No he logrado encontrar desde cuándo viene utilizándose el proverbio con que inicio el título de este artículo, cuya traducción libre es "La voz del pueblo es la voz de Dios". Probablemente surgiera en la época del imperio romano, y se ha utilizado inmemorialmente para destacar el valor del acuerdo de las mayorías.
Durante el período medieval de la cultura humana, la etapa del oscurantismo, la sociedad de ese tiempo, que hoy podemos catalogar como bastante ignorante comparada a los términos actuales del conocimiento, tenía una idea clara de lo que dicho proverbio significaba.
Eso quiere decir que en esa etapa de la humanidad en la que lejos había quedado el fundamento de la convivencia democrática en que se basaran las pequeñas Repúblicas-Estados de la península helénica, lo que hoy conocemos como Grecia, o el magistralmente organizado Imperio Romano, las diferentes sociedades que conformaron la humanidad ya sabían y entendían que la voz de las mayorías constituía un mandato y había que respetarla.
¿Podían, en la antigüedad, considerarse legítimas las decisiones atenienses mediante el sufragio efectuado por lacedemonios? En absoluto. ¿Puede alguien imaginarse al Senado Romano aceptando como legítima, para efectos romanos, una decisión tomada por cartagineses o por galos? ¿Por qué? Sencillamente porque la legitimidad de una decisión colectiva deviene intrínseca al conjunto social que la toma. Jamás ha aceptado sociedad alguna interferencia extranjera en sus decisiones internas como algo natural y legítimo.
El ser humano siempre ha intuído la naturalidad de las cosas. De ahí que, cuando hablamos de Filosofía del Derecho, todos entendemos lo que es el iusnaturalismo, aquel Derecho primigenio, natural, que es parte de nuestra esencia y consiste en el basamento de la ley, la cual no puede ir en contra de lo natural.
Teoría del Derecho o Filosofía del Derecho, el asunto es que lo que no es natural es que se vaya a contrapelo de una manifestación popular, mayoritaria, expresada en términos democráticos, conforme a la ley vigente, todo lo cual le da legitimidad indiscutible al resultado.
Vienen todos estos pensamientos a mi mente porque, aparte de considerar injusto el tratamiento que algunos gobiernos le dan al ya suficientemente sufrido pueblo hondureño, no encuentro pensamiento lógico para fundamentar su actitud, como no sea un fundamentalismo político que le va a algunos liderzuelos tropicales, pero no a todos.
Hay gobiernos de gobiernos. Algunos no están en condición de proponer algo positivo. Su meta es copar, y por tratar de capturar Honduras está el país y su población como está. Pero hay otros gobiernos que tienen gran fundamento democrático, trayectoria de seriedad, por lo menos hasta ahora, y los líderes que los han representado, todos, representativos de una bien capacitada, por no decir brillante, academia, que les da las herramientas intelectuales necesarias para destacar de otros líderes de trinchera, de barricada o de asonada militar que hoy ocupan cargos importantes.
Es por eso que me dirijo al gobierno de España y a los españoles, al de Méxio y a los mexicanos, al de Brasil y a los brasileños, con la finalidad de hacer un recuento, recapitular y hacer preguntas con relación a la crisis política hondureña, dado que ni las agencias de información parecieran tener personas preparadas para leer los acuerdos, y los mensajes que envían y que nutren a la opinión pública no son objetivos, están bastante ideologizados y con la marcada tendencia de forzar una restitución que no está pactada ni desea, ya, Manuel Zelaya.
La crisis política hondureña no comenzó el 28 de junio de 2009, día en que los militares, algunos, sacaron del país a Manuel Zelaya. A partir de ese momento, el Golpe de Estado, que sí lo fue, se vuelve atípico, ya que no se toman ni el Congreso Nacional, ni la Corte Suprema de Justicia ni institución alguna. Tampoco se pretende derogar la Constitución de la República. La Corte Suprema ratifica una orden de captura para el ciudadano Manuel Zelaya, el Congreso Nacional se reune y, fundamentados en su Constitución y de acuerdo a hechos anteriores cometidos por Manuel Zelaya, procede a destituirlo y a nombrar, en su lugar, a la persona que la misma Constitución establece, el Presidente del Congreso.
Resalto el hecho de que dicho procedimiento, reservado a las personas que tratan de reelegirse o de modificar los artículos que al período presidencial se refieren, que conforme a dicha constitución están catalogados como traidores a la patria, está contemplado en dicho cuerpo legal desde hace décadas, así como que dicha constitución ha sido modificada muchas veces en el pasado y no ha habido problema alguno, ya que nadie habia osado, en su autoritarismo y petulancia, transgredir dichos artículos, que se han aplicado por vez primera en ese país.
