lunes, 16 de mayo de 2011

ESA DECISIÓN DEL 11 DE MAYO DE 2011

Es difícil tener una visión completa del panorama político guatemalteco que involucre no sólo quién es quién, hoy, sino una proyección dinámica de quién podría ser, y qué, en tal o cual tiempo.

Los escenarios políticos son de todos los colores, olores y sabores; algunos pertenecen al pasado, y estos son los que nos sirven para calcular, mal que bien, lo que podría ser el futuro cercano, el mediano y el largo plazo.

Las cuestiones de todos los días sólo son elementos que llegan a matizar, cada vez mejor, el pasado, del cual debemos sacar provecho para interpretar lo que se viene.

Entusiasmados, cuando por primera vez nos involucramos, por llegar a aportar positivamente y a cambiar las cosas para bien, nos metimos en el tema político. Hoy, casi 24 años después, nos damos cuenta que hemos venido navegando contra la corriente. Seguimos tratando de ser el mismo, aportando nuestras ideas y accionar, en lo que se puede, en forma positiva, pero la calidad de la vida ciudadana, el desorden institucional, los niveles de corrupción, ese terrorismo gubernamental, la falta de transparencia en las compras y contratación de servicios, la falta de respeto mínimo a la ley y hasta a la Ley Fundamental, campean más impúdicamente que en aquellos días de agosto de 1987 en que decidimos involucrarnos y dejar de criticar sin tener realmente el conocimiento de cómo funcionan las cosas por dentro.

Ese entusiasmo que mencionamos fue bien abonado por nuestra primera experiencia pública, la del gobierno municipal.  Luego, con el proceso enmarcado dentro de la Agenda de Esquipulas, en esa búsqueda de la paz de Centroamérica por los centroamericanos, participamos del entusiasmo por fundar el Parlamento Centroamericano, institución en la cual pudimos aprovechar el tiempo para aprender y para pulir habilidades oratorias y la capacidad de expresar las ideas de una manera más ordenada y comprensible para todos.

En ese ir y venir en las diferentes legislaturas del Parlamento Centroamericano también tuvimos ocasión de asumir otros retos, tan disímiles unos de los otros, pero siempre con el afán de aprender, de hacer las cosas lo mejor que se pudiera y con la convicción de que los cargos no son eternos y que, al salir, debíamos dejar una mejor institución que la que recibimos.

Así, nos integramos a la Banca de Desarrollo con el Banco Centroamericano de Integración Económica, BCIE, el cual logramos movilizar de tal manera, con el apoyo de un pequeño equipo de colaboradores (éramos 4 personas en total), que el BCIE hizo por Guatemala más, en esos cuatro años (de 1996 a 2000), que los 36 años anteriores, juntos. 

Otro reto importante en nuestra vida pública fue integrarnos al equipo que llegó a rescatar, del desastre en que estaba, el Registro General de la Propiedad, una institución noble y centenaria que no funcionaba porque su sistema informático "lo habían colapsado" y, encima, no había dinero para sacarlo adelante, cargo que ocupamos 4 años y 3 meses (2004 a 2008) y que sirvió para que dejáramos una institución que ahora es reconocida por el Banco Mundial como el Mejor Registro de América Latina y el Caribe.

Paralelamente, en esos años nos tocó, también, ser fundadores del Registro de Información Catastral, RIC, institución que quedó encaminada pero, entendemos, ha sido totalmente politizada durante este gobierno (nos referimos al de Álvaro Colom y Sandra Torres), sirviendo las plazas disponibles, que estaban contempladas para hacer trabajo técnico y jurídico, de botín político, hasta donde sabemos.

Luego, con las vergüenzas que implican en el ámbito internacional los asesinatos políticos, los divorcios a la carta y las candidaturas ilegales, nos toca contemplar cómo se nos ha venido encima, asqueándonos, desde el entorno más regional del Parlamento Centroamericano (lo cual nos permite tener una visión un poco más general del panorama, y objetivamente desapasionada, que el que pudiera tener, por ejemplo, un diputado del Congreso de la República), el actual proceso electoral.

