Las barreras las crea la Naturaleza o las construye el ser humano, ese habitante de este planeta que encabeza la serie de especies que, de forma natural, migran buscando mejores pastos, mejores climas, agua o mejores oportunidades, lo que en cierto modo es sinónimo de menores riesgos.
El curso del ser humano en el planeta lo ha parcelizado, territorializando la tierra que utilizan las demás especies o creando esas ficciones jurídicas que llamamos países; y desde que, a través de esa serie de normas que apenas tienen un puñado de miles de años de haberse comenzado a dar, el libre tránsito de homínidos y bestias quedó cortado, interrumpiendo el curso natural de la evolución de todos los habitantes de esta bella esfera azul.
Ejemplo de barreras creadas por los hombres son las murallas de Jericó o de cualquier ciudad que, en previsión de ataques y para poder dormir tranquilos, fueron levantadas alrededor de ciudades enteras. Algo similar pero en otra enorme escala fue lo que sucedió con la Muralla China, que también es de carácter defensivo pero no de una ciudad sino de un territorio, que es muchísimo más amplio.
Hasta acá, fueron obras enormes destinadas a impedir el paso de agresores y a preservar el ámbito de libertad de sus creadores, hasta que llegó el Muro de Berlín, esa serie de obras grises, de alambradas, campos minados, fosos con lagartos y torres de vigilancia con hombres armados diseñado a impedir el paso de las gentes en búsqueda de su libertad, de sus parientes, de otras oportunidades.
También se le llamó "Cortina de Hierro", abarcó varios países y, como todo en la evolución del planeta, finalmente cayó, de modo que ahora, donde antes existía, hoy transitan libremente, de nuevo, los habitantes de los países de involucraba y cualquier visitante que tenga los medios para hacerlo.
Pero esa evolución, como un péndulo que a veces se inclina hacia el bien y otras hacia el mal, también ha venido a producir otras barreras.
La migración del ser humano hacia América del Norte no es de ahora. Comenzó a darse desde el siglo XVII en que Inglaterra y Francia comenzaron a poblarla sistemáticamente, incrementándose la misma, con el paso del tiempo, en este caso un poco más de dos siglos, en que fue aprovechada por alemanes, irlandeses, escoceses, italianos, polacos, holandeses, chinos y de muchísimas nacionalidades, hasta dar con la formación de algunos de los países y de las economías más robustas del planeta.
Ahora que son las grandes masas de población provenientes de América Latina las que pretenden migrar, como ha sido natural en millones de años de evolución del ser humano, uno de los pasos del flujo de esa migración es el Desierto de Arizona o Desierto de la Muerte, uno de los lugares más inhóspitos del planeta, lugar en donde, en un año, mueren casi más seres humanos que todos los que murieron durante las décadas en que duró el Muro de Berlín.
Mientras en Alemania o en Polonia, quienes buscaban vivir en libertad eran ametrallados por la espalda o perseguidos y mordidos por los perros entrenados, en Estados Unidos muchos se ahogan al cruzar el río que sirve de frontera con México, o se asfixian en un contenedor sellado en donde, peor que ganado, son transportados seres humanos, especialmente mujeres y niños, o fallecen extenuados por el sol y la sed del desierto.
Ahora bien, ese Estados Unidos que, desde lejos, luchó en contra de la idea abominable del Muro de Berlín, en lugar de hacer algo al respecto de lo que sucede dentro de su territorio, que podría ser llevar inversión a los países pobres de América, ha comenzado un proceso, que ya anunciáramos hace meses, de creación de una serie de normas jurídicas igual de oprobiosas en contra de la población migrante del planeta.
Por eso, entre un muro creado por hombres opresores y leyes opresoras creadas por los hombres, entre tantos centenares de muertos y la vista indiferente de los líderes del mundo occidental, no vemos muchas diferencias.
Urge la Reforma Migratoria en Estados Unidos y, con élla, la humanización de una situación en donde mucha gente sin voz está perdiendo la vida y la dignidad.
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viernes, 20 de agosto de 2010
lunes, 17 de mayo de 2010
COMPARACIONES DE UN DEMÓCRATA DEL CASO DE LOS JUDÍOS EN EUROPA Y LOS INMIGRANTES ILEGALES EN ESTADOS UNIDOS DE AMÉRICA
Hay que tener cuidado con el sustrato ideológico detrás de las políticas antimigrantes, especialmente sabiendo que la humanidad ha dado grandes tumbos alrededor de este tema y, además, grandes tropezones y caídas.
Por ejemplo, a raíz de la diáspora que se dio del pueblo judío, en el año 586 Antes de Cristo, cuando Nabucodonosor II, rey de los babilonios conquistó el Reino de Judá, destruyendo el Templo de Jerusalén y llevándose a Babilonia a los líderes judíos, los que regresarían tan sólo después de 70 años de cautiverio, liberados por el Rey de Persia Ciro II, después de conquistar a los babilonios.
La misma situación que se repitió bajo el mandato de Tito, general romano que después llegaría a ser emperador, quien el año 70 de la era cristiana destruyó el segundo templo de Jerusalén, provocando una nueva huída al exilio de los judíos, dándose otra emigración más grande, todavía, en el año 135; todo esto dio por resultado la dispersión de los judíos por todos los territorios de lo que, entonces, era el Imperio Romano, donde vivieron en relativa paz, hasta que el cristianismo comenzó con las expulsiones, en diferentes fechas, de los diferentes reinos convertidos a la fe católica.
Luego, al finalizar la Primera Guerra Mundial, las condiciones que los vencedores impusieron a Alemania, al perder dicha guerra, mediante el Tratado de Versailles, provocaron condiciones tan duras en ese país, que hubo un grupo, encabezado por Adolfo Hitler, que finalmente tomó el poder, en 1933, implantando una política denominada nacional socialista, uno de cuyos ejes principales era echarle la culpa de todo lo que sucedía a los judíos (la primera publicación de Hitler en ese sentido es de 1919).
