miércoles, 29 de septiembre de 2010

LO PEOR EN POLÍTICA ES TRAICIONAR A LOS ALIADOS

     La cúpula del sector privado organizado de Guatemala, el CACIF, al apoyar al Presidente Álvaro Colom en su afán por intervenir el Registro Nacional de las Personas, RENAP, se quedó burlado en el apoyo político que le había brindado, semanas atrás, en esta pretendida medida a todas luces ilegal, por mucho que una Corte de Constitucionalidad, acomodaticia, le haya otorgado su bendición, en un voto dividido y controvertido, al opinar favorablemente, equiparando al RENAP, que es un Registro, con una empresa a la que se le concesiona la prestación de algún servicio público, tratando de crear una ficción legal en donde no existe.

     Lo que tratamos de resaltar, ahora que el Presidente anunció la intervención y luego parece que se volvió a retractar, es el innecesario desgaste que, con sus perennes dudas e indecisiones, pero más por sus caprichos revestidos de ilegalidad, produce en una Corte de Constitucionalidad en donde parece privar el interés por reelegirse de los Magistrados --ya que en abril de 2011 se renovará dicha Corte--, o en el sector privado organizado que, quién sabe por qué razones, sólo ellos las sabrán, se plegó ante la posibilidad de que el menos indicado en el país, y posiblemente en la historia republicana nuestra, interviniera una institución, que no es una empresa, por motivos de la corrupción e ineptitud imperante, como si el interventor, de darse el caso, tuviese poderes extraordinarios para limpiar una institución, cuando sería nombrado por quien encabeza uno de los gobiernos más corruptos de la historia.

     Ahora, que les quede de lección a estos dos aliados que el Presidente encontró en su camino. A ver qué tanto lo apoyarán en su siguiente capricho.

     Deberían leer el cuento aquel del pastorcito y el lobo.

     No hay cosa más asquerosa en la política que traicionar a los aliados.

sábado, 25 de septiembre de 2010

¿CUÁNTO VALE UN MUERTO?

     Parece que el valor que se le da a una persona, cuando ya no está con nosotros, está íntimamente relacionado con lo que aquella pudo haber hecho con su vida de acuerdo a la ley del libre albedrío.

     Mientras más entregado a sus semejantes haya sido, o más esforzado, o llevado una vida muy dura sin quejarse, más tendemos, quienes quedamos acá, a valorar a quienes se adelantan en ese proceso natural que significa desencarnar y partir al más allá.

     Traemos todo esto a cuento en un espacio que tiene que ver con la política y el sentido común, por el contraste que sentimos al sentirnos gobernados por autoridades que, al dar declaraciones de que nos aguantemos en medio de toda esa violencia que tenemos que soportar en las calles, nos produce la convicción que no se valoriza la integridad humada y, especialmente, lo más preciado: la vida misma.

     Cuando vemos todas esas desgracias naturales que han golpeado con mayor ahínco a la población que vive en condiciones de mayor vulnerabilidad, y que nuestras autoridades han pasado cuatro meses discutiendo, tanto oficialistas como opositores, todo lo concerniente al presupuesto y a los fondos para salir a socorrer a los damnificados sin que se haya comenzado la vigorosa reconstrucción que se requiere, estamos percibiendo más señales de la poca importancia que, para ellos, tienen todas esas personas que han perdido todo, que han perdido mucho o que, inclusive, han fallecido o están llorando sus muertos.

     Todo esto contrasta con el recibimiento que le dieron a los cuerpos de cuatro migrantes tristemente abatidos por delincuentes en México, hace poco más de un mes, ocasión en la cual hasta sacaron a lucir a los cadetes, los estudiantes de la Escuela Politécnica, y les dieron un recibimiento de héroes.

     No criticamos el homenaje que se les hizo, ya que en ocasiones anteriores hemos calificado a los migrantes, que todo lo sufren por tratar de darle a sus familias mejores condiciones de vida, como verdaderos héroes.  Siempre los hemos apoyado.

     Señalamos las incongruencias de unas autoridades que han estado más enfocadas en el saqueo y en ver de qué manera se perpetúan en el poder, que ante el sufrimiento de decenas de miles no paran de tirarse los platos en la cara y de negociar todo lo que tenga que ver con dinero en el Congreso de la República y que, ante tantos muertos que se dan todos los días, de otro tipo de héroes, como los pilotos del transporte urbano que siguen asesinando, se han insensibilizado completamente.

     Haber esperado que arribaran los cadáveres de nuestros pobres migrantes para declarar tres días de duelo, agregando al mismo a las decenas de fallecidos por los fenómenos naturales, es clara señal de esa insensibilidad, y de que sólo se aprovechan del dolor de las familias de estos migrantes, y del que todos sentimos a la par de ellos por lo que les pasó por tan sólo buscar una mejor vida, para montar su espectáculo político, para hacer ver como si algo les importara y lucirse ante las cámaras.

     ¿Quién se acuerda de las hermanitas, niñas todavía, asesinadas cuando iban a la escuela? ¿Dónde está el duelo por tanto bebé, niños y niñas, asesinados por balas perdidas? ¿No son suficientes alrededor de cien pilotos, ayudantes y empresarios del transporte urbano para poner la bandera a media asta? ¿Y de los pacientes que mueren en los hospitales porque la burocracia no funciona y no son capaces de tener ni las medicinas ni los equipos necesarios para atender las emergencias, quién se acuerda? Probablemente sólo los profesionales y técnicos que están contratados para luchar contra la muerte y se ven vencidos todos los días porque tienen que luchar con cascaritas de huevo huero contra la guadaña.

     Y de todos esos niños y adultos que mueren en sus casas de pura desnutrición, con los programas de "solidaridad" gastando a montones de dinero del Estado pero en los lugares donde están los votantes, no donde está la inanición ¿quién se acuerda?

     Por eso, con el debido respeto pero en medio de este montaje politiquero, nos atrevemos a preguntar, ¿cuánto vale un muerto para que el Gobierno se mueva?

viernes, 17 de septiembre de 2010

LA JURAMENTACIÓN DE MANUEL ZELAYA EN EL PARLACÉN

Referirse a la juramentación de Manuel, "Mel" Zelaya, el ex Presidente hondureño, como diputado del Parlamento Centroamericano, es evocar otros tiempo y otros golpistas.