Nuestra independencia de criterio con relación a quién es quién, tanto de partidos políticos como de candidatos, con sus componendas y sus aspiraciones legítimas, las analizamos desde una panorámica estéril, pues no tenemos pertenencia activa, en este momento, ni siquiera a un partido político, ya que, desde que renunciáramos a la Secretaría de Actas del Partido de Avanzada Nacional, PAN, (seguimos inscritos en el TSE como afiliado), el único partido político al cual hemos pertenecido en este casi cuarto de siglo, (donde fuimos fundadores y Presidente del Grupo de Juventudes, Secretario de Relaciones Exteriores y de Actas, y delegado del Comité Ejecutivo Nacional en varios departamentos), no hemos deseado incorporarnos a ningún otro, aunque hemos recibido algunas cordiales invitaciones que hemos agradecido en su oportunidad y dejado pasar.

La razón de ser de un político, a nuestro entender, es prepararse y someterse al criterio de la ciudadanía para ocupar cargos de importancia para llevar a cambiar el estado en que están las cosas.

Hoy, con la experiencia acumulada y con esa característica de llamar al pan, pan, y al vino, vino, estamos seguros que podríamos no sólo elegirnos para el Congreso de la República o reelegirnos para el Parlamento Centroamericano, sino que podríamos encabezar alguno de esos listados de candidatos a diputados, pero no hay, hoy, partido político que merezca ese esfuerzo de nuestra parte, y las constantes cavilaciones tienden a llevar las decisiones que harán de nuestro actuar político, en estos días, por otro lado.

Convencidos que esa Mano Invisible nos ha guiado todos estos años por toda esa serie de experiencias para enriquecernos intelectualmente, para enseñarnos, para diferenciarnos de los demás porque hemos vivido la manera de administrar, de rendir cuentas, de tratar con personal, con comunidades del interior, con sindicatos y con lo más importante: con el público usuario; de resolver problemas complejos que requieren no sólo ideas novedosas sino la conformación de los mejores equipos de profesionales y el valor necesario para tomar decisiones e implementarlas, llegamos a la conclusión que la carrera, como político, en este momento, debe tener un giro distinto y, también, diferenciado.

Mientras todos, o casi todos, andan viendo cómo se colocan en los listados que este año se someterán a consideración de la ciudadanía, nosotros hemos venido viendo, meditando y, finalmente, tomado la determinación de abstenernos, en estos momentos, de participar en la política partidista activa. ¡Nos ha llegado a asquear!

Un poco venimos influenciados por la falta de dinámica del Parlamento Centroamericano (institución que nos atrevemos a criticar porque también lo hacemos de frente y desde adentro), la cual tiene que reformarse y cambiar si, finalmente, se desea que sobreviva. Hemos sido, quizás, el único diputado que ha pedido su clausura desde su propia Asamblea Plenaria.

Cansa y hastía la falta de seriedad con que muchos de los diputados centroamericanos ven al Parlamento. Es, a veces, desesperante, navegar contra la corriente, una que a veces es más proclive a las ilegalidades, como toda la batalla legal que tuvimos en tiempos de "La Coordinación" (cuando asumió ilegalmente la presidencia Gloria Oquelí de Macoto), que en este espacio quedó documentada; o a veces más proclive a la estulticia, como defender a Muhamar Gadafi, a capa y espada, aunque aquél no sepa ni qué es el Parlamento Centroamericano y salga a provocar bombardeos a civiles, asesinatos a población indefensa y violaciones de mujeres que no piensan como él.

Hemos llegado al momento de decir, como se indica arriba, en reuniones de la Bancada de Guatemala o de Asamblea Plenaria, que mejor cerremos la Institución, por esa falta de amor y de compromiso que vemos, porque muchos prefieren aprovecharse para viajar, para cobrar sin trabajar (como últimamente lo está haciendo el más sonado de los ex Presidentes de un país vecino, de apellido Zelaya para mayores señas) o para cualquier cosa, menos para la agenda política de la integración.