Con el tiempo, Alemania se fortaleció militarmente y, mediante pactos con los rusos, que después fueron sus enemigos, inició la Segunda Guerra Mundial con la invasión de Polonia, lo cual creó las condiciones para que su política antisemita, es decir, en contra de los descendientes de los judíos que habían emigrado desde hacía siglos, tanto a Alemania como a los territorios de los países ocupados, sufrieran primero la persecución y luego las consecuencias de una política de exterminio total.
Es aquí que deseo llamar la atención de lo que hoy sucede en Arizona, lugar en donde se ha originado una ley anti migrantes, que los penaliza y que, con el tiempo, no sólo puede ir pasando a otros Estados y países sino creciendo en intensidad, si no es detenida a tiempo. Veamos lo que pasó hace tan sólo unas décadas.
El exterminio de más de 6 millones de judíos por la Alemania Nazi no comenzó con su persecución para matarlos. Fue un proceso gradual que fue tomando intensidad en la medida que Alemania y su Partido Nacional Socialista Obrero Alemán, Nazi, se sentían cada vez más seguros de ganar la guerra y administraban un poder sobre personas y gobiernos, que antes no tenían, pero también porque los líderes de las democracias no fueron lo suficientemente firmes en denunciar lo que pasaba y permitieron, de alguna manera, que sucediera el exterminio, tal el caso de Inglaterra, que por no generar más problemas poblacionales en Palestina, por ella administrada, no permitió la emigración de judíos alemanes, polacos y checoeslovacos a ese territorio; o el gobierno colaboracionista francés de Vichy, que ayudó a los nazis, ingenuamente, a perseguir a los judíos de ese país.
Ya desde 1931, el alemán Egon von Wingheue publicó un folleto proponiendo que los judíos alemanes colonizasen la isla de Madagascar, para tener mejor control "y reducir al mínimo el peligro de infección de los arios con toda la serie de enfermedades físicas y espirituales que, según se sabe, transmiten los judíos". Este plan fue secundado en 1934 por Himmler, y fue lo que el mismo Adolfo Hitler denominó el Plan de Madagascar, sobre el cual, en 1937, el ingenuo gobierno polaco se montó, proponiendo el comandante Lepecki, quien presidía una comisión formada al efecto, el traslado de 15,000 familias judías polacas a esa isla.
En 1938 el Ministro de Defensa Sudafricano, Oswald Pirow, llegó a Berlín, capital alemana, por invitación del mismo Hitler, para estrechar las relaciones entre la Unión Sudafricana y el Tercer Reich. Pirow llevaba un plan para colonizar, con judíos alemanes, Madagascar, Tangañica y la Guinea Inglesa y, además, ofreció un préstamo "cuantioso" de un sindicato angloamericano para financiar la inmigración judía a África.
El Plan de Madagascar fue discutido, inclusive, con las potencias occidentales por el mismo Hitler, a través de George Rublee, Director del Comité Inter-Gubernamental para Refugiados, así como con su asistente, Lord Peel. Para ese entonces la pretensión era llevar a 150,000 judíos a Madagascar en tres años, según había propuesto el Ministro de Finanzas, Hjalmar Horacio Schacht, lo cual ascendería a 1,500 millones de marcos de esa época, y si no se llevó a cabo es porque la pretensión es que dicha suma fuera puesta por banqueros judíos y que Alemania se quedaría con los bienes confiscados a los deportados, bienes que valían el equivalente a esos 1,500 millones de marcos. Todo esto sucedía todavía en 1938.
La invasión de Polonia, el 1 de septiembre de 1939, permitió que Alfred Rosenberg, jefe de la Sección Política Extranjera del Partido Nazi, propusiera un plan para instalar a un millón de judíos europeos en la región ocupada de Lublin, próximo a la frontera ruso-polaca. El plan original, de un tal doctor Wetzel, subordinado de Rosenberg, fue aprobado, concediéndosele facultades ilimitadas para resolver el problema de la reinstalación, al temible Heirich Himmler, Comandante en Jefe del Escuadrón de Defensa, las tristemente conocidas SS.
La formidable cadena de mando de las SS alemanas entró en acción: Himmler le ordenó a Reinhard Heydrich, el Jefe de la Policía Secreta o Gestapo poner manos a la obra quien, a su vez, informó a sus subordinados, incluyendo a Adolfo Eichmann, acerca de los territorios que debían limpiarse de judíos, trasladándolos a la reservación de Lublin.
Hay registros históricos de que este último, en cuatro meses, había enviado 87,863 judíos y más de 30,000 gitanos a Lublin, de modo que, en principio, parecía que el mismo Tercer Reich de los nazis estuviera conformando las bases para crear, en el futuro, un Estado Judío.
Luego hubo un ligero cambio introducido por el ex Jefe de Zona de Viena, en Austria, el general de las SS, Odilo Globocnik, quien trazó un nuevo plan con tres objetivos: deportación de judíos, explotación de la fuerza humana de los judíos (un eufemismo para una nueva forma de esclavitud) y, por último, su exterminacion. Eso dio lugar a la instalación, en 1940, de 10 campos forzados en Lublin, los que en 1941 ya eran 51. Simultáneamente se construyeron 4 campos de exterminación: Belzec, Majdanek, Sobibor y Treblinka.
La organización llamada Industrias Orientales, Ltd. ocupaba, en sus fábricas, la mano de obra esclavizada de más de 50,000 judíos. Aparte de Globocnik, eran socios de esta empresa Oswald Pohl, Georg Loenner, Wilhem Kreuger y Max Horn, aunque se cree que Himmler estaba detrás del negocio.
