Difícil es para mí, por principio, estar de acuerdo con el bloqueo de carreteras para ejercer cualquier tipo de presión. Siempre he dicho que eso es un acto de terrorismo y no voy a cambiar mi posición, hoy. Soy un hombre de ideas claras y no suelo cambiar fácilmente de opinión, a menos que alguien me demuestre algún error en mi capacidad de comprensión.
Hoy, que el país entero amaneció con bloqueos en carreteras, estrangulando la actividad económica de muchas empresas y personas, sigo pensando lo mismo, pero con sentimientos encontrados a favor de quienes, en su desesperación, han ocasionado estos bloqueos.
La televisión globalizada sigue presentándole al mundo como la profesión más peligrosa el salir a pescar cangrejos en los mares helados de Alaska. ¡Cuán equivocados están! Por mucho frío y por muy duras que sean las condiciones de trabajo, en donde en unos dos meses hacen suficiente dinero para mantenerse bien todo el año, no puede compararse a los riesgos que corren los pilotos y ayudantes de la industria del transporte y, últimamente, los empresarios, es decir, los propietarios de autobuses o de una parte de ellos.
Sólo en un año de actividad mueren más pilotos y ayudantes en el transporte público de Guatemala que en un siglo de pesca de cangrejos en esos mares helados y tempestuosos del norte del planeta, de modo que empresarios, pilotos, ayudantes, sus familias y el otro gran actor de esta industria, el público usuario, no debieran estar clamando por seguridad. El problema es que tenemos un gobierno atolondrado que no reacciona, a pesar del baño de sangre que la población está sufriendo a manos de sicarios infantiles y juveniles dirigidos por bandas diabólicas que nos tienen de rodillas.
Si tuviéramos un gobierno que, en lugar de despilfarrar el dinero en programas poco transparentes, conformado por funcionarios corruptos que se las ingenian para robarse el dinero asignado para cualquier cosa, decidiera armar un programa de defensa del transporte, "otro gallo cantaría".
Tenemos, por otro lado, enfrentamiento entre los diferentes transportistas, ya que existen los urbanos (dentro de ellos, los de centros urbanos del interior del país, que no tienen mucho que ver con el de la capital), los de rutas cortas, los de rutas extraurbanas. Difícil ponerlos de acuerdo cuando a unos se les exonera y subsidia y a otros no.
Lo que sí tienen en común es sufrir bajas a mano armada, de manera que la creación de las Patrullas Virtuales de Defensa Civil, una combinación de inversión de tecnología, con cámaras, centros de vigilancia, patrullas armadas y motorizadas en puntos estratégicos, y una sociedad informada, con los consiguientes cambios en la normativa penal, incluyendo la constitucional que se refiere a la inimputabilidad de menores, iríamos mejorando día a día.
Bloquear carreteras, insisto, es un acto de terrorismo, pero algo hay que hacer para detener tanta muerte de pilotos y ayudantes, y en estos momentos yo estoy con ellos. Apoyémoslos todos a la par de solicitarles encausar sus peticiones por la vía legítima. De esa manera contarán con el apoyo mayoritario que necesitan para cambiar las cosas.
lunes, 22 de marzo de 2010
martes, 9 de marzo de 2010
SOBRE LA CRISIS INSTITUCIONAL
Las instituciones políticas, en Guatemala, están siendo puestas a prueba.
Tenemos una Corte Suprema de Justicia que, por ley, nombra un Congreso Nacional, con el voto mayoritario de diputados generalmente desacreditados, de cuyo cuerpo colegiado son pocos los que no dan vergüenza, de modo que los magistrados electos, normalmente han respondido a intereses espurios, bandas organizadas para copar el Estado o cualquier otra cosa, menos los altos intereses de La Nación.
La muerte del abogado y notario Rodrigo Rosenberg resucitó, de alguna bandeja empolvada, el proyecto de ley que se convirtió, casi de la noche a la mañana y por efecto de la presión de la sociedad civil, en la Ley de Comisiones de Postulación; una ley imperfecta, desde luego, pero que ayudó muchísimo a que la integración de esta última Corte Suprema de Justicia fuese, digámoslo benévolamente, más idónea. Lamentablemente, un supuesto abogado probo, al verse presidiendo dicho Organismo del Estado, se obnubiló, y en un sólo viaje al extranjero puso nuevamente en entredicho a la misma Corte Suprema de Justicia, en donde el sistema administrativo permite el derroche, el despilfarro, la inmoralidad en la ejecución del presupuesto.
¿Qué decir del Congreso Nacional que no se haya dicho con anterioridad? Baste decir dos cosas: que en nuestro sistema democrático no se puede cerrar el mismo, y que su foro también está integrado por personas respetables, aunque sean pocas, los menos. Lo demás, casi todo es negativo y repetitivo.
El Congreso Nacional debiera ser el lugar en donde se debaten las cosas políticas, las agendas del Organismo Ejecutivo, la problemática nacional. En lugar de ser así, ese debate público se ha ido a la prensa, a las Cámaras, a la Sociedad Civil. Se ha limitado la función de los diputados a la parte legislativa y, en pocos casos, a la contralora, y debiera ser en dicha Institución que se debata y llegue a acuerdos, pero tal parece que, mientras los integrantes de dicho Organismo estén más preocupados en sus negocios personales y en su reelección, amarrando negociaciones que provocan transfuguismo y más descrédito, nunca se dará que el Congreso ocupe el lugar que le corresponde dentro del quehacer político nacional.
Es justo, por lo menos, decir que ha habido verdaderos patriotas (término que no es patrimonio de partido político alguno) que le han dado lustre, dignidad, honor, tanto a la Corte Suprema de Justicia como al Congreso de la República. Esos hombres y mujeres, los menos por mucho, no han brillado por su ausencia, y muchas veces han sido la reserva moral del país, defendiendo principios morales y normas constitucionales en los momentos de crisis, especialmente. Sin embargo, es algo así como inversamente proporcional la cantidad de mentes lúcidas en estas instituciones, en la medida que pasa el tiempo. Ojalá el resto de magistrados de la actual Corte Suprema de Justicia reivindique esta tendencia.
Por otro lado tenemos a la Presidencia y Vicepresidencia de la República. Las pongo así porque Guatemala es un país en donde ambos cargos tienen funciones específica y delimitadas debidamente por la Constitución Política, y no es la segunda únicamente el reemplazo del primero. Son estas dos Instituciones, probablemente, de las más visibles para la población. Desde que inició la era democrática, en 1986, hemos tenido de todo. No vamos a hacer un estudio personal. Baste decir que es importante entender que, de las actuaciones de quienes ocupan estos cargos, depende en gran medida el encanto o desencanto de la población por el quehacer político en general.
