Hace unos diez días leí acerca de las loables intenciones del actual Ministro de Economía de Guatemala, mi buen amigo Sergio de la Torre, con relación a lograr la autorización del funcionamiento de empresas en 48 horas, lo cual mejoraría la competitividad del país.
Sin embargo, conociendo de más de algún lugar en el mundo en que dicha operación es efectuada en media hora, y de paso a la empresa fundada (de la cual prácticamente hay que solicitar el nombre) se le asigna, de una vez, una cuenta bancaria abierta previamente, y se le entregan los sellos de hule que, en el futuro, la identificarán, sólo puedo pensar que el "benchmarking" del Ministro, es decir, el ejemplo que se busca emular o mejorar, no es lo que mejor funciona en el mundo.
Todo parte de la idea de que el agua azucarada no hay que inventarla, pues prácticamente ya todo ha sido inventado (aunque en realidad no lo sea así).
En cuestiones de autorización de empresas para funcionar en los países, no hay mucho dónde perderse. Existen algunos en donde las cosas funcionan de la manera que hemos narrado, de modo que Guatemala, al hacer los cambios necesarios para modernizarse, es a lo mejor que existe a lo que debiera aspirar, no a puntos intermedios.
Las declaraciones del Ministro incluían modificaciones en todos los aspectos actuales del proceso, incluyendo lo relativo a las publicaciones en el Diario Oficial, lo cual estimamos equivocado, pues en lugar de modernizar cada aspecto de un proceso obsoleto, lo que debiera repensarse y modificarse es el proceso mismo.
Hay muchísima gente que tiene interés en invertir en Guatemala, pero se hace necesario modificar procesos como el indicado en muchos aspectos, como las aduanas, los trámites en la Superintendencia de Administración Tributaria, SAT, estudios de impacto ambiental, licencias sanitarias, etc.
En un país en donde hasta la Fe Pública del Notario se ha perdido y la burocracia ha ido ganando terreno a costa del empuje del empresariado que produce, de la competitividad del país y, por dos endes, de la capacidad de creación de empleo, hay mucho por hacer y por cambiar.
Ojalá nuestros actuales funcionarios busquen los mejores ejemplos en el mundo para modificar con excelencia lo que haya que cambiar, y no sólo maquillen los actuales y obsoletos procesos (como se hizo, en un principio, con la informatización del Registro General de la Propiedad).
Hemos sido prácticamente fundadores del Proyecto Nacional de Competitividad, PRONACOM (1996-2000), participamos activamente en el rescate del Registro General de la Propiedad (2004-2008) y nos hemos desenvuelto empresarial y políticamente, en un entorno globalizado, de manera que conocemos estos temas y sabemos de lo que estamos escribiendo.
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