Jorge Serrano, el ex Presidente guatemalteco que dio un Golpe de Estado en mayo de 1993, jamás se incorporó a este foro regional; por el contrario, siendo fieles al Tratado Constitutivo del Parlamento Centroamericano y a la Constitución Política de la República de Guatemala, quien se juramentó como ex Presidente, al concluir su mandato, fue Ramiro de León Carpio.

El caso de Manuel Zelaya no debiera ser diferente, pues violó la Constitución, fue, a su vez, depuesto por otro Golpe de Estado y, conforme a la constitución hondureña, llegó a ocupar el cargo, electo por el Congreso Nacional de ese país de acuerdo al procedimiento constitucional, Roberto Micheletti, de manera que habiendo sido destituido formalmente por el otro Organismo del Estado, de acuerdo a normas de la mayor jerarquía vigentes con anterioridad, no hay mucho en dónde sustentar la llegada de Zelaya al Parlamento Centroamericano, como no sea la gana de continuar revolviendo las instituciones por donde pasa.

Fue público que el Presidente venezolano, Hugo Chávez, nombró a Manuel Zelaya, cuando el tiempo que no perdona pasó y no pudo éste volver a ocupar el poder, le otorgó un puesto en una organización de la integración de América del Sur sufragada con fondos provenientes del petróleo de Venezuela, por lo cual la lealtad de Zelaya está en Caracas, o en los pozos petroleros de Maracaibo, pero no en Centroamérica.

¿Qué le llega a aportar al PARLACÉN? A mí me ha tocado trabajar, codo a codo, con varios ex Presidentes hondureños: José Simón Azcona del Hoyo, Rafael Leonardo Callejas Romero, Carlos Roberto Reina Idiáquez, fueron mis compañeros de trabajo, de pensamiento, en este foro regional. Todos ellos tenían experiencia acreditada construyendo democracia, forjando las instituciones de su país, para bien o para mal. Sin embargo, lo que conocemos de Zelaya es únicamente la manifestación personalísima de perpetuarse en el poder, y una carencia de escrúpulos para pasarle encima a las normas jurídicas más elevadas de su país, tratando de vernos (me incluyo) la cara de tontos al pretender hacer creer que era una "encuesta" lo que quería hacer, forzando la ilegal colocación de una cuarta urna no contemplada en la ley y, además, prohibida por sus leyes (que no es lo mismo), de modo que no podemos prever su llegada para aportar.

Por el contrario, la llegada de Zelaya al Parlamento Centroamericano sólo la podemos apreciar como un tremendo miedo a quedar sin protección jurídica por los supuestos delitos que cometió en su país, y al juramentarse, pretenderá, quizás, que lo cubra un manto de impunidad que no corresponde a la realidad del Parlamento, ya que la misma puede ser levantada por decisión de su Asamblea Plenaria.

Sin embargo, el atrevimiento del Presidente Jacinto Suárez, de juramentarlo "por sus pistolas", sólo retrata, con ampliación, la situación de prepotencia a la cual está acostumbrado en su natal Nicaragua, en donde es normal, como he denunciado en este espacio, que le pasen encima a la oposición política y que se limpien espacios sucios con los textos legales, propiciando negociaciones vergonzosas, acuerdos bochornosos y, lo más delicado, orillando el país a una crítica situación que no es hoy el objeto, pero que ha quedado documentada también en este espacio.

Juramentar un ex Presidente por la puerta de atrás, casi con nocturnidad y despoblado, dice mucho. Hasta para ellos, acostumbrados a todo, es algo así como una vergüenza hacerlo, pero constituye una necesidad.

En fin, Hugo Chavez, Daniel Ortega, Manuel Zelaya, Jorge Serrano, ¿qué diferencia hay?

Veremos qué explicaciones dará el Presidente Jacinto Suarez en la próxima reunión de Asamblea Plenaria, en la cual vaticino que habrá reclamos fuertes y se reavivará el debate que, por Centroamérica, por todos nuestros países, debió haber finalizado con la llegada de Porfirio Lobo a la Presidencia de Honduras, pero que ni la Organización de Estados Americanos, OEA, ni los ideologizados Presidentes de la ALBA, han permitido, en detrimento de los respetables ciudadanos hondureños y en perjuicio de las más básicas ideas de respeto a los demás, de libertad de elección y de acatamiento a la voluntad de las mayorías.

jueves, 16 de septiembre de 2010

LA REPRESENTATIVIDAD Y EL TAMAÑO IDEAL DE CONGRESOS, PARLAMENTOS O ASAMBLEAS LEGISLATIVAS

     El concepto de la vida republicana, enmarcada dentro del constitucionalismo, implica la aceptación de la capacidad de alguien de representar a los demás para algo que es de provecho y de utilidad para la sociedad.

     Cualquiera puede, en el ámbito privado, representar a alguien más; sin embargo, si la representación se ejercita en el ámbito público, la representación se convierte, también, en algo público, sujeto a algunos requisitos.

     Para efectos de este ensayo asimilaremos lo público a lo político, dado que lo segundo es, prácticamente, la esencia de lo primero; de ahí que, en adelante, nos refiramos a la representación política como la representación primordial en el ámbito público y medio principal a través del cual suelen actuar las instituciones del Estado.

     Dentro de estas últimas tenemos no sólo los Congresos, Parlamentos o Asambleas Legislativas, sino toda una parafernalia que, centralizadamente, tiene que ver con los otros Organismos del Estado (Presidente y Vicepresidente por elecciones directas, por ejemplo, o Magistrados de las Cortes de Apelaciones y de la Corte Suprema de Justicia por elecciones de segundo grado, en el otro caso); descentralizadamente, con un sinnúmero de entidades que también actúan en nombre del Estado (desde la Corte de Constitucionalidad, las Alcaldías, los Concejos Municipales, etcétera); y hasta en forma personal, como la actividad de fe pública que aquél, el Estado, delega en los notarios; pero nuestra intención, en este momento, es referirnos únicamente a la que se da en los primeros.