Si el Gobierno está encabezado por un pícaro, los niveles de corrupción del aparato administrativo serán, indefectiblemente, corruptos. Si la cabeza privilegia la mentira y el engaño al respeto por la verdad, tendremos ministros farsantes, directores mentirosos y una opinión pública enfrentada con un estilo de manejar las cosas que no comparte, porque el ciudadano común y corriente tal vez no entiende de política, pero es lo suficientemente inteligente para darse cuenta cuando alguien le habla con la verdad o le está mintiendo descaradamente.
Hay que entender que los ciudadanos no están obligados a entender de cosas de política, pero desde el momento en que tiene el contacto con declaraciones de las autoridades, tiene el suficiente sentido común para saber si le toman el pelo o si está frente a alguien que habla derecho.
Así, en estos tiempos en que la sensación es que, además, el Presidente de la República no gobierna, y el segundo de abordo no entiende del funcionamiento administrativo o de política, la credibilidad de dichas instituciones está por los suelos, al grado que muchas personas piensan ya que el actual gobierno es peor que el de Alfonso Portillo, hoy sujeto a varios procesos penales en diferentes países, todos por corrupción, lavado de activos, malversación, enriquecimiento ilícito, etcétera, lo cual es mucho decir, sumado a que muchos de sus ministros y funcionarios, incluyendo a su Vicepresidente, Juan Francisco Reyes, han estado o están presos también por actos de corrupción.
En lo personal, y después de saber que el gobierno de Vicente Cerna, del siglo XIX, era catalogado como el peor gobierno de la historia de Guatemala, sigo creyendo que el gobierno de Alfonso Portillo, por ahora, se va llevando el título del primer lugar de lo malo, a nivel institucional, aunque es justo reconocer que su trabajo por los más pobres y desvalidos del país es algo poco valorizado en la actualidad y que, en la medida que pase el tiempo, será justipreciado. Aún así, coincido con el sentimiento de esas personas que creen que el actual gobierno, el de Álvaro Colom, está haciendo muchísimos méritos para desbancar al ex-presidente en ese poco honroso primer lugar de lo más malo que ha habido para gobernar nuestro país. ¡Y me parece que lo va a lograr!
La institucionalidad del Organismo Ejecutivo, entero, está también en crisis y se encuentra sujeta a prueba. Los cambios de Ministros como que fueran calcetines (por no decir otras prendas más íntimas), la mayoría de las veces por situaciones cuestionables; las aprehensiones, varias veces, de las cúpulas policiales que, se supone, deben actuar para defender a la población; y hasta las entendibles diferencias de opinión de dos Ministerios por la prórroga de un contrato de extracción de petróleo en un área protegida, dan una poco sana y permanente sensación de caos en las instancias administrativas. Por lo menos las nuevas autoridades en el Ministerio de Gobernación han entrado sin mucha experiencia pero con suficiente prestigio, debido a actuaciones anteriores, que permiten otorgarles el beneficio de la duda y no sólo dejarlos trabajar sino apoyarlos.
Luego, tampoco ayuda el enorme gasto en programas sociales poco transparentes para la población, en detrimento de los importantes renglones presupuestarios destinados a otros rubros igual de importantes, como seguridad, salud y educación. Y mucho menos ayuda que se le quieran subir los impuestos a muchas cosas porque no hay dinero para seguridad, salud y educación, y comiencen a aparecer los grandes negocios de cupones de gasolina, de compras de medicinas, de negociaciones raras de fertilizantes, de amigos que con una empresita de Q.5 mil ganan el contrato para extender el Documento Personal de Identificación, DPI, por casi Q.1,000 millones.
Estamos en crisis institucional porque, en menos de 15 días, los maestros, con extorsiones a la población trabajadora por parte de algunos de ellos, y actos de terrorismo, consiguen otro aumento salarial del 10%, cuando fue verdaderamente pública la firma del Pacto Colectivo de Condiciones de Trabajo, hace apenas poco más de un año, en donde el Primer Cuñado de la Nación, como abogado sindical del gremio magisterial, cobró más de Q.30 millones en honorarios por conseguirles el aumento que se les otorgó en esa oportunidad. ¿Será que se volvió a meter otros 30 millones de quetzales por este nuevo aumento? ¿O más? Si se habla de más de 120 mil maestros trabajando para el Estado, ¿cuánto dinero representa dos meses de aumento, que es lo que trascendió la vez pasada que cobró su abogado? Lo anterior contrasta con la falta de aumento salarial, en unos diez años, para los policías, que no tienen oportunidad de hacer huelgas y tienen la carga de enfrentar a la criminalidad armada y organizada del país.
¿Es que el Presidente lo es sólo de los maestros? ¿Es que los policías no tienen necesidades básicas, familias que dependen de ellos? En otra oportunidad me extenderé sobre el tema de la educación en Guatemala (no sólo hay cosas malas que decir, como el párrafo anterior) y, por aparte, en los temas de seguridad y policial. Baste para los efectos de hoy señalar que el Presidente debe serlo de todos los guatemaltecos, y cuando cede a presiones que rayan en terrorismo pero no atiende las necesidades vitales de otro segmento de servidores públicos, se vuelve sectario, distorsiona la escala de ingresos (que tan equilibrada mantuvo siempre el Presidente Jorge Ubico) y envía el perverso mensaje que vale más un maestro que un policía, lo cual no debe ser, pues tanto vale uno como el otro. El resultado, aparte de operar en contra de la población, porque viene resultando casi natural que el encargado de la seguridad se "busque" el complemento de sus ingresos en la calle a costillas de todos nosotros, es que la percepción de la Institución es que es manejada pusilánimemente.
Los gobiernos locales también están en una crisis frente a la población. Primeramente, han sido afectados en la ejecución de sus programas, frente a las comunidades que atienden, no sólo por el clientelismo de la Primera Dama y su supuesto programa social, sino por la crisis económica mundial que ha hecho que baje, en alguna medida, la recaudación fiscal, afectando el situado constitucional y varios programas.
Pero, además, son raras las municipalidades del país en donde los alcaldes están a salvo de la acusación de cualquier vecino o miembro de la prensa, ya no digamos de falta de transparencia y de claridad en el manejo de los recursos financieros, sino de verdaderos actos de corrupción, en donde las modernas investigaciones pueden dar cuenta de la manera como, entre parientes o entre amigos, compadres y testaferros, se reparten obras y dineros y, lo que es peor, se dejan frustradas a las comunidades al no efectuar la obra que, supuestamente, debían realizar.
