miércoles, 21 de octubre de 2015

FANTASÍA ONÍRICA ENTRE EL ENSUEÑO Y LA FUMADA

La sucesión de imágenes mentales que un corazón de verdadero patriota puede generar en una cabeza que aspira a ver concretarse algo mejor para su país y para su gente, al chocar con la apabullante realidad, puede generar sentimientos encontrados.

Esto puede resumirse a una especie de reglas matemáticas: el dolor por la patria es directamente proporcional al amor que se le tenga; la conmiseración por los necesitados es directamente proporcional a la comprensión de su realidad; y la indiferencia frente al prójimo es inversamente proporcional al amor por el país.

Soñar y elevar el espíritu para imaginarse una realidad que hoy no existe está íntimamente ligado al amor.  Si el amor por el país o la preocupación legítima por sus habitantes más necesitados no existe, tampoco existe la necesidad de soñar y, sin necesidad de visualizar un mejor país y mejores condiciones de vida, el proceso onírico no se da. ¿Para qué?

Mucho se ha dicho de las causas de la pobreza, de la pobreza extrema, de la inequidad, de la ignorancia; de todas esas condiciones que reducen el futuro de una nación a la mínima expresión, al mantenimiento del statu quo.  Conocer esas razones porque se ha leído y porque se ha convivido con las gentes que viven bajo tales condiciones es necesario para darle dirección a nuestros sueños.

Nuestra nación tiene muchas verdades, y aunque no todas concuerdan con la verdad del vecino de enfrente, todas las versiones merecen respeto.  La versión de la conquista no coincide con la versión del despojo, y mientras esto no se entienda los sueños no pueden elevarse al éter. Lo anterior es un ejemplo profundo, pero solamente eso.

Soñar no produce bienestar material, pero nos prepara para saber por dónde enderezar nuestros íntimos esfuerzos.  Soñar cosas vanas puede que nos ayude a relajarnos, a liberar el espíritu, pero no es el sueño que genera preclaras decisiones.  Soñar, casi inmerso en un proceso inducido por alguna sustancia, atreviéndose a cuestionar los pilares mismos de la sociedad, dándonos el ánimo de preguntarnos tantos por qués que por generaciones hemos dado por un hecho, es el tipo de soñar que produce líderes visionarios, visionariamente positivos y positivamente fundamentados a la hora de explicar sus aspiraciones.

En un país con tantas y nefandas necesidades y arraigadas costumbres que hay que modificar, no es posible atreverse a soñar un solo sueño.

El liderazgo en nuestro país, sea de jóvenes empresarios, de políticos o de la sociedad organizada para servir de otra manera, debe nutrirse de sueños bien plurales que maticen con colores, con olores y detalles nunca visto las nuevas propuestas que deben surgir para levantar una nación que apenas comienza a despertar.

Paradójico, pero es así.  Ahora que la mayoría ciudadana despierta porque la corrupción, que siempre ha existido, rebalsó la gota de la cordura, es hora de soñar.  Se sueña despierto para, en ese limbo en que uno se coloca, se pueda volar espiritual pero conscientemente para vincular conocimiento académico con aspiración, para ligar experiencias pasadas con posibles soluciones y, en lugar de ver el hoy o, lo que es peor, tan sólo el ayer, visualizar un brillante mañana.

Soñar es de todos, pero de alguna manera quienes aspiran a tener algún liderazgo deben prepararse mejor, vivir intensas experiencias y, así, soñar mejor, soñar al límite entre lo que es factible y lo imposible, entre la cordura y la fantasía, pero soñar vívidamente.

Si analizamos la historia de las naciones que tienen, hoy, mejores oportunidades que nosotros y más elevados niveles de vida, todas tuvieron líderes visionarios; todos esos líderes se atrevieron a construir políticas o proyectos sobre la base de inspiraciones hasta entonces desconocidas, y tuvieron la energía y la persistencia para impulsar temas que, para algunos o para las mayorías, pudieron parecer imposibles.

¡Soñemos! ¡Atrevámonos a elevar nuestras aspiraciones y, desde el ara de la patria, lancemos positivismo, creatividad y ganas de construir  un mejor país por todas partes! ¡Nademos contra una corriente que cada vez va siendo más nuestra! ¡Seamos ejemplo de las demás naciones y de las generaciones por venir! ¡No dejemos de soñar porque está rica la cama y dormimos tan profundamente que se nos pasa el tiempo y nada recordamos al despertar!

¡La construcción de nuestro nuevo país comienza hoy y comienza por soñar de veras! ¡Soñemos, pues; soñemos...!


viernes, 4 de septiembre de 2015

LA PRIMAVERA CHAPINA

     Es difícil explicar el amor por la patria, ese que engloba su defensa, la defensa de lo que es correcto y que conlleva una dosis de indignación cuando sabemos que la mancillan; indignación que, debemos decir, ha sido constante en las últimas dos o tres generaciones.

     Son pocas veces las que un apasionado y ardoroso defensor de algo intangible, como el concepto "patria", se alegra, especialmente en un país en donde sus instituciones y los procesos políticos han sido copados por mafias, por bandas criminales y, en algunos casos, hasta por extranjeros que buscan un interés económico a través de sus negocios ilícitos o defienden agendas foráneas y se creen con derecho de venir a decirnos qué hacer y qué no hacer.

     Sobre gran variedad de temas que tienen que ver con la defensa de un orden institucional, de un Estado de Derecho y de valores y principios que debieran regir nuestra vida política hemos venido escribiendo en este medio desde marzo de 2009, con planteamientos utópicos, con propuestas de solución, con críticas fundadas, con valentía pero, sobre todo, con ese amor que profesamos por lo nuestro, por el ideal moral del deber ser, por los valores familiares que se nos inculcaron y que tienen aplicación práctica en la cosa pública, por la elevación de los valores cívicos y la defensa, a ultranza, de lo que es debido dentro del sentido común.

     Navegar en estas aguas en medio de una sociedad muchas veces indiferente ha sido difícil.  Bien se dice que un leño no arde solo, y la realización de los ideales democráticos se pueden empujar en solitario mas no pueden concretarse sino en la medida que la colectividad los asume y los defiende.

     Ese despertar ciudadano es el que se ha venido dando desde que, hace cuatro meses, en el mes de abril de 2015, la revelación formal de las actividades delictivas de unos gobernantes, cuyos actos ilegales han venido siendo vox populi desde antes de que llegaran a tener poder, fueron algo así como la gota que rebalsó el vaso de nuestra paciencia colectiva, y la Primavera Chapina, ese florecer de la conciencia ciudadana de los gobernados en su conjunto, sin distinción de clases, de sexos, de etnias, aunque al principio un poco desconfiados por cuestiones ideológicas que, al final, fueron olvidadas, se comenzó a dar y a fortalecerse cada día, dando sus primeros frutos.

     La petulancia de la ex-vicepresidenta Roxana Baldetti Elías y la posición de confrontación del ex-presidente Otto Pérez Molina ayudaron a formar el crisol de la ciudadanía guatemalteca que se amalgamó en su contra y, finalmente, doblegó hasta a sus antiguos aliados en el Congreso de la República, ganándoles el pulso que, en contra de todo sentido común, se empañaban en sostener en contra de una mayoría que le exigía rendición de cuentas ante los tribunales.

     La historia se escribe, generalmente, con violencia y hasta con sangre; pero esta página de nuestra historia habrá de convertirse en una de las más gloriosas gestas ciudadanas guatemaltecas, precisamente porque, sin líderes que nos guiaran, el conglomerado social optó por la no violencia, por la exigencia firme de derechos expresados en pancartas, en entrevistas y hasta en los hasta hace poco desconocidos memes en las redes sociales.

     Hubo protestas ciudadanas en donde pudimos ver cómo, después de la misma, la gente se organizó para recoger su propia basura en la plaza y en las calles. Vimos gente que llegó a acompañar a los denominados picapollos, los trabajadores municipales que pasan recogiendo basura, para aliviar su carga, en un gesto cívico sin precedentes.