     Toda representación pública, como dijimos anteriormente, implica algunos requisitos que la persona física que representa a los demás debe cumplir para poder ejercerla apegada a la legalidad, pero también hay consideraciones que permanecen implícitas, y no necesariamente explícitas, para que esa actuación, además de apegada a la ley, también lo sea apegada al Derecho, como la buena fe, el historial ético, los antecedentes apegados también a la moralidad y las buenas costumbres. Las virtudes personales de quienes ejerzan esa representatividad en nombre de los demás son de lo más importante, y las sociedades más educadas y avanzadas son las que tienden a darle más valor a esta escala de principios que fundamentan la conducta de las personas, por encima de otros atributos individuales de cada candidato a representar a los demás.

     Lo que motiva hoy estas digresiones, además de lo ya dicho, es el tamaño que dichas entidades corporativas deban tener para ejercer, a cabalidad, las funciones colegiadas de representar a una sociedad.

     En un país en donde la población es de tantos millones de habitantes, ¿de qué tamaño debiera ser su Congreso o Asamblea Nacional?

     Generalmente, el tamaño de las mismas viene supeditado a cantidades de población, pero no hay impedimento alguno para que, a contrario sensu, se pueda establecer el límite o el número específico de personas que ejerzan esa representación, o diputados en el caso de estudio, y dividir la representación en distritos o en jurisdicciones territoriales de acuerdo al avance o retroceso del número de población dentro del país de que se trate.

     Quienes no están de acuerdo con reducir el número de diputados por Congreso, Parlamento o Asamblea, suelen esgrimir el argumento de la representación de minorías, en el sentido de que, al reducir el número de espacios para representar, se limita la capacidad de que grupos políticos minoritarios tengan voz y voto en los debates nacionales y aprobación de leyes pero, según nuestro punto de vista, eso es relativo.

     Una minoría bien organizada es capaz de hacerse representar debidamente; una minoría no bien organizada, a la cual la mayoría de la población no la vota, simplemente no debe ocupar un espacio dentro de la discusión y aprobación de los asuntos públicos: el pueblo manda. No es cuestión de ser minoría, per se; una minoría inteligente de seguro será apoyada para que pueda participar legalmente y, en su momento, convertirse en mayoría.

     El argumento que podemos esgrimir nosotros, basado en lo que hemos visto a través de tantos años no sólo de observar sino de participar activamente, es que el actual sistema permite la inclusión de una cantidad de minorías; que el mismo se ha vuelto perverso para las cuestiones públicas. Hay mucha facilidad para hacer un partido político y, desde ahí, hay muchos partidos políticos en cuya dirigencia priva, más que todo, la oportunidad de colarse en algún puesto, más que sostener una plataforma de ideas que enriquezcan el debate o que, por decirlo en palabras sencillas, simplemente sirva de algo.

     De ahí que veamos muchos partidos políticos que, en el fondo, no se diferencian en absolutamente nada, y sólo sirven de vehículo para que muchos oportunistas se cambien de un partido para otro sin que, insistimos, haya razones de fondo más que de índole electoral, por no decir electorera.

     Desde nuestro particular punto de vista, la patria estaría bien servida con un Congreso que tuviese una tercera parte de la cantidad actual de miembros, al estilo de la Asamblea Legislativa de Costa Rica, aunque advertimos que en ese país está en discusión, precisamente, ampliar su número, que actualmente es de 57.

     En Guatemala, un Congreso de la República con un número fijo de entre 50 y 60 diputados, incluyendo por lo menos 3 que representen a los migrantes que están en el extranjero, que también son Guatemala aunque muchas veces a las autoridades se les olvide, sería más que suficiente.

     Lo que necesita un Congreso eficaz y eficiente no es más número de jefes (recordemos que un Congreso no tiene soldados; solamente generales), sino probablemente menos, pero mejor escogidos y mejor apuntalados por asistentes y asesores bien pagados pero bien calificados, no contratados por parentesco o compadrazgo sino por capacidad, para que puedan ejercer con dignidad su labor legislativa y de control.

     Han sido públicas nuestras consideraciones alrededor de la reducción necesaria del Parlamento Centroamericano para hacerlo adecuado a la situación, especialmente económica, de los pueblos que representa, en donde una Asamblea Plenaria de 60 diputados, 10 por país miembro por el momento, sería suficiente. Por el contrario, el Parlamento cuenta con una Asamblea de ciento veintitantos diputados (el número varía en función de si se integran o no los ex presidentes y ex vicepresidentes o designados a la presidencia); es decir, con un espectro político que, lo hemos dicho, es probablemente el más amplio del mundo en una institución de esta naturaleza, pero el trabajo es totalmente deficiente (ese “totalmente” bien pensado antes de ponerlo con toda deliberación).

     Hoy, en lugar de discutirse si se amplía el presupuesto del Parlamento Centroamericano, porque es el mismo desde que se fundó en 1991, el debate debiera ser la modificación de su Tratado Constitutivo para reducir su tamaño y hacer su actual presupuesto más eficiente.

     Todas las ideas son discutibles y están enmarcadas, más o menos, en la época en que se expresan. Cuando se firmó el Acta de Independencia, en 1821, con una Guatemala (que hoy es Centroamérica y parte de México) casi despoblada, el ideal se consideraba un diputado por cada 15,000 habitantes, lo cual nos llevaría hoy, sólo en Guatemala, el país, a un Congreso de unos 935 diputados, lo cual sería insostenible.

     La relatividad, como vemos, también se aplica en política y en el aspecto público de nuestros pueblos, y es una verdad innegable que el presupuesto de nuestros países tiene que ser utilizado de manera más eficiente, y un Congreso sobre-dimensionado produce exactamente lo opuesto.

     República, Constitución, soberanía, libertades políticas, representación pública, respeto por las minorías, acatamiento de la voluntad de las mayorías, educación de los pueblos, dinero que se emplea para sostener las instituciones, relatividad en el tiempo, valores de la persona... todo está ligado y relacionado.

     Sólo esperemos que llegue el día en que las mayorías, no sólo las que representan sino, además, los representados, entiendan los beneficios de lo que aquí dejamos establecido para que, con los cambios necesarios, comencemos a fundar los pilares de una nueva nación y una nueva Centroamérica.

martes, 14 de septiembre de 2010

UNA POSICIÓN POLÍTICA EN EL CONTEXTO DE LA MATANZA DE MIGRANTES EN TAMAULIPAS

     A propósito fuimos dejando este tema sin escribir sobre él, esperando se nos repartiera el Diario de Debates de la última Asamblea Plenaria del Parlamento Centroamericano, que se llevó a cabo el pasado mes de agosto en la ciudad de San Salvador, El Salvador, ocasión en la cual no sólo se conoció la noticia de la masacre de migrantes latinoamericanos en San Fernando, Tamaulipas, en el norte de México, sino se planteó un proyecto de declaración que, a nuestro parecer, era demasiado fuerte en contra de México y de los mexicanos quienes, en su inmensa mayoría, no han de estar de acuerdo con lo que sucedió.

