lunes, 9 de mayo de 2016

LA PASIÓN. UN LLAMADO AL RESCATE DE LA PATRIA.

     Curiosamente, de las nueve acepciones que la palabra "pasión" tiene en el Diccionario de la Lengua Española, es a las 6a. y 7a. a las que queremos referirnos.

     Cuando somos niños y jóvenes, es normal que cualquier juego o actividad la hagamos con energía, con total entrega sin averiguar consecuencias, con pasión. La desnutrición a estas edades puede anular esa pasión y hacer que le gane la indiferencia (el estoicismo dicen quienes no entienden el hambre); lo hemos visto tantas veces, especialmente en nuestros periplos por las montañas y comunidades del interior del país.

     Es en algún momento de nuestra juventud que mucha gente comienza a perder ese ímpetu natural y, diferenciando las oportunidades que da la vida, se va incursionando en los diferentes senderos con más reserva y hasta con cautela.

     A través de la vida hemos compartido con una familia apasionada. Cuando hemos sido deportistas, hemos sido serios y comprometidos con la rama que escogimos. Cuando discutimos, defendemos nuestras ideas con vehemencia. Hemos visto practicar su profesión a nuestros parientes con una entrega total que ha hecho que sus colegas los respeten y los admiren por lo que hacen y lo que representan.  Es decir, en nuestro ya largo periplo en esta existencia, lo normal ha sido hacer las cosas "como Dios manda", con cierto dejo de perfeccionismo, con un ánimo inclaudicable y tenaz, sin pensar en el cansancio o en el abatimiento.

     Dificultades en la vida todos tenemos.  Hay subidas y bajadas como en todo, pero el empuje de siempre, esa chispa natural y ese brillo en la mirada y ese verbo determinado debieran mantenerse hasta el final de la existencia, aunque no siempre es así.

     Con casi tres décadas, ya, haciendo política activa, nos podemos percatar que la fuente de nuestra energía no mengua, pero que en el camino no sólo nos vamos quedando solos, hasta de las astillas del mismo palo, sino que la juventud que debiera venir renovando las bajas de elementos de otros tiempos, es muchísimo más indiferente que antes; carece del nivel de compromiso que nosotros, el grupito con el que nos iniciamos hace décadas, teníamos (y, por lo menos dos, seguimos manteniendo).

     ¿Qué ha pasado? ¿Puede ser tan distinta la misma gente con el paso de una sola generación? Es cierto que el ambiente político de hoy es adverso y asqueroso, pero igual era hace treinta años. ¡Eso fue, precisamente, lo que nos motivó a participar! ¡Restarle espacios a los malos políticos que hacían y deshacían con descaro!

     Hacer política en solitario es bien difícil. No hay recursos, no hay apoyo, no hay comprensión; no hay, siquiera, un alero para comentar algo antes de emitir una declaración.  Es un camino tortuoso y sombrío.

     Reconocemos que esa soledad puede afectar el nivel de pasión que, en una carrera política larga, podamos tener; pero también templa, como aquellas hojas de acero damasquino, nuestras calidades y cualidades de líder. 

     No sabemos qué pasa con esos hombres y mujeres jóvenes a quienes el país les ha dado todo pero que, o no están dispuestos a devolverle nada y se hacen los desentendidos, o se hacen de rogar cuando son convocados para rescatarlo. Algunos hablan de hacer patria pero parecen reacios a actuar y, teniendo tanta tecnología para comunicarse, les cuesta hasta hacerlo.

     ¿Tan duro le ha pegado al ciudadano común tanto hecho de corrupción? ¿Saldrán esos hombres y mujeres tan valiosos, de su letargo, y darán un paso al frente ante el llamado de una patria lastimada que los necesita para cambiar el rumbo?

     Mientras escribimos estas líneas dudamos de esa participación que esperamos, pero aprovechamos para hacer de nuestra pasión inclaudicable una declaración de fe que vaya contagiando y sumando.  

     Los destinos del país han estado en manos de bandas de pícaros y, ante un repentino pero corto despertar ciudadano, ahora están en manos de la inexperiencia, que puede ser, para el mismo, igualmente costoso en deuda, en más prebendas para los sindicatos de siempre, en duplicidad de funciones y un largo etcétera.

     ¡Hacemos un llamado a los hombres y mujeres de bien, de cualquier edad, para que incendien su pasión, para que llenen de aire sus pulmones, bombeen sangre roja por sus venas y acudan al rescate de la patria!

