En Panamá, el Presidente Ricardo Martinelli ha abierto el debate político (innecesariamente, creo yo), porque desea reformar la Constitución, dice él, para permitir que el sistema electoral panameño tenga una segunda vuelta electoral que, hoy, no posee.
La mención presidencial ha sido acompañada de medidas torpes de su parte, como la destitución, por mensaje de twitter, del Canciller, que en Panamá es un cargo usualmente ocupado por quien también es Vicepresidente de la República y quien, en esta oportunidad, además, encabeza al partido que, en coalición o alianza, llevó a Martinelli a la Presidencia; o de su partido, como la persecución política que diputados de su partido hacen, desde el Congreso, para desaforar, por razones de nacionalidad, al alcalde de la ciudad de Panamá, sólo porque también es del partido del Vicepresidente.
Con toda esta parafernalia política, ya se comienza a decir que lo que realmente quiere Martinelli es modificar la Constitución para reelegirse, y su proyecto de adicionar la segunda vuelta electoral, en medio de toda esta convulsión política, seguramente no prosperará.
En ese sentido, creemos que los panameños estarán mejor que nosotros, pues teniendo un sistema electoral de una sola vuelta, las estrategias personales de los políticos y las isntitucionales de los partidos políticos van encaminadas a ganar, y si el cálculo es que no lo pueden lograr, simplemente no se meten en el asunto y le van cediendo espacio a quien verdaderamente tiene oportunidades reales de ganar una elección.
En Guatemala, lo estamos viendo y viviendo en el actual proceso electoral, muchos candidatos se meten a la contienda a sabiendas que no pueden ganar, sólo para ver qué pueden negociar, al final, cuando, de dos candidatos, por lo menos hay uno dispuesto a vender su alma al diablo con tal de llegar a gobernar (y, a veces, los dos contendientes finales).
Conseguir un puesto en el nuevo Gobierno, una embajada, y hasta dinero en efectivo, son cuestiones que son secretos a voces que se dan en medio de las negociaciones por llegar al poder, desvirtuando lo que, en esencia, debiera ser del proceso político: que nos llegue a gobernar quien obtenga la mayoría del favor de la población que vota.
Luego, teniendo un sistema perverso que favorece las negociaciones turbias, en determinados momentos preferiría tener un sistema político más transparente de elección, en donde, desde el principio, todas las acciones vayan encaminadas a ganar una elección y no a posicionarse lo mejor que se pueda para estar en mejores condiciones de negociar con alguno de los dos finalistas.
Yendo al caso concreto que, a partir de hoy, se vive en Guatemala, con los dos candidatos que no sacaron el 50% más un voto para ganar en primera vuelta, y como consecuencia de la terquedad de una señora que orilló al partido oficial a participar sin candidatos a la Presidencia y Vicepresidencia de la República, dentro de un entorno en donde la candidata vicepresidencial del partido que sacó mayor cantidad de votos en la contienda ya advirtió que buscará todas las pruebas para procesar a los corruptos del actual gobierno, especialmente alrededor de la gestión de la señora Sandra Torres, se empieza a percibir un ambiente cargado en donde se infiere que todos los perdedores tratarán de unirse para sacar más votos, al final, que el partido ganador de la primera vuelta.
Es decir, por las negociaciones turbias de un puñado de dirigentes políticos perdedores se puede estar en condiciones de elegir a un candidato que no representa los mejores intereses del pueblo sino sus propios intereses, pues el nivel de educación en ciudadanía en Guatemala es tan bajo, que eso todavía es posible en estos días.
La mayor preocupación del electorado, por ejemplo, es la falta de seguridad en la que mal vivimos, pero estas negociaciones sucias pueden favorecer a quien jamás ha hecho nada en el tema que preocupa, en detrimento de quien, según pudimos observar en el foro que transmitiera la cadena de noticias CNN en Español, es el candidato mejor preparado y con las ideas más claras en el tema.
El péndulo de nuestras desgracias políticas, que después de un gobierno trabajador como el de Álvaro Arzú nos trajo al gobierno desarticulado de Alfonso Portillo; que después nos permitió un respiro con el gobierno de transición de Oscar Berger, pero volviendo a la nube gris con el más nefasto gobierno de la historia de Guatemala, como es el actual de Álvaro Colom, podría estar por traernos lo que nunca hemos tenido: dos gobiernos nefastos seguidos.
Y es que el populismo permite ofrecer de todo lo que no es de uno, y así es fácil, pero las consecuencias, después, son terribles. Por ejemplo: casi nadie relaciona la actual tasa de desempleo con las medidas populistas de Portillo de subir a cada rato el salario mínimo por decreto, lo cual les parecía fácil y quedaban bien con alguna base de trabajadores, pero muchos de estos trabajadores que se quedaron sin empleo o que después no consiguieron, es de suponer que nunca le echaron la culpa a este tipo de medidas que, dicho sea de paso, han provocado que nuestra juventud no tenga opciones para comenzar a aprender a trabajar.
Ahora, el encantador de serpientes tiene hipnotizada a un sector de la población con la promesa de un bono 15, y eso, con la economía estancada como está, es únicamente sinónimo de más desempleo.
Por eso es vital que todos, hoy, hagamos una fuerte reflexión acerca del entorno económico, del político, de las condiciones sociales imperantes, para ver, con la mayor claridad que se pueda, quién puede proveer las mejores condiciones de estabilidad para que el Gobierno de la República deje trabajar a la gente.
Entendamos, de una vez, que el Gobierno no puede solucionar todos los problemas, pero sí puede agrandárnoslos o producírnoslos, de manera que debemos buscar quién encabece un Gobierno que, disculpen la expresión, no joda.
Más hace el empresariado cuando lo dejan que las buenas intenciones de un gobernante, y el empresariado guatemalteco, desde los chicleros, los marchantes en el mercado, los reparadores de zapatos, los vendedores ambulates, hasta los grandes empresarios, lo único que necesitan para levantar a este lindo país, es que los dejen en paz para producir.
Si en Guatemala existiese el sano sistema panameño de una única ronda de elecciones, a estas alturas ya habría certeza para invertir, para crear empleo, para producir y ganar plata que es, en términos generales, lo que todos los votantes de este país quisieran para sí.
Panamá tiene algunas o muchas cosas en que seguirnos pero, definitivamente, en nuestro sistema electoral, simplemente no lo creemos.
lunes, 12 de septiembre de 2011
ELUCUBRACIONES EN TORNO A UNA SEGUNDA VUELTA ELECTORAL
Etiquetas:
Panama,
proceso elecciones,
Ricardo Martinelli
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