Mientras tanto, Adolf Eichmann, no satisfecho con la muerte de judíos mediante el dióxido de carbono, porque sus propios soldados y oficiales comenzaban a padecer de los nervios ante los gritos y pataleos de los judíos porque no morían inmediatamente, logró la aprobación de la utilización del gas Zyklon B, el cual fue probado, originalmente, en 1940, sobre 250 niños gitanos de Brno en el campo de exterminio de Buchewald. Dicho gas era más efectivo porque producía la muerte más rápido que los gases de los escapes de motores, por lo cual fue utilizado hasta el final de la guerra.
Ya desde mediados de 1939, Franz Rademacher, Director de la Oficina de Asuntos Interiores, asistente de Adolf Eichmann, redactó, para la aprobación del Ministro de Asuntos Exteriores, Joachim von Ribbentrop, unas notas relativas a los objetivos de la guerra Nacional Socialista con respecto a la cuestión judía, en donde se estipulaba que los mismos debían abandonar Europa, al cual le siguió, el 2 de julio de ese año, un plan para la solución de la cuestión judía y el 15 de agosto unas notas para la creación de un banco inter-europeo para la utilización de fondos judíos en Europa.
El Plan de Madagascar, que preveía la creación del super ghetto de Madagascar mediante el cual los judíos se gobernarían a sí mismos pero la administración política quedaría en manos alemanas para mantenerlos de rehenes y garantizar una actitud razonable por parte de los judíos americanos, fue aprobado por Adolfo Hitler el 30 de junio de 1940.
Paralelamente, Hitler dio la orden a Eichmann de intentar crear una reservación judía, para lo cual estableció un pequeño Estado Judío en la aldea Theresienstadt, en Checoeslovaquia, en donde una poblacion de unos 20,000 judíos quedaron aislados para el resto del mundo en condiciones relativamente buenas.
Fue en el mes de julio de 1941 que Adolfo Hitler dio la orden de la "Solución Final al Problema Judío" y, a partir de entonces, la suerte de millones de judíos, gitanos, homosexuales, polacos, checoeslovacos y otras minorías, hasta los enfermos mentales, estaba echada. Los "trenes de la muerte" salían de múltiples sitios en toda Europa con dirección a los campos de exterminio, surtiendo de trabajadores forzados a las fábricas ahí instaladas y a las cámaras de gas con todo aquel que no tuviera fuerzas para trabajar, de modo que, al final de la guerra, el recuento de muertos, según las cifras proporcionadas por el mismo Adolf Eichmann, eran de poco más de 6 millones de judíos, de los cuales por lo menos un millón eran niños sacrificados en aras de una ideología y de la xenofobia.
Esas cosas han pasado en la historia de la humanidad. Son detestables pero están documentadas hasta por las memorias de los principales protagonistas del holocausto. Han transcurrido tan sólo unos pocos años de que se dieron estos episodios increíbles. Es por eso que el llamado se hace público y fuerte para todos aquellos corazones demócratas del mundo, sin importar la ideología.
Migrantes e hijos de migrantes, ideologizados en contra de otros migrantes, es lo que estamos viendo. No dejemos que los demás estados de la Unión Americana o que la misma Europa, inmersa desde un tiempo acá en reformas migratorias, se contaminen de la xenofobia que tanto daño le ha hecho y le sigue haciendo a la humanidad.
Los mejores escritores de ciencia ficción no pudieron escribir una novela tan cruda como la que las minorías, en Europa, sufrieron hace algunos años, convertidos unos en jabón, otros en abono, por crudo que suene. Todo es realidad. No dejemos solos a quienes hoy también son minoría.
Apoyemos a los migrantes y sus familias, que están hoy en una posición difícil por hacer lo que todo buen padre de familia (el pater familias del derecho romano) haría por sus seres queridos.
Recordémosle a esos legisladores y funcionarios que hoy, en su debilidada espiritual, atacan indiscriminadamente a gente humilde y trabajadora cuya única falta es haberse trasladado irregularmente a otro país; que ellos mismos, seguramente en su totalidad, son hijos o nietos de inmigrantes, y que no les habría gustado que a sus padres, a sus madres, a sus abuelos y abuelas los hubiesen tratado como ellos pretenden tratar a nuestros connacionales.
La persecución de minorías debe terminar antes de que se degenere su persecución como ya pasó en el pasado. Hay que aprender de la historia para no repetir los mismos errores.
Por ejemplo, a raíz de la diáspora que se dio del pueblo judío, en el año 586 Antes de Cristo, cuando Nabucodonosor II, rey de los babilonios conquistó el Reino de Judá, destruyendo el Templo de Jerusalén y llevándose a Babilonia a los líderes judíos, los que regresarían tan sólo después de 70 años de cautiverio, liberados por el Rey de Persia Ciro II, después de conquistar a los babilonios.
La misma situación que se repitió bajo el mandato de Tito, general romano que después llegaría a ser emperador, quien el año 70 de la era cristiana destruyó el segundo templo de Jerusalén, provocando una nueva huída al exilio de los judíos, dándose otra emigración más grande, todavía, en el año 135; todo esto dio por resultado la dispersión de los judíos por todos los territorios de lo que, entonces, era el Imperio Romano, donde vivieron en relativa paz, hasta que el cristianismo comenzó con las expulsiones, en diferentes fechas, de los diferentes reinos convertidos a la fe católica.
Luego, al finalizar la Primera Guerra Mundial, las condiciones que los vencedores impusieron a Alemania, al perder dicha guerra, mediante el Tratado de Versailles, provocaron condiciones tan duras en ese país, que hubo un grupo, encabezado por Adolfo Hitler, que finalmente tomó el poder, en 1933, implantando una política denominada nacional socialista, uno de cuyos ejes principales era echarle la culpa de todo lo que sucedía a los judíos (la primera publicación de Hitler en ese sentido es de 1919).
