miércoles, 17 de diciembre de 2014

PONIENDO EN SU LUGAR AL SECTOR PRIVADO

     Hace poco fue noticia el exitoso retorno de la nave espacial Orión, diseñada por la Agencia Espacial de los Estados Unidos de América (NASA, por sus siglas en inglés) para, decía la nota, transportar seres humanos al espacio profundo..., lo que denota la general ignorancia de la inmensidad del cosmos y la tendencia a sobre o ultravalorarnos de los seres humanos, creyéndonos el centro del Universo o el foco de atención de los demás, que no lo somos.

     Orión es el gran cazador, el gigante mitológico que fue elevado al firmamento por su grandeza en una época en que todo guerrero era un cazador y todo cazador era un guerrero.

     Por otro lado está Telémaco, cuya traducción es algo así como "aquel que combate desde lejos": otro guerrero histórico hijo de Odiseo (en griego), también llamado Ulises (en latín), quien se hizo famoso por sus combates en la Guerra de Troya y sus innumerables aventuras para regresar a Ítaca, con su familia, narradas por Homero en La Odisea, un libro escrito hace aproximadamente 28 siglos.  La novedad parece ser que, en tiempos en que el combate se daba, generalmente, cuerpo a cuerpo, la concepción táctica de Telémaco era distinta, sin enfrascarse directamente con el adversario, posiblemente ganándole a sus adversarios a la distancia, con arco y flecha, pero produciendo el mismo resultado.

    ¿A qué viene todo esto en un blog sobre política y dentro de un ensayo que se refiere a las actividades cotidianas de la gente? Ya veremos...

     Ponerle un nombre así a una nave espacial de última tecnología es algo así como revalorizar la literatura épica y la etapa mitológica de una parte del mundo que fue cuna de la civilización occidental.  Recordar que todos somos, en alguna medida, cazadores y hasta guerreros, que hemos transformado el arco y la flecha, el hacha, la lanza, la daga y la almágana por el teléfono, el vehículo automotor, la computadora o la jeringa, el micrófono, la máquina de coser o la cámara, es revalorizar una cualidad humana que tiende a ser menospreciada por los gobernantes y políticos de turno.

     El ser humano es una especie que no se ha conformado con recolectar el sustento diario; en un inconformismo sano ha tenido la capacidad de salir y transformar el mundo, poco a poco, hasta lo que hoy constituye nuestro entorno.

     Orión y Telémaco, si los vemos dentro de un solo contexto, nos recuerdan que puede haber la misma actividad pero desarrollada de maneras distintas; y para quien observa, puede que sea la misma actividad, pero vista desde perspectivas diferentes y, por consiguiente, al comentarlas, haciendo énfasis en cualidades o particularidades distintas que corresponden a nuestros diferentes maneras de observar y de narrar el mismo hecho.

     Así sucede con el sector privado guatemalteco.  No nos referimos, en sentido estricto, al Sector Privado Organizado, SPO, esa élite empresarial estructurada en cámaras, sino en sentido bien amplio, con una gran latitud y, en general, a todas las personas que, no siendo parte de la estructura del Estado, se levantan todos los días a producir algo, desde quien vende chicles y golosinas en la calle, al vendedor de carbón, de granos o pescado en un mercado cantonal, o el que se las ingenia para comprar fruta bien temprano y salir a vender o proveer a clientes ya conocidos.

     Normalmente son las autoridades de gobierno quienes tratan de llevarse el crédito por el buen desempeño del dinámico sector privado, muy a pesar de sus actuaciones, generalmente encaminadas a entorpecerlo, y a justificar por qué este no ha crecido, conforme a los indicadores que comparan las variables de un año con respecto al anterior o a los anteriores, cuando la mayoría de las veces, por no ser tajante e indicar que todas las veces, es culpa de funcionarios públicos locales o foráneos cuando las actividades productivas no crecen.

     Comerse una zanahoria en la mesa implica planificación, preparación de la tierra, experiencia anterior, madrugadas sin feriados ni días festivos para limpiar de malezas, abonar, fumigar contra plagas, cosechar, lavar el producto de la cosecha con cuidado de no mojar las hojas para empacar, transportar a los grandes centros de acopio, distribuir a las ventas al por menor donde pueda que ya se introduzca, en la cadena, algún sistema de refrigeración, más transporte, nuevo empaque, más lavado y, finalmente, la preparación, que puede ser cruda o requerir cocción, sin mencionar quien elaboró la mesa, las sillas, el mantel, los cubiertos (si son importados, calculemos aseguradores, pasos por aduanas, más transporte, importadores, financiamientos bancarios, etc.).