     No basta con criticar desde las redes o sugerir tal cosa al vecino o compañero de clase o de trabajo. ¡Hay que mojarse los pantalones en los senderos del porvenir que hay que construir! ¡No dejemos que los pícaros y los mediocres nos hagan como que construyen el futuro!

viernes, 11 de marzo de 2016

EL ARTE MARCIAL, EL APRENDIZAJE DE IDIOMAS Y LA POLÍTICA

     Hace unas semanas que tuvimos viento, frío y hasta lluvia, por razones de una tos persistente decidí no rasurarme hasta ayer, que me la volví a quitar. Al retomar, hoy, la rasuradora, pude darme cuenta que, durante años, ese momento de intimidad, viéndome la cara en el espero, era, además, el de un intenso diálogo personal e interno.  No me había fijado que muchas de las ideas germinan y evolucionan como recibiendo consejos de alguien y contraponiendo las ventajas y desventajas de otras opciones. Algunas veces sucede mientras uno está esas largas horas atrapado en el tráfico, también.

     Mientras comenzaba la tarea mañanera de rasurarme, comencé recordando cómo, en mis años juveniles de prolongados entrenamientos de arte marcial, se aprendía una técnica, paso por paso, y se repetía infinidad de veces, primero al aire, luego aplicándola con algún compañero, hasta que iba saliendo. La repetición le agregaba fluidez, fuerza y, en determinado momento, hasta carácter, al imprimirle uno a lo aprendido su propia personalidad.  Décadas después de haber aprendido esta manera de defenderse, que no deja de ser un deporte peculiar porque de algo te puede servir en la calle, estoy seguro que, en el momento que se necesite, desde una parte del Ser que no sé explicar cuál es, saldrían los principios básicos de defensa para evitarnos un daño.  Eso creo.

     El aprendizaje de idiomas es parecido. Se aprenden las palabras una por una, agrupadas a veces por lo que son (sustantivos, verbos, números, pronombres, etcétera), y complementando el aprendizaje con una estructura, la gramática, hasta que vista y oído se empiezan a ajustar, haciéndolo un poco después la lengua, con lo que quiero dar a entender que se va facilitando la comprensión de lectura, luego el entendimiento de algo pronunciado en otro idioma y, por último, la expresión de lo aprendido.  Estoy seguro que si pasan décadas de que no se practica un segundo idioma, al poco tiempo este aparecerá y, poco a poco, pero más apresurado que lento, volverá la fluidez enmohecida por el tiempo.

     La política es un poco distinta.  Se puede tener un aprendizaje formal; ¿de qué? de Principios Básicos del Derecho, por ejemplo, o de Derecho Constitucional, o una formación en Relaciones Internacionales o en Derechos Humanos, todo lo cual ayuda, pero la política es distinta.

     Se puede leer El Príncipe, de Maquiavelo, o a Sun Tzu, a Platón o a Aristóteles. Yo los he leído, así como a algunos clásicos de la época romana, y eso le da profundidad a mis pensamientos, pero no fluidez a la política.

     Obtener un título académico o leer constantemente siempre es bueno; aporta para bien, pero no da cintura política.

     La política se aprende haciendo política. No es esto. No es aquéllo. Es la capacidad de estar informado, la de procesar esa información y darle sentido, la de tomar decisiones pensando en la línea de tiempo, es decir, en los antecedentes y en las consecuencias y no sólo en la urgencia que se tiene en el momento de optar por uno u otro camino; es tomar en cuenta a los afectados, a quienes pueden reaccionar por una ola que llegue a su playa ocasionada por nuestro menor movimiento.

     El arte marcial y la política requieren de profundizar (estudio), de entrenamiento (experiencia), de cálculos infinitamente rápidos que miden tiempo, distancia y la utilización de los tres planos o ejes que explico en mi segundo libro (K'amalb'é. La Historia detrás de un deporte artístico marcial), los cuales podemos resumir en plano superior e inferior, planos izquierdo y derecho y distancia.

     ¿Por qué este diálogo? Posiblemente porque los tres son temas en los que, de alguna manera, he estado inmiscuido.

     Alguien en el mundo, quizás, con este tipo de predilecciones, podrá apreciar mejor lo que expreso acá.

     Lo que es claro es que todo esto se da mientras las manos se mueven con la hoja de afeitar sin que les ponga atención, a pesar del riesgo que conlleva. Ha de ser otro aprendizaje que nos hace temblar la primera vez pero en lo que se adquiere, también, maestría con el tiempo.

