Nos parece que, antes de gravar al sector agropecuario, encareciendo la carne y las verduras para todo el mundo, debiera revisarse y hacerse más eficiente la cadena de suministros y, paralelamente, ver si ahí se están pagando impuestos.
Nos consta el enorme sacrificio de los agricultores para producir verduras y frutas, y sé que los ganaderos requieren alrededor de 3 años para engordar una res (después del destete, el engorde y la ceba) antes de poderla vender para el sacrificio; y, durante ese tiempo, hay que pagar sueldos, medicamentos, tratamiento de potreros, etc. No es como dice el dicho que al ojo del amo engorda el ganado.
Por otro lado, absolutamente todos los riesgos corren por cuenta del agricultor y del ganadero, sean estos provenientes de la Naturaleza, de las fluctuaciones del mercado o de la agenda de seguridad del país (los cuatreros, por ejemplo); pero los intermediarios, que muchas veces se mueven dentro de la informalidad, no corren riesgos y, generalmente, son quienes más ganan en toda la operación y cadena de suministro al público.
Ya, hace décadas, se le puso precio tope a la leche y el resultado no fue que las familias consiguieran leche barata sino que se acabara con la industria lechera nacional y tuviéramos que depender, en su mayoría, de las importaciones que se pagan en moneda dura y, en cuyo precio al público van incluidos los fletes desde el otro lado del mundo, seguros y ganancias de más intermediarios, con el resultado de haber tenido que dar marcha atrás en la política de tope de precios, pero demasiado tarde. El hato lechero guatemalteco fue la semilla del actual hato lechero costarricense, desde donde surten parte de nuestro mercado nacional.
¿Es eso lo que deseamos que suceda con el mercado de la carne? ¿No es suficiente con el enorme incremento de precios que los productos cárnicos han sufrido en los últimos dos años en que, dicho sea de paso, el Ministerio de Economía no ha hecho absolutamente nada? ¿Qué pasaría con el precio del pollo o del cerdo si, por una política pública equivocada, acabamos con la producción de carne nacional? A nosotros nos parece que terminarían subiendo los precios de absolutamente cualquier tipo de carne.
Somos del parecer que cualquier cambio que se haga en nuestras leyes, sea para modificar impuestos, sea para lo que sea, tienen que analizarse previamente todas las consecuencias factibles pero, especialmente, tener en mente la estabilidad de la canasta básica de las familias.
Pensar que se grava a los empresarios es hasta pueril. Toda modificación le pega, siempre, al consumidor, y la mayoría de quienes consumimos carne, en este país, no son precisamente empresarios ni gente rica, sino asalariados y gente común que sobrevive, también, dentro de la informalidad.
¿Que el país necesita cambios? ¡Perfecto! Pero pensemos bien antes de llevarlos a cabo y que, como consecuencia de una buena intención, le peguemos más duro al bolsillo de la gente más necesitada.
No podemos referirnos a las intenciones de llenar más las arcas del Estado sin mencionar que, como ciudadanos, también esperamos una mejor calidad en el gasto, y no lo vemos por lado alguno. Si las autoridades desean que la ciudadanía contribuya de mejor grado, deben comenzar por adelgazar las cuentas del gobierno, del Congreso de la República, de algunas municipalidades y de tanta entidad autónoma y descentralizada que tenemos.
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miércoles, 1 de febrero de 2017
jueves, 31 de julio de 2014
EL PRESUPUESTO DEBERÍA ESTAR LIGADO A LA RECAUDACIÓN DE UNA NACIÓN
Las autoridades responsables de la aprobación del presupuesto (los diputados), de gastárselo o de ejecutarlo (especialmente los funcionarios del Ministerio de Finanzas, MiFin) y de recaudar el dinero para uno y otro propósito (en la Superintendencia de Administración Tributaria, SAT), desde hace un tiempo, bastante largo, no terminan de ponerse de acuerdo con las metas, las cifras que se manejan, las proyecciones para efectos de cálculo, los niveles de déficit fiscal, la carga tributaria y hasta en el marco jurídico que, al tocarlo a principios del actual gobierno (2012), generaron tal incertidumbre (con el involucramiento de otro tipo de autoridades, las que administran la justicia constitucional), que la imagen que tenemos, internamente, es de no tener rumbo, de ver al país cada vez más debilitado ante tanto endeudamiento, y externamente ha de ser, seguramente, de caos, lo que en poco ayuda a mejorar el clima de negocios del país.
