jueves, 8 de mayo de 2014

FALACIAS EN CUANTO AL FRACASO DE LA REFORMA TRIBUTARIA E INOPERANCIA DE LA SAT

     Dice el refrán popular que cuando el niño sale feo, le echan la culpa a la partera.  Esto puede aplicarse a los análisis que los "especialistas", por no decir involucrados e interesados, hacen de la fallida reforma tributaria e inoperante Superintendencia de Administración Tributaria, SAT.

     En décadas de fijarnos en el acontecer nacional, jamás vimos una reforma tributaria tan poco meditada; ni siquiera la que promovió el presidente Vinicio Cerezo, en su momento, que provocó la paralización de actividades del sector privado.

     Fue precisamente esa precipitación, y no los posteriores fallos declarando la inconstitucionalidad de algunos artículos, los que convirtieron esa reforma tributaria en un fracaso, pues produjo exactamente los efectos opuestos a los que pretendían sus proponentes y, para su mayor malestar, los que los autodenominados "libertarios" predijeron.

     Hay otro refrán que dice: "¿Quién con una luz se pierde?".  Pues ya vemos que de todo pasa en nuestro país.

     Otra falacia es que, como la reforma tributaria fracasó y las predicciones de recaudación no se están cumpliendo, el Estado debe endeudarse más para suplir con compromisos contraídos en moneda dura, en el Presupuesto General, lo que no somos capaces de recaudar por la vía de impuestos.

     Lo que debe suceder es que el gobierno DEBE ajustar el Presupuesto General de Ingresos y Egresos del Estado, que así es como se denomina, equilibrando los egresos a los ingresos reales proyectados, especialmente ahora que se sabe que, por tratar de inventar el agua azucarada, provocaron una caída en la carga tributaria.  ¡Como si no fuera suficiente para ahuyentar la inversión el estar revolviendo a cada rato nuestra normativa tributaria!

     Estamos seguros que si no hubiese habido reforma tributaria, los niveles de inversión real en el país habrían crecido a otro ritmo y, sumado a la recaudación que ya se tenía cuando asumió el gobierno proponente de tal reforma, en enero 2012, la misma habría crecido de manera natural porque se le dio estabilidad a quienes nos tienen en mente, como país, para venir a invertir, y las cosas pintarían mucho mejor para todos.

     Por otro lado, los altísimos niveles de corrupción que actualmente imperan en las esferas gubernamentales, en la administración de justicia, en el aparato legislativo y en el sector privado, hacen que todo esfuerzo por endeudar el país, sea inútil. Podemos continuar endeudando nietos, bisnietos, tataranietos, choznos y hasta quintonietos, y jamás habrá desarrollo en un país que vive una orgía de depravación con la utilización de sus exiguos recursos.

     Además, más que una falacia es una inmoralidad en la que se envuelven, además, los organismos financieros internacionales, especialmente aquellos que se dedican al desarrollo y que hasta llevan ese nombre, que la deuda con que están agobiando al país sirva para pagar sueldos de la administración y, encima, se sigan montando aumentos desmedidos de sueldos sobre la base de un dinero que no existe, porque es deuda.  ¿Acaso no ven cómo estuvieron a punto de reventar varias economías europeas ante desmadres parecidos?

     En 1998, con la creación de la SAT, se quiso dar independencia al ente recaudador: falacia.

     Las intervenciones en las aduanas del país las declaran un éxito porque subieron la recaudación en un monto insignificante: ¡falacia!

     En materia tributaria todo está al revés.  Hasta la prensa coadyuva a esto entrevistando, como expertos en el tema, a algunos personajes que tienen responsabilidad en todo este embrollo, que así como los hay exitosos, hay de los otros, y la prensa les da cabida a ambos, ayudando a confundir más a la ciudadanía.

     Ojalá haya mentes claras en el futuro cercano del panorama tributario guatemalteco.  Por nuestra parte, seguimos creyendo que quienes se merecen toda una oportunidad para salir adelante son las personas que tienen años de buscar trabajo y no encuentran, o de tener un trabajito que apenas da para sobrevivir y quieren optar a algo mejor, y solamente con normativa legal clara, reglas claras y mucha estabilidad lograremos, como país, ir generando ese ambiente de confianza que es necesario para producir más y mejor.

      

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