La misma Universidad de San Carlos, sin demostrar hacia afuera que está en crisis, también la sufre a su manera, y es consecuencia de la buena fe de nuestros constituyentes, que con el afán de mejorar algunos procesos o de despolitizar ternas, involucraron a dicha Universidad, ocasionando ya no la despolitización de las ternas sino la politización de la Universidad, situación parecida a la del Colegio de Abogados y Notarios. Las luchas internas por el poder y la evidente intención de copar las instituciones involucradas por parte del crimen organizado, son problemas latentes y totalmente reales, tanto en la Universidad como en el mencionado Colegio de Abogados.
Hago una leve pausa para hacer una reflexión. Soy de las personas privilegiadas de este bello país, que hemos vivido lo suficiente para darnos cuenta del nacimiento de la Constitución y de algunas de las instituciones nuevas que contempla; de tener las herramientas académicas y la experiencia necesaria para entenderlas, y el hábito de la lectura y la memoria como para darles seguimiento y comparar.
Bajo ese orden de ideas escribo, ahora, sobre la Procuraduría de los Derechos Humanos y la Corte de Constitucionalidad, dos instituciones nacidas de la Asamblea Nacional Constituyente de 1985. Después de ver y admirar la actuación de varios Procuradores de los Derechos Humanos, como don Gonzalo Menéndez de la Riva, a quien le tocó ocupar el cargo por vez primera, y Ramiro de León Carpio, que tuvo una destacada actuación para el Golpe de Estado de Jorge Serrano Elías, en 1993, hoy sabemos que la Procuraduría existe, ahí está; pero me pregunto, ¿es adecuado el papel que viene representando dentro de la sociedad guatemalteca?
Por otro lado, la Corte de Constitucionalidad ha tenido sus altibajos, como cuando fue copada por los políticos del partido político Frente Republicano Guatemalteco, FRG, y permitieron la inscripción de la candidatura presidencial de su Secretario General, el general Efraín Ríos Montt, quien se supone no podía optar a la Presidencia de la República por haber participado activamente en un Golpe de Estado; pero en los últimos años es de las pocas instituciones guatemaltecas que podemos reconocer que han estado a la altura de las circunstancias y que viene cumpliendo con el cometido que la mencionada Asamblea Nacional Constituyente plasmó en nuestra Constitución. Recordemos que esta Institución jugó un papel importantísimo en el retorno a la constitucionalidad cuando el tristemente recordado ex-presidente Jorge Serrano mandó cerrar el Congreso Nacional y la Corte Suprema de Justicia, en mayo de 1993, al grado que el asesinato de su entonces presidente, el valiente y probo jurisconsulto Epaminondas Quintana, se dio poco tiempo después que la misma declarara ilegal las actuaciones de Serrano.
Otras dos instituciones en crisis son el Ministerio Público y la Defensoría Pública Penal. En primer lugar, parece que la segunda tiene más abogados que la primera, de manera que existen más abogados para defender, gratis, a los delincuentes, que abogados para acusarlos en nombre de la sociedad, condenarlos y mantenerlos a resguardo en las prisiones del país. Pero, además, en nada ayudó a la supuesta independencia de la primera, la reunión secreta que el Fiscal General tuvo con el Presidente de la República, apenas un par de días después que se hiciera público el video en donde el abogado Rodrigo Rosenberg, recientemente asesinado, acusara al segundo de estar involucrado en su asesinato; como tampoco ayuda a la segunda las triquiñuelas que han hecho con tal de que el nuevo Director o Directora sea fulano o mengana, llegando al colmo de anular nombramientos efectuados por el mismo Congreso de la República y, ahora, al otro colmo de que pasa el tiempo y simplemente no se nombra al sustituto o sustituta.
En un país en donde quien representa la autoridad no manda; en donde la soberanía de la nación, sus leyes y la voluntad pupular expresada en las urnas ha sido burlada; en donde el poder real es ejercido no por el funcionario electo sino por quien comparte su lecho y, encima, cualquier crítica seria a este tipo de irregularidades "le viene del norte", difícilmente podemos hablar de institucionalidad, más que de encaprichamiento.
Hay muchísimas más instituciones en crisis, pero sería prolijo enumerarlas.
Por si ya se nos olvidó, la vida que hoy llevamos en Guatemala es producto de las conquistas políticas, sociales, culturales, educativas, económicas, de variados tiempos y ocasiones, que sumadas todas vienen a subsumirse en nuestra realidad. Recordemos que muchas de esas conquistas han costado sangre. Desde la proclamación de nuestra independencia ha habido una sucesión de pequeños actos de conquista: primero hubo que desanexarse de México; luego hubo de separarse de la Federación, proceso en el cual hasta fue saqueada la ciudad de Guatemala; unos años después se separó el Estado de los Altos y la reunificación costó muchos mártires, pérdidas económicas y exilio. Y esto último sucedió dos veces.
También perdimos parte del territorio nacional, tanto por el lado que hoy es México, como por el que hoy es El Salvador y, prácticamente, todo Belice.
La fundación de la República se dio en medio de luchas armadas con Honduras y El Salvador, especialmente.
La separación de España en 1821 trajo, en los años subsiguientes, las ideas políticas, de modo que, alrededor de ellas, se aglutinaron, especialmente, los liberales y los conservadores, lo que también trajo la defensa armada de las mismas y, consiguientemente, más muerte y destrucción.
De esa cuenta triunfa la Revolución Liberal el 29 de junio de 1871, al frente de Miguel García Granados, y comienza, con él, una serie de gobiernos liberales que, a veces, se confunden con fuertes dictaduras, como las de Justo Rufino Barrios, Manuel Estrada Cabrera y Jorge Ubico.
El primero de los tres murió comprometiendo a Guatemala en una guerra con el resto de Centroamérica, por unificarla a la fuerza (más muertos). El segundo salió a cañonazos después de bombardear indiscriminadamente, desde su finca La Palma (en lo que ahora es La Palmita, zona 5), el Centro de la Ciudad, reportándose más de 700 muertes entre la población civil. El tercero cayó sólo después de gran agitación civil, dejando un testaferro que no aguantó la presión y provocó el levantamiento del 20 de octubre de 1944, movimiento que trajo grandes cambios sociales y que es conocido como la Revolución de Octubre del 44.