La gráfica que publica hoy, Prensa Libre, en su página 31, con el título de Recaudación histórica, de la cual reproducimos una fotografía porque su edición electrónica viene ilustrada con otro tipo de imágenes, en casi nada concuerda con el titular de la nota que la contiene: SAT no alcanzaría meta de recaudación.
Y es que sucede que el MiFin establece las metas de recaudación bajo la óptica de quien también prepara el presupuesto, depende del Presidente de la República, es parte del Gabinete de Gobierno y tiene una enorme presión por gastar, mientras que la SAT hace el trabajo de recaudar efectivamente los tributos o impuestos o, por lo menos, la mayor parte.
La gráfica evidencia que la recaudación ha venido subiendo año con año, pero bajo el anterior esquema, las metas de recaudación siempre serán superiores a la realidad.
A propósito de realidad, ahí es precisamente en donde deseamos hacer énfasis y a lo que el título del presente ensayo se refiere.
Como el proyecto de presupuesto es elaborado por el MinFin bajo las presiones anteriormente dichas para someterlo a aprobación de un conglomerado de diputados ansiosos por que este sea más grande cada vez, al grado de estarse ya hablando de un escenario alto de Q.79,477 millones para el año entrante (2015), con una proyección alta de ingresos de Q.55,950 millones (hay un escenario bajo también), lo que vemos es un esquema vicioso que, de no corregirse, nos lleva inexorablemente a un mayor endeudamiento cada año y, fatalmente, a una posición tan débil para enfrentar nuestros compromisos financieros como le hemos visto a otros países que descuidaron sus niveles de deuda y que han tenido que salir a clamar por que los rescaten.
Hablarle a los ciudadanos que el déficit fiscal es únicamente del 2.8% del Producto Interno Bruto, PIB, es mentirles. Si la nota de prensa dice que el déficit será de Q.13,497 millones (aunque de restar la cantidad menor a la mayor, en el párrafo anterior, nos da Q.23,527 millones, que ya de por sí es una diferencia enorme), el porcentaje del que debiéramos estar hablando no debiera referirse al PIB sino al del proyecto de presupuesto de que se trate, que en este caso sería el 16.98% el faltante (o el 29.60%, si sabemos restar y establecemos que la diferencia es de poco más de Q.23.5 millardos que se presupuestan para gastarse pero no se recaudarán).
Cualquiera que haya hecho deporte sabe de la importancia de la precisión, del pulso para encestar, para meter un gol, para hacer un servicio de tenis de campo o de mesa, para batear o lo que sea. Lo menos que esperamos de nuestras autoridades encargadas de las finanzas del Estado es que tengan la mayor certeza posible. Se pierde un partido o un campeonato por una imprecisión de un milímetro, y lo que vemos en los cálculos y proyecciones más serias de nuestras autoridades da pavor. Nos parece que cualquier persona que va a la carnicería del mercado de su barrio podría sacar mejor las cuentas, con todo y que el negocio de la carne también está revuelto.
Como pensar es gratis, lo que se nos ocurre para terminar con tanta falacia, presiones desde el ámbito de la corrupción y en aras de una mayor certeza, es que el techo presupuestario debiera ser determinado por la realidad de la recaudación.
Por ejemplo, si la recaudación al 31 de diciembre de un año dado termina en 100, el presupuesto del año entrante debiera ser 100, la meta de recaudación para ese año que comienza debiera ser un porcentaje sobre ese monto, y lo recaudado de más durante el año de ejecución del presupuesto debiera ir directamente a cancelar la deuda más cara del Estado en ese momento, lo cual ayudaría a ir desarmando esa bomba monetaria que cada vez es mayor.
Con el tema de los nuevos endeudamientos no estamos en total desacuerdo, pero nosotros abogamos por que los mismos se den únicamente para proyectos que generan sus propios medios de pago, y como de todos modos tienen que pasar por su aprobación en el Congreso de la República, pues nada cuesta hacerlo juntamente con la correspondiente ampliación del presupuesto para poder ejecutarlo.