     Las fotografías de familias enteras protestando con los padres cargando a sus hijos sobre los hombros, o de niños ofreciéndole algún tipo de comida o bebida a los agentes del orden, o la determinación de hacer una valla humana para que los diputados pudiesen ingresar al edificio del Congreso a sesionar; o los jóvenes que, durante esa jornada cívica repartieron rosas mientras los diputados le levantaban la inmunidad al presidente de la República, son actitudes dignas de hacer constar para la posteridad y para ejemplo del resto del mundo.

     Es triste ver que estamos en las noticias de todos lados porque hemos sometido a proceso tanto al presidente como a la vicepresidenta de la República, ambos en funciones. ¡Algo sin precedentes! Pero a la vez es alentador porque, como iniciamos indicando, la ciudadanía despertó del letargo que produce esa mezcla de indiferencia por lo político, repugnancia porque todo lo que se escucha da verdadero asco, y malestar porque cada noticia nos indigna.

     Es de reconocer que gran parte del aliciente para que la protesta tomara forma y se fortaleciera en las calles tuvo, como contraparte, la buena gestión de algunos funcionarios públicos clave, como la Fiscal General del Ministerio Público o el Juez Contralor, que pone, con su sola actuación, en otro lugar del imaginario colectivo al Organismo Judicial completo, que ha sido parte, tradicionalmente, de la decepción ciudadana.

     Los ciudadanos han despertado y se han dado cuenta del poder que, entre todos, tenemos para que la corrupción vaya siendo, cada vez más, cosa del pasado.

     Hoy no basta con la función contralora de los mismos políticos, jueces o cualquier funcionario.  Ahora el pueblo soberano ha asumido la función de supervisor de la cosa pública, y esperemos que, en lugar de bajar la guardia, asuma cada vez un rol más cercano a lo que sucede y, con su inmediatez, prevenga de alguna manera el despilfarro que ha sido la constante o los fallos amañados o cualquier cosa que dé una señal de alarma y que suene no sólo a injusticia sino a contubernio para actuar en contra de la ley.

     La Primavera Chapina está en marcha y habrá de someter a su vigilancia no sólo a los políticos y funcionarios públicos, sino a esa parte de la sociedad civil y empresarial que ha sido corruptora y que merece, también, ser llevada a juicio.  Hasta la gestión abusiva de embajadores estará en el escrutinio público.

     Esperemos que este fervor patrio asumido por nuestras grandes mayorías no muera.  La patria merece y necesita nuestro acompañamiento.  La han enfermado sus malos hijos y requiere nuestro cuidado, el de sus buenos hijos, y la entrega de nuestra energía para sanarla y preservarla.

     Como dice nuestro himno nacional: ¡Guatemala, tu nombre inmortal!

martes, 4 de agosto de 2015

UN POLÍTICO EN LA ENCRUCIJADA COMO VOTANTE

¿Cómo hacemos los abogados que defendemos la Constitución ante la necesidad sentida de que no haya elecciones bajo las actuales circunstancias? Jamás podríamos empujars las cosas del lado obscuro del cumplimiento del Estado de Derecho, pero, ¿no han sido la mayoría de políticos en contienda los que lo han roto, invitando a las mafias y al narcotráfico a financiar sus proyectos?

Los hombres y mujeres de Derecho nos encontramos en la encrucijada, pues ir a votar es, por un lado, una obligación cívica, pero no hay un proyecto sano (aunque haya un par de candidatos que se salvan) por el cual hacerlo en esta contienda, y apenas queda alrededor de un mes para cumplir esa obligación.

La salida legal y política habría sido que se reformase la Ley Electoral y de Partidos Políticos para darle validez, desde ya, al voto nulo; pero eso, por un lado, siempre dijimos que era una cortina de humo que nos tendieron para que no se hablase más y, por el otro, es una utopía pensar que esta legislatura, formada en su inmensa mayoría por diputados trinqueteros, iba a darle vida a la herramienta con la que les podríamos haber echado a perder sus proyectos.

Dinero sano estamos seguros que lo hay en la presente campaña electoral, pero es ínfimo.  La inmensa mayoría de recursos involucrados son sucios, tienen un remitente que vendrá a exigir sus réditos y nosotros, entendiendo lo que pasa, nos sentimos como ovejas que solamente marchan en fila al matadero, y no es así como los legisladores constitucionales concibieron el proceso para toda la ciudadanía. 

Con lo poco que ha salido a luz de la Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala, CICIG, que intuimos es solamente el principio, vemos cómo nuestros gobernantes se han ido convirtiendo de roba lápices en ladrones, de ladrones en grandes corruptos y, ahora, en corporaciones mafiosas que no llegan a un puesto público más que a saquear nuestros recursos.

Ir a votar, así, es convalidar este sistema.  La mayoría de contendientes a la Presidencia de la República que tienen posibilidad de llegar, son o están rodeados de personas que vibran por las ansias de llegar a tomar control de las chequeras del gobierno, de las decisiones de los proyectos y del Presupuesto General de la Nación en el Congreso, así como de los proyectos comunitarios en las alcaldías.

Guatemala está enferma y antes de poner un energúmeno más de los que vemos en contienda, a gobernarla, debiéramos tener la posibilidad de sanarla.

Conversaciones en la calle evocan los Golpes de Estado del pasado, y nosotros no podemos estar de acuerdo pero entendemos esa desesperación porque la estamos sufriendo en carne viva.

Este es un proceso político sui géneris, pues no hay propuestas, no hay ideas, no hay debates, y toda apuesta va hacia la ignorancia de los electores, a las gigantografías, a la saturación de mensajes grabados para la radio y la televisión.  Seguro le apuestan grande al acarreo masivo de votantes.

¡Guatemala merece algo mucho mejor! Si hace décadas se decía de la ultraderecha que no les interesaba alfabetizar a la gente, hoy, el interés por mantener al votante en la ignorancia, está desideologizado. ¡Es general!

El deterioro ha sido franco, con ex-gobernantes confesos, como Alfonso Portillo, o gobernantes como Álvaro Colom que, vergonzosamente ejercieron su mandato permaneciendo bajo fianza (sí, por la sustracción de fondos de la Contraloría General de Cuentas de la Nación), haasta el presente gobernante que, si tuviera algo de vergüenza como militar pundonoroso, que no lo es, hace tiempo se habría hecho a un lado en lugar de de, desde los medios y las redes sociales (donde ya sumamos unos 3.7 millones de usuarios), le sigamos recordando que es un corrupto y que debe renunciar.

Gobernantes vergonzosos y candidatos ansiosos y en fila para seguir el despilfarro y el robo descarado.

¡Habemos muchos que queremos votar pero no vemos opciones viables! El pulso del dinero inacabable del narcotráfico mexicano y local no hace viables a las opciones respetuosas de la convocatoria, de la ley, y escrupulosas del origen de los fondos de campaña. Los candidatos corruptos tienen tres años de ventaja sobre los otros, en todo sentido.

Para quienes hemos recorrido las montañas del país haciendo varias campañas, sabemos lo que significa ver toda una flotilla de vehículos nuevos promocionando al candidato que se cree ganador. ¿Tan estúpidos nos cree que no sepamos deducir de dónde sale tanto dinero?  Anteriormente teníamos que fajarnos en contra de las flotillas de pick ups nuevos del partido de gobierno, pero, ¿de un partido que se dice de oposición?

Las señales son demasiado claras como para perderse.  Si el actual gobernante dio señales de ser un pícaro al resultar involucrado en el reparto de los fondos que le robaron al Congreso de la República, que fueron poco más de Q.82 millones, ¿quién se pierde con la mayoría de los actuales candidatos?