Decía que la crisis no comenzó el 28 de junio, ya que toda esta conmoción social y política, instigada desde Caracas, La Habana y La Paz, especial pero no exclusivamente (en menor grado desde Managua, Quito y Buenos Aires), había comenzado desde el tercer trimestre de 2008.
Cuando la Constitución de Honduras manda que todo proceso de votaciones está a cargo del Tribunal Supremo Electoral, un ente de rango constitucional, y no le da al Presidente de la República ingerencia alguna en ese tema, el ex presidente Zelaya insistió en viciar el proceso de elección de autoridades, que recién culminó, con la inclusión de una cuarta urna, bajo su control, sin padrón electoral (es decir, sus seguidore podían votar las veces que quisieran), bajo el pueril argumento de que no era una consulta popular sino una encuesta.
Es decir, quien comenzó violando la Constitución y las leyes ordinarias hondureñas fue el depuesto presidente Manuel Zelaya. Huelga decir que el TSE declaró ilegal este tipo de interferencia, que los tribunales y la Corte Suprema de Justicia estuvieron de acuerdo en que tales pretensiones eran ilegales, se involucró la Fiscalía de la Nación porque había delitos que perseguir de oficio y, para cuando las iglesias, los colegios profesionales, el Procurador de los Derechos Humanos y casi todas las instituciones hondureñas se habían manifestado en contra de las ilegalidades, que culminaron con la publicación, pocos días antes (el 25 de junio, me parece), del Acuerdo o Decreto del Poder Ejecutivo que mandaba instalar la cuarta urna, la convulsión era tremenda.
Esos días previos fueron de ordenarle al Ministro de la Defensa que movilizara al Ejército para distribuir, a nivel nacional, las urnas y las papeletas de la "encuesta", a lo cual el ministro se opuso por considerar dicha orden ilegal. Luego, el Presidente de la República, sin facultades legales para ello porque así lo manda la ley interna, destituyó al Ministro de la Defensa, obligando a los pocos días, un tribunal, a su restitución, lo cual, entendemos, tuvo que hacer el presidente de esos días.
Mientras tanto, las urnas y las papeletas habían llegado en aviones de la Fuerza Aérea Venezolana, porque ahí fueron elaboradas unas y otras, y un tribunal ordenó, a solicitud del TSE, su incautación, lo cual se efectuó en un hangar del aeropuerto Toncontín, en la capital Tegucigalpa, constityendose dicho lugar, entonces, en un depósito judicial, el cual Manuel Zelaya violentó al frente de una turba de seguidores, rompiendo cadenas, candados y llevándose todo el material supuestamente electoral, para repartirlo a la fuerza.
Bajo tales circunstancias es que el mundo conoció a este sociópata hondureño, vestido de pijama (a mí me han contado otra versión), con botas y sombrero, y de ser un violador de la ley, irrespetuoso de las instituciones de su país, del sistema democrático, perjuro porque juró defender la constitución, y mentiroso (hay abundantes muestras de esto), la prensa internacional y muchos gobiernos hispanoamericanos lo convirtieron en un héroe, víctima de la oligarquía, mártir de la democracia o qué sé yo.
Su corta visita a México, inviado por el Presidente Calderón, ya bajo la lupa del mundo, es una pequeña muestra de lo que el pueblo hondureño le ha tenido que sufrir. ¡Es como un elefante en una cristalería!
Mientras todo lo que narro anteriormente sucedía, ya el TSE, desde el mes de mayo y conforme a los plazos constitucionales, había convocado al proceso de elecciones que acaba de llevarse a cabo, porque es a esa institución a la cual corresponde no sólo hacerlo sino tener todo el control del mismo.
Para entonces, la Organización de Estados Americanos, OEA, dominada por la gente de Hugo Chávez, el Presidente de Venezuela, y con un Secretario General buscando su reelección, cometieron el mismo pecado que en Guatemala para el caso del asesinato del abogado Rodrigo Rosemberg, que primero emiten la declaración y luego investigan. En el caso de Honduras, condenaron y luego llegaron en viaje relámpago, al mejor estilo Pro-Cónsul, a llenar el requisito de averiguar qué había pasado, sólo para terminar expulsando a Honduras de su seno, en una manifestación horrenda de doble moral, ya que hacía pocos meses habían levantado todas las prohibiciones para que el gobierno de los hermanos Castro, de Cuba, reingresara al seno de dicha organización.
Se había tratado de hacer un esfuerzo por mediar entre las partes, encabezado por Oscar Arias, el Presidente de Costa Rica, pero, lejos de comprender las circunstancias y las leyes hondureñas, se pretendía que se violara la constitución para salir de la crisis, adelantando las elecciones, cosa que no aceptó la mayoría del pueblo, las autoridades y la sociedad civil de ese país.