     ¿Se imagina el lector los cientos o miles de personas que han intervenido cuando estamos a punto de tomarnos un caldo de patas rebosante de verduras, con su muñeco de tortillas y su bote de chile?  ¡Detrás de un simple tazón de caldo está la simiente de nuestro dinámico sector privado!

     Luego, cuando Guatemala está a punto de cerrar el año con un crecimiento en su economía de alrededor del 4% en su Producto Interno Bruto, PIB, (olvidémonos de las cifras por un momento, pues nos distraerían de la idea principal), es a esos pobres guatemaltecos que emigraron, por causas inherentes a la pobreza, que debemos agradecer un gran incremento en los envíos por remesas (aunque hay quiénes indican que esto no debiera ser parte del PIB guatemalteco, pues no se produce en el país, y quiénes señalan que este incremento pueda deberse al flujo de capitales de dudosa procedencia); o a los centenares de miles de cooperativistas que trabajan en el campo, de sol a sol, produciendo frutas, vegetales y mini vegetales.

     Tenemos un país en crecimiento porque los empresarios del ramo textil y, en general, toda actividad relacionada con maquilar productos, no se dan por vencidos.  Crecemos más que otros países porque, aquí, se innova, se arriesga, se invierte, se vencen obstáculos burocráticos, idiomáticos, tecnológicos, energéticos, de costos, de inseguridad, de transporte y hasta de tráfico, a pesar de las autoridades.  No nos olvidamos de terremotos, huracanes, inundaciones, sequías y erupciones, que son parte de nuestra adversidad y que, también, estamos acostumbrados a doblegar.

     Quisiéramos imaginar lo que sería este país si, alguna vez, el gobierno trabajara para fortalecer al sector productivo y para allanarle el camino a las inversiones facilitando trámites, creando infraestructura para hacer al país más competitivo, para integrar cada día más personas al sector industrializado, al de la prestación de servicios y, en general, al fortalecimiento de sectores en donde la remuneración es mejor que el jornal que se gana en el campo.

     Habría qué imaginar cómo serían nuestros índices de crecimiento económico si la educación no fuese tan obsoleta y tradicional y estuviese enfocada en las nuevas tecnologías, en la formación de más jóvenes abiertos al mundo y no al pasado, con acento en desarrollar su creatividad más que su memoria para repetir, para aprender nuevos idiomas en lugar de viejas historias.

     No nos referimos solamente al nivel básico, sino al tecnológico, donde se ha hecho un excelente papel que se podría quintuplicar, o el universitario, que todavía deja mucho qué desear, unas veces por elitista y otras por no estar enfocado en el ámbito que más futuro tiene a nivel global: el informático, el tecnológico, las ingenierías...

     Siempre se ha dicho que lo más rico de Guatemala es su gente y su diversidad de culturas, y hoy que estamos por entrar al último año de un gobierno corrupto como pocos, que ha tomado medidas "idiotas" en contra de quienes producen cada vez que pueden, con un Congreso de la República totalmente vergonzoso, plagado de tránsfugas más interesados en el derecho de su nariz que en sus electores, que se han pasado la legislatura impidiendo hacer su trabajo a los Ministros pero rápido se ponen de acuerdo, opositores con el oficialismo, cuando hay dinero y prebendas de por medio.

     Hoy, con gobernantes y legisladores traidores a sus electores y un sistema de justicia que parece no despegar, vemos con mayor claridad que la columna vertebral de este país no somos los políticos sino la gente que produce a pesar de la mayoría de ellos.

     Hablar de Orión y de Telémaco es hablar de antiguos cazadores que pasaron a la historia por su condición de guerreros, con técnicas diferentes para conseguir lo que, quizás, eran, en sus mentes, los mismos proyectos.  Fueron triunfadores porque nadie se recuerda de los perdedores.  Tal como lo hace el sector privado, tanto el desorganizado como el organizado, que es triunfador utilizando lo que tenga a mano para conseguir sus propósitos.

