martes, 2 de septiembre de 2014

TODO ESTÁ ATADO. ANÁLISIS DE LAS CONSECUENCIAS DE SUBIR EL SALARIO MÍNIMO SIN ANÁLISIS PROFUNDO.

Los mejores tipos de salarios no son los más elevados,
sino los que permiten una amplia producción, empleo total
y el sostenimiento de las mayores nóminas
Henry Hazlitt
La Economía en una Lección, cap. XIX, pág.166,
5ta. edición, Unión Editorial, 2005.

     La cuestión del salario mínimo de los trabajadores tiene varias aristas o perspectivas desde donde puede analizarse, pero tal parece que quienes conforman la Comisión Nacional del Salario, CNS, la cual es un ente eminentemente técnico adscrito al Ministerio de Trabajo y Previsión Social, MTPS, solamente se enfocan en algunas de éllas.

     Para comenzar a externar las diversas ideas al respecto, debemos dejar establecido que todo, lo obvio y lo no aparente, está interrelacionado, desde quien provee el servicio de reparación de llantas de automóvil por su cuenta hasta el sueldo que gana un alto funcionario o ejecutivo de la iniciativa privada, pasando por la venta callejera de comida, los servicios bancarios, las ventas de supermercado o la fabricación en serie de cualquier elemento. Todo, absolutamente todo, está vinculado con lo demás a través de los precios de las cosas.

     La vinculación, hoy día, es todavía más compleja que hace 50 o 60 años, pues si antes casi todo funcionaba en economías de países prácticamente compartimentados frente al resto del mundo a través de aranceles y las mismas barreras de la comunicación, hoy todo está relacionado.  Esto lo tenemos que tener muy claro a la hora de establecer el precio del salario de algunos trabajadores, pues la movilidad del capital, que mueve a las empresas, es enorme.  Ya no tiene fronteras.

     Subir el monto del salario mínimo es beneficiar a algunas personas, por supuesto.  Por eso es que se hace.  Pero hay que tomar en cuenta que, al hacerlo, no se beneficia a las mayorías, especialmente estas que son las más desprotegidas. Recordemos que en Guatemala solamente un 17% de la población trabaja en la formalidad a la que, hipotéticamente, se puede beneficiar de un aumento del salario mínimo, pero que el restante 83% de la población, o trabaja en la informalidad, quedando fuera de cualquier beneficio de esta naturaleza, o simplemente está desempleada, en cuyo caso esta medida no sólo no le beneficia sino le viene a complicar la posibilidad de conseguir algún trabajo y, con la subida general de precios que provoca, a perjudicarla.

     Estas cifras vergonzosas para nuestro país nos traen a cuento otro argumento.  Si fuese la primera vez que se establece un salario mínimo podríamos pensar que una medida de esta naturaleza podría beneficiar a los trabajadores, pero no es así. Esta medida viene aplicándose desde hace décadas y los resultados positivos, por donde se busquen, no aparecen.

     Es más, el solo anuncio de que van a volver a subir el salario mínimo, estamos seguros, ya le complicó la vida a todas las personas que, desempleadas, andan desesperadas por conseguir entrar a trabajar a cualquier lugar.  

     Tener en cuenta que la competencia entre países por atraer inversión y generar empleo es tan grande, hoy, es vital para impulsar el bienestar de las mayorías y no solamente mejorar el nivel de vida de quienes ya están colocados, es importante.  Esto parece que lo tienen más claro quienes, en el interior del país, se enfrentan todos los días al desempleo (que en otros países le mal llaman "paro") y a la falta de fuentes de trabajo para su población, pues las circunscripciones económicas de Masagua, en el departamento de Escuintla, de Estanzuela, en el de Zacapa, y las de Guastatoya y de San Agustín Acasaguastlán, en el de El Progreso, están pujando al revés, es decir, por ofrecer salarios por debajo del mínimo establecido a nivel nacional con tal de atraer nuevas empresas que lleguen a invertir a sus comunidades, pues entienden que el peor ingreso por salario es el que no se tiene.

     Insistimos en que todo está atado hoy día, y cuando en nuestro país hoy se muere la gente porque no tiene qué comer, cosa que no sucedía en el pasado, debemos ser muy cautelosos de la manera como se enfocan las políticas públicas, pues todo lo que se decide tiene consecuencias, unas positivas, otras negativas, y nuestro país está urgido de tomar decisiones correctas para beneficiar a las grandes mayorías marginadas y tan vulnerables.