Con el tiempo, Alemania se fortaleció militarmente y, mediante pactos con los rusos, que después fueron sus enemigos, inició la Segunda Guerra Mundial con la invasión de Polonia, lo cual creó las condiciones para que su política antisemita, es decir, en contra de los descendientes de los judíos que habían emigrado desde hacía siglos, tanto a Alemania como a los territorios de los países ocupados, sufrieran primero la persecución y luego las consecuencias de una política de exterminio total.
Es aquí que deseo llamar la atención de lo que hoy sucede en Arizona, lugar en donde se ha originado una ley anti migrantes, que los penaliza y que, con el tiempo, no sólo puede ir pasando a otros Estados y países sino creciendo en intensidad, si no es detenida a tiempo. Veamos lo que pasó hace tan sólo unas décadas.
El exterminio de más de 6 millones de judíos por la Alemania Nazi no comenzó con su persecución para matarlos. Fue un proceso gradual que fue tomando intensidad en la medida que Alemania y su Partido Nacional Socialista Obrero Alemán, Nazi, se sentían cada vez más seguros de ganar la guerra y administraban un poder sobre personas y gobiernos, que antes no tenían, pero también porque los líderes de las democracias no fueron lo suficientemente firmes en denunciar lo que pasaba y permitieron, de alguna manera, que sucediera el exterminio, tal el caso de Inglaterra, que por no generar más problemas poblacionales en Palestina, por ella administrada, no permitió la emigración de judíos alemanes, polacos y checoeslovacos a ese territorio; o el gobierno colaboracionista francés de Vichy, que ayudó a los nazis, ingenuamente, a perseguir a los judíos de ese país.
Ya desde 1931, el alemán Egon von Wingheue publicó un folleto proponiendo que los judíos alemanes colonizasen la isla de Madagascar, para tener mejor control "y reducir al mínimo el peligro de infección de los arios con toda la serie de enfermedades físicas y espirituales que, según se sabe, transmiten los judíos". Este plan fue secundado en 1934 por Himmler, y fue lo que el mismo Adolfo Hitler denominó el Plan de Madagascar, sobre el cual, en 1937, el ingenuo gobierno polaco se montó, proponiendo el comandante Lepecki, quien presidía una comisión formada al efecto, el traslado de 15,000 familias judías polacas a esa isla.
En 1938 el Ministro de Defensa Sudafricano, Oswald Pirow, llegó a Berlín, capital alemana, por invitación del mismo Hitler, para estrechar las relaciones entre la Unión Sudafricana y el Tercer Reich. Pirow llevaba un plan para colonizar, con judíos alemanes, Madagascar, Tangañica y la Guinea Inglesa y, además, ofreció un préstamo "cuantioso" de un sindicato angloamericano para financiar la inmigración judía a África.
El Plan de Madagascar fue discutido, inclusive, con las potencias occidentales por el mismo Hitler, a través de George Rublee, Director del Comité Inter-Gubernamental para Refugiados, así como con su asistente, Lord Peel. Para ese entonces la pretensión era llevar a 150,000 judíos a Madagascar en tres años, según había propuesto el Ministro de Finanzas, Hjalmar Horacio Schacht, lo cual ascendería a 1,500 millones de marcos de esa época, y si no se llevó a cabo es porque la pretensión es que dicha suma fuera puesta por banqueros judíos y que Alemania se quedaría con los bienes confiscados a los deportados, bienes que valían el equivalente a esos 1,500 millones de marcos. Todo esto sucedía todavía en 1938.
La invasión de Polonia, el 1 de septiembre de 1939, permitió que Alfred Rosenberg, jefe de la Sección Política Extranjera del Partido Nazi, propusiera un plan para instalar a un millón de judíos europeos en la región ocupada de Lublin, próximo a la frontera ruso-polaca. El plan original, de un tal doctor Wetzel, subordinado de Rosenberg, fue aprobado, concediéndosele facultades ilimitadas para resolver el problema de la reinstalación, al temible Heirich Himmler, Comandante en Jefe del Escuadrón de Defensa, las tristemente conocidas SS.
La formidable cadena de mando de las SS alemanas entró en acción: Himmler le ordenó a Reinhard Heydrich, el Jefe de la Policía Secreta o Gestapo poner manos a la obra quien, a su vez, informó a sus subordinados, incluyendo a Adolfo Eichmann, acerca de los territorios que debían limpiarse de judíos, trasladándolos a la reservación de Lublin.
Hay registros históricos de que este último, en cuatro meses, había enviado 87,863 judíos y más de 30,000 gitanos a Lublin, de modo que, en principio, parecía que el mismo Tercer Reich de los nazis estuviera conformando las bases para crear, en el futuro, un Estado Judío.
Luego hubo un ligero cambio introducido por el ex Jefe de Zona de Viena, en Austria, el general de las SS, Odilo Globocnik, quien trazó un nuevo plan con tres objetivos: deportación de judíos, explotación de la fuerza humana de los judíos (un eufemismo para una nueva forma de esclavitud) y, por último, su exterminacion. Eso dio lugar a la instalación, en 1940, de 10 campos forzados en Lublin, los que en 1941 ya eran 51. Simultáneamente se construyeron 4 campos de exterminación: Belzec, Majdanek, Sobibor y Treblinka.
La organización llamada Industrias Orientales, Ltd. ocupaba, en sus fábricas, la mano de obra esclavizada de más de 50,000 judíos. Aparte de Globocnik, eran socios de esta empresa Oswald Pohl, Georg Loenner, Wilhem Kreuger y Max Horn, aunque se cree que Himmler estaba detrás del negocio.
