El 28 de octubre de 2011 finalizó el período para el cual fuimos electos por los ciudadanos guatemaltecos para representarlos en el Parlamento Centroamericano, aunque realmente se entregó el cargo el día 27 de octubre por otro desafortunado fallo de la Corte Centroamericana de Justicia, que preferimos no cuestionar por lo baladí, que confunde el período para el cual fuimos electos conforme al Derecho Interno de Guatemala con el Principio Procesal de que los plazos se vencen en la víspera; pero eso es harina de otro costal.
Resultamos electos, en 2003, propuestos por la alianza de tres partidos que se denominó GANA (que no hay que confundir con el posterior partido político GANA), proveniente de lo que en aquel entonces se llamó el movimiento 17-M o algo parecido, término utilizado para señalar a quienes, sin haber renunciado al Partido de Avanzada Nacional, PAN, continuábamos apoyando la candidatura a la Presidencia que Oscar Berger había ganado, en buena lid, en las elecciones internas de ese partido político, a pesar de que el Secretario General de ese entonces, Lionel López Rodas, se negó a inscribirlo como tal en el Tribunal Supremo Electoral.
El cargo como diputado fue asumido hasta finales del mes de mayo de 2008, a pesar de haber comenzado esta legislatura desde el 28 de octubre de 2006, pues en ese momento todavía teníamos la enorme carga de terminar de enderezar el Registro General de la Propiedad, luego del colapso informático que tuvo en mayo de 2003.
Al ver las cosas tan poco claras con el actual gobierno de Álvaro Colom, le presentamos la renuncia irrevocable al cargo de Registrador Sustituto de dicha Institución y procedimos a tomar posesión del cargo de elección en el foro político regional.
El Parlamento Centroamericano cumplió este año su XX aniversario. No es una institución perfecta pero sí es perfectible en la medida que, algún día, encuentre diputados dispuestos a proponer las modificaciones necesarias y una Reunión de Presidentes que, por fin, entienda que hay que efectuarle algunos cambios importantes a su marco legal para que deje de ser tan poco funcional como hasta ahora.
Su Asamblea Plenaria está conformada por diputados electos de seis países que, dicho sea de paso, conforman el foro político de más amplio espectro del mundo, pues ni la Duma rusa, ni el Congreso de los Estados Unidos, ni el Congreso Nacional del Partido Comunista Chino, ni el Parlamento Británico, ni el mismísimo Parlamento Europeo, que es el que más se asemeja a nuestro foro, tienen en su seno representantes más extremistas que el Parlamento Centroamericano, en cuya Asamblea Plenaria toman la voz, algunas veces, ex Comandantes Guerrilleros, ex torturadores y ex torturados, ex militares, ex Jefes de Escuadrones de Derecha, así como radicales verdes y toda suerte de líneas de pensamiento.
En dicho foro pretendimos llevar la representación especial de aquellos ciudadanos que no suelen tener voz, y en todas y cada una de nuestras intervenciones tuvimos presente el imaginario de sus designios a la hora de depositar su voto por nosotros.
De esa cuenta, sometemos al escrutinio de la ciudadanía acuciosa no sólo las actas, que contienen a versión abreviada y formal de la discusión de los diversos puntos sometidos a su consideración, sino los diarios de debates, documentos que recogen la transcripción literal de lo que ahí sucedió, sesión por sesión.
Podemos decir, con la frente en alto, que nos retiramos con un ciento por ciento de asistencia, que no devengamos un solo centavo en viáticos ni en viajes, a pesar de que estuvimos en todas las actividades programadas en otros países, como Panamá, República Dominicana, El Salvador y el interior de Guatemala, a donde nos trasladamos, hospedamos y alimentamos con nuestros propios recursos económicos.
El tema de la disciplina para asistir a las Asambleas Plenarias y demás actividades convocadas, como las sesiones de las Comisiones Permanentes, puede pasar desapercibido para las grandes mayorías, pero a nosotros nos enorgullece haber estado presente en la totalidad de actividades, y de haberlo hecho desde la hora programada, antes de que se pasase lista por primera vez para efectos de establecer el quórum, el que normalmente se lograba conformar hasta que se pasaba lista por tercera y última vez.
Sólo hubo en este período una propuesta de viaje que los demás miembros de la Comisión Política y de Asuntos Partidarios pidió a la Junta Directiva que quien escribe asistiera: un evento de lucha en contra de la corrupción en el mundo, que se llevó finalmente a cabo en México, el cual aprobó dicha Junta Directiva pero para uno de sus miembros que ni siquiera regresó a rendir informe sobre la actividad.