     Parte del problema es, también, que la delegación de trabajadores de la CNS, suele estar ahí para conseguir mejoras para la clase que representan.  Eso es natural.  Pero estas medidas ni siquiera causan mejoras permanentes en sus representados.  Si así fuese, ya no habría necesidad de subir sueldos, pues en el pasado ha habido muchas oportunidades en que se ha subido el salario mínimo.  Lo que cuesta más entender es que el salario es un precio por el valor del trabajo, y que si se sube por Acuerdo el valor de ese trabajo, es decir, artificialmente, el efecto que causa es inflación, tienden a subir los precios de todos los artículos, afectando a trabajadores y desempleados por igual y, finalmente, el poder adquisitivo de los trabajadores supuestamente beneficiados suele quedar igual que antes o, incluso, peor.

     ¡Qué más quisiéramos que todos los trabajadores pudieran tener mayor poder adquisitivo cada día!  Pero desde nuestra perspectiva es muy importante que los ingresos por salarios abarquen al mayor número de familias posibles, pues sabemos de algunas en las que ninguno de sus miembros tienen empleo, ni siquiera en el sector informal.  Todo eso abona al bienestar general de las comunidades y de la sumatoria de la sociedad nacional, lo cual redundaría a mejorar la paz social, la convivencia pacífica, el crecimiento de la economía, el bienestar de los individuos más vulnerables, la gobernabilidad tan maltrecha últimamente...

     No tomar en cuenta los niveles salariales de los países vecinos suele ser otro error de cálculo de nuestros comisionados.  Por ejemplo, Prensa Libre acaba de publicar, página 27 del 30 de agosto de 2014, que el alcalde de la ciudad de México propuso un aumento del 17% al salario mínimo, que subiría de 67 a 82 pesos ($13.11 x US$.1.00), es decir, lo elevarían a unos US$.6.25 diarios, mientras que aquí pretenden que los pocos empleados del país ganen, a partir de que aprueben su propuesta, más de US$.16.00 diarios.  

     Ese nuevo nivel salarial mínimo sería algo así como el doble del que hoy se maneja en El Salvador, nuestro vecino más cercano (http://www.elsalvadormipais.com/salario-minimo-en-el-salvador-2014).  ¿Qué inversión va a venir así? ¿A dónde cree el lector que se trasladarán las empresas cuando comparan este tipo de costos que se suman a que nuestra energía eléctrica es de las más caras del continente?  Si solamente Nicaragua se ha llevado incontables empresas, asumimos por los elevados costos nacionales en el tema de inseguridad que tenemos.

     ¿De qué sirve que tanto se hable del proyecto de Ley para Atraer Inversiones, si los impuestos son únicamente una parte del costo de producir y se minimiza frente a los tres renglones mencionados: salarios, energía y seguridad?

     Todo está atado. Hay otros costos, casi invisibles, que el país viene pagando y que, desde hace más de dos años y medio, venimos denunciando en este espacio:(http://politicaysentidocomun.blogspot.com/2012/01/la-ciudad-de-guatemala-y-el-indice-de.html).  Es el costo social que implica que la juventud no encuentra oportunidades para aprender un oficio, para aprender a trabajar, pues no hay una salvedad, en esta normativa salarial mínima, para que ellos tengan un espacio y entren a trabajar como aprendices en talleres, fábricas y comercios.  Luego, no nos quejemos que los niños y jóvenes se integran a las pandillas, se vuelven violentos delincuentes o emigran, corriendo enormes peligros, hacia donde puedan tener oportunidades de ganar dinero y de desarrollarse dignamente.

     Los empleos no llegarán al interior del país por arte de magia.  Se requiere de empresarios que estén convencidos de la bondad de invertir dinero, minimizar los riesgos y hacerlo rentable.  ¡No hay de otra!  Y nosotros estimamos, en línea con lo que hemos tantas veces dicho de los funcionarios y personas que toman decisiones detrás de un escritorio, sin mojarse las botas, sin arremangarse la camisa a la par de nuestros campesinos, que la tomar la decisión de subirle el salario mínimo a la gente que ya está colocada, se ha dejado de pensar en las inmensas mayorías que antes sólo eran pobres, pero hoy son paupérrimas y se están muriendo de hambre.

     La CNS ha anunciado que este viernes 5 de septiembre emitirá su decisión.  Por el bien de los desheredados, esperamos que Dios los ilumine.  Ninguno de los representantes en la CNS se debe a sector alguno sino al conjunto de guatemaltecos que se podrán ver afectados, muchas veces en situaciones de vida o muerte que antes no pasaban, por decisiones poco meditadas.

     Por cierto, lo redundante del título de este ensayo fue intencional.


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