martes, 18 de agosto de 2009

DAN POR FRACASADA LA GESTIÓN DE OSCAR ARIAS

En la sección internacional del Diario El País, de España, de fecha miércoles 19 de agosto de 2009, se da por fracasada la propuesta del presidente Oscar Arias, de Costa Rica, para restituir en el poder al ex presidente y ahora alborotador internacional, Manuel Zelaya.

Esto no es noticia para nosotros, atentos a quién es quién y a la política centroamericana, de modo que desde que supimos por la prensa de la oportuna gripe AH1N1 del presidente Arias, entendimos que se daban por finalizadas las rondas de negociación y, con ello, terminado el ofrecimiento que hiciéramos de proponerlo para un segundo Premio Nobel.

Lo que sí es noticia es el nuevo intento de mediar por que el mal denominado Acuerdo de San José (porque si fuera "acuerdo" no estaríamos escribiendo sobre el mismo), sea aceptado por "los poderes hondureños".

La Vicepresidenta Primera del Gobierno Español, María Teresa Fernández de la Vega, quien trasladó la postura española y de la UE sobre el conflicto hondureño, declaró que "Los Acuerdos de San José son muy razonables. No hay otro camino y así deben entenderlo quienes pretenden violentar los márgenes de la legalidad". Nosotros decimos: si el órgano electoral hondureño ya declaró que es inconstitucional adelatar las elecciones, y ésta es una de las premisas del inapropiadamente llamado Acuerdo de San José, ¿quién debe entender qué con relación a la pretensión de violentar los márgenes de la legalidad hondureña?

Bien harían los Presidentes, Vicepresidentes, Cancilleres, Secretarios Generales y cualquier persona sensata que le interese el caso, en leer las partes conducentes de la Constitución hondureña. Nosotros condenamos el Golpe de Estado desde sus inicios, pero entendemos que el retorno del ex-presidente Manuel Zelaya, bajo los términos que la llamada Comunidad Internacional quiere, son imposibles, a menos que quieran provocar un derramamiento de sangre innecesario.

El pueblo hondureño y sus instituciones merecen más respeto y comprensión, no la ingerencia en sus asuntos internos.

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