Calma Chicha es el término que, en marinería, se le da a a circunstancia de que no sople viento sobre el mar, de manera que se dificulta o se impide la navegación a vela y, por consiguiente, se cae en una situación en que no se va a ningún lado.
En política, después de un proceso electoral que ha finalizado con la escogencia de las autoridades que todavía no asumen, pero que habrán de ocupar los más altos cargos de la Administración Pública, y hasta tanto no asuman este importante papel, suele asumirse que existe algo así como una calma chicha.
Para quienes tenemos tiempo de observar estos fenómenos político sociales, no hay que confundir la ausencia de propaganda electoral, de foros y debates entre políticos y hasta programas de opinión y análisis periodístico con la verdadera importancia que este período, previo al inicio del ejercicio de poder político conquistado en las urnas, tiene.
Lo que sucede es que en estos momentos es que los futuros gobernantes (recordemos que en Guatemala la figura Vicepresidencial no es decorativa o de simple sustitución del Presidente cuando falte, como en otros países, sino un puesto con verdaderas facultades y atribuciones contempladas en la Constitución Política), ambos, están conformando su equipo de gobierno (que es uno, integrado).
De ahí deriva la importancia de lo que, desde afuera, no podemos ver. La capacidad que tengan los futuros gobernantes para integrar a dicho equipo de gobierno a las mejores personas que se pueda, para cada uno de los puestos de importancia, derivará en la confianza o falta de la misma que la ciudadanía, en general, vaya teniendo en su gestión gubernamental.
El estilo personal de implementar las medidas administrativas, las políticas de largo plazo, de establecer la relación con la parte legislativa del Estado, será de vital importancia para el desempeño futuro de las actividades de gobierno y el desarrollo del país, desde el clima de negocios, el funcionamiento de la economía, la funcionabilidad del sistema de compras y contrataciones, la disponibilidad personal para pagar impuestos, etcétera.
De nada sirve, para el bien de un país, que gane la contienda política el mejor candidato y que no se tenga la capacidad de convocar un buen equipo para hacer gobierno.
Es en estos momentos en donde la sola evocación de la patria debiera pesar al momento de escoger, para un puesto, al mejor ciudadano o al tenaz colaborador de campaña, a la mejor profesional o al financista de otros tiempos, a la persona con la debida experiencia o al amigo, familiar o compadre.
Es más, el ejercicio de gobierno siempre se finaliza calificando por la prensa, por la opinión pública generada a través del paso del tiempo, y no es sino a través de las acciones de las personas que hoy están escogiendo que las autoridades electas podrán actuar en el futuro.
Terminamos por esperar que el gobierno que se instalará el próximo 14 de enero de 2012 no sea menos que lo mejor que nuestro país pueda dar, dentro de su intelectualidad, para sacar adelante una situación que, precisamente por haber estado en las manos equivocadas estos últimos años, es verdaderamente caótica y necesita ingenio, valentía, honradez y perseverancia para revertirla y sacarla adelante.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario