Otra decisión importante, de esa época (entre 1996 y 1997), fue la de apoyar económicamente el Proyecto de Competitividad de Centroamérica que, en Guatemala, se convirtió en el Proyecto Nacional de Competitividad, PRONACOM, una interesante iniciativa trabajada por el Instituto Centroamericano de Administración de Empresas, INCAE, y la Universidad de Harvard, en Estados Unidos de América.
Este último proyecto es al que, hoy, deseamos referirnos, pues se trata de una "criatura" que vimos nacer desde sus inicios y a la cual le tenemos especial aprecio porque nació y comenzó a funcionar en las instalaciones del BCIE, en Guatemala, durante nuestra gestión en ese Banco Regional de Desarrollo.
El gobierno de Guatemala no tenía presupuesto para alquilar un local para el programa pero sí estaba interesado en impulsarlo y tuvo la capacidad de convocar a un grupo destacado de empresarios y profesionales para comenzar a debatir sobre el mismo y darle impulso, de tal manera que, un par de años después, hasta le gestionó y consiguió un financiamiento con otro banco de desarrollo.
Fue en esa época y dentro de este proyecto que se comenzó a hablar, en Guatemala, de "clusters" y de "benchmarking", y tuvimos la oportunidad de contar, varias veces, con el acompañamiento personal de Jeffrey Sachs, profesor de la Universidad de Harvard y uno de los economistas más influyentes del mundo en términos de desarrollo sostenible.
Recordamos las interesantes discusiones del grupo, dentro de las cuales se tomó la decisión de trabajar únicamente tres temas, de tantos que había sobre la mesa de trabajo. Uno de ellos, el primero que asumimos, fue el "Cluster de la papa".
Era una época en que los productores de papa sufrían por la inestabilidad de los precios producida, en parte, por la inconsistencia de la oferta. Por otro lado, se sabía que las cadenas de comida rápida estaban importando casi toda la papa que, ya procesada y congelada, freían para el consumo, de modo que el país tenía que gastar dólares para comprar un producto que podíamos producir en el país y los productores producían variedades de papa que no le interesaban a la industria de procesamiento de alimentos.
Este es uno de los casos exitosos en donde la autoridad electa y la iniciativa privada representada por los empresarios y profesionales que formaban parte del Consejo del PRONACOM pudieron ponerse de acuerdo para establecer qué era lo que más convenía para la competitividad y el beneficio del país y, especialmente, para la multitud de campesinos productores de papa que hoy, prácticamente, surten Centroamérica y el sureste mexicano.
Hace años que dejamos la Dirección por Guatemala del BCIE y las reuniones del PRONACOM, pero hace unos días, en una de nuestras ocasionales visitas al mercado de La Terminal en la zona 4 de la capital guatemalteca, nos encontramos con una variedad de papas poco común. Al preguntar, se nos indicó que es la variedad "ICTA" (que quiere decir Instituto de Ciencia y Tecnología Agrícola), de modo que entendemos que ha de ser una variedad desarrollada por una prestigiosa entidad de gobierno, diseñada para su industrialización para suplir a quienes venden palillos de papa frita, más conocidas como "papas a la francesa".
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Una pequeña muestra de papas ICTA producidas en el altiplano guatemalteco. Compárese con el tamaño del celular.
Nada cuesta imaginar que, en este "cluster" salen ganando los productores, pues producen una variedad de producto que pueden vender a los grandes consumidores; ganan quienes antes importaban la papa, pues es lógico pensar que la podrán adquirir a mejores precios, ya que no hay transporte de congelados de país a país, ni seguros de viaje ni impuestos de importación de por medio; ganan los consumidores al obtener un producto de igual calidad a un precio más accesible y ganan el gobierno y la paz social porque hay más oportunidades de trabajo e ingresos en las áreas rurales y, por ende, algún ingreso extra por impuestos al consumo.
Si tan sólo los gobiernos repensaran todos los procesos en que se involucra a un usuario final que se llama ciudadano, o se impulsara en todos los ámbitos la competitividad del país, en lugar de ser un motivo de zozobra y de freno a las inversiones, todos viviríamos mejor.
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