Mientras tanto, Adolf Eichmann, no satisfecho con la muerte de judíos mediante el dióxido de carbono, porque sus propios soldados y oficiales comenzaban a padecer de los nervios ante los gritos y pataleos de los judíos porque no morían inmediatamente, logró la aprobación de la utilización del gas Zyklon B, el cual fue probado, originalmente, en 1940, sobre 250 niños gitanos de Brno en el campo de exterminio de Buchewald. Dicho gas era más efectivo porque producía la muerte más rápido que los gases de los escapes de motores, por lo cual fue utilizado hasta el final de la guerra.
Ya desde mediados de 1939, Franz Rademacher, Director de la Oficina de Asuntos Interiores, asistente de Adolf Eichmann, redactó, para la aprobación del Ministro de Asuntos Exteriores, Joachim von Ribbentrop, unas notas relativas a los objetivos de la guerra Nacional Socialista con respecto a la cuestión judía, en donde se estipulaba que los mismos debían abandonar Europa, al cual le siguió, el 2 de julio de ese año, un plan para la solución de la cuestión judía y el 15 de agosto unas notas para la creación de un banco inter-europeo para la utilización de fondos judíos en Europa.
El Plan de Madagascar, que preveía la creación del super ghetto de Madagascar mediante el cual los judíos se gobernarían a sí mismos pero la administración política quedaría en manos alemanas para mantenerlos de rehenes y garantizar una actitud razonable por parte de los judíos americanos, fue aprobado por Adolfo Hitler el 30 de junio de 1940.
Paralelamente, Hitler dio la orden a Eichmann de intentar crear una reservación judía, para lo cual estableció un pequeño Estado Judío en la aldea Theresienstadt, en Checoeslovaquia, en donde una poblacion de unos 20,000 judíos quedaron aislados para el resto del mundo en condiciones relativamente buenas.
Fue en el mes de julio de 1941 que Adolfo Hitler dio la orden de la "Solución Final al Problema Judío" y, a partir de entonces, la suerte de millones de judíos, gitanos, homosexuales, polacos, checoeslovacos y otras minorías, hasta los enfermos mentales, estaba echada. Los "trenes de la muerte" salían de múltiples sitios en toda Europa con dirección a los campos de exterminio, surtiendo de trabajadores forzados a las fábricas ahí instaladas y a las cámaras de gas con todo aquel que no tuviera fuerzas para trabajar, de modo que, al final de la guerra, el recuento de muertos, según las cifras proporcionadas por el mismo Adolf Eichmann, eran de poco más de 6 millones de judíos, de los cuales por lo menos un millón eran niños sacrificados en aras de una ideología y de la xenofobia.
Esas cosas han pasado en la historia de la humanidad. Son detestables pero están documentadas hasta por las memorias de los principales protagonistas del holocausto. Han transcurrido tan sólo unos pocos años de que se dieron estos episodios increíbles. Es por eso que el llamado se hace público y fuerte para todos aquellos corazones demócratas del mundo, sin importar la ideología.
Migrantes e hijos de migrantes, ideologizados en contra de otros migrantes, es lo que estamos viendo. No dejemos que los demás estados de la Unión Americana o que la misma Europa, inmersa desde un tiempo acá en reformas migratorias, se contaminen de la xenofobia que tanto daño le ha hecho y le sigue haciendo a la humanidad.
Los mejores escritores de ciencia ficción no pudieron escribir una novela tan cruda como la que las minorías, en Europa, sufrieron hace algunos años, convertidos unos en jabón, otros en abono, por crudo que suene. Todo es realidad. No dejemos solos a quienes hoy también son minoría.
Apoyemos a los migrantes y sus familias, que están hoy en una posición difícil por hacer lo que todo buen padre de familia (el pater familias del derecho romano) haría por sus seres queridos.
Recordémosle a esos legisladores y funcionarios que hoy, en su debilidada espiritual, atacan indiscriminadamente a gente humilde y trabajadora cuya única falta es haberse trasladado irregularmente a otro país; que ellos mismos, seguramente en su totalidad, son hijos o nietos de inmigrantes, y que no les habría gustado que a sus padres, a sus madres, a sus abuelos y abuelas los hubiesen tratado como ellos pretenden tratar a nuestros connacionales.
La persecución de minorías debe terminar antes de que se degenere su persecución como ya pasó en el pasado. Hay que aprender de la historia para no repetir los mismos errores.
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EL AGUACATE: CAMPEÓN DE LOS MIGRANTES
En el parque central de la ciudad de Antigua Guatemala hay una placa conmemorativa, en inglés y español, que en 1946 pusieron los agricultores dedicados al cultivo de aguacate del estado de California, en Estados Unidos de América, como agradecimiento porque, de ese lugar, se llevaron las cepas que hoy prácticamente surten de aguacate a gran parte de ese país.
Verbalmente, algún amigo me comentó también, alguna vez, que Israel se llevó, procedentes del área de Mixco, cercana a la capital de Guatemala, las cepas que, desde las plantaciones de sus desiertos irrigados por goteo, surten gran parte del mercado europeo.
Además, de todos es conocido que las cepas que sirven de base a las grandes plantaciones aguacateras mexicanas de Michoacán y Puebla, que no sólo surten al gran mercado interno de México sino gran parte del mercado estadounidense y centroamericano, son de la variedad Hass, originaria de Guatemala.
Es decir, este nuestro pequeño país le ha dado al mundo uno de los productos más deliciosos para poner en la mesa.
Con forma redondeada o de pera, con cáscara dura o suave, verde o tirando a morada, pero con una pulpa aceitosa, de Guatemala ha salido uno de los migrantes más bien recibidos y bienvenidos del mundo.
Desde este espacio de reflexión política y de ideas tendentes a incoporar el sentido común y la legalidad, nos atrevemos a preguntarnos, ¿por qué los migrantes de esta bella tierra son penalizados en otras latitudes sólo porque han tenido que salir de su país?