Diez años después seguían los enfrentamientos armados, cuando Carlos Castillo Armas derrocó al presidente constitucional Jacobo Arbenz Guzmán.
Con Arbenz, prácticamente se inicia, en 1950, un período gobernado por militares, a excepción de Julio César Méndez Montenegro (1966-1970) que termina hasta en 1986. Durante este largo período de gobiernos militares también se inicia, en 1960, el conflicto armado interno que, en 36 años de guerra, ya que finalizó oficialmente en 1996, produjo más de cien mil muertes (hay quienes cifran 150 mil).
Es decir, el producto de lo que hoy somos ha costado sangre, mucha sangre, de modo que es hasta peligroso no tener conciencia que, cuando no funcionan las instituciones, o cuando funcionan en contra de los ciudadanos, que es peor, estamos tocando un monstruo dormido con capacidad de despertar y devorarnos. Por eso jamás debemos olvidarnos que ha habido un proceso largo de conquistas y que hay que tener un inmenso repeto por la población, que al final de cuentas, con su apoyo, ha ido lográndolas sucesivamente a través de generaciones.
Se hace necesario, entonces, entender nuestro pasado; saber cómo resultaron, hoy, los hilos de esta trama en tal lugar, comprender el entorno y tener la capacidad de visualizar el futuro, para darle la importancia que se merece este conjunto de crisis institucionales que no hablan bien del país y no presagian nada bueno para el futuro cercano.
El paciente que se llama Guatemala ha venido estando enfermo. Hay que tener conocimiento de su historial clínico, excelentes ojos y oídos para elaborar un buen diagnóstico, y suficiente materia gris y experiencia no sólo para recetar, desde lejos, sino para atreverse a decir que la esperanza es nuestra (que la esperanza tampoco es patrimonio de partido político alguno); que estamos dispuestos a ayudar a sacarla adelante; que hoy, más que nunca, necesita del concurso de todos para que convalezca, sane y se levante.
Nuestra patria es digna y linda, y sabrá premiar a los mejores hombres y mujeres que acepten el reto de entenderla y de ayudar a mejorarla y salvarla.
No es justo que, siendo actualmente un país con tanto derramamiento de sangre, sean tan sólo instituciones como los bomberos o algunas otras de beneficencia las únicas que funcionen debidamente.
Se hace necesario curar al país para poder detener ese cotidiano sangrado que venimos padeciendo, y que con el cambio de diez ministros más, si no entendemos lo que el país ha venido necesitando, no lo lograremos.
Tenemos una Corte Suprema de Justicia que, por ley, nombra un Congreso Nacional, con el voto mayoritario de diputados generalmente desacreditados, de cuyo cuerpo colegiado son pocos los que no dan vergüenza, de modo que los magistrados electos, normalmente han respondido a intereses espurios, bandas organizadas para copar el Estado o cualquier otra cosa, menos los altos intereses de La Nación.
La muerte del abogado y notario Rodrigo Rosenberg resucitó, de alguna bandeja empolvada, el proyecto de ley que se convirtió, casi de la noche a la mañana y por efecto de la presión de la sociedad civil, en la Ley de Comisiones de Postulación; una ley imperfecta, desde luego, pero que ayudó muchísimo a que la integración de esta última Corte Suprema de Justicia fuese, digámoslo benévolamente, más idónea. Lamentablemente, un supuesto abogado probo, al verse presidiendo dicho Organismo del Estado, se obnubiló, y en un sólo viaje al extranjero puso nuevamente en entredicho a la misma Corte Suprema de Justicia, en donde el sistema administrativo permite el derroche, el despilfarro, la inmoralidad en la ejecución del presupuesto.
¿Qué decir del Congreso Nacional que no se haya dicho con anterioridad? Baste decir dos cosas: que en nuestro sistema democrático no se puede cerrar el mismo, y que su foro también está integrado por personas respetables, aunque sean pocas, los menos. Lo demás, casi todo es negativo y repetitivo.
El Congreso Nacional debiera ser el lugar en donde se debaten las cosas políticas, las agendas del Organismo Ejecutivo, la problemática nacional. En lugar de ser así, ese debate público se ha ido a la prensa, a las Cámaras, a la Sociedad Civil. Se ha limitado la función de los diputados a la parte legislativa y, en pocos casos, a la contralora, y debiera ser en dicha Institución que se debata y llegue a acuerdos, pero tal parece que, mientras los integrantes de dicho Organismo estén más preocupados en sus negocios personales y en su reelección, amarrando negociaciones que provocan transfuguismo y más descrédito, nunca se dará que el Congreso ocupe el lugar que le corresponde dentro del quehacer político nacional.
Es justo, por lo menos, decir que ha habido verdaderos patriotas (término que no es patrimonio de partido político alguno) que le han dado lustre, dignidad, honor, tanto a la Corte Suprema de Justicia como al Congreso de la República. Esos hombres y mujeres, los menos por mucho, no han brillado por su ausencia, y muchas veces han sido la reserva moral del país, defendiendo principios morales y normas constitucionales en los momentos de crisis, especialmente. Sin embargo, es algo así como inversamente proporcional la cantidad de mentes lúcidas en estas instituciones, en la medida que pasa el tiempo. Ojalá el resto de magistrados de la actual Corte Suprema de Justicia reivindique esta tendencia.
Por otro lado tenemos a la Presidencia y Vicepresidencia de la República. Las pongo así porque Guatemala es un país en donde ambos cargos tienen funciones específica y delimitadas debidamente por la Constitución Política, y no es la segunda únicamente el reemplazo del primero. Son estas dos Instituciones, probablemente, de las más visibles para la población. Desde que inició la era democrática, en 1986, hemos tenido de todo. No vamos a hacer un estudio personal. Baste decir que es importante entender que, de las actuaciones de quienes ocupan estos cargos, depende en gran medida el encanto o desencanto de la población por el quehacer político en general.
Si el Gobierno está encabezado por un pícaro, los niveles de corrupción del aparato administrativo serán, indefectiblemente, corruptos. Si la cabeza privilegia la mentira y el engaño al respeto por la verdad, tendremos ministros farsantes, directores mentirosos y una opinión pública enfrentada con un estilo de manejar las cosas que no comparte, porque el ciudadano común y corriente tal vez no entiende de política, pero es lo suficientemente inteligente para darse cuenta cuando alguien le habla con la verdad o le está mintiendo descaradamente.
Hay que entender que los ciudadanos no están obligados a entender de cosas de política, pero desde el momento en que tiene el contacto con declaraciones de las autoridades, tiene el suficiente sentido común para saber si le toman el pelo o si está frente a alguien que habla derecho.