La defensa de la legalidad, el orden jurídico y los principios democráticos nos llevó a demandar la nulidad de elecciones de Junta Directiva ante la Corte Centroamericana de Justicia, pues nuestra formación académica y el sentido común no nos permitió tragarnos el cuento de que los Observadores de República Dominicana tuvieran facultades de diputados electos para elegir y ser electos en un cargo de tal naturaleza.
La Corte Centroamericana de Justicia paró dándonos la razón uno o dos días antes de que la Coordinadora de Debates, Gloria Guadalupe Oquelí, entregara el cargo de Presidenta del Parlamento Centroamericano que, en forma espuria, ocupó todo ese año con el apoyo de las facciones ideológicas de izquierda, incluyendo a los magistrados sandinistas ante dicha Corte Centroamericana.
Gracias a esa demanda, República Dominicana entró en razón y procedió a elegir a sus diputados centroamericanos, como corresponde, de manera que el 28 de octubre de 2011 fue electo, por primera vez, un Presidente dominicano para dicho foro regional.
La consciencia de la representación democrática que ostentamos este tiempo nos hizo ser, probablemente, el único diputado centroamericano que, desde adentro, y cuando las cosas se pusieron verdaderamente difíciles por el peso enorme que ejercieron las mayorías sobre la ilegalidad con tal de ver cumplidos sus propósitos, que se atrevió a levantar la voz para sugerir que mejor se clausurase el Parlamento.
Por supuesto, ahora que la legalidad ha tomado de nuevo su cauce, no pretendemos insistir en el cierre de dicha Institución, pero sí sostenemos, como lo pusimos a veces por escrito y lo manifestamos de viva voz, que urge reformar su estructura, pues veinte diputados electos más el ex Presidente y el ex Vicepresidente son representaciones muy grandes y, por ende, onerosas para nuestras economías. La oposición es grande, por supuesto, bajo el argumento de que las minorías se podrían quedar sin representación, pero nosotros somos de los políticos que podemos trabajar con las minorías, pero creemos que si el electorado no les dio los votos suficientes para existir, es porque no convencieron con sus argumentos y sus estrategias y, por ende, la composición de los miembros que la conforman tiene que ser diferentes.
Fuimos criticados, con un sano sentido de la modestia también afirmamos que fuimos admirados, y morimos varias veces con las botas puestas, con argumentos pensados, bien fundamentados y muchas veces razonados en las votaciones para el beneficio de que las generaciones futuras puedan estudiar mejor los motivos que nos inspiraron.
Decir y sostener reiteradamente que ahora no se trabaja en el Parlamento Centroamericano ni la mitad de lo que se trabajaba cuando se inició la Institución no nos hizo, precisamente, de los diputados más populares, especialmente con quienes fomentan la haraganería y se llegan, como se dice, a colgar de la hamaca, pero en cuanta ocasión tuvimos para hacerlo ver, recordarlo e insistir en el tema, lo hicimos, pues consideramos que quienes nos eligieron hubiesen querido que alguien hiciera y dijera algo al respecto.
Como la estulticia va de la mano con la arrogancia y la falta de educación, la defensa de este tipo de posiciones también nos acarreó retos de otra naturaleza, como la de salir a la calle a darnos de trompadas, pero la educación que nos dieron en casa, nuestra formación dentro del arte marcial y la escala de principios y de valores que inspiraban nuestros propósitos, pudieron más que la poca estatura, en todo sentido, de quien proponía tales disparates, y no caímos en la trampa.
Parte de nuestra falta de interés en buscar la reelección es, precisamente, el sentimiento de malestar que provoca, cada vez que uno recibe el pago por sueldo y por dietas, de que no se hace lo suficiente. Algunas ideas al respecto quedaron plasmadas en el ensayo que se refiere a la decisión que, en ese sentido, tomáramos el 11 de mayo de 2,011. No es nuestra costumbre cobrar por no hacer nada o por hacer poco.
Con la sensación del deber cumplido, venimos ahora, aprovechando el espacio que nos brinda la tecnología, a escribir estas pocas líneas a manera de rendición de cuentas con el electorado, en un afán que abarca un cierre que sentimos que debemos tener todos los funcionarios electos alguna vez por el pueblo, que nos elevó a la posición que ahora hemos dejado y que siempre merece un informe final de nuestras actividades, de nuestro comportamiento, del valor que le hemos dado, o no, al mandato conferido.
No sabemos si algún día hemos de volver a representar al electorado guatemalteco en el Parlamento Centroamericano o en algún otro cargo en el que nos dé su beneplácito, pero con el agradecimiento a Dios por habernos guiado y protegido, y a quienes en su oportunidad nos beneficiaron con su preferencia en la papeleta de votación, damos por terminado el presente ciclo con este sencillo informe que, reiteramos, debiera ser ampliado algún día por investigadores en las fuentes ya indicadas.
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