     Debemos indicar, para comenzar, que conocemos esa población, ya que en julio de 1987, viniendo por tierra desde Estados Unidos, el vehículo en el que nos transportábamos tuvo que ser reparado en ese lugar, el cual nos pareció, si no desolado, muy tranquilo, del cual guardamos el recuerdo de las miles de piedras de río, redondeadas por el desgaste de miles de años de correntadas, que había a la orilla de la carretera, dando la sensación de ser un lugar que sufre, de vez en cuando, severas inundaciones. Ni remota idea teníamos que, tantos años después, sería noticia internacional.

     La intervención fue la siguiente:

     "Buenos días. Señor Presidente: las intervenciones de los señores y señora observadores de México en este Parlamento me ayudan muchísimo en la tarea de tratar de explicar las ideas que vienen recorriendo mi mente desde que conocimos esta increíble y macabra noticia.

     Por razones especialmente deportivas, yo conozco muchos lugares de México y conozco su gente. Sólo en Tijuana he estado yo veintinueve veces y Tijuana es la frontera más grande del mundo; es la ciudad fronteriza con mayor crecimiento y mayor tráfico de la historia del mundo. Y el texto de esta Declaración refleja el dolor que sentimos, pero no es con los mexicanos.


     México, me parece que es el primer país del mundo que creó los Grupos Beta, precisamente unos grupos policiales desarmados para cuidar a los migrantes. Y los creó, precisamente, no para cuidar a sus migrantes, sino a los migrantes que transitan por su territorio en la búsqueda de ese famoso sueño americano en los Estados Unidos, que por razones que todos conocemos, van a parar especialmente a las fronteras del Norte, en donde buscan a los polleros para ver de qué manera se pasan al otro lado.

     México tiene décadas de haber sentido la necesidad de cuidar a todo ese grupo de población y creó estos grupos especializados para velar por sus derechos, por los Derechos Humanos de esta gente, que si no son ellos quienes los cuidan, no tienen a nadie más.

     Yo he conocido muy de cerca cómo funcionan, porque soy amigo de una persona, y compañero de artes marciales, de una persona que dirige uno de estos grupos en Tijuana; es más, hasta tuve la oportunidad alguna vez de salir a un recorrido nocturno con ellos, en los callejones de los ejidos que son normalmente invasiones y un crecimiento desordenado de una ciudad que ha explotado demográficamente por este fenómeno, y que se dan a la tarea de ir cuidando todo esto.

     De tal manea que cuando aquí decimos que: '… discriminación y violencia se han invisibilizado y normalizado por la sociedad mexicana en general;' estamos faltando a la ética y a la verdad histórica.

     Entonces, yo entiendo el dolor que todos sentimos, yo lo siento muy en especial también, porque aunque el texto no menciona a Guatemala, ya está confirmado que entre los muertos hay por lo menos cuatro guatemaltecos, e igualmente me duele sólo de pensar en esos niños que se quedan huérfanos y que les cambió la vida de la noche a la mañana totalmente.  ¡Es espantoso!

     Creo que en ese contexto de entender que esos, me parece que son ciento ocho o ciento diez millones de personas que viven en México, no pueden estar -como lo han expresado los observadores mexicanos- todos, invisibilizándose ante lo que está sucediendo. Yo estoy seguro que la sociedad mexicana está igualmente consternada, como nosotros, porque como lo mencionó anteriormente la senadora, México tiene un largo historial de sufrir muertes de sus migrantes en el Río Bravo, en el desierto de Arizona, en todos esos desiertos tan peligrosos que hay en Estados Unidos y, además, también han sido víctimas de las pandillas organizadas del otro lado, que los han visto originalmente como presas y que eso ha obligado también a que los latinos del otro lado se organicen y se defiendan y les lleguen hasta a temer.

     Este es un fenómeno social muy complejo. Si bien es cierto tenemos que emitir una Declaración, como lo hizo la Asamblea Legislativa de El Salvador el día de ayer, tenemos que ser muy cuidadosos de los términos que utilizamos.

     Yo estoy de acuerdo que emitamos una dura declaración, pero que revisemos los términos en los que la estamos haciendo. Por ejemplo, cuando se habla de los tres actores judiciales de México, yo, que me considero una persona que lee, que se prepara y estudia, no lo entiendo. Entonces, hay que ser muy precisos en las cosas que decimos, tal vez no decir tanto, pero decirlo mejor, decirlo bien y entender que en estos momentos en que el Presidente de México está enfrentando con valentía, con optimismo, una lucha sin igual, una lucha que nunca habíamos visto en contra de un fenómeno que tampoco habíamos visto y que está sacando los tentáculos por todos lados, en lugar de señalarlo con el dedo, debemos aprovechar la posición privilegiada que tenemos, para elevar nuestra voz, para estar del lado de quienes están llevando esta batalla.

     El Presidente y las autoridades mexicanas, estoy seguro que no están por el lado de apoyar una política en contra de los migrantes; son nuestros aliados en esta lucha por defender los derechos de esta gente a la que yo denomino “los sin voz”, y que si no es por nosotros no tendría quiénes lucharan por ellos y quiénes velaran por sus derechos.

     De tal manera que yo quisiera que se revisara la redacción de este documento, que lo emitamos con la mayor condena posible, pero de alguna manera yendo de la mano de quienes están luchando en esta lucha sin cuartel y sin igual, en contra de un fenómeno nunca antes visto. Muchas gracias.".


     Sabemos, por notas de prensa de hace pocos días, que las autoridades mexicanas han ampliado la capacidad de denuncia de cualquier anomalía por parte de los migrantes que transitan por su territorio, de manera que se confirma que, en lugar de visualizarlas como los causantes de la triste masacre, debemos verlas como aliados, y aprovechar, como lo está haciendo el Presidente de El Salvador, Mauricio Funes, esta dolorosa coyuntura, para mejorar las relaciones entre Estados y las condiciones de la población migrante que, a pesar de lo sucedido, no cejará en su empeño de conseguir el denominado "sueño americano".