Así, en estos tiempos en que la sensación es que, además, el Presidente de la República no gobierna, y el segundo de abordo no entiende del funcionamiento administrativo o de política, la credibilidad de dichas instituciones está por los suelos, al grado que muchas personas piensan ya que el actual gobierno es peor que el de Alfonso Portillo, hoy sujeto a varios procesos penales en diferentes países, todos por corrupción, lavado de activos, malversación, enriquecimiento ilícito, etcétera, lo cual es mucho decir, sumado a que muchos de sus ministros y funcionarios, incluyendo a su Vicepresidente, Juan Francisco Reyes, han estado o están presos también por actos de corrupción.
En lo personal, y después de saber que el gobierno de Vicente Cerna, del siglo XIX, era catalogado como el peor gobierno de la historia de Guatemala, sigo creyendo que el gobierno de Alfonso Portillo, por ahora, se va llevando el título del primer lugar de lo malo, a nivel institucional, aunque es justo reconocer que su trabajo por los más pobres y desvalidos del país es algo poco valorizado en la actualidad y que, en la medida que pase el tiempo, será justipreciado. Aún así, coincido con el sentimiento de esas personas que creen que el actual gobierno, el de Álvaro Colom, está haciendo muchísimos méritos para desbancar al ex-presidente en ese poco honroso primer lugar de lo más malo que ha habido para gobernar nuestro país. ¡Y me parece que lo va a lograr!
La institucionalidad del Organismo Ejecutivo, entero, está también en crisis y se encuentra sujeta a prueba. Los cambios de Ministros como que fueran calcetines (por no decir otras prendas más íntimas), la mayoría de las veces por situaciones cuestionables; las aprehensiones, varias veces, de las cúpulas policiales que, se supone, deben actuar para defender a la población; y hasta las entendibles diferencias de opinión de dos Ministerios por la prórroga de un contrato de extracción de petróleo en un área protegida, dan una poco sana y permanente sensación de caos en las instancias administrativas. Por lo menos las nuevas autoridades en el Ministerio de Gobernación han entrado sin mucha experiencia pero con suficiente prestigio, debido a actuaciones anteriores, que permiten otorgarles el beneficio de la duda y no sólo dejarlos trabajar sino apoyarlos.
Luego, tampoco ayuda el enorme gasto en programas sociales poco transparentes para la población, en detrimento de los importantes renglones presupuestarios destinados a otros rubros igual de importantes, como seguridad, salud y educación. Y mucho menos ayuda que se le quieran subir los impuestos a muchas cosas porque no hay dinero para seguridad, salud y educación, y comiencen a aparecer los grandes negocios de cupones de gasolina, de compras de medicinas, de negociaciones raras de fertilizantes, de amigos que con una empresita de Q.5 mil ganan el contrato para extender el Documento Personal de Identificación, DPI, por casi Q.1,000 millones.
Estamos en crisis institucional porque, en menos de 15 días, los maestros, con extorsiones a la población trabajadora por parte de algunos de ellos, y actos de terrorismo, consiguen otro aumento salarial del 10%, cuando fue verdaderamente pública la firma del Pacto Colectivo de Condiciones de Trabajo, hace apenas poco más de un año, en donde el Primer Cuñado de la Nación, como abogado sindical del gremio magisterial, cobró más de Q.30 millones en honorarios por conseguirles el aumento que se les otorgó en esa oportunidad. ¿Será que se volvió a meter otros 30 millones de quetzales por este nuevo aumento? ¿O más? Si se habla de más de 120 mil maestros trabajando para el Estado, ¿cuánto dinero representa dos meses de aumento, que es lo que trascendió la vez pasada que cobró su abogado? Lo anterior contrasta con la falta de aumento salarial, en unos diez años, para los policías, que no tienen oportunidad de hacer huelgas y tienen la carga de enfrentar a la criminalidad armada y organizada del país.
¿Es que el Presidente lo es sólo de los maestros? ¿Es que los policías no tienen necesidades básicas, familias que dependen de ellos? En otra oportunidad me extenderé sobre el tema de la educación en Guatemala (no sólo hay cosas malas que decir, como el párrafo anterior) y, por aparte, en los temas de seguridad y policial. Baste para los efectos de hoy señalar que el Presidente debe serlo de todos los guatemaltecos, y cuando cede a presiones que rayan en terrorismo pero no atiende las necesidades vitales de otro segmento de servidores públicos, se vuelve sectario, distorsiona la escala de ingresos (que tan equilibrada mantuvo siempre el Presidente Jorge Ubico) y envía el perverso mensaje que vale más un maestro que un policía, lo cual no debe ser, pues tanto vale uno como el otro. El resultado, aparte de operar en contra de la población, porque viene resultando casi natural que el encargado de la seguridad se "busque" el complemento de sus ingresos en la calle a costillas de todos nosotros, es que la percepción de la Institución es que es manejada pusilánimemente.
Los gobiernos locales también están en una crisis frente a la población. Primeramente, han sido afectados en la ejecución de sus programas, frente a las comunidades que atienden, no sólo por el clientelismo de la Primera Dama y su supuesto programa social, sino por la crisis económica mundial que ha hecho que baje, en alguna medida, la recaudación fiscal, afectando el situado constitucional y varios programas.
Pero, además, son raras las municipalidades del país en donde los alcaldes están a salvo de la acusación de cualquier vecino o miembro de la prensa, ya no digamos de falta de transparencia y de claridad en el manejo de los recursos financieros, sino de verdaderos actos de corrupción, en donde las modernas investigaciones pueden dar cuenta de la manera como, entre parientes o entre amigos, compadres y testaferros, se reparten obras y dineros y, lo que es peor, se dejan frustradas a las comunidades al no efectuar la obra que, supuestamente, debían realizar.
La misma Universidad de San Carlos, sin demostrar hacia afuera que está en crisis, también la sufre a su manera, y es consecuencia de la buena fe de nuestros constituyentes, que con el afán de mejorar algunos procesos o de despolitizar ternas, involucraron a dicha Universidad, ocasionando ya no la despolitización de las ternas sino la politización de la Universidad, situación parecida a la del Colegio de Abogados y Notarios. Las luchas internas por el poder y la evidente intención de copar las instituciones involucradas por parte del crimen organizado, son problemas latentes y totalmente reales, tanto en la Universidad como en el mencionado Colegio de Abogados.