Mientras no ocurra un milagro, no vemos salida y continuaremos tratando de dilucidar por quién votar en una contienda que ya nos tiene asqueados a casi todos.




jueves, 25 de junio de 2015

LOS MANSOS CORDEROS Y LOS LOBOS QUE NOS PASTOREAN

Nuestros pueblos, los latinoamericanos, tenemos algunas coincidencias, como la de parecer corderos mansitos frente a la manera burda de utilizar el poder por parte de quienes nos gobiernan, o la de permitir, precisamente, que arriben al poder las personas equivocadas.

La historia de la Guatemala pos independencia es la de un pueblo divorciado de la cosa pública y de las autoridades, a quienes tradicionalmente han visto como un mal necesario del cual se habla únicamente cuando es la época de cambiarlas.

Es así como, en el siglo XIX navegamos del gobierno de España al nacional sin siquiera cambiar a la persona que ejercía el mando, y luego pasamos por períodos dictatoriales conservadores y liberales sin que el pueblo, realmente, tuviese alguna participación como no fuese servir de carne de cañón.

La transición del siglo XIX al siglo XX la vivimos de la mano de la dictadura, y se necesitaron 22 años para que el pueblo, por fin, despertara y, de alguna manera, se rebelara, viviendo la mayoría de la gente prácticamente 21 de esos años como mansos corderitos.

El siglo XX no deja de ser interesante, pues la tradición que se traía desde el siglo anterior con relación a la vinculación que se hacía entre militares y gobernantes, de alguna manera pareció terminar con el advenimiento de la denominada "Era Democrática" que inicia con la promulgación de la Constitución Política de 1985, cuando accede al poder el licenciado Vinicio Cerezo y, aún con los problemas de siempre, comienza una sucesión presidencial de personas no vinculadas con la institución armada.

Hasta esos años se tenía la sensación que muchas familias metían a sus hijos a la Escuela Politécnica con la intención de que llegasen, algún día, a la Presidencia de la República.  Luego, con la sucesión de varios gobiernos civiles, esa práctica se fue perdiendo (lo que no pareció suceder ni siquiera en la etapa más fuerte del conflicto armado interno) al grado que hoy no pensamos que haya nuevos ingresos a la escuela militar con otra intención como no sea hacer carrera militar.

Sin embargo, militares de la vieja escuela, que todavía pudieron haber ingresado con esas intenciones, son los que hoy gobiernan o mal gobiernan Guatemala, habiendo accedido al poder a través de una carrera política breve o casi inexistente.

¿Hacia dónde van las cosas en nuestro país? ¡Quién sabe! En la medida que sigamos siendo corderos y que nuestra mansedumbre sea sin igual, seremos gobernados por corruptos que, a su vez, se vuelven en corruptores, convirtiendo nuestro sistema político en este círculo vicioso que hoy vivimos en que cuesta identificar un partido político o un personaje que no esté vinculado o haciendo campaña con dinero sucio proveniente del saqueo de hospitales, escuelas, carreteras y del erario público, en general, o con el proveniente del crimen organizado que extorsiona, que trafica con personas o con estupefacientes y que hace de cualquier cosa buena un negocio asqueroso e inmoral.

Lobos de la política siempre han existido y siempre existirán, pero está en los ciudadanos el tomar la decisión de dejar de ser mangoneados, de despertar a la vida cívica y política y asumir las responsabilidades que eso conlleva para que nos gobierne mejor gente que hoy.

No es casualidad que la oferta política que hoy tenemos sea tan pobre, tan deficiente o tan sucia.  Es debido a que les hemos dejado el espacio libre a los malos ciudadanos que nos han ido copando y hoy hasta nos restriegan en la cara sus fortunas, a través de casas de playa, fincas con mansiones de descanso, helicópteros, aviones jets, flotillas de vehículos nuevos para meternos sus anuncios de campaña, coches deportivos, yates, mansiones y cuentas en el extranjero, todo porque saben que tienen copados el Congreso de la República, las cortes claves donde serían juzgados, muchas fiscalías y hasta empresarios y abogados supuestos a ser parte de la iniciativa privada pero que funcionan a su favor.

Los mansos corderos parecen comenzar a despertar de su letargo, pero tienen que aprender a patear y a morder para crearse su espacio libre de esos viejos lobos de la política.




martes, 16 de junio de 2015

EL TRISTE PAPEL DE ESTADOS UNIDOS FRENTE A NUESTRA HISTORIA

     La relación entre ciudadanos estadounidenses y guatemaltecos siempre ha sido excelente; cuando ya intervienen las empresas, esa relación deja de ser cordial, entre iguales, entre amigos, y si bien es cierto hay casos de excelentes relaciones, también los hay donde la utilización del poder ha quedado hasta documentada.

     Pero cuando nos referimos ya a las relaciones de gobiernos, ese trato igualitario que inspira la Convención de Viena, por ejemplo, desaparece, y se comienza a perfilar el imperio y la defensa de sus intereses frente a las pequeñas repúblicas que muchas veces, y despectivamente, denominan bananeras, como si fuese pecado sembrar y producir bananos.

     Se firman Tratados de Libre Comercio que no liberan nada, se cimentan alianzas que luego se rompen y, lo que es peor, de vez en cuando se nos trata de impartir cátedras de moral y de principios que, cuando ya no conviene, también se hacen de lado.

     Se nos apoya con armas y helicópteros para combatir el tráfico de drogas porque ponemos los muertos, y se nos imponen, desde Washington, políticas financieras para combatir ese flagelo, pero en Estados Unidos nunca cae un capo de la droga; como si no existieran.

     Se nos ve mal, y con razón, por nuestros elevados índices de corrupción, pero cuando la ciudadanía al fin despierta y pide que se largue el corrupto, al representante imperial se le imparten otras instrucciones: las de apuntalarlo.  Ha de ser su "SOB", como alguna vez dijese Franklin D. Roossevelt de Anastasio Somoza García, el dictador nicaragüense.


     La imagen es la del mural "Gloriosa Victoria", de Diego Rivera, un cuadro que estuvo perdido más de 50 años en Rusia y que fue pintado a raíz de la caída del presidente de Guatemala Jacobo Arbenz, en 1954.

     Sesenta años más tarde, la misma es representativa de esa relación, en donde el presidente de Guatemala, a quien se le asoma una pistola en la cintura y un fajo de billetes en la bolsa del saco, saluda servilmente al embajador, quien se apoya en una bomba con la cara de su presidente (en esa época era Dwight Eisenhower), mientras le habla al oído el Jefe de la CIA (la agencia de espionaje).

     En el fondo, del lado izquierdo, el barco estadounidense cargando nuestras mercancías, los bananos, que asoman al fondo y ocupan un primer plano junto con algunos seres humanos caídos. Al fondo, del lado derecho, la ciudadanía entre agobiada por el cansancio y tratando de protestar y de levantarse en armas, mientras que hasta atrás, limitados por una reja de metal, queda la mayoría, de mirones.

     En el mural aparecen, detrás del presidente de Guatemala, algunos miembros representativos del Ejército, tanto oficiales como soldados, que acompañan al mismo en su saludo servil, mientras frente a la iglesia está un prelado, quizás el arzobispo (Rossell y Arellano, en aquella época), bendiciendo todo lo que pasa.

     El cuadro muy bien pudo haber sido pintado hoy.  Lo único que quizás cambiaría de nuestras actuales circunstancias son la posición del arzobispo, que en nuestros días ha sido una muy digna, del lado de la ciudadanía asqueada con la corrupción.  Además, hoy podría agregarse, detrás del presidente y participando de ese vergonzoso saludo servil, al sector privado organizado, que ha jugado un papel tan pobre o tan tibio. Y al pie del racimo de bananos podría erigirse el podio presidencial para que el señor embajador se exprese y la imagen sea más ofensiva a nuestros ojos ciudadanos.

     Por otro lado, esa cápsula del tiempo que nos legara ese magnífico artista de ideología comunista, casi lo podemos exponer como lo representativo de nuestras relaciones históricas.  

     Seguramente, dentro de cien años, algo nuevo sucederá dentro de nuestras relaciones, en que alguien lea estas líneas y se dé cuenta que el tiempo pasa pero la evolución en las mismas se estanca.

