación académica podemos entender con mayor claridad acerca de los pesos y contrapesos que, con sus matices y diferencias, tienen nuestras Constituciones, las cuales devienen de un pasado más o menos común de dictaduras, de intentos de perpetuarse y de abusos de poder, no podemos dejar de manifestar que no entendemos la posición, en este caso, de la comunidad internacional.

¿Es más legítimo un Presidente que cada uno de los integrantes de un Congreso Nacional o que un Alcalde, si todos han sido electos directamente por sus votantes? ¿Por qué tiene que ser ilegítimo un proceso de elecciones convocado por el Tribunal Supremo Electoral en Honduras desde el mes de mayo del presente año, si conforme a sus leyes, no le corresponde a nadie más convocar, dirigir o interferir en ese proceso electoral?

¿Dónde está la ley anterior que faculta a cualquiera a desconocer a las autoridades electas democrática, libre y popularmente en un país, conforme a la normativa legal positiva del mismo?

El pueblo hondureño, no el gobierno, es el que elegirá a sus próximas autoridades. Eso no tiene vuelta de hoja, y mal hace la comunidad internacional en negarle a Honduras una salida "democrática" a la crisis política que ellos no propiciaron, sino ese señor de sombrero que, en una pasada de unas horas por México, fue capaz de unir a una nación de más de 100 millones de habitantes en su contra. ¿Qué es lo que el Presidente Barak Obama o la Secretaria de Estado Hilary Clinton no pueden ver?

Lo que sí quisieramos que vieran es la ingerencia venezolana en el proceso de elecciones de Uruguay, en donde se ha descubierto la venta de un lote de libros que no pasan de un cuarto de millón de dólares, a Venezuela, por más de 36 millones de dólares. Curiosamente, la editorial es propiedad de un pariente de uno de los candidatos a la Presidencia de la República. ¿Esas elecciones sí van a ser reconocidas por la comunidad internacional, con Estados Unidos a la cabeza? Y la OEA, ¿qué dice al respecto?

1 comentario:

  1. Aqui en Honduras seguimos firmes en contra del regreso de Zelaya. Estamos dispuestos a soportar cualquier sancion o represalia internacional, pero nunca seguir los pasos de Venezuela o Cuba. Libertad y Democracia es nuestra mas grande aspiración para heredar a nuestros hijos.

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