lunes, 17 de mayo de 2010

COMPARACIONES DE UN DEMÓCRATA DEL CASO DE LOS JUDÍOS EN EUROPA Y LOS INMIGRANTES ILEGALES EN ESTADOS UNIDOS DE AMÉRICA

Hay que tener cuidado con el sustrato ideológico detrás de las políticas antimigrantes, especialmente sabiendo que la humanidad ha dado grandes tumbos alrededor de este tema y, además, grandes tropezones y caídas.

Por ejemplo, a raíz de la diáspora que se dio del pueblo judío, en el año 586 Antes de Cristo, cuando Nabucodonosor II, rey de los babilonios conquistó el Reino de Judá, destruyendo el Templo de Jerusalén y llevándose a Babilonia a los líderes judíos, los que regresarían tan sólo después de 70 años de cautiverio, liberados por el Rey de Persia Ciro II, después de conquistar a los babilonios.

La misma situación que se repitió bajo el mandato de Tito, general romano que después llegaría a ser emperador, quien el año 70 de la era cristiana destruyó el segundo templo de Jerusalén, provocando una nueva huída al exilio de los judíos, dándose otra emigración más grande, todavía, en el año 135; todo esto dio por resultado la dispersión de los judíos por todos los territorios de lo que, entonces, era el Imperio Romano, donde vivieron en relativa paz, hasta que el cristianismo comenzó con las expulsiones, en diferentes fechas, de los diferentes reinos convertidos a la fe católica.

Luego, al finalizar la Primera Guerra Mundial, las condiciones que los vencedores impusieron a Alemania, al perder dicha guerra, mediante el Tratado de Versailles, provocaron condiciones tan duras en ese país, que hubo un grupo, encabezado por Adolfo Hitler, que finalmente tomó el poder, en 1933, implantando una política denominada nacional socialista, uno de cuyos ejes principales era echarle la culpa de todo lo que sucedía a los judíos (la primera publicación de Hitler en ese sentido es de 1919).

Con el tiempo, Alemania se fortaleció militarmente y, mediante pactos con los rusos, que después fueron sus enemigos, inició la Segunda Guerra Mundial con la invasión de Polonia, lo cual creó las condiciones para que su política antisemita, es decir, en contra de los descendientes de los judíos que habían emigrado desde hacía siglos, tanto a Alemania como a los territorios de los países ocupados, sufrieran primero la persecución y luego las consecuencias de una política de exterminio total.

Es aquí que deseo llamar la atención de lo que hoy sucede en Arizona, lugar en donde se ha originado una ley anti migrantes, que los penaliza y que, con el tiempo, no sólo puede ir pasando a otros Estados y países sino creciendo en intensidad, si no es detenida a tiempo. Veamos lo que pasó hace tan sólo unas décadas.

El exterminio de más de 6 millones de judíos por la Alemania Nazi no comenzó con su persecución para matarlos. Fue un proceso gradual que fue tomando intensidad en la medida que Alemania y su Partido Nacional Socialista Obrero Alemán, Nazi, se sentían cada vez más seguros de ganar la guerra y administraban un poder sobre personas y gobiernos, que antes no tenían, pero también porque los líderes de las democracias no fueron lo suficientemente firmes en denunciar lo que pasaba y permitieron, de alguna manera, que sucediera el exterminio, tal el caso de Inglaterra, que por no generar más problemas poblacionales en Palestina, por ella administrada, no permitió la emigración de judíos alemanes, polacos y checoeslovacos a ese territorio; o el gobierno colaboracionista francés de Vichy, que ayudó a los nazis, ingenuamente, a perseguir a los judíos de ese país.

Ya desde 1931, el alemán Egon von Wingheue publicó un folleto proponiendo que los judíos alemanes colonizasen la isla de Madagascar, para tener mejor control "y reducir al mínimo el peligro de infección de los arios con toda la serie de enfermedades físicas y espirituales que, según se sabe, transmiten los judíos". Este plan fue secundado en 1934 por Himmler, y fue lo que el mismo Adolfo Hitler denominó el Plan de Madagascar, sobre el cual, en 1937, el ingenuo gobierno polaco se montó, proponiendo el comandante Lepecki, quien presidía una comisión formada al efecto, el traslado de 15,000 familias judías polacas a esa isla.