     Preguntamos, finalmente: ¿Qué necesidad tienen, las autoridades estadounidenses, de querer dictarnos cátedra? ¿No hubiese sido mejor, a estas alturas, que el embajador se quedase calladito y que el curso de nuestros asuntos fuese decidido únicamente por nosotros?

viernes, 22 de mayo de 2015

EL TRISTE CASO DE UN GENERAL QUE QUISO SER PRESIDENTE

     Ganar una elección y ocupar la primera magistratura de una nación no equivale a obtener patente de corso.

     La legitimación de un funcionario se hace en el día a día y se puede medir de múltiples maneras; no es estática e inherente a un cargo sino producto de la capacidad de quien lo ocupa de fortalecer la institución a su cargo, de impulsar proyectos de bien; de comunicar la bondad o las razones de sus decisiones aunque estas no tengan resultados inmediatos sino en el largo plazo.

     Asumir que uno, como funcionario, puede hacer lo que quiera, es equivocado.  Las épocas de los reyes absolutos, de los procónsules y del feudalismo hace tiempo que quedaron atrás. Hasta las monarquías modernas se ajustan a normas y procedimientos constitucionales. ¡Y los respetan!

     Por otro lado, la responsabilidad política es proporcional a la importancia del cargo que se ocupa, y no al revés.  Lo decimos porque parece, a veces, que mientras más importantes se ven, más irresponsables se creen ante la ciudadanía que los eligió.  En este caso el Presidente de la República ha puesto la pauta de lo que es su gobierno y, por ende, es el mayor responsable de la crisis política y moral que vive el Estado guatemalteco.

     El caso del presidente Otto Pérez Molina es patético, pues desde que era candidato, dos cosas: 1) ya dio muestras de la liviandad de su escala de principios y valores al embolsarse parte de los fondos robados al Congreso de la República; y, 2) él, y únicamente él, es responsable de haber escogido a su compañera de fórmula, la hoy ex-vicepresidenta Roxana Baldetti y, consecuentemente, la responsabilidad política de los desfalcos y fraudes de esta señora son compartidos por ambos: por ella, que ya se vio obligada a renunciar, y por él, quien la llevó a ocupar ese puesto.

     Si agregamos que el hasta ahora presidente el Instituto Guatemalteco de Seguridad Social, IGSS, fue su Secretario Privado en la Presidencia de la República y fue nombrado en la institución mencionada por él, su jefe, como que ya viene teniendo responsabilidad en los dos grandes casos de mafias incrustadas en el Estado que hasta ahora han salido a la luz; y si la señora ex-vicepresidenta renunció porque su secretario privado estaba involucrado en los fraudes de la Superintendencia de Administración Tributaria, SAT, no vemos argumento alguno por el cual no deba renunciar el presidente del país, tanto por un caso como por el otro, lo cual es más grave.

     Sumémosle la soledad en que está quedando con la salida de tres ministros con sendos cuestionamientos: el de Ambiente y Recursos Naturales por el tema del supuesto saneamiento del Lago de Amatitlán con una compra de agua salada por un poco más de Q.137 millones; el de Energía y Minas, aunque los cuestionamientos provienen del partido político Líder, por lo que le brindamos algún grado de incredulidad a los mismos, por el momento; y por el de Gobernación, que deberá ser investigado por tanto negocio que apesta a perro muerto en esa dependencia, como los contratos de reparación de autopatrullas, la compra de combustible,  las plazas fantasmas, la sobrevaluación del precio de cámaras, cárceles, comida, armas y hasta equipo para controlar el ingreso y egreso de personas en puestos de migración. 

     Todo esto sin olvidar que él es el único responsable, no sólo del nombramiento de quien era su "Delfín", Alejandro Sinibaldi, como Ministro de Comunicaciones, Infraestructura y Vivienda, donde la peste a cadáver putrefacto persiste por donde pasó, sino de empujarlo, a trabas y rempujones, hacia una candidatura presidencial absurda, pagándole algunos favores que no nos constan pero que son del dominio público.

     Luego, por si no fuera suficiente su soledad, gran impedimento para gobernar, su responsabilidad directa en todas estas oficinas públicas cuestionadas (por no mencionar el Registro de la Propiedad, los puertos, el aeropuerto, los hospitales, las cárceles), y en gran parte por las componendas con el Congreso de la República en esas elecciones negociadas sin pensar en el país sino en su futuro en libertad e impunidad y en la repartición que hicieron su partido político con el que dice que "le toca", del presupuesto de la nación para el presente año; su responsabilidad, decimos, es innegable.

     La única salida que le queda es dejar el cargo lo antes posible.  Si se tarda más de lo debido pueda ser que sus propios compañeros de armas, porque los tiene que todavía creen en el honor y que han de despreciar lo que estos pocos militares metidos a mercaderes de la política han hecho, lo podrían sacar de donde está.  Entendemos que la mayoría de los miembros del Ejército no se identifica con todas estas actuaciones cuestionadas.

     Es preferible una renuncia a tiempo, con humildad, que patada en la parte donde la espalda deja de serlo.  O patadas, en plural.

     Piénselo, presidente.  Nuestra experiencia política, que es mayor que la suya, nos hace visualizar que no tiene otra salida.  ¡Su renuncia es inminente!  

jueves, 14 de mayo de 2015

EL ILEGAL NOMBRAMIENTO DEL VICEPRESIDENTE

     Cuando la vicepresidenta Roxana Baldetti planteó su renuncia, inmediatamente saltaron los objetores de siempre, alegando que no se habían cumplido los requisitos que la Constitución establece, los cuales rápidamente fueron subsanados por el Congreso de la República.  Nos referimos al tema de la autenticidad de la firma, la cual algunos medios señalaron de haberse autenticado notarialmente, lo que sería otra ilegalidad, pues lo que correspondía era legalizarla mediante un acta de reconocimiento de firma de la que nunca han dicho nada.  ¡En fin...!

     Aceptada la renuncia presentada, por el Congreso de la República, el presidente se precipita y, mal asesorado y poco meditadamente, presenta "LA" terna a la que el artículo 192 constitucional alude (en singular), con la finalidad de que, de la misma, dicho Congreso elija a quien debía suceder a la ahora ex-vicepresidenta.

     Al caer en cuenta que uno de los integrantes de la terna tenía impedimento constitucional, el Congreso de la República debió dejarlo fuera de consideración y elegir a quien sustituyera en el cargo a Roxana Baldetti de los dos que quedaban, pero lejos de eso, de común acuerdo con el presidente Otto Pérez Molina, manosearon la Constitución y este último presentó una segunda terna.

     Como la estulticia no anda en burro, resulta que el nuevo integrante de esta ya ilegal terna presentada sin fundamento legal (si lo tuviese, el artículo constitucional aludido diría que el presidente "presente LAS ternas que sean necesarias para complacer a los señores y señoras diputados..."), renuncia a la misma (lo apropiado habría sido indicar que declina su participación) y: ¡Oh, sorpresa! ¡El presidente Otto Pérez Molina les manda una tercera terna a los exigentes diputados!, de donde finalmente resulta electo, para más deshonra del gremio de abogados y para más inri de nuestro país, un ex-constituyente y, además, ex-presidente de la Corte de Constitucionalidad, el licenciado Alejandro Maldonado Aguirre.

     ¿Será que una persona de tan vasta experiencia no sabe siquiera diferenciar el singular del plural? Si él mismo ayudó a promulgar la Constitución y ha estado dentro de sus funciones durante años juzgar sobre la constitucionalidad de muchos asuntos, ¿por qué no entiende que fue parte de una terna y de un nombramiento ilegal conforme al sentido literal y al espíritu de la Constitución?

     Eso sí: la mayoría de diputados se llenaron la boca diciendo que estaban cumpliendo con un mandato constitucional, pretendiendo ver en toda la ciudadanía, como suelen hacerlo, al votante tonto que no sabe o no entiende. ¡Pero se equivocan!