Los políticos de otras latitudes no conocen bien que Guatemala tuvo un conflicto armado interno de 36 años de duración. Mucho menos conocen las causas de ese conflicto, las fuerzas obscuras que intervinieron en los años previos a su inicio, así como tampoco saben de las condiciones precarias en que sus comunidades, de donde han salido, tratan de sobrevivir, ya que los 13 años y medio transcurridos desde la firma de la paz no ha llevado oportunidades de desarrollo a sus lugares de origen.
Es fácil para los países ricos, así como pueden comprar una cosecha completa de aguacates, olvidarse de las condiciones en que los países pobres viven; y mientras sigan olvidándose y no ayuden a que haya más inversión en desarrollo en esos países pobres, más migración ilegal tendrán. ¡Es de simple sentido común!
De modo que, así como la tierra se abona para producir mejores aguacates, las tierras pobres tienen que ser fertilizadas con inversiones nuevas para ir creando mejores condiciones en el lugar donde se originan las migraciones. ¡No ha de otra manera!
Así como el aguacate conquistó el mundo, así los migrantes, aunque sean penalizados, no dejarán de emigrar en la búsqueda de mejores oportunidades para él y su familia.
En lugar de convertirse los políticos de los países ricos en calificadores ex oficio de la condición del migrante, deberían convertirse en nuestros socios en la búsqueda del añorado desarrollo.
Verbalmente, algún amigo me comentó también, alguna vez, que Israel se llevó, procedentes del área de Mixco, cercana a la capital de Guatemala, las cepas que, desde las plantaciones de sus desiertos irrigados por goteo, surten gran parte del mercado europeo.
Además, de todos es conocido que las cepas que sirven de base a las grandes plantaciones aguacateras mexicanas de Michoacán y Puebla, que no sólo surten al gran mercado interno de México sino gran parte del mercado estadounidense y centroamericano, son de la variedad Hass, originaria de Guatemala.
Es decir, este nuestro pequeño país le ha dado al mundo uno de los productos más deliciosos para poner en la mesa.
Con forma redondeada o de pera, con cáscara dura o suave, verde o tirando a morada, pero con una pulpa aceitosa, de Guatemala ha salido uno de los migrantes más bien recibidos y bienvenidos del mundo.
Desde este espacio de reflexión política y de ideas tendentes a incoporar el sentido común y la legalidad, nos atrevemos a preguntarnos, ¿por qué los migrantes de esta bella tierra son penalizados en otras latitudes sólo porque han tenido que salir de su país?
Los políticos de otras latitudes no conocen bien que Guatemala tuvo un conflicto armado interno de 36 años de duración. Mucho menos conocen las causas de ese conflicto, las fuerzas obscuras que intervinieron en los años previos a su inicio, así como tampoco saben de las condiciones precarias en que sus comunidades, de donde han salido, tratan de sobrevivir, ya que los 13 años y medio transcurridos desde la firma de la paz no ha llevado oportunidades de desarrollo a sus lugares de origen.
Es fácil para los países ricos, así como pueden comprar una cosecha completa de aguacates, olvidarse de las condiciones en que los países pobres viven; y mientras sigan olvidándose y no ayuden a que haya más inversión en desarrollo en esos países pobres, más migración ilegal tendrán. ¡Es de simple sentido común!
De modo que, así como la tierra se abona para producir mejores aguacates, las tierras pobres tienen que ser fertilizadas con inversiones nuevas para ir creando mejores condiciones en el lugar donde se originan las migraciones. ¡No ha de otra manera!
Así como el aguacate conquistó el mundo, así los migrantes, aunque sean penalizados, no dejarán de emigrar en la búsqueda de mejores oportunidades para él y su familia.
En lugar de convertirse los políticos de los países ricos en calificadores ex oficio de la condición del migrante, deberían convertirse en nuestros socios en la búsqueda del añorado desarrollo.
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lunes, 10 de mayo de 2010
EL SENTIDO COMÚN VA GANANDO TERRENO EN ARIZONA
Como nos atrevimos a predecir, la nueva ley racista en contra de los migrantes, promulgada en el Estado de Arizona, en los Estados Unidos de América, comienza a dar sus primeras señales de debilidad, efectuándosele las primeras reformas antes de que cobre vigencia.
La ley que penaliza a los migrantes y permite procedimientos racistas para perseguir y atormentar una actividad intrínseca a la vida humana, como es el derecho a mudarse de lugar, ha logrado no sólo despertar conciencias sino unificar a los más variados estratos de la sociedae estadounidenese, en torno de algo que les repugna por igual.
Arizona ha venido a actualizar la agenda del debate migratorio, de manera que hoy vemos anglosajones e hispanos, jóvenes y viejos, chinos e indúes, autoridades electas o gente normal de la calle, todos codo con codo, criticando el nacimiento de una ley fundamentada en una línea de pensamiento que, en el siglo XX, generó guerras civiles y hasta la terrible Segunda Guerra Mundial.
Unas palabras especiales de reconocimiento a todos aquellos ciudadanos estadounidenses, oriundos del Estado de Arizona, especialmente a los de origen anglosajón, que en lugar de apoyar esta ley neonazi o de permanecer como simples espectadores, han salido a la calle a hacer valer su voz en contra de tal arbitrariedad, demostrando que en ese Estado todavía han alguna reserva de cordura.
Finalizo, hoy, repitiendo que el proceso puesto en marcha sigue vivo. El debate sobre la reforma migratoria, tanto en el Congreso como en el Senado estadounidense, no ha comenzado. Vislumbrar que se dé en estos momentos en que ya todos los políticos del país del norte tienen puestas sus mentes en las elecciones de noviembre del presente año, es ilusorio.