Luego, en medio de las presiones internacionales, ya metido en la "jaula de oro" que él mismo escogió, la Embajada de Brasil, nombró dos delegados que, junto con dos del gobierno interino de Micheletti, llegaron a entendimientos y firmaron, el 30 de octubre, el Acuerdo Guaymuras/Tegucigalpa/San José, cuyo análisis pueden buscar en este blog.
Dicho Acuerdo no establece la restitución de Manuel Zelaya, per se. Todo lo que Zelaya diga, todo lo que la prensa les cuente, todo lo que escuchen de un Presidente, Canciller, Secretario General o Primer Ministro al respecto, o es una mentira deliberada o es producto de su ignorancia. Invito a que lean dicho Acuerdo. Está mi prestigio personal de por medio en lo que en este párrafo afirmo.
El Acuerdo Guaymuras NO establece que es Manuel Zelaya quien debe presidir el Gobierno de Unidad y Reconciliación que ahí sí se pactó.
Todo lo pactado por los delegados de Manuel Zelaya, que establecen medianamente los pasos y los tiempos a seguir, fue desvalorizado inmediatamente por aquél, en ese afán de terminar de hacer pedazos a su ya sufrido país. Por favor, lean dicho Acuerdo para que ni siquiera sea yo quien les cuente. Hagan lo que algunos mandatarios, por lo visto, no han realizado.
El proceso que culminará con la sesión del Contreso Nacional de Honduras, que hoy se dará, ha estado en marcha, pues se pidieron opiniones a varias instituciones y estas las han ido emitiendo para que, con base en ellas o sin tomarlas en cuenta, porque no hay obligación, dicho Congreso tome una decisión que será eminentemente política.
Mientras tanto, el día de las elecciones llegó, la respuesta del pueblo fue como se esperaba porque los hondureños son amantes de la política, y el pueblo ha hablado.
Ahora corresponde a los líderes democráticos del mundo, que tienen el privilegio de tener una cultura refinada por la academia, entender no sólo las causas del problema sino que esa voz mayoritaria hondureña, que ha tratado de ser desacreditada también por el señor Zelaya Rosales, sea no solamente escuchada en todo el mundo sino respetada.
Si no hay un reconocimiento del gobierno electo, así como del resto de autoridades electas en dicho proceso, como diputados, alcaldes y miembros de las corporaciones municipales, ¿qué proponen? Y después del 27 de enero de 2010 en que tampoco puedan seguir pidiendo la restitución de Zelaya porque el mandato finaliza ese día, ¿qué van a hacer?
¿Es conveniente o no que los líderes ilustrados del mundo ayuden a que esta crisis política, que no constitucional, finalice?
Recuerden que el mismo Acuerdo Guaymuras establece, para instalarse en el primer semestre del año entrante, la Comisión de la Verdad. Será más fácil que se alivianen las penas futuras del proscrito Manuel Zelaya si el camino se desbroza debidamente. No creo que la misma haya sido pactada por las dos partes sólo para ver a qué soldados y oficiales del ejército encarcelan.
Finalizo diciendo dos cosas: La primera, que la responsabilidad del gobierno español es mayor por el liderazo que, en forma natural, por cuestiones culturales e idiomáticas, ejerce sobre el resto de países europeos acerca de asuntos hispanoamericanos, y es ese liderazgo el que ha llevado a Europa, países individuales y Parlamento, a un atolladero que, si no se resuelve ya, va a hacer quedar muy mal a sus socios europeos, porque la elecciòn hondureña es irreversible. El pueblo ha hablado.
La otra, porque se hace necesario que la opinión pública sensata de esos tres países que admiramos y a los cuales les tenemos cariño, tome conciencia del error en que sus gobiernos están cayendo en el caso de la resolución de la crisis política hondureña, razón por la cual hago un llamado a que se manifiesten al respecto, especialmente tomando en cuenta que no hay otra salida ni legal ni política, que se acaba el tiempo y que, mientras más tarde se haga el reconocimiento que de todos modos habrán de efectuar, más rápido se pasará la página no sólo de la crisis sino del costo, a nivel nacional, de haber tenido que mantener una posición indefendible y haber tenido que rectificar.
En unas horas habrá sesionado el Congreso Nacional y tendremos elementos para analizar otra fase de este tinglado.
martes, 1 de diciembre de 2009
VOX POPULI, VOX DEI. PALABRAS AL OÍDO DE ESPAÑOLES, MEXICANOS, BRASILEÑOS...
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Brasil,
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