     Todo lo que ahora se haga en favor de la población migrante se hace por quienes, en el futuro, seguramente emprendan esa peligrosa ruta.

     En la medida que no se entienda que es en nuestros países que deben crearse las oportunidades e invertir en la gente, no podemos visualizar más que la continuación del flujo migratorio hacia donde las hay.

viernes, 10 de septiembre de 2010

LLAMADO A LA PRUDENCIA CON LA DEUDA. DIGAMOS NO A LA CORRUPCIÓN

     No ha habido gobierno, en la historia política del país, que endeude tanto a Guatemala como el actual (nos referimos al de Álvaro Colom).

     La deuda pública ha crecido tanto, que el sentido tradicionalmente conservador del funcionario guatemalteco, del manejo de las finanzas, se ha perdido, y es tiempo de corregir el rumbo.

     La deuda pública interna la dejó el Gobierno anterior (de Oscar Berber, 2004-2008) en el orden de los Q.24,200 millones y ahora, seguramente, ha sobrepasado ya los Q.34.0 millardos (o sea, 34 mil millones); y la deuda pública externa la recibió este Gobierno (el de Álvaro Colom) en el orden de los US$.4,230 millones y ahora ronda los US$.5,425 millones.

     Diez millardos (diez mil millones) de quetzales y mil ciento noventa y cinco millones de dólares, sólo en deuda, es decir, adicional a lo que todos pagamos en impuestos, no son poca cosa.

     Ahora que se comienza a discutir el presupuesto del año 2011, lo que podemos esperar es más endeudamiento, tanto en términos internos en donde todo el país pierde, a excepción de los bancos, el Instituto Guatemalteco de Seguridad Social, IGGS y el Instituto Nacional de Electrificación, INDE, especialmente, que son los grandes acreedores del Estado en esa danza millonaria de bonos y letras de tesorería; como en términos externos, en donde algunos países, pero especialmente los organismos multilaterales, han perdido la prudencia (por decirlo amablemente) al entregar tanto dinero en tan poco tiempo, por dos razones fundamentales: la primera, porque no están supervisando su utilización, por mucho que algunos funcionarios se llenen la boca con este tema; la segunda, porque están utilizando, para las aprobaciones, únicamente los datos referentes de nuestro nivel de endeudamiento, comparado con los índices de otros países, en donde salimos muy bien librados, pero no están tomando en cuenta el mejor disparador que debieran tener para frenar las aprobaciones y los desembolsos: el terrible índice de corrupción que campea en prácticamente todas las instituciones del Estado, en donde la mayoría de los recursos destinados, supuestamente, al desarrollo del país, se están perdiendo en cualquier cosa, menos en el destino original al cual fueron originalmente asignados.

     Por otro lado, una oposición política conculcada, que más se opone por ver qué negocia y qué raja saca, a través de los diputados de los diferentes partidos políticos, mercenarios de la corrupción con sus, cada vez menos, contadas excepciones. Todo a los ojos del mundo a través de los reportes de prensa, sin que los Directorios, tanto del Banco Mundial, BM, como del Banco Interamericano de Desarrollo, BID, o del Banco Centroamericano de Integración Económica, BCIE, hagan algo o reaccionen ante esta danza corrupta de millones.  Igual crítica para los acreedores de la deuda bilateral.

     De ahí que no nos quede sino alzar nuestra voz en el sentido de pedir prudencia, si no al IGSS o al INDE, donde hay un control gubernamental, sí a los bancos locales y a los países cooperantes y a las entidades multilaterales. Su sola negativa a continuar apoyando este festín obligaría a todos los corruptos involucrados a tener, por lo menos, prudencia en lo que hoy hacen a la vista de todos con total descaro. No hace falta recordar en este momento las compras y las contrataciones asquerosas que, en poco menos de tres años, han salido a la luz.

     Nuestra voz se alza, también, para que todos los guatemaltecos que amamos nuestra patria comencemos a elevar nuestra voz, nuestros pensamientos, si no al unísono, por lo menos en el mismo sentido.

     Cada niño que desea estudiar o que se está muriendo de hambre, cada paciente en un hospital nacional o centro de salud que no puede ser atendido, cada humilde agricultor que quiere sacar sus cosechas y la pésima infraestructura no lo permite, cada madre que llora la pérdida de un hijo por la violencia irrefrenada con el pretexto de que no hay recursos, se los agradecerán.

     Estamos tan cerca de topar fondo que quisiera pensar que es una señal de que pronto tendremos un renacimiento, un nuevo amanecer.  La noche, dicen, es más obscura precisamente antes de la alborada.

miércoles, 8 de septiembre de 2010

ENTRE INGENIEROS SIN INGENIO Y LICENCIADOS LICENCIOSOS

     La infraestructura del país es un desastre, no debido a los fenómenos naturales y al invierno como desean hacernos ver, sino a la falta de previsión a la hora de hacer las mediciones de máximos y mínimos históricos de precipitaciones pluviales o de cualquier otra medición, a una pésima planificación que no permite ampliar carreteras (y, las que son amplias, están siendo pobladas en sus alrededores sin una visión de futuro), a la colusión entre autoridades y empresas a la hora no sólo de planificar sino de ejecutar, pichicatamente, avaramente, con tal de hacer como que se hace obra, pero utilizándolas más para lucrar que para el fin que debieran servir, a una pésima o totalmente ausente supervisión que permite que los contratistas, encima de coludidos, le saquen más raja al pastel a costa de una pobre calidad de las obras, y a un pingüe mantenimiento que, otra vez, sirve sólo para sangrar las arcas nacionales.  ¡Todo un enredo de mentiras!

     Como en todo, existen sus excepciones, como cuando hace años pasé en la carretera que, de Palencia, conduce a San José Pinula, bajo los aguaceros, y al frente de una cuadrilla de trabajadores, mojándose, empapándose, estaba trabajando un ingeniero que conozco, con sus alrededor de 70 años a cuestas.

