Nos parece un error táctico en la carrera de cualquier político, mal definirse o indefinirse ante un evento en donde toda la ciudadanía está convocada para elegir Presidente de un país. El caso reviste mayor importancia, todavía, en el caso de Guatemala, pues el Vicepresidente, a quien también elegiremos este próximo domingo 6 de noviembre de 2,011, no es un personaje secundario esperando la falta del primero para ocupar su lugar, sino un funcionario con atribuciones y facultades otorgadas, constitucionalmente, que revisten de mayor responsabilidad la escogencia que cada uno de nosotros, los electores, hagamos de las dos personas que habrán de ocupar dichos puestos.
De los dos candidatos en contienda (pues se trata, esta, de una segunda ronda electoral), uno viene usufructuando, por lo menos propagandísticamente, el apoyo, dicen, de trece partidos políticos. ¡Allá ellos!
Desde nuestra particular perspectiva, nos parece que lo que han logrado que la población votante perciba es un saco donde han metido toda clase de alimañas de las que nos han venido explotando y exfoliando durante los últimos años y decenios, tanto desde el gobierno central como desde el Congreso de la República y desde algunas alcaldías.
Otra cosa sería, presentimos, si la propuesta del candidato, Manuel Baldizón, fuese congruente, coherente y, por añadidura, creíble, pero no lo es; la percepción que se tiene de sus discursos y anuncios es la de un personaje populista, bien preparado académicamente pero para manipular la verdad introduciéndole trozos de veracidad a sus falacias, dispuesto a decir lo que el auditorio quiera escuchar porque el ansia de poder es más grande y sabe que necesita votos para ostentarlo y ejercerlo, pues el apoyo a una propuesta seria y cargada de sentido común puede justificarse, pero lo que hoy entendemos de estos apoyos son acomodamientos, negociaciones obscuras, tomas y dacas con tal de mantener, sí, mantener el poder que vienen ejerciendo desde que el peor gobernante de la historia, Álvaro Colom, llegó a la Primera Magistratura de la Nación.
Por eso nosotros, conscientes de que un mal gobierno eventual de Otto Pérez Molina pudiese achacársenos en el futuro, aunque no lo conocemos ni tenemos vínculo alguno con su partido político, por el bien de Guatemala y por la mayor certeza que brinda sobre el futuro de nuestros hijos, nos inclinamos por apoyar su candidatura.
Las payasadas, los argumentos demagógicos y la apuesta que se hace a la ignorancia de los votantes, son argumentos suficientemente convincentes para no apoyar a un candidato; pero el futuro del país, en juego en estos momentos, requiere que todo ciudadano y ciudadana pensante, en capacidad de ejercer su derecho al voto, lo haga en contra de las promesas falsas que tanta decepción han dejado, de los contubernios que han desangrado al país en su gente y en sus arcas, de las sucias alternativas a candidaturas ilegales cuando las Instituciones les han puesto freno, del desprecio por la legalidad, por la honradez y por todos los principios y valores que nuestros abuelos y abuelas nos contaban de gobernantes del pasado.
¿Cuál es el patrio ardimiento, el altar de la patria, el ara que no debiera profanarse que menciona nuestro bello himno nacional? Pues ese sitial, por encima de todo, que la mayoría de políticos que nos han venido gobernando parecen no entender a pesar de cantar el mismo miles de veces, repitiendo como loros, y que nosotros, los votantes, estamos en posibilidad de defender de la candidatura más abiertamente contraria a la razón y a la verdad.
¡Que no nos cuenten que fueron nuestros padres quienes lucharon un día! ¡Salgamos, nosotros, a procurar brindarle al país las condiciones de estabilidad que se requieren para que venga y haya inversión, generación de más puestos de trabajo y crecimiento de nuestra precaria economía!
Votaremos el domingo que viene por Otto Pérez Molina, a pesar de desconocer qué tipo de gobierno hará, porque tiene mayor capacidad de convocar a la mejor gente para acompañarlo en las tareas que le podrían corresponder si así lo decide la mayoría de la población. A contrario sensu, Manuel Baldizón ya no está en capacidad de convocar a nadie más, pues hasta donde vemos y sabemos, lo tienen totalmente copado la mayoría de funcionarios corruptos del actual gobierno y otros del pasado, y así, la certeza de saber hacia dónde podría inclinarse un eventual gobierno por él encabezado, es alarmante, frustrante y preocupante.
Otro argumento que podemos exponer a favor de la decisión que hemos tomado es la configuración de fuerzas del próximo Congreso de la República, en donde una bancada tan débil de diputados, como la que sacó el partido político de Manuel Baldizón, y los prematuros rompimientos en las filas de sus allegados políticos, sólo pueden vaticinar negociaciones turbias, compras asquerosas de voluntades, menos debate político y mayores niveles de corrupción; es decir, Otto Pérez Molina tiene mayores posibilidades de convencer para conseguir apoyos a sus propuestas en el Organismo Legislativo, sin necesidad de sobornos.
Así las cosas, esperemos dos cosas: que Manuel Baldizón NO acceda la Presidencia de la República y que Otto Pérez Molina haga un gobierno de gente decente.
miércoles, 2 de noviembre de 2011
LA DEFINICIÓN POLÍTICA. UN ASPECTO IMPORTANTE FRENTE A LA CIUDADANÍA.
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