     El Congreso de la República debió elegir, como vicepresidente(a), a cualquiera de los dos integrantes que quedaron de la terna original, la única que contempla la Constitución.

     El nombramiento del ciudadano Alejandro Maldonado Aguirre, como vicepresidente de la República, es a todas luces ilegal y, por ende, también lo serán todas las actuaciones que, pretendiendo ejercer dicho cargo, lleve a cabo.

     Algo imperdonable para una persona con su trayectoria, que debió encausar las cosas por el sendero legal.  Especialmente en las horas de incertidumbre que vivimos.

     Si el presidente llegase a faltar por cualquier causa (ya hasta apuestas públicas hay de que se va), tendríamos ejerciendo la primera magistratura de la nación a una persona con un nombramiento a todas luces ilegal.

     ¡Qué vergüenza que no entiendan ni la "o" por lo redondo!

     ¡Y les llaman letrados!

jueves, 5 de marzo de 2015

LA ROYA DEL CAFÉ. LECCIONES PARA EL PROCESO POLÍTICO GUATEMALTECO.

     La manera como los guatemaltecos solemos ver las cosas es tratando de obtener lo mejor, y hasta lo que sea, con tal de hacer el menor esfuerzo.  Esto podríamos decir que es de aplicación general.

     La roya, ese hongo que infectó la mayoría de plantaciones de café, atacó principalmente a las plantas viejas, a las mal nutridas, a las mal cuidadas por exceso de sombra y, por ende, de humedad, y a las que sufrían todas estas circunstancias.
     
    La mayoría de caficultores, por inercia o por bajar costos, estaban acostumbrados a invertir lo menos posible, en productos y en jornales, para obtener la producción que fuese, hasta que se quedaron sin nada.

     La consecuencia fue que, después de eliminar y, a veces, quemar plantaciones completas, los caficultores tuvieron que comenzar desde cero, poniéndole especial atención y cuidado a los brotes nuevos, cambiando sus paradigmas y sustituyendo métodos obsoletos de cultivo por otros, pero especialmente fijándose en lo que hacían a cada paso del proceso y teniendo en mente las consecuencias, a futuro, de cada acción emprendida en cada mata y en el conjunto del fundo.

    La caficultura guatemalteca no se ha recuperado del todo, pero los resultados de contar con una mayoría de productores que se fijan en lo que hacen y que ponen todo su empeño en cuidar cada una de las partes y fases del proceso, están dándole al país una cosecha todavía menor que las anteriores pero con una calidad de café sin precedentes.

     Las notas especiales y la limpieza en taza hacen, hoy, evidente, que las plantaciones de café en Guatemala no están a la deriva, que son mucho más vigorosas, están mejor nutridas y, por ende, son capaces de producir mejores rendimientos por área y una calidad que, esperemos, redunde en mejores precios para todos, incluyendo a los trabajadores que ayudan a levantar las cosechas.

  Todo esto tiene aplicación práctica para el proceso político guatemalteco.  El país está enfermo de “políticos tradicionales” que vienen matando, poco a poco, toda iniciativa decente por elevar las condiciones de vida de los más débiles.  El círculo es vicioso porque, mientras las grandes masas electoras son débiles y no tienen oportunidades, son víctimas de esos políticos tradicionales y, casi sin darse cuenta, están siendo embaucados, elección tras elección, para que apoyen este u otro proyecto político que los sume más en la pobreza.

     La enfermedad política de Guatemala es tan grave que ya equivale a la devastación que la roya causó en casi todas las áreas cafetaleras del país.

     Urge que todo el mundo deje atrás viejos rencores, antiguas reyertas ideológicas o lo que sea que nos separe, y tratemos este año electoral de unificarnos en contra de quienes han enfermado al país para fortalecer otro tipo de liderazgos, que también existen.

     Si ya estuvieron donde había y las señales son claras de que su agenda era particular; si no tienen experiencia pública comprobada y honrada; si los hemos visto que son capaces de hacer cualquier cosa por su ambición; si dicen una cosa y finalizan pactando otra a espaldas del pueblo; si gastan tanto dinero para la campaña y no saben explicar de dónde sale; si son capaces de pasarse años repartiendo granos, azúcar, aceite, láminas, herramientas y cualquier cosa para atraer votantes, sin saberse de dónde salen esas grandes montañas de dinero… todas son señales inequívocas de que ese tipo de liderazgo no conviene para rescatar a este país enfermo que, como la roya, ha ido copando institución tras institución.  Nuestros políticos tradicionales están enfermos: ¡Hay que podarlos!

     Así como los productores reaccionaron para no perderlo todo, el ciudadano tiene que reaccionar y dejar de ser cómplice del latrocinio que nos agobia. Cada quetzal que gasten estos enfermos repartiendo cosas durante la campaña es seguro que lo llegarán a tratar de recuperar, al doble, a costa de hospitales, de escuelas, de la seguridad de nuestras calles y de las oportunidades de trabajo que nunca llegan.  Todo si los dejamos ganar.

     Por eso apelamos a los líderes naturales del país, a esos miles de campesinos que viven en la Guatemala profunda, la “Segunda Guatemala” que vive entre lodazales en invierno, entre polvaredas en verano porque no hay carreteras; a esas decenas de miles de líderes de los que denominamos “los sin voz”, para que se pongan de acuerdo para votar “antisistema”.

    Otorgarle el voto a quienes nos ven solamente como instrumentos para encaramarse y tener firma en las chequeras del Estado, es caer en el sistema que ellos, los ladrones de la política, los enfermos por llegar a gobernar, han creado.  Por eso apelamos a la visión antisistema para cambiar la manera de hacer las cosas.

     La gente organizada es poderosa como una plantación bien cuidada y bien nutrida.  Las personas aisladas y sin organización son víctimas como un cafeto olvidado y condenado a desaparecer.

     Guatemala merece una reacción positiva de sus mejores hombres, de sus mejores mujeres, de su ilusionada juventud para poner un “alto al desmadre”.

     La fiesta comenzó por la alegría de unos cuantos corruptos.  Hoy es un escándalo que ha dejado sin agua y sin luz al vecindario y amenaza con acabarlo todo.  Hay que ponerle un alto a todo esto.

     Organicémonos, ayudemos a abrir los ojos del resto de ciudadanos apáticos; seamos un poco antisistema y marquémosle un alto al enemigo de nosotros mismos, erradicándolo como a la roya.  Es seguro que habrá un Presidente, un Vicepresidente, diputados y alcaldes, de modo que voltear a ver para otro lado no es opción: es hacerle el juego a los enfermos de poder.

     De ahí que es necesario el concurso de toda la ciudadanía para sanar a nuestra linda y querida Guatemala.

viernes, 20 de febrero de 2015

LA EXPERIENCIA PARLAMENTARIA, LA SENSIBILIDAD SOCIAL, EL SALARIO MÍNIMO Y LOS DERECHOS HUMANOS

     Siempre hemos visto como algo natural la defensa de la parte débil en cualquier circunstancia.  Si los animales tienden a hacerlo, ¿por qué nosotros no?

     Durante nuestra gestión parlamentaria, en algún momento, caímos en cuenta lo importante que era constituirnos en portavoces de los que tenemos años de denominar "los sin voz": ese conglomerado humano desorganizado que sobrevive en condiciones extremas de pobreza, que carga muchas veces el yugo de la ignorancia y que pasa la vida, entre el polvo y el lodo según sea la estación del año, acarreando agua, proveyéndose de leña y muriéndose de hambre.

     Es a ellos a quienes nos hemos referido cuando afirmamos que hay varias Guatemalas; y porque no los veamos desde nuestras cómodas oficinas o no los escuchemos en la radio o en la televisión, medios a los cuales no tienen acceso, no significa que no existan. ¡Son de carne y hueso! Son quienes ven morir a sus niños llenos de lombrices; son quienes oyen toser toda la noche al esposo, a la madre, y no pueden más que desearle mejoría y ofrecerle a tomar una "agüita".