Hago una leve pausa para hacer una reflexión. Soy de las personas privilegiadas de este bello país, que hemos vivido lo suficiente para darnos cuenta del nacimiento de la Constitución y de algunas de las instituciones nuevas que contempla; de tener las herramientas académicas y la experiencia necesaria para entenderlas, y el hábito de la lectura y la memoria como para darles seguimiento y comparar.
Bajo ese orden de ideas escribo, ahora, sobre la Procuraduría de los Derechos Humanos y la Corte de Constitucionalidad, dos instituciones nacidas de la Asamblea Nacional Constituyente de 1985. Después de ver y admirar la actuación de varios Procuradores de los Derechos Humanos, como don Gonzalo Menéndez de la Riva, a quien le tocó ocupar el cargo por vez primera, y Ramiro de León Carpio, que tuvo una destacada actuación para el Golpe de Estado de Jorge Serrano Elías, en 1993, hoy sabemos que la Procuraduría existe, ahí está; pero me pregunto, ¿es adecuado el papel que viene representando dentro de la sociedad guatemalteca?
Por otro lado, la Corte de Constitucionalidad ha tenido sus altibajos, como cuando fue copada por los políticos del partido político Frente Republicano Guatemalteco, FRG, y permitieron la inscripción de la candidatura presidencial de su Secretario General, el general Efraín Ríos Montt, quien se supone no podía optar a la Presidencia de la República por haber participado activamente en un Golpe de Estado; pero en los últimos años es de las pocas instituciones guatemaltecas que podemos reconocer que han estado a la altura de las circunstancias y que viene cumpliendo con el cometido que la mencionada Asamblea Nacional Constituyente plasmó en nuestra Constitución. Recordemos que esta Institución jugó un papel importantísimo en el retorno a la constitucionalidad cuando el tristemente recordado ex-presidente Jorge Serrano mandó cerrar el Congreso Nacional y la Corte Suprema de Justicia, en mayo de 1993, al grado que el asesinato de su entonces presidente, el valiente y probo jurisconsulto Epaminondas Quintana, se dio poco tiempo después que la misma declarara ilegal las actuaciones de Serrano.
Otras dos instituciones en crisis son el Ministerio Público y la Defensoría Pública Penal. En primer lugar, parece que la segunda tiene más abogados que la primera, de manera que existen más abogados para defender, gratis, a los delincuentes, que abogados para acusarlos en nombre de la sociedad, condenarlos y mantenerlos a resguardo en las prisiones del país. Pero, además, en nada ayudó a la supuesta independencia de la primera, la reunión secreta que el Fiscal General tuvo con el Presidente de la República, apenas un par de días después que se hiciera público el video en donde el abogado Rodrigo Rosenberg, recientemente asesinado, acusara al segundo de estar involucrado en su asesinato; como tampoco ayuda a la segunda las triquiñuelas que han hecho con tal de que el nuevo Director o Directora sea fulano o mengana, llegando al colmo de anular nombramientos efectuados por el mismo Congreso de la República y, ahora, al otro colmo de que pasa el tiempo y simplemente no se nombra al sustituto o sustituta.
En un país en donde quien representa la autoridad no manda; en donde la soberanía de la nación, sus leyes y la voluntad pupular expresada en las urnas ha sido burlada; en donde el poder real es ejercido no por el funcionario electo sino por quien comparte su lecho y, encima, cualquier crítica seria a este tipo de irregularidades "le viene del norte", difícilmente podemos hablar de institucionalidad, más que de encaprichamiento.
Hay muchísimas más instituciones en crisis, pero sería prolijo enumerarlas.
Por si ya se nos olvidó, la vida que hoy llevamos en Guatemala es producto de las conquistas políticas, sociales, culturales, educativas, económicas, de variados tiempos y ocasiones, que sumadas todas vienen a subsumirse en nuestra realidad. Recordemos que muchas de esas conquistas han costado sangre. Desde la proclamación de nuestra independencia ha habido una sucesión de pequeños actos de conquista: primero hubo que desanexarse de México; luego hubo de separarse de la Federación, proceso en el cual hasta fue saqueada la ciudad de Guatemala; unos años después se separó el Estado de los Altos y la reunificación costó muchos mártires, pérdidas económicas y exilio. Y esto último sucedió dos veces.
También perdimos parte del territorio nacional, tanto por el lado que hoy es México, como por el que hoy es El Salvador y, prácticamente, todo Belice.
La fundación de la República se dio en medio de luchas armadas con Honduras y El Salvador, especialmente.
La separación de España en 1821 trajo, en los años subsiguientes, las ideas políticas, de modo que, alrededor de ellas, se aglutinaron, especialmente, los liberales y los conservadores, lo que también trajo la defensa armada de las mismas y, consiguientemente, más muerte y destrucción.
De esa cuenta triunfa la Revolución Liberal el 29 de junio de 1871, al frente de Miguel García Granados, y comienza, con él, una serie de gobiernos liberales que, a veces, se confunden con fuertes dictaduras, como las de Justo Rufino Barrios, Manuel Estrada Cabrera y Jorge Ubico.
El primero de los tres murió comprometiendo a Guatemala en una guerra con el resto de Centroamérica, por unificarla a la fuerza (más muertos). El segundo salió a cañonazos después de bombardear indiscriminadamente, desde su finca La Palma (en lo que ahora es La Palmita, zona 5), el Centro de la Ciudad, reportándose más de 700 muertes entre la población civil. El tercero cayó sólo después de gran agitación civil, dejando un testaferro que no aguantó la presión y provocó el levantamiento del 20 de octubre de 1944, movimiento que trajo grandes cambios sociales y que es conocido como la Revolución de Octubre del 44.
Diez años después seguían los enfrentamientos armados, cuando Carlos Castillo Armas derrocó al presidente constitucional Jacobo Arbenz Guzmán.
Con Arbenz, prácticamente se inicia, en 1950, un período gobernado por militares, a excepción de Julio César Méndez Montenegro (1966-1970) que termina hasta en 1986. Durante este largo período de gobiernos militares también se inicia, en 1960, el conflicto armado interno que, en 36 años de guerra, ya que finalizó oficialmente en 1996, produjo más de cien mil muertes (hay quienes cifran 150 mil).
Es decir, el producto de lo que hoy somos ha costado sangre, mucha sangre, de modo que es hasta peligroso no tener conciencia que, cuando no funcionan las instituciones, o cuando funcionan en contra de los ciudadanos, que es peor, estamos tocando un monstruo dormido con capacidad de despertar y devorarnos. Por eso jamás debemos olvidarnos que ha habido un proceso largo de conquistas y que hay que tener un inmenso repeto por la población, que al final de cuentas, con su apoyo, ha ido lográndolas sucesivamente a través de generaciones.