En 1938 el Ministro de Defensa Sudafricano, Oswald Pirow, llegó a Berlín, capital alemana, por invitación del mismo Hitler, para estrechar las relaciones entre la Unión Sudafricana y el Tercer Reich. Pirow llevaba un plan para colonizar, con judíos alemanes, Madagascar, Tangañica y la Guinea Inglesa y, además, ofreció un préstamo "cuantioso" de un sindicato angloamericano para financiar la inmigración judía a África.

El Plan de Madagascar fue discutido, inclusive, con las potencias occidentales por el mismo Hitler, a través de George Rublee, Director del Comité Inter-Gubernamental para Refugiados, así como con su asistente, Lord Peel. Para ese entonces la pretensión era llevar a 150,000 judíos a Madagascar en tres años, según había propuesto el Ministro de Finanzas, Hjalmar Horacio Schacht, lo cual ascendería a 1,500 millones de marcos de esa época, y si no se llevó a cabo es porque la pretensión es que dicha suma fuera puesta por banqueros judíos y que Alemania se quedaría con los bienes confiscados a los deportados, bienes que valían el equivalente a esos 1,500 millones de marcos. Todo esto sucedía todavía en 1938.

La invasión de Polonia, el 1 de septiembre de 1939, permitió que Alfred Rosenberg, jefe de la Sección Política Extranjera del Partido Nazi, propusiera un plan para instalar a un millón de judíos europeos en la región ocupada de Lublin, próximo a la frontera ruso-polaca. El plan original, de un tal doctor Wetzel, subordinado de Rosenberg, fue aprobado, concediéndosele facultades ilimitadas para resolver el problema de la reinstalación, al temible Heirich Himmler, Comandante en Jefe del Escuadrón de Defensa, las tristemente conocidas SS.

La formidable cadena de mando de las SS alemanas entró en acción: Himmler le ordenó a Reinhard Heydrich, el Jefe de la Policía Secreta o Gestapo poner manos a la obra quien, a su vez, informó a sus subordinados, incluyendo a Adolfo Eichmann, acerca de los territorios que debían limpiarse de judíos, trasladándolos a la reservación de Lublin.

Hay registros históricos de que este último, en cuatro meses, había enviado 87,863 judíos y más de 30,000 gitanos a Lublin, de modo que, en principio, parecía que el mismo Tercer Reich de los nazis estuviera conformando las bases para crear, en el futuro, un Estado Judío.

Luego hubo un ligero cambio introducido por el ex Jefe de Zona de Viena, en Austria, el general de las SS, Odilo Globocnik, quien trazó un nuevo plan con tres objetivos: deportación de judíos, explotación de la fuerza humana de los judíos (un eufemismo para una nueva forma de esclavitud) y, por último, su exterminacion. Eso dio lugar a la instalación, en 1940, de 10 campos forzados en Lublin, los que en 1941 ya eran 51. Simultáneamente se construyeron 4 campos de exterminación: Belzec, Majdanek, Sobibor y Treblinka.

La organización llamada Industrias Orientales, Ltd. ocupaba, en sus fábricas, la mano de obra esclavizada de más de 50,000 judíos. Aparte de Globocnik, eran socios de esta empresa Oswald Pohl, Georg Loenner, Wilhem Kreuger y Max Horn, aunque se cree que Himmler estaba detrás del negocio.

Mientras tanto, Adolf Eichmann, no satisfecho con la muerte de judíos mediante el dióxido de carbono, porque sus propios soldados y oficiales comenzaban a padecer de los nervios ante los gritos y pataleos de los judíos porque no morían inmediatamente, logró la aprobación de la utilización del gas Zyklon B, el cual fue probado, originalmente, en 1940, sobre 250 niños gitanos de Brno en el campo de exterminio de Buchewald. Dicho gas era más efectivo porque producía la muerte más rápido que los gases de los escapes de motores, por lo cual fue utilizado hasta el final de la guerra.

