viernes, 6 de agosto de 2010

UN EJEMPLO DE VIDA




Las fotografías que anteceden corresponden a un homenaje que le hiciera La Organización para las Artes Francisco Marroquín, de la cual fui Director durante más de 20 años, en el Teatro Nacional, al doctor Manuel Ayau, fundador y, me parece, todavía Rector de la Universidad del mismo nombre, bajo cuyo amparo pude participar durante tanto tiempo impulsando las artes y los eventos culturales y, a veces, científicos.

Nunca tuve un trato directo con él pero reconozco que ejercía un fuerte liderazgo, especialmente frente al grupo de Fiduciarios que, en su mayoría, le ayudaron a fundar la Universidad Francisco Marroquín, y entre las nuevas generaciones de profesionales formados dentro de la misma, que hoy se destacan, no sólo en sus respectivos campos, sino como generadores de opinión en radios, medios escritos y audiovisuales.

Afortunadamente, por provenir mi formación académica de otro ámbito, he podido sacar de mi experiencia por la Universidad Francisco Marroquín, lo mejor de élla sin caer en los odiosos dogmatismos. Es más, a mis hijos siempre los he apoyado en lo que ellos quieran estudiar y jamás les he sugerido dónde hacerlos, y de los 6, uno es profesional de esa casa de estudios, otra lo es de una Universidad estadounidense, otro estudia en esta misma Universidad y el cuarto, que este año se gradúa del colegio, ingresará en enero a estudiar ahí mismo.
Además, mi esposa tiene varios años de ser catedrática de esa casa de estudios, lo cual nos permite conocer un poco más de cerca la labor del doctor Ayau, quien tuvo hasta la sensatez de retirarse a tiempo de la misma y de poder, con toda la lucidez que le caracterizaba, observar y hasta aconsejar, en ese relevo académico, de manera que hoy, cuando falta físicamente, su obra más visible lo llora pero no sufre por su partida.
Recuerdo su participación política, hace unos años, primero como pre candidato presidencial y luego como compañero de fórmula, como candidato a vicepresidente, con otro candidato. No era su tiempo y, sin juzgarlo, sólo opino que, al agregale ingredientes de economía a la campaña, quizás a nivel de licenciatura, de maestría o hasta de doctorado, puede ser que haya forzado la discusión de algunos temas que le interesaran pero se hizo ininteligible para las grandes mayorías.
Sin embargo, sus ideas, controvertidas a veces, estuvieron siempre dirigidas a ensanchar la esfera de derechos de las personas, a fortalecer el ambiente de libertad, a batallar por que el Estado redujece su tamaño y, en general, a que hubiese un ambiente en donde las personas, utilizando las reglas del libre mercado, fuesen mejores emprendedores y generadores de riqueza, a través de la misma se aumentara la prosperidad de los pueblos y, al final, todos viviésemos mejor.

Mucha gente, especialmente la formada bajo la influencia de otras escuelas económicas o de otras ideologías, nunca estuvieron de acuerdo con él, pero independientemente de eso, sí comparto el sentimiento que fue un verdadero líder que supo utilizar su intelecto para establecer los cimientos de varias empresas e instituciones que habrán de perdurar mucho más de cuando nosotros mismos tengamos que partir de este mundo.
No fue monedita de oro para caerle bien a todo el mundo, pero vivió trabajando, creando, produciendo como pocos. ¡Así hay que ser!
Para la familia Ayau, para la familia de la Universidad Marroquín, mis condolencias.

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