     En condiciones ideales, si existiera una sola Guatemala, es decir, una sociedad homogénea en la cual todo el mundo tiene oportunidades y la mayoría tiene un trabajo y un salario digno, la aplicación de un salario mínimo podría funcionar para la generalidad, pero desde el momento en que unos viven, aunque con grandes limitaciones y problemas, en un mundo de agua potable, de iluminación en las calles, de transporte público subsidiado, y otros no, resulta lógico que las características de las necesidades de ambos segmentos de población sean diferentes.

     Recordemos que el acceso a un trabajo digno, el bienestar económico, el poder acceder a una educación y a la cultura son Derechos Humanos de Segunda Generación, y si bien quisiéramos que todos los trabajadores tuviesen mejores ingresos reales, lo que sucede es que el salario mínimo ayuda generalmente a quienes ya tienen un trabajo remunerado en lo más bajo de la escala salarial, pero se olvida de "los sin voz", que son mayoría, que tienen las mismas necesidades básicas que el resto de la población pero no hay oportunidades para ellos y, encima, están en mayores riesgos frente a la desnutrición, frente a las enfermedades.

     ¿Qué hacemos como políticos o como simples seres humanos cuando la contradicción es entre el derecho al trabajo o al bienestar económico, derechos humanos de Segunda Generación, frente al derecho a la vida, que es un Derecho Humano inherente a la persona, es decir, de Primera Generación?

     Los trabajadores suelen estar agremiados en sindicatos que velan por las mejoras en sus prestaciones laborales, y la Comisión Nacional del Salario está diseñada para establecer el precio del trabajo de quienes ya tienen trabajo formal, que según estadísticas son únicamente como un 30% de la Población Económicamente Activa, PEA, (el índice de informalidad, en diciembre de 2013, fue reportado en 76%).  Pero "los sin voz" no tienen, en esa Comisión, quién hable por ellos.  De ahí que no puedan ser escuchados, aunque sean mayoría, y que sus argumentos no tengan abogado que los plantee y los defienda.  ¡Es una raza estoica, suelen decir!

     Pongámonos un momento en la situación de pobreza y en las necesidades elementales no satisfechas de nuestros hermanos guatemaltecos y dejemos el egoísmo para ayudar a resolver el problema de fondo, que es la atracción de mayores inversiones para que haya trabajo digno e ingresos dignos para las mayorías, alguna vez.

     Los líderes sindicales tienen razón al tener temor de que el número de plazas que hoy tienen o el ingreso mínimo que han logrado se caigan, pues en el gobierno, y en los gobiernos recientes, no ha habido un liderazgo que denote mayores cambios en los niveles de inversión en nuevos proyectos en el país.  Pero no la tienen, ni el Procurador de los Derechos Humanos que nos ha mandado al primer año de la carrera de Derecho, cuando, a pesar de representar a mucha gente, no representan a las grandes mayorías, o cuando le dan prioridad a un derecho humano sobre otro (ya veremos cómo falla la Corte de Constitucionalidad).

     Nosotros queremos pensar que se avecina un gobernante fuerte, visionario y que inspire la confianza para que se comiencen a cambiar algunas estructuras y a articular una nueva política que integre a todas las Guatemalas; que no se gobierne ni para los campesinos ni para la gente que vive en las ciudades, sino para todos, y que al generar el clima de confianza éste se constituya en el elemento catalizador de nuevas inversiones, de nuevos proyectos que permitan crear miles de nuevas plazas de trabajo y que, al constituirse por lo menos la mayoría en sujetos de un salario mínimo, podamos hablar de medidas que beneficien a la mayor parte de la población.

     No se trata de conocer o no los Derechos Humanos o de estar en contra, por oponerse, del salario mínimo; es pensar en todos, es ver a la parte mayoritaria que no se queja y que sufre en silencio; es cuestión de humanidad.

     "Los sin voz" tendrán, siempre, en nosotros, a alguien que entienda sus circunstancias, que sienta sus penas, que exprese sus anhelos y que exija sus derechos.

martes, 10 de febrero de 2015

EL GOBERNANTE QUE GUATEMALA NECESITA

     La publicación del último Índice de Desarrollo Democrático de la fundación Konrad Adenauer, al compararnos con los demás países del hemisferio, nos retrata de cuerpo entero: los políticos que nos han gobernado lo han hecho mal y, lo que es peor, nuestro sistema democrático no funciona.

    Ha habido experimentos involucrando a la Academia, a la Comunidad Internacional, creando Superintendencias y muchas clases de entidades autónomas, pero todo ha sido producto de nuestra costumbre de “apagar incendios”; los modelos intentados están fallando y las rajaduras en el tejido social y en el ambiente productivo, que redundan en nuestros resultados económicos, cada día se acentúan.

     Los contrapesos que en un sistema republicano debieran funcionar, equilibrando el funcionamiento de los organismos del Estado, aquí son motivo de negociaciones que van detrás del enriquecimiento ilícito, de la cooptación de las instituciones, de la prolongación del ejercicio del poder.

     Nunca antes Guatemala había estado tan desabastecida en su red de salud, tanto hospitalaria como de los pequeños centros de atención del interior del país.  El descaro en las compras y contrataciones en casi todos los Ministerios ha curtido a una opinión pública que casi claudica y se resigna a aguardar que se vayan los actuales gobernantes para ver quién vendrá a seguir despedazando la piñata.

     ¡Esto tiene que cambiar!

   Si hacemos un ejercicio proyectando a futuro la dinámica perversa en la que venimos, llegará un momento en que la deuda pública será tan grande que ya nadie nos prestará y la finanzas del Estado colapsarán; en el Ministerio de Educación podríamos llegar a tener un ciento por ciento del presupuesto ocupado en salarios; el costo por kilómetro de construcción de nuestras carreteras probablemente llegaría a los US$.10 millones.  ¡Estamos metidos en una vorágine que nos está consumiendo!

     Mientras tanto, la eterna división entre lo urbano con algún tipo de oportunidades, y la gente que vive asfixiada en lo rural porque no hay progreso ni se ve salida, puede llegar a límites peligrosos para nuestra pervivencia como sociedad, como nación.  ¡La gente ya no aguanta tanta estupidez y tanto saqueo!

    Por eso, ahora que estamos en año electoral, proponemos que, como grupo social integrado, tratemos de visualizar cuál es el tipo de gobernante que queremos, pues es urgente evitar el colapso total de nuestras ya débiles instituciones.

    Es fundamental, por ejemplo, que quien haya de gobernarnos tenga la más amplia experiencia demostrada, pero no sólo de hacer currículum, sino como hacedor(a).  Cualquiera que cumpla con ser guatemalteco y tener la edad debida y demás requisitos constitucionales nos puede gobernar, pero hay que tener cuidado: ¡los gobiernos nos han estado llevando al hoyo! Por eso es vital fijarse en qué tipo de experiencia tiene cada uno de los candidatos, pues cada gobierno es fiel reflejo de la persona que lo ejerce.

    El tema de los principios y valores que manejen los pretendientes a gobernarnos también es primordial.  No nos quejemos después si ponemos como presidente a alguien que como candidato no respeta la ley, ni la convocatoria a elecciones que está ligada, también, al respeto al ciudadano.  Si en su mentalidad está pintar todo el país y no sólo las piedras, los puentes, los postes y los árboles sino hasta los símbolos nacionales, después no nos quejemos que, otorgándole poder, le pase encima a todo lo que debiera proteger y cuidar.

    Si de la experiencia conocida de los ahora candidatos se detecta que, por encima de la buena fe en una gestión, está la ambición por el dinero o por el poder, esa debiera ser suficiente señal para irlos descartando, sobre todo cuando el enriquecimiento ilícito es evidente.  Nuestro voto, en este caso y en el anterior, no sólo debe ir a otra persona sino debe enviar una señal muy clara de castigo.  ¡Es el ciudadano unido en el acto de votar quien tiene que marginar para siempre este tipo de conductas en política!