Ya desde mediados de 1939, Franz Rademacher, Director de la Oficina de Asuntos Interiores, asistente de Adolf Eichmann, redactó, para la aprobación del Ministro de Asuntos Exteriores, Joachim von Ribbentrop, unas notas relativas a los objetivos de la guerra Nacional Socialista con respecto a la cuestión judía, en donde se estipulaba que los mismos debían abandonar Europa, al cual le siguió, el 2 de julio de ese año, un plan para la solución de la cuestión judía y el 15 de agosto unas notas para la creación de un banco inter-europeo para la utilización de fondos judíos en Europa.

El Plan de Madagascar, que preveía la creación del super ghetto de Madagascar mediante el cual los judíos se gobernarían a sí mismos pero la administración política quedaría en manos alemanas para mantenerlos de rehenes y garantizar una actitud razonable por parte de los judíos americanos, fue aprobado por Adolfo Hitler el 30 de junio de 1940.

Paralelamente, Hitler dio la orden a Eichmann de intentar crear una reservación judía, para lo cual estableció un pequeño Estado Judío en la aldea Theresienstadt, en Checoeslovaquia, en donde una poblacion de unos 20,000 judíos quedaron aislados para el resto del mundo en condiciones relativamente buenas.

Fue en el mes de julio de 1941 que Adolfo Hitler dio la orden de la "Solución Final al Problema Judío" y, a partir de entonces, la suerte de millones de judíos, gitanos, homosexuales, polacos, checoeslovacos y otras minorías, hasta los enfermos mentales, estaba echada. Los "trenes de la muerte" salían de múltiples sitios en toda Europa con dirección a los campos de exterminio, surtiendo de trabajadores forzados a las fábricas ahí instaladas y a las cámaras de gas con todo aquel que no tuviera fuerzas para trabajar, de modo que, al final de la guerra, el recuento de muertos, según las cifras proporcionadas por el mismo Adolf Eichmann, eran de poco más de 6 millones de judíos, de los cuales por lo menos un millón eran niños sacrificados en aras de una ideología y de la xenofobia.

Esas cosas han pasado en la historia de la humanidad. Son detestables pero están documentadas hasta por las memorias de los principales protagonistas del holocausto. Han transcurrido tan sólo unos pocos años de que se dieron estos episodios increíbles. Es por eso que el llamado se hace público y fuerte para todos aquellos corazones demócratas del mundo, sin importar la ideología.

Migrantes e hijos de migrantes, ideologizados en contra de otros migrantes, es lo que estamos viendo. No dejemos que los demás estados de la Unión Americana o que la misma Europa, inmersa desde un tiempo acá en reformas migratorias, se contaminen de la xenofobia que tanto daño le ha hecho y le sigue haciendo a la humanidad.

Los mejores escritores de ciencia ficción no pudieron escribir una novela tan cruda como la que las minorías, en Europa, sufrieron hace algunos años, convertidos unos en jabón, otros en abono, por crudo que suene. Todo es realidad. No dejemos solos a quienes hoy también son minoría.

Apoyemos a los migrantes y sus familias, que están hoy en una posición difícil por hacer lo que todo buen padre de familia (el pater familias del derecho romano) haría por sus seres queridos.

Recordémosle a esos legisladores y funcionarios que hoy, en su debilidada espiritual, atacan indiscriminadamente a gente humilde y trabajadora cuya única falta es haberse trasladado irregularmente a otro país; que ellos mismos, seguramente en su totalidad, son hijos o nietos de inmigrantes, y que no les habría gustado que a sus padres, a sus madres, a sus abuelos y abuelas los hubiesen tratado como ellos pretenden tratar a nuestros connacionales.

La persecución de minorías debe terminar antes de que se degenere su persecución como ya pasó en el pasado. Hay que aprender de la historia para no repetir los mismos errores.

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