Se hace necesario, entonces, entender nuestro pasado; saber cómo resultaron, hoy, los hilos de esta trama en tal lugar, comprender el entorno y tener la capacidad de visualizar el futuro, para darle la importancia que se merece este conjunto de crisis institucionales que no hablan bien del país y no presagian nada bueno para el futuro cercano.
El paciente que se llama Guatemala ha venido estando enfermo. Hay que tener conocimiento de su historial clínico, excelentes ojos y oídos para elaborar un buen diagnóstico, y suficiente materia gris y experiencia no sólo para recetar, desde lejos, sino para atreverse a decir que la esperanza es nuestra (que la esperanza tampoco es patrimonio de partido político alguno); que estamos dispuestos a ayudar a sacarla adelante; que hoy, más que nunca, necesita del concurso de todos para que convalezca, sane y se levante.
Nuestra patria es digna y linda, y sabrá premiar a los mejores hombres y mujeres que acepten el reto de entenderla y de ayudar a mejorarla y salvarla.
No es justo que, siendo actualmente un país con tanto derramamiento de sangre, sean tan sólo instituciones como los bomberos o algunas otras de beneficencia las únicas que funcionen debidamente.
Se hace necesario curar al país para poder detener ese cotidiano sangrado que venimos padeciendo, y que con el cambio de diez ministros más, si no entendemos lo que el país ha venido necesitando, no lo lograremos.
lunes, 8 de marzo de 2010
LAS MUJERES EN LA POLÍTICA Y EL MUNDO
La evolución del mundo ha sido acompañada de la evolución de la pareja y, por ende, de la propia evolución de quienes la conforman: el hombre y la mujer.
Del mundo prehistórido, que ha sido la gran mayoría del tiempo en que el ser humano ha evolucionado, durante los últimos millones de años, entramos a los tiempos históricos, desde hace aproximadamente hace unos 7000 años. Tenemos, entonces, una inmensa cantidad de años en que las mujeres tuvieron labores bien diferenciadas de los hombres.
Los últimos cien años, aproximadamente, son los que han traído la mayor cantidad de cambios sociales para la mujer. De aquellas que se vestían como hombres y hasta se cambiaban el nombre por uno masculino para ser o sentirse aceptadas en los círculos intelectuales de principios del siglo XIX, pasamos a las luchas por el voto universal, en lo político, y de ahí al tema de la participación que ha derivado, ahora, en el de las cuotas políticas.
En lo laboral también hubo toda una revolución, en donde las jóvenes rompieron paradigmas al inscribirse en las universidades para estudiar carreras tradicionalmente reservadas a los varones, como ingeniería, medicina, derecho.
Hoy existen países muy adelantados en el tema de igualdad de género, en donde a las poblaciones les da igual que sea un hombre o una mujer quien dirija los destinos del país.
En los nuestros apenas comenzamos a ver mujeres conductoras de autobús, o taxistas, aunque ya las vemos ocupando puestos importantes a nivel profesional.
Una de las cosas que más me impresionó de Honduras, por ejemplo, cuando recién comencé a viajar a ese país por razones políticas o de trabajo, fue ver la enorme cantidad de mujeres ejecutivas que tenía ese país hace 20 años. En la Guatemala de hoy todavía no veo los grupos de mujeres ejecutivas que suelen verse en este país vecino.
Todo está ligado, además, a la capacidad que tengan nuestras sociedades para educar a la niña. Un país que no educa sus niñas no sólo tiene problemas sociales que los demás países no tienen, sino que difícilmente tendrá mujeres de alto nivel ejecutivo, mujeres dirigentes políticas o de lo que sea.
Personalmente he podido compartir muchos años de trabajo a la par de excelentes mujeres en el ramo político. Por ejemplo, las mujeres de la izquierda nicaragüense, que me han acompañado durante varios períodos, han sido mujeres preparadas, estudiosas, que leen y trabajan parejo. Igual puedo decir, ahora, de las mujeres de la izquierda y de la derecha salvadoreña, país en que todavía está muy ideologizada la política.
En el ámbito de la función pública fue un orgullo y un placer trabajar a la par de varias damas, encabezadas por Arabella Castro (ex Presidenta del Congreso, ex Ministra de Educación, ex candidata a la Vicepresidencia de la República) en el Registro de la Propiedad. No hay absolutamente nada que decir en cuanto a capacidad de trabajo, intelectualidad, creatividad y, por qué no decirlo, especialmente porque no hay, quizás, otra manera de decirlo, "hombría de bien".
El mundo ha avanzado mucho como para pensar en negarles, a la mujeres, un espacio en la política, pero ese espacio deben ocuparlo por capacidad, por su trabajo, por su tezón y disciplina, no por su belleza únicamente y, mucho menos, por cuota.
Un decreto que determine la cantidad de hombres y mujeres que deban ocupar espacios en los partidos políticos o en las instituciones no es de sentido común. El estudio, la preparación y el interés por participar, sí lo son.
Con varias mujeres en primera línea, hoy, haciendo política, como diputadas, como secretarias generales de algún partico político, o simplemente regañando ministros y creando caos, no podemos decir que en Guatemala se les veda el derecho de estar, como digo, en primera línea.
Ya desde hace años, viendo las noticias a la par de mi papá (que en paz descanse), en la televisión, entrevistaron a la fiscal de un caso, luego a la abogada defensora, luego a la jueza, y recuerdo que se volteó conmigo, se echó un putazo y dijo, tan divertido como siempre fue: ¡estamos en manos de mujeres!
En este día que se celebra el Día de la Mujer en el mundo, al enviarles una felicitación sólamente auguro y espero que, en el futuro bien cercano, tengamos más mujeres haciendo política para que, con su intuición, su sensibilidad, su menor inclinación hacia la corrupción que los hombres, nos ayude a darle un rumbo distinto a nuestro amado país.
Felicitaciones a todas las mujeres que, además, son madres. Su labor educando a los hijos, a las hijas, es invaluable. ¡Sean hoy las catedráticas de los y de las líderes del mañana! Las mujeres de hoy, en el mundo, marcarán el rumbo que los adultos del mañana le demos a nuestros respectivos países. Si queremos menos guerras, menos corrupción, menos asesinatos, menos daños al planeta y mayor consideración hacia el entorno, hacia el prójimo, tenemos que valorizar, hoy, a las mujeres.