Por eso, el proceso de amalgamiento de las fuerzas vivas alrededor de dicho tema será largo, y no deberán desesperar porque en julio entre en vigencia la ley modificada de Arizona. Éste será el pretexto para unificar más, porque sí se puede, a la opinión pública estadounidense y mundial alrededor del tema migrante. Ojalá los europeos tengan oídos para escuchar lo que, en dicho debate, deberá decirse al respecto.
La ley que penaliza a los migrantes y permite procedimientos racistas para perseguir y atormentar una actividad intrínseca a la vida humana, como es el derecho a mudarse de lugar, ha logrado no sólo despertar conciencias sino unificar a los más variados estratos de la sociedae estadounidenese, en torno de algo que les repugna por igual.
Arizona ha venido a actualizar la agenda del debate migratorio, de manera que hoy vemos anglosajones e hispanos, jóvenes y viejos, chinos e indúes, autoridades electas o gente normal de la calle, todos codo con codo, criticando el nacimiento de una ley fundamentada en una línea de pensamiento que, en el siglo XX, generó guerras civiles y hasta la terrible Segunda Guerra Mundial.
Unas palabras especiales de reconocimiento a todos aquellos ciudadanos estadounidenses, oriundos del Estado de Arizona, especialmente a los de origen anglosajón, que en lugar de apoyar esta ley neonazi o de permanecer como simples espectadores, han salido a la calle a hacer valer su voz en contra de tal arbitrariedad, demostrando que en ese Estado todavía han alguna reserva de cordura.
Finalizo, hoy, repitiendo que el proceso puesto en marcha sigue vivo. El debate sobre la reforma migratoria, tanto en el Congreso como en el Senado estadounidense, no ha comenzado. Vislumbrar que se dé en estos momentos en que ya todos los políticos del país del norte tienen puestas sus mentes en las elecciones de noviembre del presente año, es ilusorio.
Por eso, el proceso de amalgamiento de las fuerzas vivas alrededor de dicho tema será largo, y no deberán desesperar porque en julio entre en vigencia la ley modificada de Arizona. Éste será el pretexto para unificar más, porque sí se puede, a la opinión pública estadounidense y mundial alrededor del tema migrante. Ojalá los europeos tengan oídos para escuchar lo que, en dicho debate, deberá decirse al respecto.
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domingo, 25 de abril de 2010
LOS MIGRANTES, OBJETO DE POLÍTICAS DIVERSAS ALREDEDOR DEL MUNDO
Migrante es la raza humana. Es su naturaleza.
Es la evolución del ser humano con la generación de instituciones, de leyes, de ordenanzas, la que ha ido, poco a poco, hasta estas últimas décadas, emitiendo las regulaciones para impedir esa vocación que la naturaleza le ha dado a la humanidad, llegando al colmo de penalizarla en los últimos tiempos, equiparándola a cualquier actividad que sí es susceptible de dañar al prójimo.
Estados Unidos de América tiene, desde hace años, una política migratoria que siempre está pendiente de alguna reforma migratoria que, casi siempre, llaman integral. Canadá y, últimamente, México, han ido endureciendo sus leyes migratorias; este último, por supuesto, viendo sólo para el sur del continente a la hora de apretar, y suplicando al norte a la hora de exigir.
Europa está inmersa, además, en un proceso de endurecimiento de su política migratoria, especialmente como reacción a la ola inmensa de migrantes provenientes del África Subsahariana. Hasta en las reuniones de la Asamblea Parlamentaria Euro-Latinoamericana, EUROLAT, existe una Propuesta de Recomendación, de fecha 22 de marzo del presente año, sobre migración en las relaciones Unión Europea-América Latina y el Caribe.
Es, como se ve a simple vista, una cuestión de los países ricos, a excepción de México, que con todo lo que tiene todavía no puede decirse que es un país que pueda catalogarse de rico. Es una cuestión de los países que tienen mayores índices de desarrollo, que atraen más capital para la formación de más y mejores plazas de trabajo.
Lo que quiero hacer resaltar, en este ensayo, es un tanto polémico, pero entendible si se lee bien y se ven las cosas alejadas de la coyuntura actual, de manera que traten de visualizarse en el futuro cercano.
Todo el mundo está alarmado por la nueva ley estatal de Arizona en contra de los migrantes ilegales (irregulares les llama la convención de la Organización de Naciones Unidas), pero si vemos bien, esa ley es tan sólo una respuesta a la falta de respuesta, valga la redundancia, del Congreso y el Senado de los Estados Unidos.
Lo importante de ver, en estos momentos, no es sólo la condena que se hace en Arizona de los migrantes que les ayudan a levantar sus cosechas, a mantener limpios sus colegios y hasta a atender a sus enfermos en sus hospitales. Todo eso es condenable y yo lo condeno a la par de esos aproximadamente 40,000 guatemaltecos que viven sin papeles en ese Estado. Pero, en el fondo, lo que estamos viendo es la piedra en el zapato que le faltaba a la administración de Barack Obama para tomar en serio el proyecto de una Ley Migratoria moderna, que ayude a regularizar la situación de millones de personas (a veces se les olvida que son personas) y, a la vez, endurezca las actuales políticas de ingreso, con lo cual quedarían satisfechos los estados fronterizos con México, que son los más sensibles a estos temas.
Esa nueva ley, que forzadamente tienen que cabildear ahora, antes de que la xenofobia y el racismo se esparzan por otros Estados de la Unión, probablemente, como digo, será más dura en algunos aspectos, pero indubitablemente traerá consigo el procedimiento de legalización de la situación de varios millones de personas que hoy viven al amparo de Dios pero no de las leyes, lo cual es de gran justicia.
