martes, 21 de julio de 2009

ROTUNDO NO AL ENDEUDAMIENTO PÚBLICO SIN CONFIANZA.

El Gobierno de la República que preside Sandra de Colom insiste, nuevamente, en endeudar más al país con la emisión de bonos por más de 1,200 millones de quetzales, con el pretexto de cubrir el déficit fiscal, ese que quieren hacer parecen inmenso, precisamente porque parte o se origina de un presupuesto totalmente inflado que jamás iban a poder cubrir.
La crisis financiera estadounidense, que luego se globalizó y se convirtió en crisis económica mundial, tiene dos años de evolución; eso quiere decir que las personas que prepararon el proyecto de presupuesto sabían perfectamente que la cola de ese fenómeno nos iba a pegar duro este año, al disminuir las remesas familiares, las exportaciones de nuestros productos y la liquidez en muchas empresas grandes y pequeños negocios, que son la mayoría de generadores de impuestos y de fuentes de trabajo.
Aquí no existe ni irresponsabilidad ni ignorancia, sino una flagrante estafa a los guatemaltecos al vendernos la idea de los bonos para cubrir algo que no pudieron predecir. Todo ha sido perfectamente planeado. Las autoridades y la señora, que no es autoridad pero exige más que todos, sabían hasta dónde iba a llegar la recaudación fiscal en 2009, y aún así presentaron un presupuesto inflado dolosamente.
En su jugada han logrado engañar a alcaldes, gobernadores y hasta diputados, esos diputados que tristemente no cumplen con su papel de contrapeso, especialmente la dispersa oposición, ya que servirían de fiel de la balanza para impedir que se siga engañando a la población y se conozcan las verdaderas intenciones, que hasta llegaron al colmo de darle a ese gobierno sin cabeza electa, pero gobernado hábilmente por la señora de Colom, la facilidad de hacer transferencias a su antojo.
Hoy no existen contrapesos ni controles en la ejecución del presupuesto, y en ese contexto quieren, insisten en endeudar más al país. ¿Por qué? Porque la primera dama está jugando piñata con los recursos del Estado, a su sabor y antojo, en ese afán megalómano por dejar de ser la primera dama y convertirse en la sucesora de Álvaro Colom.
No estoy en contra del endeudamiento público, a priori, pero considero que éste debe tener algunos elementos indispensables, como la confianza en las autoridades, la transparencia en la ejecución (que no garantiza ninguna de las entidades multilaterales de desarrollo), los debidos contrapesos que hoy no existen, ya que no contamos con una Contraloría independiente ni con la participación del Congreso de la República cuando se efectúan transferencias; y otros elementos deseables, como el apalancamiento de proyectos productivos que generen sus propios medios de pago, o siquiera de una obra de infraestructura que le quedará de beneficio al país y a sus ciudadanos.
La confianza en quienes mal gobiernan este país está minada; los financistas de campaña de la mal llamada Unidad Nacional de la Esperanza, UNE, parecen buitres tras los contratos grandes del Estado: Gregorio Valdez con más de 1,500 millones de quetzales entre los contratos de carreteras y el de emisión del documento único de identidad; los Cohen, Irvin y Alberto, con su socio Gustavo Alejos, detrás de los millonarios contratos de compra de medicinas, tanto a nivel de la administración central como de la descentralizada, en donde las danzas de millones son de varios miles de ellos. Y para acabarla de amolar, denuncias creíbles y serias de asesinatos de Estado por razón de rapiña en los negocios públicos.
Lo que desea y pide Sandra de Colom a través de su vocero Presidencial (con mayúscula, porque es el Presidente), es una cuenta corriente de 1,200 millones de quetzales para su disposición y uso personal, para que sean pagados por varias generaciones de guatemaltecos que todavía no han nacido siquiera; y eso, ¡no se vale!
Desde nuestra posición de observador del acontecer político, no podemos entender cómo no se pone de acuerdo el sector privado organizado, la sociedad civil y los diputados decentes del Congreso de la República, porque sí los hay, para frenar de una vez por todas este endeudamiento que no tiene pies ni cabeza, y que sólo servirá para fomentar el clientelismo político y la corrupción. Esto sí sería de sentido común.

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