Del mundo prehistórido, que ha sido la gran mayoría del tiempo en que el ser humano ha evolucionado, durante los últimos millones de años, entramos a los tiempos históricos, desde hace aproximadamente hace unos 7000 años. Tenemos, entonces, una inmensa cantidad de años en que las mujeres tuvieron labores bien diferenciadas de los hombres.
Los últimos cien años, aproximadamente, son los que han traído la mayor cantidad de cambios sociales para la mujer. De aquellas que se vestían como hombres y hasta se cambiaban el nombre por uno masculino para ser o sentirse aceptadas en los círculos intelectuales de principios del siglo XIX, pasamos a las luchas por el voto universal, en lo político, y de ahí al tema de la participación que ha derivado, ahora, en el de las cuotas políticas.
En lo laboral también hubo toda una revolución, en donde las jóvenes rompieron paradigmas al inscribirse en las universidades para estudiar carreras tradicionalmente reservadas a los varones, como ingeniería, medicina, derecho.
Hoy existen países muy adelantados en el tema de igualdad de género, en donde a las poblaciones les da igual que sea un hombre o una mujer quien dirija los destinos del país.
En los nuestros apenas comenzamos a ver mujeres conductoras de autobús, o taxistas, aunque ya las vemos ocupando puestos importantes a nivel profesional.
Una de las cosas que más me impresionó de Honduras, por ejemplo, cuando recién comencé a viajar a ese país por razones políticas o de trabajo, fue ver la enorme cantidad de mujeres ejecutivas que tenía ese país hace 20 años. En la Guatemala de hoy todavía no veo los grupos de mujeres ejecutivas que suelen verse en este país vecino.
Todo está ligado, además, a la capacidad que tengan nuestras sociedades para educar a la niña. Un país que no educa sus niñas no sólo tiene problemas sociales que los demás países no tienen, sino que difícilmente tendrá mujeres de alto nivel ejecutivo, mujeres dirigentes políticas o de lo que sea.
Personalmente he podido compartir muchos años de trabajo a la par de excelentes mujeres en el ramo político. Por ejemplo, las mujeres de la izquierda nicaragüense, que me han acompañado durante varios períodos, han sido mujeres preparadas, estudiosas, que leen y trabajan parejo. Igual puedo decir, ahora, de las mujeres de la izquierda y de la derecha salvadoreña, país en que todavía está muy ideologizada la política.
En el ámbito de la función pública fue un orgullo y un placer trabajar a la par de varias damas, encabezadas por Arabella Castro (ex Presidenta del Congreso, ex Ministra de Educación, ex candidata a la Vicepresidencia de la República) en el Registro de la Propiedad. No hay absolutamente nada que decir en cuanto a capacidad de trabajo, intelectualidad, creatividad y, por qué no decirlo, especialmente porque no hay, quizás, otra manera de decirlo, "hombría de bien".
El mundo ha avanzado mucho como para pensar en negarles, a la mujeres, un espacio en la política, pero ese espacio deben ocuparlo por capacidad, por su trabajo, por su tezón y disciplina, no por su belleza únicamente y, mucho menos, por cuota.
Un decreto que determine la cantidad de hombres y mujeres que deban ocupar espacios en los partidos políticos o en las instituciones no es de sentido común. El estudio, la preparación y el interés por participar, sí lo son.
Con varias mujeres en primera línea, hoy, haciendo política, como diputadas, como secretarias generales de algún partico político, o simplemente regañando ministros y creando caos, no podemos decir que en Guatemala se les veda el derecho de estar, como digo, en primera línea.
Ya desde hace años, viendo las noticias a la par de mi papá (que en paz descanse), en la televisión, entrevistaron a la fiscal de un caso, luego a la abogada defensora, luego a la jueza, y recuerdo que se volteó conmigo, se echó un putazo y dijo, tan divertido como siempre fue: ¡estamos en manos de mujeres!
En este día que se celebra el Día de la Mujer en el mundo, al enviarles una felicitación sólamente auguro y espero que, en el futuro bien cercano, tengamos más mujeres haciendo política para que, con su intuición, su sensibilidad, su menor inclinación hacia la corrupción que los hombres, nos ayude a darle un rumbo distinto a nuestro amado país.
Felicitaciones a todas las mujeres que, además, son madres. Su labor educando a los hijos, a las hijas, es invaluable. ¡Sean hoy las catedráticas de los y de las líderes del mañana! Las mujeres de hoy, en el mundo, marcarán el rumbo que los adultos del mañana le demos a nuestros respectivos países. Si queremos menos guerras, menos corrupción, menos asesinatos, menos daños al planeta y mayor consideración hacia el entorno, hacia el prójimo, tenemos que valorizar, hoy, a las mujeres.
martes, 2 de marzo de 2010
EL DESARROLLO FINANCIANDO AL MUNICIPIO.
El 22 de octubre de 1999 me presenté como orador en la XV Reunión Anual de la Unión Interamericana de Vivienda y de la VI Conferencia de Organizaciones No Gubernamentales, ONG's. Fue en Antigua Guatemala y actuaba en calidad de Director por Guatemala del Banco Centroamericano de Integración Económica, posición desde la cual había impulsado con ahínco el Programa Municipal de dicho Banco.
Una de las consideraciones de mayor importancia de esta disertación es que, después de los aplausos y felicitaciones al final, fui invitado por la Jefa de la Agencia Internacional para el Desarrollo de los Estados Unidos de América, para América Central, cuyo nombre no recuerdo, pero sí la recuerdo como una hermosa pelirroja cuya oficina estaba en Costa Rica, a presentar las palabras que vienen a continuación en el Congreso de los Estados Unidos, dado que, según advertía élla, no había encontrado a alguien que pudiera explicarle, mejor que como lo había hecho yo, a los congresistas estadounidenses que aprueban los fondos de ayuda al exterior, el enorme impacto que, bien utilizados, son capaces de producir en el "Tercer Mundo".
Esta última presentación ya nunca se dio, pues en pocos meses dejaría, con la frente en alto, mi gestión pública dentro de la Banca de Desarrollo.
Afortunadamente la encontré entre unos papeles, para variar buscando otras cosas, así que, después de diez años y con muchísimas cosas que han pasado en el mundo, me permito revivir aquellos momentos para conocimiento de quien tenga interés por quienes yo denomino "los sin voz".
"Julio César, cuando aún no había consolidado los plenos poderes de que llegó a disponer más tarde, le comentó a uno de sus asistente al pasar frente a una aldea: 'