jueves, 26 de agosto de 2010

MAÑANA HARÁ 23 AÑOS QUE ME INICIÉ EN LA POLÍTICA ACTIVA

Políticos somos todos. Cuando opinamos en la barbería, las mujeres en el mercado o en el salón de belleza, los mismos jóvenes que todavía no son ciudadanos y manifiestan su desacuerdo con algo, están expresándose políticamente.

Sin embargo, dar un paso más e involucrarse en algún proyecto lo puede convertir a uno en seguidor, en aficionado, en activista u otras variantes en los niveles de participación.

Hoy hace 23 años que tomé una decisión, y mañana hará esos mismos años que me involucré, en la Municipalidad de Guatemala, como Asistente Ejecutivo del Señor Alcalde, título algo pomposo para las humildes tareas que tenía, que eran las de ocuparme de todo lo que el Alcalde, que era Álvaro Arzú, no quería hacer, como leer los anónimos que le llegaban de los mercados, atender delegaciones humildes de peticionarios, normalmente individuales y para pedir empleo y cosas así.

Han sido 23 años de leer, de prepararse, de asumir diferentes y nuevos retos y de acumular experiencia a la par de transcurrir por la vida formando una numerosa framilia, con la convicción que no he dejado de estudiar por mi cuenta y mantenr, incólume, la escala de Principios y Valores que mamé en casa y que he tratado, a su vez, de transmitir a mis hijos.

En plena madurez de la vida me doy cuenta que, de pasar años escuchando, ahora soy de las personas escuchadas. No hace falta tener una falsa modestia.

Sentirse escuchado por los demás es producto del esfuerzo por prepararme debidamente en todas las agendas posibles. Así es como he aprovechado, con enorme entusiasmo por aprender, los diferentes puestos públicos en donde me ha tocado servir.

De todos ellos guardo especiales recuerdos. De la experiencia municipal, que me cambió para siempre la vida, el amor por trabajar muy cerca de la comunidad; de la experiencia parlamentaria, varias cosas, entre éllas la disciplina para hacer las cosas sin jefe alguno y la paciencia por escuchar todas las facetas que rodean una misma idea, por ejemplo; de los años en la banca de desarrollo pude aprender casi de todo, pues me leí cuanto expediente pasó por mis manos y, en esos cuatro años, estuve metido en casi todo lo que en un país y en nuestra región se pueda hacer; de esos años me quedó la manía de irme a meter, personalmente, a los proyectos, para entenderlos mejor que quienes sólo se quedan en la comodidad de las oficinas con aire acondicionado y sus escritorios relucientes; de la experiencia registral también aprendí muchísimo acerca del funcionamiento de la administración pública, de los sistemas Estatales de los cuales pienso que casi todo hay que cambiar para que funcione, del trato con sindicatos para mejorar, a través de acuerdos, las condiciones de los empleados, aunque a veces sea difícil hacerse entender, de la creación de alguna normativa administrativa y las reacciones que pueden generarse, colateralmente, en la población... en fin, mucho se ha aprendido.

Pasar por la vida aprendiendo, reforzando lo que se aprende con lecturas variadas y apropiadas, ha sido provechoso.

Definitivamente, con todo ese equipaje acumulado y la vitalidad propia de los hombres de mi edad, ahora que lo pienso, en la medida que más entiendo de qué manera se pueden hacer las cosas, debidamente, más me duele mi país y más sufro por la ineptitud que, muchas veces, las noticias de lo que pasa en nuestras instituciones denota.

Sin embargo, sigo insistiendo que, en lugar de quedarnos en casa, cruzados de brazos, criticando muchas veces con el hígado en la mano, hay que involucrarse en lo que sucede.

Un mensaje especial para la juventud en este sentido: ¡Hay que involucrarse! No esperamos que lo sepan todo, pero sí esperamos que participen, así como yo lo hice al principio, escuchando, aprendiendo, empapándose, aportándole con su presencia un contrapeso para que no nos sigan robando y estafando aquellos malos políticos a quienes mi generación, o varias generaciones, hemos dejado navegar solos.

Será el tiempo y el interés que le pongan por aprender el que hará de todos esos jóvenes que logre motivar por que se involucren, los políticos sanos del futuro que sean capaces de defender la legalidad y moralidad de una actividad necesaria para cualquier país y, a la vez, de imprimirle ese sentido común que tanto venimos necesitando.

¡Arriba Guatemala!

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