Los técnicos en finanzas podrán ser muy técnicos, y los políticos muy políticos, pero ambos han demostrado, durante décadas, estar alejados de la realidad y, especialmente, del ciudadano.
Nosotros estamos acostumbrados a representar los intereses del ciudadano. No tenemos actualmente un cargo que nos legitime, pero sí el deber cívico de continuar de su lado, y lo que vienen haciendo técnicos y la mayoría de políticos al respecto no es transparente, atenta contra nuestra soberanía e independencia financiera y nos está llevando al abismo.
jueves, 8 de mayo de 2014
FALACIAS EN CUANTO AL FRACASO DE LA REFORMA TRIBUTARIA E INOPERANCIA DE LA SAT
Dice el refrán popular que cuando el niño sale feo, le echan la culpa a la partera. Esto puede aplicarse a los análisis que los "especialistas", por no decir involucrados e interesados, hacen de la fallida reforma tributaria e inoperante Superintendencia de Administración Tributaria, SAT.
En décadas de fijarnos en el acontecer nacional, jamás vimos una reforma tributaria tan poco meditada; ni siquiera la que promovió el presidente Vinicio Cerezo, en su momento, que provocó la paralización de actividades del sector privado.
Fue precisamente esa precipitación, y no los posteriores fallos declarando la inconstitucionalidad de algunos artículos, los que convirtieron esa reforma tributaria en un fracaso, pues produjo exactamente los efectos opuestos a los que pretendían sus proponentes y, para su mayor malestar, los que los autodenominados "libertarios" predijeron.
Hay otro refrán que dice: "¿Quién con una luz se pierde?". Pues ya vemos que de todo pasa en nuestro país.
Otra falacia es que, como la reforma tributaria fracasó y las predicciones de recaudación no se están cumpliendo, el Estado debe endeudarse más para suplir con compromisos contraídos en moneda dura, en el Presupuesto General, lo que no somos capaces de recaudar por la vía de impuestos.
Lo que debe suceder es que el gobierno DEBE ajustar el Presupuesto General de Ingresos y Egresos del Estado, que así es como se denomina, equilibrando los egresos a los ingresos reales proyectados, especialmente ahora que se sabe que, por tratar de inventar el agua azucarada, provocaron una caída en la carga tributaria. ¡Como si no fuera suficiente para ahuyentar la inversión el estar revolviendo a cada rato nuestra normativa tributaria!
Estamos seguros que si no hubiese habido reforma tributaria, los niveles de inversión real en el país habrían crecido a otro ritmo y, sumado a la recaudación que ya se tenía cuando asumió el gobierno proponente de tal reforma, en enero 2012, la misma habría crecido de manera natural porque se le dio estabilidad a quienes nos tienen en mente, como país, para venir a invertir, y las cosas pintarían mucho mejor para todos.
Por otro lado, los altísimos niveles de corrupción que actualmente imperan en las esferas gubernamentales, en la administración de justicia, en el aparato legislativo y en el sector privado, hacen que todo esfuerzo por endeudar el país, sea inútil. Podemos continuar endeudando nietos, bisnietos, tataranietos, choznos y hasta quintonietos, y jamás habrá desarrollo en un país que vive una orgía de depravación con la utilización de sus exiguos recursos.
Además, más que una falacia es una inmoralidad en la que se envuelven, además, los organismos financieros internacionales, especialmente aquellos que se dedican al desarrollo y que hasta llevan ese nombre, que la deuda con que están agobiando al país sirva para pagar sueldos de la administración y, encima, se sigan montando aumentos desmedidos de sueldos sobre la base de un dinero que no existe, porque es deuda. ¿Acaso no ven cómo estuvieron a punto de reventar varias economías europeas ante desmadres parecidos?
En 1998, con la creación de la SAT, se quiso dar independencia al ente recaudador: falacia.
Las intervenciones en las aduanas del país las declaran un éxito porque subieron la recaudación en un monto insignificante: ¡falacia!
En materia tributaria todo está al revés. Hasta la prensa coadyuva a esto entrevistando, como expertos en el tema, a algunos personajes que tienen responsabilidad en todo este embrollo, que así como los hay exitosos, hay de los otros, y la prensa les da cabida a ambos, ayudando a confundir más a la ciudadanía.