     Ese mismo miedo le ha de dar a quienes ven la política por fuera. Cordial invitación a ya no hacerlo.  Nuestro país no es de quienes, tradicionalmente, hemos dejado que tomen las decisiones por nosotros; es de todos.  Ocupemos espacios. Volvámonos expertos en la "Res Pública" (la cosa pública) ejerciendo nuestra ciudadanía desde adentro o, por lo menos, desde cerca; si no fue ayer, que sea hoy y mañana; si no tenemos fundamento académico, no importa, busquémoslo y, aunque no sea a nivel de la Academia formal, leamos, escuchemos programas que nos vayan formando y aguzando los sentidos para tener criterios cada vez más sustentados.

     No veamos la patria como algo lejano sino como algo que nos cobija, que nos nutre y nos mantiene sanos.  Nuestro entorno es bueno o malo en la medida que hagamos algo al respecto.

     Este ya maduro artista marcial sabe que para aplicar una buena técnica hay que tener maña.  Pues hoy digo que para acabar con los mañosos la técnica es involucrarse.

     Hacer política no requiere un aprendizaje formal, ni duros ejercicios ni interminables repeticiones, pero todos podemos ser políticos, buenos políticos. El asunto es entenderlo, asimilarlo, proponérselo y poner manos a la obra. Guatemala lo necesita y tus herederos y descendientes, si lo haces bien y honradamente, te lo agradecerán.

viernes, 22 de enero de 2016

LA RECAUDACIÓN REAL Y LA VERBORREA A SU ALREDEDOR

     Cada año es lo mismo: "no se cumplieron las metas de recaudación". ¿Acaso esto es noticia? Con las metas que, entre la propuesta de funcionarios del Ministerio de Finanzas Públicas y la aprobación de diputados al Congreso de la República, ¿hay algo de sentido común?

     Tanto al gobierno como a los comerciantes que tenemos de diputados les interesa un Presupuesto General de Ingresos y Egresos de la Nación lo suficientemente inflado, al primero para poder gastar más, a los segundos para tener más renglones dónde meter a sus empresas o a las de sus parientes, negociar plazas y, en general, toda esa parafernalia asquerosa que ya todos los ciudadanos, desde afuera, conocemos.

     Lo que es poco entendible es que la prensa independiente (o debiera poner "independiente", con lo que el entrecomillado implica) les haga el juego y recalque que los ingresos no llegaron a cumplir las expectativas de lo programado. ¡Cómo nos subestiman! ¡Cuán tontos creen que somos!

     Esto también se viene a aunar a la cantaleta que se cree y repite la Comunidad Internacional (ese cuasi ente etéreo que nos critica como puede espantar un fantasma en una casa abandonada) de que en Guatemala no se pagan impuestos, o de que no se paga lo suficiente.  Cantaleta, decimos, porque ha sido imposible hacerles entender que los altos niveles de pobreza de las grandes mayorías hacen que la población sujeta al pago de impuestos sea la minoría, por lo cual es más apropiado decir que hay que elevar los niveles de ingresos para que todos seamos sujetos impositivos, y no repetir que, porque la tasa per cápita es baja todos pagamos poco.

     Si vemos la realidad de las cosas, año con año ha venido incrementándose los ingresos del país. Respecto a la recaudación tributaria de 2014, la de 2015 creció un 1.3%, con todo y que en ese año fueron a parar a la cárcel el presidente de la República, la vicepresidenta, el Superintendente de Administración Tributaria y varios miembros de la SAT, el presidente del Seguro Social, el ex presidente del Congreso de la República y varias decenas de funcionarios activos de los tres poderes del Estado.

     En una Guatemala convulsa que ha tenido elecciones generales y tres presidentes constitucionales (si, subrayado) en pocos meses, es todo un logro del sector privado (también subrayado) que la recaudación tributaria no se haya caído.

     Y la verdad es que esa recaudación tributaria ha venido creciendo consistentemente, año con año, muy a pesar de todos esos portavoces ex oficio de los interesados que se encargan de decir, repetir y tratar de hacer creer lo contrario.

     La #PrimaveraChapina que se inició en abril de 2015 merece que digamos las cosas como son, que estemos alerta y no nos dejemos engañar y que veamos las cosas en su contexto real.

     ¡Guatemala es más grande y más linda de lo que, a contrapelo de la realidad, nos quieren hacer creer!