Dicen que los toros, detrás de la barrera, se observan mejor; y es indiscutible que la distancia de por medio nos permite ver cosas que los espectadores cercanos no son capaces de detectar. Si estuviésemos a dos metros de la faena taurina, nos perderíamos el arte del torero y la majestuosidad de la bestia.
En política suele suceder algo parecido. Con la distancia de un Océano Atlántico de por medio, desde la ciudad de Guatemala, casi desconocida para las mayorías españolas, podemos, gracias a la televisión, observar los vendavales de la política de ese país, probablemente con menos pasión y seguramente con mejor precisión a los detalles, inadvertidos en la vorágine de los acontecimientos.
Según mi experiencia política, prácticamente todos los partidos políticos tienen equipos que se mantienen en una lucha constante de posicionamiento político con referencia a los demás partidos políticos de la plaza o del espectro: la guerra del reposicionamiento en que, con ideas, con ingenio y, como puede percibirse desde acá, con alguna maña y malas artes, la posición difícil del partido o de una figura importante del mismo es cambiada de posición, poniendo al adversario en otras circunstancias que lo hagan verse peor que el partido o que la figura política que ha provocado esta situación.
El posicionamiento nació como una herramienta de mercadeo y es utilizada en la vida cotidiana, muchas veces sin que nos apercibamos, por las grandes marcas de refrescos, de cigarrillos, de dentífricos, etc.
El caso que llama la atención, hoy, en España, es el terremoto político-mediático que ha provocado, tanto en el partido oficial, el Partido Popular, PP, como en personas individuales dentro de las cuales destaca Mariano Rajoy, Presidente del Gobierno, por la publicación del Diario "El País" (¿o "El País Obrero Español"?) de un manuscrito que lo envuelve en un escándalo de sueldos distribuidos con dinero del que llaman "negro", manuscrito al cual los opositores del gobierno dan toda la credibilidad y que el PP y el mismo Rajoy han desmentido categóricamente.
Todo esto se da a pocas semanas de que los mismos socialistas exigían la salida de Pérez Rubalcaba, el mandamás del PSOE, por el raquítico desempeño de su partido en las últimas elecciones, las cuales entendemos que han sido las peores de su historia.
Con el escándalo que han levantado por un papel escrito a mano, que no corresponde a contabilidad oficial alguna, en donde se han tomado la molestia de aderezar con elementos verdaderos para hacerlo más creíble, ¿quién se acuerda que era la cabeza de Pérez Rubalcaba la que pedían sus mismos correligionarios?
Mal ha hecho este señor al salir, públicamente, a pedir la cabeza de Mariano Rajoy, pues ante nuestros ojos entrenados y acostumbrados a bregar en este mundo, lo que veo es un excelente trabajo de su Departamento de "Trucos y Bromas", reposicionando su propia situación en otra en donde el conglomerado social no sólo se olvide de los problemas consecuencia de su descalabro electoral, sino logrando apuntar todas las baterías en contra del adversario.
Ahora estaremos pendientes de la reacción del equipo de posicionamiento del Partido Popular, en esta faena taurina de los políticos españoles. ¡Olé!
martes, 5 de febrero de 2013
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