Se les olvida a los estadounidenses (yo jamás los llamo americanos, que americanos somos todos) que su nación es una de imigrantes, pero por alguna razón que desconozco, también ha de traer la raza humana alguna dosis de olvido de sus raíces, porque no es casualidad que en los puestos de migración los guardias más duros para con los latinos sean, precisamente, de origen latino.
Pues se les olvida que sus venerados padres fundadores fueron hijos de imigrantes o nacidos en el viejo continente.
A Estados Unidos le urge arreglar este tema. No puede el Gran Imperio del Norte ir por el mundo hablando de principios y de democracia cuando en su propio seno tienen en vigencia leyes propias de un estado nacional-socialista, en donde se les inculca a sus nuevas generaciones que es legalmente válido detener a alguien en la calle e interrogarlo por su apariencia racial.
Como política de esta naturaleza no los pueden llevar más que al mismísimo infierno, y lo que es peor, tales políticas pueden comenzar a contaminar al resto de Estados de la Unión, en las semanas que vienen predigo que veremos una intensa actividad de las instituciones estadounidenses por lograr cabildear, antes de que finalice este año, la tan ansiada reforma migratoria.
Solamente esperemos que la llegada de esa reforma haga recapacitar a los legisladores y gobernadora de Arizona y den marcha atrás en una ley que podemos entender pero jamás podremos aceptar.
Es la evolución del ser humano con la generación de instituciones, de leyes, de ordenanzas, la que ha ido, poco a poco, hasta estas últimas décadas, emitiendo las regulaciones para impedir esa vocación que la naturaleza le ha dado a la humanidad, llegando al colmo de penalizarla en los últimos tiempos, equiparándola a cualquier actividad que sí es susceptible de dañar al prójimo.
Estados Unidos de América tiene, desde hace años, una política migratoria que siempre está pendiente de alguna reforma migratoria que, casi siempre, llaman integral. Canadá y, últimamente, México, han ido endureciendo sus leyes migratorias; este último, por supuesto, viendo sólo para el sur del continente a la hora de apretar, y suplicando al norte a la hora de exigir.
Europa está inmersa, además, en un proceso de endurecimiento de su política migratoria, especialmente como reacción a la ola inmensa de migrantes provenientes del África Subsahariana. Hasta en las reuniones de la Asamblea Parlamentaria Euro-Latinoamericana, EUROLAT, existe una Propuesta de Recomendación, de fecha 22 de marzo del presente año, sobre migración en las relaciones Unión Europea-América Latina y el Caribe.
Es, como se ve a simple vista, una cuestión de los países ricos, a excepción de México, que con todo lo que tiene todavía no puede decirse que es un país que pueda catalogarse de rico. Es una cuestión de los países que tienen mayores índices de desarrollo, que atraen más capital para la formación de más y mejores plazas de trabajo.
Lo que quiero hacer resaltar, en este ensayo, es un tanto polémico, pero entendible si se lee bien y se ven las cosas alejadas de la coyuntura actual, de manera que traten de visualizarse en el futuro cercano.
Todo el mundo está alarmado por la nueva ley estatal de Arizona en contra de los migrantes ilegales (irregulares les llama la convención de la Organización de Naciones Unidas), pero si vemos bien, esa ley es tan sólo una respuesta a la falta de respuesta, valga la redundancia, del Congreso y el Senado de los Estados Unidos.
Lo importante de ver, en estos momentos, no es sólo la condena que se hace en Arizona de los migrantes que les ayudan a levantar sus cosechas, a mantener limpios sus colegios y hasta a atender a sus enfermos en sus hospitales. Todo eso es condenable y yo lo condeno a la par de esos aproximadamente 40,000 guatemaltecos que viven sin papeles en ese Estado. Pero, en el fondo, lo que estamos viendo es la piedra en el zapato que le faltaba a la administración de Barack Obama para tomar en serio el proyecto de una Ley Migratoria moderna, que ayude a regularizar la situación de millones de personas (a veces se les olvida que son personas) y, a la vez, endurezca las actuales políticas de ingreso, con lo cual quedarían satisfechos los estados fronterizos con México, que son los más sensibles a estos temas.
Esa nueva ley, que forzadamente tienen que cabildear ahora, antes de que la xenofobia y el racismo se esparzan por otros Estados de la Unión, probablemente, como digo, será más dura en algunos aspectos, pero indubitablemente traerá consigo el procedimiento de legalización de la situación de varios millones de personas que hoy viven al amparo de Dios pero no de las leyes, lo cual es de gran justicia.
Se les olvida a los estadounidenses (yo jamás los llamo americanos, que americanos somos todos) que su nación es una de imigrantes, pero por alguna razón que desconozco, también ha de traer la raza humana alguna dosis de olvido de sus raíces, porque no es casualidad que en los puestos de migración los guardias más duros para con los latinos sean, precisamente, de origen latino.
Pues se les olvida que sus venerados padres fundadores fueron hijos de imigrantes o nacidos en el viejo continente.
A Estados Unidos le urge arreglar este tema. No puede el Gran Imperio del Norte ir por el mundo hablando de principios y de democracia cuando en su propio seno tienen en vigencia leyes propias de un estado nacional-socialista, en donde se les inculca a sus nuevas generaciones que es legalmente válido detener a alguien en la calle e interrogarlo por su apariencia racial.
Como política de esta naturaleza no los pueden llevar más que al mismísimo infierno, y lo que es peor, tales políticas pueden comenzar a contaminar al resto de Estados de la Unión, en las semanas que vienen predigo que veremos una intensa actividad de las instituciones estadounidenses por lograr cabildear, antes de que finalice este año, la tan ansiada reforma migratoria.
Solamente esperemos que la llegada de esa reforma haga recapacitar a los legisladores y gobernadora de Arizona y den marcha atrás en una ley que podemos entender pero jamás podremos aceptar.
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