jueves, 8 de mayo de 2014

EL MODELO POLÍTICO HEREDADO Y LOS RETOS PARA MEJORARLO

     Muchos de los problemas de gobernabilidad del país se deben a actitudes personales de quienes, temporalmente, son nuestras autoridades, pero la mayoría de los mismos son consecuencia de estructuras legales que, quizás con buenas intenciones en algunos casos, han demostrado que son equivocadas.

     Una de ellas es la reforma constitucional de 1993, a la cual le debemos la politización de los magistrados de la Corte Suprema de Justicia, quienes pasan casi la mitad del año en pugnas por dilucidar quién habrá de ocupar la presidencia de ese Organismo del Estado en lugar de dedicarse a su campo tan especializado.

     Como los políticos hemos fallado (no hemos estado involucrados personalmente en ninguno de los actos legislativos que comentaremos, pero asumimos la responsabilidad por considerarnos políticos), hemos tratado de involucrar en las decisiones, que debieran ser tomadas únicamente por políticos, a las universidades, a los colegios profesionales y, como por inercia, a diversos grupos de la denominada sociedad civil.

     Tal es el caso de las Comisiones de Postulación que entran a funcionar para nombrar varios funcionarios.

     Cada ciudadano que, por decisión propia, se va incorporando al mundo de la política, no es culpable del sistema que está heredando, pero sí lo es del que, al paso de los años y dejar de serlo, le heredará a sus hijos y nietos.  Lo mismo puede decirse de quien, desde lejos y sin involucrarse, solamente ve pasar las cosas.

     Cambiar un sistema político que, como el nuestro, está desacreditado, es confuso, corrupto, deshonesto, injusto y frágil, por decir poco, es una tarea de titanes.  Una persona, por bien intencionada que sea, es capaz de emprender los cambios pero quién sabe si tendría el poder o la energía necesaria para concretarlos sin el apoyo de muchísima más gente.

     Cambiar un sistema político obsoleto y casi fracasado o, por lo menos, desacreditado, comienza por que la mayoría ciudadana, aunque no acompañe como activista político a quien encabece una cruzada de esta naturaleza o sea su simpatizante en lo personal, por lo menos esté de acuerdo con que el entorno para hacer negocios, para que le vaya bien económicamente, debe ser lo más estable posible; que no se puede vivir en sociedad sin que haya dirigentes políticos, sistema político, administración de justicia, etcétera; que la manera como se vienen haciendo las cosas ya demostraron su inutilidad para generar confianza, seguridad y crecimiento económico y, por lo tanto, está en su mejor interés ver que llegue sangre nueva a nutrir las instituciones con ideas novedosas, creatividad, y se apoye para que los cambios que el país necesita, en lo político, en lo público, se den para beneficio de nuestra vida en común, es decir, la de todos.

     Hablamos de una verdadera cruzada, y quien tenga una visión de país de largo alcance, comprenda las diversas "Guatemalas" que conviven juntas y dirija esos cambios tan necesarios para crecer como país, también se nutrirá de la energía que ese ciudadano de a pie, con tan sólo su apoyo, le brinde, pues es seguro que todo cambio de nuestras leyes, aunque vaya en beneficio de las grandes mayorías, de la gente que no tiene voz, generalmente, en los asuntos del país, tendrá grandes opositores y hasta detractores.

     Sin embargo, nosotros soñamos, en nuestro intacto idealismo, con que, algún día, esas grandes mayorías puedan unificarse por lo menos en el sentido de cambiar ese marco jurídico que, poco apolillado porque no es tan viejo, sí está torcido porque fue mal diseñado, mal cortado, mal pegado y mal clavado, afectando todo lo que debiera hacer brillar y resaltar.

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