Ojalá haya mentes claras en el futuro cercano del panorama tributario guatemalteco. Por nuestra parte, seguimos creyendo que quienes se merecen toda una oportunidad para salir adelante son las personas que tienen años de buscar trabajo y no encuentran, o de tener un trabajito que apenas da para sobrevivir y quieren optar a algo mejor, y solamente con normativa legal clara, reglas claras y mucha estabilidad lograremos, como país, ir generando ese ambiente de confianza que es necesario para producir más y mejor.
En décadas de fijarnos en el acontecer nacional, jamás vimos una reforma tributaria tan poco meditada; ni siquiera la que promovió el presidente Vinicio Cerezo, en su momento, que provocó la paralización de actividades del sector privado.
Fue precisamente esa precipitación, y no los posteriores fallos declarando la inconstitucionalidad de algunos artículos, los que convirtieron esa reforma tributaria en un fracaso, pues produjo exactamente los efectos opuestos a los que pretendían sus proponentes y, para su mayor malestar, los que los autodenominados "libertarios" predijeron.
Hay otro refrán que dice: "¿Quién con una luz se pierde?". Pues ya vemos que de todo pasa en nuestro país.
Otra falacia es que, como la reforma tributaria fracasó y las predicciones de recaudación no se están cumpliendo, el Estado debe endeudarse más para suplir con compromisos contraídos en moneda dura, en el Presupuesto General, lo que no somos capaces de recaudar por la vía de impuestos.
Lo que debe suceder es que el gobierno DEBE ajustar el Presupuesto General de Ingresos y Egresos del Estado, que así es como se denomina, equilibrando los egresos a los ingresos reales proyectados, especialmente ahora que se sabe que, por tratar de inventar el agua azucarada, provocaron una caída en la carga tributaria. ¡Como si no fuera suficiente para ahuyentar la inversión el estar revolviendo a cada rato nuestra normativa tributaria!
Estamos seguros que si no hubiese habido reforma tributaria, los niveles de inversión real en el país habrían crecido a otro ritmo y, sumado a la recaudación que ya se tenía cuando asumió el gobierno proponente de tal reforma, en enero 2012, la misma habría crecido de manera natural porque se le dio estabilidad a quienes nos tienen en mente, como país, para venir a invertir, y las cosas pintarían mucho mejor para todos.
Por otro lado, los altísimos niveles de corrupción que actualmente imperan en las esferas gubernamentales, en la administración de justicia, en el aparato legislativo y en el sector privado, hacen que todo esfuerzo por endeudar el país, sea inútil. Podemos continuar endeudando nietos, bisnietos, tataranietos, choznos y hasta quintonietos, y jamás habrá desarrollo en un país que vive una orgía de depravación con la utilización de sus exiguos recursos.
Además, más que una falacia es una inmoralidad en la que se envuelven, además, los organismos financieros internacionales, especialmente aquellos que se dedican al desarrollo y que hasta llevan ese nombre, que la deuda con que están agobiando al país sirva para pagar sueldos de la administración y, encima, se sigan montando aumentos desmedidos de sueldos sobre la base de un dinero que no existe, porque es deuda. ¿Acaso no ven cómo estuvieron a punto de reventar varias economías europeas ante desmadres parecidos?
En 1998, con la creación de la SAT, se quiso dar independencia al ente recaudador: falacia.
Las intervenciones en las aduanas del país las declaran un éxito porque subieron la recaudación en un monto insignificante: ¡falacia!
En materia tributaria todo está al revés. Hasta la prensa coadyuva a esto entrevistando, como expertos en el tema, a algunos personajes que tienen responsabilidad en todo este embrollo, que así como los hay exitosos, hay de los otros, y la prensa les da cabida a ambos, ayudando a confundir más a la ciudadanía.
Ojalá haya mentes claras en el futuro cercano del panorama tributario guatemalteco. Por nuestra parte, seguimos creyendo que quienes se merecen toda una oportunidad para salir adelante son las personas que tienen años de buscar trabajo y no encuentran, o de tener un trabajito que apenas da para sobrevivir y quieren optar a algo mejor, y solamente con normativa legal clara, reglas claras y mucha estabilidad lograremos, como país, ir generando ese ambiente de confianza que es necesario para producir más y mejor.
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