     Quisiera pensar que mucho se debe a ingenieros sin ingenio, pero me temo que la generalidad no sea así. Más parece, empíricamente y conforme lo que uno escucha y conversa con contratistas que conoce, que entre lo que antes era el "diezmo", que ahora se ha triplicado y, a veces, cuadruplicado, y la suma de costos financieros que implican los retrasos en los pagos a quienes tienen la tarea de construir, porque después resulta que nunca que les pagan, es la calidad de la obra la que sufre.  ¡Y no es que avalemos ese "diezmo"!

     El caso de la zanja que dejaron detrás del paredón en la carretera nueva a Quetzaltenango, que se derrumbó al llenarse por detrás de agua porque esta pesa muchísimo, matando varias personas, más pareciera tontera que colusión para quedarse con algo. En este caso es casi seguro que fue un profesional quien ordenó ese trabajo o, en su caso, quien ordenó suspender alguna finalización del mismo, dejando en el lugar una trampa mortal que hoy pesará en su conciencia, si es que la tiene.

     Es decir, entre la corrupción, la mala planificación, los nombramientos de autoridades por compadrazgo en lugar de capacidad,  y la nula o pésima supervisión en la cual están involucrados, además, los organismos multilaterales, porque cobran una comisión por dicho concepto y, en lugar de gastársela en contratar los mejores profesionales para que sean sus ojos en el proyecto, simplemente se la embolsan y son pocos los casos en que no existe la misma, el país sale por todos lados perjudicado.

     Lo decimos con toda autoridad, pues cuando fungimos como Director por Guatemala del Banco Centroamericano de Integración Económica, BCIE, de 1996 a 2000, tuvimos enormes problemas con la burocracia de dicho Banco para conseguir que se contratara supervisión; un caso emblemático es el de la consecución del mejor ingeniero supervisor para la construcción de la segunda pista de dos carriles de la autopista de Escuintla a Puerto Quetzal (la que corre de norte a sur), la cual no sólo se hizo en tiempo record de 13 meses, contados desde que se aprobó el préstamo hasta que se inauguró la obra finalizada, sino que la misma se tuvo que hacer al mismo nivel de la primera que ya existía y que se tardaron cuatro gobiernos en finalizar, de manera que hubo de hacerse, de primero, un relleno de varios metros de altura, de arena según recordamos, y sobre ese inmenso montículo de más de 40 kilómetros de largo se construyó, de concreto, una autopista y cuarenta y pico de puentes que, con todo lo que ha pasado, sigue funcionando debidamente.

     Casi podríamos asegurar que ni el gobierno en que se comenzó a ampliar la ruta a Occidente, que nos parece fue el de Álvaro Arzú, ni los posteriores, incluyendo al actual (nos referimos al de Álvaro Colom), pueden presentar un solo ingeniero que haya tenido a su cargo la supervisión de dicha carretera.

     ¡Quisiéramos ver uno solo!

     Luego, los dos argumentos que ha sacado el Gobierno, uno que este invierno ha sobrepasado los niveles históricos de 10 años que se toman en cuenta para calcular los caudales de agua que pasarán bajo los puentes, y el otro, más absurdo, que estos tienen una vida útil, según algún funcionario, de 15 años, según otro de 30, no convencen ni siquiera a quienes declaran en ese sentido.  ¡Les debiera dar vergüenza decir tremendas tonterías!

     En un país con tantos movimientos tectónicos el argumento podría ser, entonces, que los edificios no hay que diseñarlos ni construirlos a prueba de terremotos, sino esperar que su vida útil finalice con el siguiente movimiento sísmico.

     Sólo imaginemos lo que sería del país si así fuesen construidos los hospitales. Al haber un temblor de regular magnitud e intensidad, el riesgo que no haya dónde llevar los heridos porque el hospital se cayó, sería enorme si esas ideas fuesen lógicas y valederas.

     Responsabilidad, también, para las Universidades que están graduando este tipo de profesionales desamorados con su país, y para las madres que criaron tanto mentiroso y no les lavaron a tiempo la boca con jabón para que aprendieran a hablar con la verdad.

     La economía y el desarrollo de un país dependen, en gran medida, de la infraestructura del mismo. La inversión que se hace en tal renglón debe ser, prácticamente, para siempre, aunque en un principio haya que hacer mayores inversiones para hacer las cosas bien y que, en época de crisis, aunque haya dificultades, los servicios básicos no dejen de funcionar.

martes, 7 de septiembre de 2010

¿QUIÉN ES EL IDIOTA?

     El Presidente de la República, Álvaro Colom, da la impresión que ni ha leído la Constitución Política de la República de Guatemala, especialmente aquella parte que señala que representa la unidad nacional.

     Hoy, en una conferencia de prensa que fue radiada, le escuché decir que quienes han dicho que se prepara un fraude electoral son idiotas.

     Yo lo he afirmado y no me considero un idiota. Es más, lo sostengo.

     Mis argumentos para haber hecho tal aseveración son producto de la experiencia política, y se fundamentan, básicamente, en que, para comenzar, sus mayores financistas de campaña, Gregorio Valdez y Gustavo Alejos, se conoce que están detrás del obscuro negocio de la extensión del Documento Único de Identidad, DPI, a través de un concurso amañado, manipulado desde la Presidencia de la República, ya que Gustavo Alejos ejerce el poderoso cargo de Secretario Privado del Presidente.

     El “negocio” de extender dicho documento, por centenares de millones de quetzales que ha financiado el Banco Centroamericano de Integración Económica, BCIE, endeudando al país, lo ganó una empresa de cartón, sin experiencia en nada, formada con un capital pagado de Q.5 mil, es decir, el mínimo que exige la ley para constituir una sociedad anónima.

     Se nos ha hecho creer que en el Registro Nacional de las Personas, RENAP, existe una gran ineptitud, y nosotros no lo dudamos, pero lo que sí ponemos en duda es que todo sea ineptitud.

     Hemos denunciado, no porque seamos idiotas sino porque así lo pensamos, razonadamente, que el partido oficial, la Unidad Nacional de la Esperanza, UNE, que ha tenido un escabroso y corrupto gobierno, no es bien aceptada en los centros urbanos, lugares en donde, precisamente, la juventud que no tiene cédula de vecindad para votar y que a fuerza necesita el DPI para ejercer su derecho ciudadano, se topa con un RENAP que no los atiende, que los mantiene haciendo colas en balde, que les da citas para dentro de unas semanas o algunos meses y, cuando al fin extiende algún documento, ¡oh, casualidad!, viene con errores que hacen que esa juventud, no acostumbrada a un sistema perverso, prefiera desistir de conseguir ese valioso documento para emitir el sufragio, a estar haciéndole el juego a gente que aparenta no saber ni la “O” por lo redondo.