Ha llegado el momento en que voluntariamente ceda ese espacio en el Parlamento para que alguien, con sangre nueva, con ideas frescas y representando, quizás, a otro sector de la ciudadanía, lleve sus propias batallas, pues nunca hemos estado aferrados a puesto alguno y no será la primera vez que voluntariamente no nos postulamos, pues ya lo hicimos en 1999, en que la ley interna del Banco Centroamericano de Integración Económica (el artículo 19 del Convenio Constitutivo, según tratamos de recordar), nos lo impedía, pero el argumento de quienes me instaban a hacerlo es que nadie se iba a enterar, como efectivamente algunos ex Directores de dicho banco así lo han hecho en algunos cargos y nadie les ha reclamado nada.

Es que el respeto a la legalidad no se hace por si alguien se fija o no. ¡Eso es listura! El legado que le queremos dejar a hijos (que jamás nos han visto colarnos en una fila o pasarnos un semáforo en rojo), nietos y ciudadanía en general, es que la ley está para respetarse, y ese respeto es intrínseco de cada quien, eminentemente personal, no depende de si los demás se dan cuenta o no de nuestras violaciones legales. Basta con saberlo uno mismo para determinar no sólo que está mal, sino que, así, las cosas no se hacen.

Proyectamos los escenarios al futuro cercano y más nos damos cuenta de lo importante que es contar con casi un cuarto de siglo de experiencia en todas las ramas: en el gobierno municipal, en el gobierno central, en la banca de desarrollo, en el aspecto parlamentario.

Conocemos del trato con la gente, de trabajar con las comunidades, de cómo armar un proyecto y qué requisitos piden los entes financieros multilaterales y, sobre todo, tanto año de diputado nos ha enseñado a escuchar a los demás y a esperar el momento apropiado para dar a conocer nuestra línea de pensamiento, para forrar esas ideas primarias con los mejores elementos de que disponemos y, así, lograr expresarnos mejor y convencer a los demás por el peso de los argumentos.

Todo ese caudal de experiencias no puede desperdiciarse. Como intelectual, creemos que debemos prepararnos para retos mucho mayores, pues sentimos que estamos templados como el acero y en la mejor etapa de la vida para dar y para aportar en otros escenarios.

Hoy podemos escribir, involucrarnos y proponer, pero hemos analizado todo y ése no es nuestro destino en estos momentos.

Al finalizar nuestro mandato como diputado, el 28 de octubre de 2011, habremos culminado lo más sagrado que un político puede ser: representar, con dignidad, con honor, con honradez, con valor, los intereses de una ciudadanía que, a través del voto, ha confiado en uno.

Al finalizar ese mandato estaremos en la llanura, que es desde donde estamos convencidos que deben surgir los verdaderos líderes que estén dispuestos a encabezar un movimiento de cambio que tenga que ver con la gente y no con canciones, con publicidad o con técnicas mercadológicas.

No tener partido político nos ha dado una independencia increíble para decir y opinar en la Asamblea Plenaria del Parlamento Centroamericano. No tener partido político nos dará la independencia de salir a hablar con las personas para armar algo nuevo, algo distinto que pueda ser interesante para todos, que conlleve la fuerza innata de la población, especialmente de los que durante nuestra experiencia como portavoz electo hemos denominado "Los sin Voz", esos hombres y mujeres, jóvenes, ancianos o en su mejor momento que por su pobreza, por su buena fe, por su ignorancia y sus carencias son la mayoría de las veces manipulados y engañados, y que en nosotros siempre han tenido esa voz que los defiende, que prevé sus circunstancias y sus necesidades.

No tendremos el dinero ni la gente, hoy, para armar un proyecto nacional que haga historia, pero sí la claridad de ideas, la experiencia y la convicción para continuar un proyecto que inició hace ya tantos años y que todos los políticos de altos vuelos debieran comenzar por donde nosotros hemos iniciado: aprendiendo, haciendo, asumiendo el reto y completando las tareas, una a una, sin saltarse etapas, mojándonos las botas.

Ya el tiempo y la gente dirán... Nosotros hemos aguzado los sentidos, pero al fin y al cabo, ¡es esa Mano Invisible la que manda!

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