Lamento muchísimo la expiación que sufriera mi buen amigo Facundo Cabral, a quien conocí en el aeropuerto de El Salvador, donde muchas veces coincidíamos en los trasbordos de aviones, y tuve oportunidad de tratarlo mejor, posteriormente, pues me tocó un par de veces volar con él, uno al lado del otro.
Digo que es su expiación pues es su sacrificio debido a los desaciertos y malos procederes del gobiernito ese de "la unidad", que ha puesto en los ojos del mundo lo mal que andamos en Guatemala en materia de seguridad, y no sólo en boca de quienes vivimos acá y no podemos coincidir, en pensamientos, por más buena voluntad que se tenga, con quienes nos desgobiernan.
La Presidenta de la Corte Suprema de Nicaragua, en unas declaraciones desafortunadas, porque no le corresponde hacerlas, dice que Guatemala trata de invoucar a Nicaragua en sus problemas de seguridad incontrolable. Lo pienso y recapacito. Esta falta de seguridad que vivimos no es incontrolable. Es que el actual gobierno le ha sacado al Ministerio de Gobernación, a la Policía Nacional Civil y al Ministerio Público centenas de millones de quetzales, cada año, de su presupuesto ordinario (también en salud, educación, etc.).
Es decir, nuestra situación está incontrolada por las actuales autoridades, pero no es incontrolabe desde ningún punto de vista.
Aceptar lo anterior implicaría vender todo y trasladarse a vivir a otro país.
Espero volverme a encontrar a Facundo, algún día, en algún avión que ya nos lleve a ambos a otros planos superiores.
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