  Guatemala ha producido muy pocos o ningún estadista y muchos gobernantes poco preparados, pero eso no implica que la ciudadanía no se ponga de acuerdo para identificar a quien mejor lo puede hacer por sobre los que más dinero gastan o salen de primero a alborotar nuestra tranquilidad.  Eso de que ahora le toca a quien quedó de segundo la vez pasada es de las cosas que más daño le han hecho al país.  ¡Estamos a tiempo de meditar el voto!

  Quien pretenda gobernarnos debe tener ideas bien claras cimentadas sobre una amplia visión de futuro del país, un conocimiento profundo de las “guatemalas” que conviven en nuestro suelo y una vocación por servirle a todos y a todas.  Por eso hay que reflexionar, también, sobre las lealtades de los candidatos: a quién se deben, a quién le deben, cuánto le deben...  

     Cuando escuchamos de vínculos con el narcotráfico, con grupos extranjeros de sicarios o de la simple “venta” de plazas para diputados dentro de sus partidos, debiéramos reflexionar sobre la conveniencia de otorgar por ahí nuestro voto.  ¡No seamos ingenuos!  ¡Toda deuda de un candidato de algún modo la paga el país, no el candidato!

    Si vemos nacer candidaturas que ya vienen atadas a un sector específico, tengamos por seguro que al llegar a ser gobierno, si no cae en el sectarismo, por lo menos le será difícil hasta ver a quienes no lo han acompañado desde un principio.  ¡Inclinémonos por candidatos enterados, visionarios, de experiencia, con valores morales e independientes de grupos de poder o de delincuentes!

     Guatemala está lista para acoger a un candidato que reúna todas estas cualidades y que comience a gobernar para todos; uno que le ponga freno a la corrupción pero no con palabras, sino encabezando una reforma estructural en un sistema de compras y contrataciones que fuera diseñado por políticos para ser aplicados por políticos, al cual urge dar por terminado para que surja uno nuevo, apoyado en la agilidad y asepsia de la tecnología y con los tiempos de fiscalización invertidos, es decir, con la debida publicidad previa para que los ciudadanos puedan detener un desembolso, y no después, cuando ese dinero ya desapareció.

     Guatemala está lista para no sólo dejar de endeudarse sino para dejar de ser esclava del Fondo Monetario Internacional, del BID o del Banco Mundial, y todo ese dinero que hoy se va en intereses ir poco a poco invirtiéndolo en la gente.

     En resumen, Guatemala necesita un gobernante lo más parecido a un estadista, que vea más allá del país, en el contexto internacional, y del ahora, para guiarnos con su más capacitada visión por las profundidades del siglo XXI y hasta del XXII.  Uno con los pantalones bien puestos para tomar decisiones, incluyendo las que tienen que ver con el corrupto sistema político, para cambiarlo.  Uno cuya lealtad esté con el ciudadano de a pie y no con las cúpulas ni con las organizaciones criminales.  Uno que sea lo suficientemente antisistema para comenzar una revolución pacífica que termine con esos experimentos políticos que no sólo no han llevado a nada sino nos han enredado más como nación.

     Guatemala, con los miles de niños y jóvenes que migran anualmente exponiéndose a la esclavitud, a la mutilación y hasta a la muerte, está raspando el fondo y urge un cambio más profundo en todo sentido; uno que propicie que las instituciones funcionen, que las inversiones vengan al país, que se multipliquen las oportunidades para quienes menos tienen o no tienen nada.

     Nos urge un gobernante con la fuerza e inteligencia suficientes para romper estructuras y construir otras bases sobre las cuales Guatemala renazca. libre y fecunda, ¡como nuestro árbol nacional, la ceiba!

jueves, 5 de febrero de 2015

LA FUNCIÓN CONTRALORA DEBE CORRESPONDER AL CIUDADANO. IDEAS SOBRE LA FISCALIZACIÓN DE FONDOS

     Varias veces hemos expresado que, antes de poner más impuestos, hay que arreglar el tema de las compras y contrataciones del Estado.  En ese orden de ideas debemos reiterar que, si seguimos haciendo las cosas de la manera tradicional, los resultados siempre serán los mismos.

     Una Contraloría General de Cuentas que permite todo lo que los ciudadanos ya conocemos debería haber desaparecido hace tiempo.  Por el contrario, como un cambio de esta naturaleza corresponde a quienes tienen el control político, que son precisamente quienes tienen el control sobre los fondos públicos, este cambio no se dará sino hasta que haya alguien con los atributos y la claridad de ideas necesarias para implementarlo.  ¿Que se necesita reformar la Constitución? ¡Exacto! Por nosotros no habría problema.

     Para comenzar, el nombramiento del Contralor no debería de estar a cargo de los políticos sino de los contribuyentes (nos negamos a utilizar el término "tributario", el cual no terminamos de comprender).  Nuestra propuesta es simple.  Para el Estado es fácil establecer quiénes son las personas jurídicas y físicas que más contribuyen con sus impuestos, y con esta información debería sacarse un listado con los 2,000 mayores contribuyentes.

     Con este listado se procedería a formar varios grupos: el primero, de los 100 mayores contribuyentes que, entre ellos, elegirían una persona que los represente por 7 años; el segundo, de los siguientes 150 contribuyentes que, entre ellos, elegirían una persona que los represente por 6 años; el tercero, de los siguientes 200 contribuyentes que, entre ellos, elegirían una persona que los represente por 5 años; el cuarto, de los siguientes 250 contribuyentes que, entre ellos, elegirían una persona que los represente por 4 años; y el quinto, de los siguientes 300 contribuyentes que, entre ellos, elegirían su representante cada 3 años.

     Al final, tendremos un Consejo de la Contraloría de cinco miembros que se irían renovando de diferente manera y le aportarían ideas renovadas y estabilidad, al mismo tiempo.  Este Consejo sería el encargado de nombrar, fiscalizar y, en su caso, destituir al Contralor General de Cuentas de la Nación.  Es decir, si alguien debe fiscalizar las cuentas del Estado, que dependa y esté fiscalizado por un grupo de personas conformado por quienes más contribuyen a las arcas del mismo, y no de quienes está a cargo el manejo de las cuentas y del gasto público.

     Este Consejo de la Contraloría debería tener no sólo iniciativa de ley con respecto a aspectos de transparencia y de procedimientos administrativos, sino total independencia de cualquier instancia de gobierno y de los demás órganos del Estado y, sin capacidad alguna de sugerir o de nombrar personal dentro de la misma, sí tener la potestad de regular su política interna, de fiscalizar las actuaciones y de transmitir sus hallazgos a la ciudadanía.

     Por su parte, el Contralor General de Cuentas tendría responsabilidad total de nombrar o de remover a su personal y, específicamente, de su gestión.  No se le puede exigir a alguien que cumpla si se le nombra gente extraña.  Debe trabajar con personal de su confianza y brindar resultados, o hacerse a un lado.  No debería ser, por fuerza, un profesional de la Auditoría sino la persona idónea que el Consejo estime en condiciones de brindar los resultados que se esperan.

     Finalmente, la gestión administrativa de comprar o de contratar obra o servicios debe ser auditada antes de que se hagan los pagos y no después, como sucede actualmente.  Si se establecen los procedimientos administrativos, los sistemas informáticos tanto para darle la publicidad debida y oportuna a cada cosa como en el manejo de los fondos en las cuentas bancarias, con los controles cruzados que sean necesarios, el funcionario podría solicitar tal o cual compra o contratación, la ciudadanía en general se enteraría de todo lo que se pretende comprar o negociar, habría un tiempo mínimo de publicidad para que cualquier ciudadano, a través de mensajes de texto, electrónicos y hasta fotografías, dé alguna señal de alarma o se oponga, y si no hay argumentos válidos para oponerse, si los precios y las calidades están dentro de los rangos permitidos, y si existen los fondos en la partida para hacer pago contra entrega o conforme sean las bases de la licitación de que se trate, entonces la Contraloría aprobaría, electrónicamente, las negociaciones.