     Por otro lado, Homero pasó a la historia y se le da crédito por narrar las aventuras de otros personajes, tal como el gobierno actual pretende darse crédito por el sudor de la frente de millones de personas que nada tienen qué ver con él: otro caso de ultravaloración. Si hubiésemos tenido un buen gobierno estos últimos años, nuestro nivel de crecimiento sería realmente impresionante y el gobierno tendría suficientes recursos tributarios para funcionar sin más deuda, sin más hostigamiento, sin más idioteces de su parte.

     La gran diferencia es que Homero está considerado todo un personaje, mientras que este gobierno y las figuras que lo componen pasarán, posiblemente, a ocupar lugares reservados en las cárceles y en la historia nefasta del país.  Esto sería poner en su lugar a estos personajes que tan mal han servido a Guatemala.

     Nosotros, por el momento, preferimos poner en su verdadero contexto al gran sector privado guatemalteco del cual somos parte, que con nuestras actividades productivas levantamos el buen nombre del país y con nuestros impuestos ayudamos a sostener todo el aparato del Estado.

     ¡Que viva el humilde campesino que pone comida en los mercados! ¡Que vivan los pequeños comerciantes que nos la acercan! ¡Que vivan los obreros que dan vigor a la producción de bienes para la nación y para la exportación! ¡Que vivan los trabajadores que atienden turistas, que sirven restaurantes, que prestan servicios médicos, que educan, que trabajan detrás de una máquina o de un escritorio produciendo y atendiendo personas! ¡Que vivan los empresarios y trabajadores del transporte de carga y colectivo, que mueven las mercaderías que producen dinero y mueven a las personas hasta arriesgando su vida! 

     En Guatemala, desde esta visión que hoy compartimos con quienes nos desean leer, se cumple lo que dice la biblia k'iché:  Que todos se levanten, que se llame a todos, que no haya un grupo, ni dos grupos de entre nosotros que se quede atrás de los demás.  En este espacio no podemos nombrar a todos los grupos productivos, pero los guatemaltecos estamos juntos, produciendo, muy a pesar de nuestros gobernantes y legisladores.

     

martes, 2 de diciembre de 2014

LOS IMPUESTOS, EL ENDEUDAMIENTO Y EL PRESUPUESTO ENTRE EL DESARROLLO Y EL DESPILFARRO

     Para quienes hacemos política sanamente y aspiramos al desarrollo de nuestros pueblos, los temas de impuestos, endeudamiento y presupuesto son simples medios dentro de actuaciones éticas, bien encaminadas hacia la búsqueda de mejores medios productivos, de mayores índices de salud, seguridad y educación y, en general, para que el nivel de vida de los más necesitados mejore en todo sentido y, al tener mayores y mejores oportunidades, nos volvamos un país de personas más productivas y orgullosas del esfuerzo de nuestro trabajo individual, del trabajo en equipo, como sociedad, y de la visión y hombría de bien de nuestros líderes.

     Por el contrario, para quienes la política es únicamente el medio para enriquecerse a cualquier costa, sin importar muertes por desnutrición, crecimiento de la ignorancia y de los conglomerados de pobres y pobres en extremo de nuestra patria, poner nuevos y mayores impuestos, endeudar sin fin específico al país y aprobar presupuestos que solamente sirven para gastar en proyectos faraónicos que enriquecen a viles corruptos, sus familias y sus compinches de la iniciativa privada, esto es un fin, no un medio.

     Durante mucho tiempo hemos insistido, cuando algo decimos en relación al tema impositivo, que antes que nada hay que arreglar nuestro sistema de compras y contrataciones (http://politicaysentidocomun.blogspot.com/2010/02/reflexiones-alrededor-de-cualquier.html), elevar los niveles de transparencia para que, a su vez, crezca el nivel de confianza ciudadana en sus gobernantes, quienes son, por ende, los ejecutores de los recursos del Estado.

     ¡Que se oiga fuerte! ¡Que se oiga claro! No a la corrupción de unos funcionarios que no entienden la pobreza de nuestras mayorías.  No a los políticos de turno que no aquilatan lo que vale el aporte de los contribuyentes al esfuerzo nacional y, sin vergüenza, prevarican una y otra vez.  No al contubernio escandaloso y falto de moral de una oposición política prepotente, que cree que unas encuestar autofabricadas los hace ganadores del favor de las mayorías en el proceso electoral.  ¡No y no a todos estos energúmenos viciados en un festín de miles de millones de quetzales o de dólares! ¡No al despilfarro de nuestros recursos!