     Mi denuncia es seria y es justificada. Creo que se viene fraguando, de acuerdo con los grandes financistas de la campaña anterior de la UNE, un gran fraude electoral a base de no identificar legalmente a la juventud que, seguramente han medido con base a encuestas, les es adversa.

     Idiota sería si, con la experiencia que tengo, no sólo en política sino en materia de registros públicos, no me diera cuenta del jueguito que se traen en su afán de perpetuarse en el poder.

     Así las cosas, dejo en manos de la ciudadanía que juzgue quién es el idiota.

     Con actitudes confrontativas un Presidente no se gana ni el prestigio ni el respeto de los gobernados, sino siendo honrado, trabajando por el país, poniendo orden donde no lo hay, gastando lo que hay y no lo que no tiene, cumpliendo lo que ofreció en campaña y teniendo los atributos necesarios para gobernar por sí mismos, no por interpósita persona.

     Entre pedirle a las víctimas de la violencia que se aguanten y tratar de idiotas a los opositores políticos sólo se va colocando, paso a paso, en el lugar de la historia que le corresponde.

     Además, toda esa juventud que se acerca por vez primera a las instituciones merece no sólo todo el respeto de la autoridad sino un tratamiento de primera.

     Comenzar a ver la administración pública desde la perspectiva de quien la sufre sólo pone a las autoridades en el lugar que el Presidente menciona, a ellos mismos.

     ¿Quién es el idiota, entonces?

viernes, 3 de septiembre de 2010

LA DEFENSA DEL CONSUMIDOR Y LA CARABINA DE AMBROSIO

     Teníamos mucho tiempo de que no escuchábamos argumentos provenientes de un diputado del Congreso de la República con las cuales estuviéramos de acuerdo totalmente. La nota fue de carácter radial mientras manejábamos por las calles de la ciudad y se refería, al comentar acerca de que está cumpliendo 15 años de actividades la Dirección de Atención al Consumidor, DIACO, que no cumple con sus funciones, en parte porque no tienen el presupuesto necesario para atender las demandas del público usuario, pero especialmente porque los empleados de la misma no tienen la vocación para darle curso a las mismas.

     No puede tener más razón. Lástima que no logramos entender quién dio esas declaraciones; sin embargo, aprovechamos para respaldar lo que dijo este diputado y para agregar que este es un ejemplo de las instituciones a las que hay que ponerle atención.

     Falta decir, a la par, que Guatemala carece de leyes que defiendan los intereses del consumidor, de modo que el comerciante irresponsable y el prestador de servicios de mala calidad navegan felizmente por ese limbo que les favorece.

     El país, cualquier país, necesita una oficina que canalice las quejas e inquietudes de los ciudadanos, relacionadas con sus consumos, con empleados y funcionarios dedicados, debidamente equipados y que tengan un marco jurídico apropiado para cumplir una labor, por las partes débiles de las relaciones de comercio y de servicios, y que pueda sancionar, ordenar cambios o indemnizaciones o, en su caso, aclararle al quejoso, con responsabilidad, que no tiene razón de protestar.

     Hace años tratamos, por todos los medios a distancia, a excepción de llegar personalmente, que la DIACO se movilizara en un caso evidente de prepotencia comercial, sin resultado alguno, así que nos consta la falta de preocupación, de sistemas y de procedimientos para enfrentar las demandas del público, y eso tiene que cambiar.

     ¡Muchas cosas tienen que cambiar para aliviar nuestra desesperación, que es política, administrativa, económica y social!

jueves, 2 de septiembre de 2010

LA AGENDA EXTERIOR DE ESTADOS UNIDOS. UNA DE CAL, OTRA DE ARENA

     Algún tiempo le ha costado al Presidente Barack Obama comenzar a cumplir su promesa de campaña con relación a las guerras simultáneas de Afganistán y de Irak, hasta que, hace pocos días, el 19 de agosto de 2010, anunció que las operaciones militares, en Irak, habían terminado, de modo que se ha iniciado la salida ordenada de las tropas estadounidenses de ese país.

     La guerra de Afganistán, inexplicablemente, continúa igual, después que se cambiara al Comandante en Jefe a raíz del escándalo del anterior ocasionado por sus declaraciones a una famosa revista.

     Pero lo peor de todo, en nuestra opinión hasta bochornoso y contraproducente, es la prórroga, por un año más que vencerá el 14 de septiembre de 2011, del embargo comercial de Estados Unidos a Cuba.

     Después de tantas décadas de este embargo, las autoridades estadounidenses y la poderosa opinión pública, porque allá los políticos sí son sensibles a lo que se dice y a lo que se piensa, ya debieran darse cuenta que ese no es método ni para derrocar un gobierno hostil ni para debilitarlo, pues a estas alturas, la nación bloqueada ya ha conseguido alternativas para proveerse de lo que haya necesidad de conseguir.

     La visita que hiciéramos a Cuba en agosto de 2009 nos ha dado la experiencia necesaria como para opinar que este tipo de embargos a quien verdaderamente perjudica es al ya suficientemente sufrido pueblo cubano, cuyas grandes mayorías nacieron bajo el actual régimen y no tienen culpa alguna de lo que sus líderes hacen o hayan efectuado en el pasado.

     Estamos convencidos que las libertades civiles, las garantías individuales y la protección de los Derechos Humanos que el pueblo estadounidense cree que a través del bloqueo comercial impulsan, jamás se lograrán por esta vía.

     Pueda ser que los políticos estadounidenses, que también crecieron (y muchos nacieron) dentro de la época del embargo, no han tenido la oportunidad de viajar, de visitar, de vivir y convivir aunque sea algunos días en Cuba como para tener una mejor visión a la hora de tomar decisiones que hoy, por lo que se ve, son de escritorio o de curul, pero carentes de una parte importante de los argumentos, los cuales tienen que entrar por los sentidos.

LA COSMOVISIÓN OFICIAL Y EL ESTRABISMO POLÍTICO

     Para actuar en política hay que tener una visión del mundo. Para gobernar, tuvo que haberse actuado, previamente, en política, pues es el único medio de acceder a manejar los hilos del poder.

     Es decir, un gobernante que sabe a dónde va y utiliza su corto período de ejercicio del poder en beneficio de la población gobernada y de su país, es aquel que tuvo años de preparación, lo cual implica un debido y honrado esfuerzo académico y una buena dosis de experiencia en el campo, además de, por supuesto, un corazón limpio, un respeto por los demás, una valoración de la buena fe.

     Lo que vemos en varios países de la región, especialmente en Guatemala, con todos los problemas de ingobernabilidad que acarrean la indecisión, la falta de cultura jurídica que les hace dar reveses consuetudinariamente, la campante corrupción que denota una falta de amor por la patria y un sinnúmero de diferentes circunstancias, que ya se cuentan por centenas, que nos hacen pensar que no hubo ni una buena preparación académica ni una provechosa experiencia previa, combinación necesaria para hacer buen gobierno, lleva a los países que tienen este tipo de autoridades hacia un caos social, hacia una anarquía generalizada y hacia el asqueo en el imaginario popular de todo lo que se refiere a la gestión pública.

     El estrabismo político campea y, con él, la estulticia, cuando no la mala fe.

     Una sociedad que se acuerda de la patria sólo en el mes en que se conmemora una cuestionada independencia, no progresa. La patria se construye todos los días de la vida.

     Si deseamos un país distinto algún día, es hora de que la niñez, la juventud, los adultos jóvenes sin distinción de género ni condición, se preparen, que estudien, que cuestionen lo que se dice, lo que se escribe, lo que se opina en todo sentido y, con un idealismo a toda prueba, aunque les hagan el feo en un principio, persistan en participar en las cosas de todos.

     El caso de Guatemala con las autoridades actuales es insufrible, pero gran parte de la culpa la tiene el electorado que no se entera, que no participa, que no le importa la cosa pública.

     El estrabismo político se puede corregir, pero no de un día para otro; y para cambiar la manera en que se nos gobierna debemos influir en donde se toman las grandes decisiones, con conocimiento de causa y con el peso irrebatible de la razón y del sentido común que nos darán un pensamiento sólido porque ha sido debidamente cultivado.

miércoles, 1 de septiembre de 2010

LA PENA DE MUERTE, DE CARÁCTER LEGAL, ES MÁS BENIGNA QUE LA MUERTE POR JUSTICIA PERSONALIZADA

     Vivimos en un país en donde la norma jurídica contempla, para ciertos delitos, la pena de muerte. Sin embargo, la anarquía que, en un proceso largo y tortuoso viene progresivamente arraigándose, desbordada en los últimos días, está poniendo a nuestra patria en una situación difícil en donde la ciudadanía, verdaderamente acosada por la delincuencia común y relativamente organizada, ha comenzado a defenderse y, ¡oh fenómeno!, a apoyarse súbitamente ante la adversidad, apedreando, apaleando, macheteando, baleando, atropellando y quemando, durante o inmediatamente después, a los seres antisociales que logran atrapar y que cada día parecen ser más.

     Escuchar las noticias radiales, a las 6 de la tarde, en día de pago como el de ayer, es educativo para quien quiere tomarle un pulso a la situación de desesperación en que la gente honrada ha entrado.

     Los mensajes de texto enviados a través de celulares a las emisoras de radio, en un día de esos, dan cuenta de la proliferación de asaltos y asesinatos que, al final de la tarde, se dan simultáneamente por toda la ciudad. ¡Es verdaderamente impresionante!

     Luego, de esas macabras estadísticas, quién sabe cuántos delincuentes vienen, cada día, engrosándolas.

     De ahí el título del presente ensayo. Resulta que muchos delitos, como lesiones, extorsiones, portación ilegal de armas, asaltos, robos, amenazas, todos son delitos que no contemplan la pena de muerte, pero de hecho, en las calles donde suceden estos hechos antijurídicos, la ciudadanía que todavía llamo honrada se ha comenzado a armar, a despertar o quién sabe qué ha sucedido; pero, ante la inutilidad de las fuerzas policiales para detener este embate del mal, ha decidido dar la batalla y, de facto, la está dando.

     No es el tema principal de este ensayo, pero dejarlo por fuera podría dejarlo cojo. Me refiero a las mencionadas fuerzas policiales que tendemos a denigrar y en donde también hay gente buena que no recibe el apoyo ni moral, ni político, ni formativo, ni presupuestario; ni es dotado del equipo necesario para poder hacer una mediana labor, que ante estas circunstancias se da en el medio de la jungla.

     Nos parece percibir un código de silencio entre la ciudadanía que le toca vivir un evento de los que aquí hemos mencionado, brindándole una protección tácita a los valientes ciudadanos que, en nombre de todos, se vienen enfrentando a los delincuentes.

     No es casualidad que, cuando se presentan las autoridades a investigar lo sucedido, nadie vio quién fue, ni cómo iba vestido el vigilante, ni recuerdan el color del vehículo en que iba, ni anotó un número de placa.

     En un percance en carretera, ayer, la ciudadanía honrada de un transporte colectivo se bajó del mismo, volcó el vehículo en que iban los asaltantes, lo incendiaron, vapulearon a los delincuentes cuando se bajaron del vehículo incendiado, les vaciaron los bolsillos para recuperar lo robado, los entregaron a la policía y siguieron su camino, con el inconveniente legal, ahora, que tendrán que dejarlos en libertad porque no hay parte acusadora ni una sola prueba del delito, pero la policía no parece saber ni quién les entregó a los delincuentes.

     Este ensayo no pretende calificar lo que sucede sino dejar un registro histórico de que nos damos cuenta de esos códigos no escritos. Pretende, eso sí, hacer ver que es mejor, en todo caso, dotar de suficiente personal, bien entrenado, con equipo moderno, a las fuerzas policiales; tener un excelente equipo de investigadores en el Ministerio Público; que los tribunales (¡grandes responsables en este tema!), con las pruebas aportadas, procedan a condenar a quien merece ser condenado y que las penas, incluyendo la pena máxima, se cumplan. Todo eso es mejor, como país, que esa anarquía que produce eventos de sangre y muerte por todos lados y da la sensación que vivimos en la barbarie.