martes, 25 de enero de 2011

ESCUADRONES PARAMILITARES FÁCILES DE PREVER

De un tiempo a acá, las pandillas, que en Guatemala denominamos "maras", han venido ensayando, poco a poco, con explosivos. Han sido vehículos estacionados el objeto de sus pruebas, pero esos tímidos intentos han pasado a otra fase, la del terrorismo que ha sido poco percibido con las voladuras de torres de transmisión de energía eléctrica, pero que ha quedado más que evidenciado con el acto salvaje de hacer explotar una mochila cargada de gasolina adentro de un autobús de transporte de personas, el cual ocasionó casi una decena de muertes y muchísimos heridos.

Afortunadamente, en este último caso, como lo dejé documentado en entrega anterior, las instituciones encargadas de la investigación actuaron diligentemente, lo cual dio con la casi inmediata captura de la mujer, joven y tatuada, que se encargó de llevar, activar y abandonar el artefacto explosivo en el autobús.

Sin embargo, la historia del actual gobierno es la de drenar los recursos destinados a brindar seguridad a la ciudadanía, tanto en prevención como en equipamiento, investigación, capacitación, contratación de más personal, etcétera. El colmo es que ahora se gradúan policías en la Academia diseñada para tal efecto, pero no hay recursos para darles un arma con la cual puedan salir a patrullar, o no hay vehículos porque están descompuestos, o simplemente no tienen gasolina para hacerlos funcionar. Patética, en este sentido, una fotografía reciente que publicó la prensa escrita, de varias motocicletas estacionadas, juntas, con una enorme capa de polvo o de tierra encima, como evidencia del tiempo transcurrido sin poderse utilizar.

Así las cosas, es fácil prever que, si le están pegando a las torres de transmisión de energía eléctrica en que confluyen grandes intereses económicos y sociales, sin que el Estado (ya no digamos este gobiernito) tenga la capacidad de investigar, de dar con los responsables, de capturarlos y de llevarlos a juicio con la finalidad de condenarlos y de retenerlos en prisión, alguna respuesta, de otra naturaleza, habrá de provocarse.

Es lo mismo que sucedió en Colombia cuando el Estado no tenía la capacidad de actuar en contra de las acciones hostiles de narcotraficantes en contra de la población.

Es cuestión de tiempo que se organice un ejército privado que supla esa investigación que debe ser institucional y que encuentre soluciones a los ataques terrotistas de las pandillas a la red de distribución eléctrica.

Lo malo es que, después de formados estos grupos, ¿qué otros males nos deparará el destino?

Es indispensable que los diputados del Congreso de la República dejen de jugar con la población, permitiéndole a los funcionarios del Organismo Ejecutivo, irresponsables casi sin precedentes, que hagan las transferencias que les den la gana a los programas clientelares de la Primera Dama.

Esa falta de acción o de capacidad para actuar nos está costando sangre y vidas. Ya basta de jugar con la población. Hay que poner el dinero detrás de las instituciones que deben salvaguardar nuestra seguridad y poner orden en este caos de país en que vivimos por culpa de unos pocos políticos que sólo quieren untarse la mano.

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