     Las lealtades, hoy, están invertidas; los tiempos también, pues de nada sirve, está demostrado, que después del trueno los contralores griten: ¡Jesús, María!  Son inmensas fortunas las que funcionarios corruptos se llevan, cual ratas, gobierno tras gobierno, y las cosas verdaderamente tienen qué cambiar para bien del país.

     En una nación donde los niños se mueren en el campo, los médicos no tienen cómo atender pacientes en los hospitales y centros de salud y la educación está por los suelos para una niñez y juventud mayoritaria, cada centavo cuenta.

     Estamos seguros que con una Contraloría dependiente de quienes más contribuyen y los sistemas administrativos apropiados, el dinero alcanzaría mejor para tanto que falta hacer, atender y construir en nuestro país.  Si no cambiamos esta parte de la historia será sumamente difícil salir de la pobreza, eliminar el hambre y combatir la ignorancia, tres jinetes apocalípticos a quienes hay que doblegar, y seguimos teniendo confianza en que, más que los políticos de turno, somos los ciudadanos quienes, enfocados como uno solo, tenemos muchos qué decir al respecto.


lunes, 2 de febrero de 2015

EL GRAN SECRETO DETRÁS DE UNAS SIMPLES PAPAS

     Dentro de las primeras decisiones que, como Director por Guatemala del Banco Centroamericano de Integración Económica, BCIE, tuvimos que tomar, estuvieron el apoyo económico a la Comisión Técnica Regional de Telecomunicaciones, COMTELCA, para proporcionarle una fuerte estructura de fibra óptica a la región que sirviese de base para conectar a los países centroamericanos al mundo a través de Internet, al Sistema de Interconexión Eléctrica de los Países de América Central, SIEPAC, para, como dice el nombre mismo, interconectar a la región en sus sistemas eléctricos, algo que hoy está comenzando a rendir dividendos al estabilizar la oferta eléctrica y los precios para todos.

     Otra decisión importante, de esa época (entre 1996 y 1997), fue la de apoyar económicamente el Proyecto de Competitividad de Centroamérica que, en Guatemala, se convirtió en el Proyecto Nacional de Competitividad, PRONACOM, una interesante iniciativa trabajada por el Instituto Centroamericano de Administración de Empresas, INCAE, y la Universidad de Harvard, en Estados Unidos de América.

     Este último proyecto es al que, hoy, deseamos referirnos, pues se trata de una "criatura" que vimos nacer desde sus inicios y a la cual le tenemos especial aprecio porque nació y comenzó a funcionar en las instalaciones del BCIE, en Guatemala, durante nuestra gestión en ese Banco Regional de Desarrollo.

     El gobierno de Guatemala no tenía presupuesto para alquilar un local para el programa pero sí estaba interesado en impulsarlo y tuvo la capacidad de convocar a un grupo destacado de empresarios y profesionales para comenzar a debatir sobre el mismo y darle impulso, de tal manera que, un par de años después, hasta le gestionó y consiguió un financiamiento con otro banco de desarrollo.

     Fue en esa época y dentro de este proyecto que se comenzó a hablar, en Guatemala, de "clusters" y de "benchmarking", y tuvimos la oportunidad de contar, varias veces, con el acompañamiento personal de Jeffrey Sachs, profesor de la Universidad de Harvard y uno de los economistas más influyentes del mundo en términos de desarrollo sostenible.

     Recordamos las interesantes discusiones del grupo, dentro de las cuales se tomó la decisión de trabajar únicamente tres temas, de tantos que había sobre la mesa de trabajo.  Uno de ellos, el primero que asumimos, fue el "Cluster de la papa".

     Era una época en que los productores de papa sufrían por la inestabilidad de los precios producida, en parte, por la inconsistencia de la oferta.  Por otro lado, se sabía que las cadenas de comida rápida estaban importando casi toda la papa que, ya procesada y congelada, freían para el consumo, de modo que el país tenía que gastar dólares para comprar un producto que podíamos producir en el país y los productores producían variedades de papa que no le interesaban a la industria de procesamiento de alimentos.

     Este es uno de los casos exitosos en donde la autoridad electa y la iniciativa privada representada por los empresarios y profesionales que formaban parte del Consejo del PRONACOM pudieron ponerse de acuerdo para establecer qué era lo que más convenía para la competitividad y el beneficio del país y, especialmente, para la multitud de campesinos productores de papa que hoy, prácticamente, surten Centroamérica y el sureste mexicano.

     Hace años que dejamos la Dirección por Guatemala del BCIE y las reuniones del PRONACOM, pero hace unos días, en una de nuestras ocasionales visitas al mercado de La Terminal en la zona 4 de la capital guatemalteca, nos encontramos con una variedad de papas poco común.  Al preguntar, se nos indicó que es la variedad "ICTA" (que quiere decir Instituto de Ciencia y Tecnología Agrícola), de modo que entendemos que ha de ser una variedad desarrollada por una prestigiosa entidad de gobierno, diseñada para su industrialización para suplir a quienes venden palillos de papa frita, más conocidas como "papas a la francesa".

Añadir leyenda
Una pequeña muestra de papas ICTA producidas en el altiplano guatemalteco.  Compárese con el tamaño del celular.

     Nada cuesta imaginar que, en este "cluster" salen ganando los productores, pues producen una variedad de producto que pueden vender a los grandes consumidores; ganan quienes antes importaban la papa, pues es lógico pensar que la podrán adquirir a mejores precios, ya que no hay transporte de congelados de país a país, ni seguros de viaje ni impuestos de importación de por medio; ganan los consumidores al obtener un producto de igual calidad a un precio más accesible y ganan el gobierno y la paz social porque hay más oportunidades de trabajo e ingresos en las áreas rurales y, por ende, algún ingreso extra por impuestos al consumo.

     Si tan sólo los gobiernos repensaran todos los procesos en que se involucra a un usuario final que se llama ciudadano, o se impulsara en todos los ámbitos la competitividad del país, en lugar de ser un motivo de zozobra y de freno a las inversiones, todos viviríamos mejor.

miércoles, 14 de enero de 2015

EL CALVARIO DE LOS PADRES Y MADRES DE FAMILIA EN ENERO

     Cada mes de enero es la misma cosa para cientos de miles de padres de familia en todo el país: la reinscripción de sus hijos para que estudien en el nuevo año.

     Es que quienes han diseñado la metodología para hacerlo, unos políticos, otros tecnócratas, jamás han tomado en cuenta a los usuarios finales de los trámites que se inventan: los alumnos y sus representantes legales, los padres y madres de familia.

     ¿Cuál es el valor agregado al solicitar, año con año, las certificaciones de partida de nacimiento de millones de alumnos? Ninguno.  Es únicamente un gasto más y un desgaste innecesario entre colas, madrugadas y empujones para conseguir un papel que dice lo que las escuelas e institutos ya saben.

     ¿No sería más fácil que todos los alumnos que ganaron el año quedaran inscritos, automáticamente, para el año que sigue, a menos que no se presenten el primer día de clases?

     ¿No sería este un mayor incentivo para que los alumnos pasaran limpios su año?

     Los alumnos que no aprovechan la oportunidad para estudiar y ganar su año serían los únicos que tendrían que hacer sus trámites para volver a inscribirse en el mismo grado, para repetirlo, si el cupo lo permite, pero con algo tan sencillo como esto, privilegiando a quienes aprovechan el tiempo y los recursos del Estado, se mejoraría el proceso de inscripción que, hoy, es una verdadera manifestación de la insensatez.

     Como políticos y conforme al sentido común, debemos voltear a ver tantas cosas, como esta, que tienen décadas de hacerse mal, para ir favoreciendo a los ciudadanos, quienes son los usuarios finales de cuanto trámite se inventa la burocracia.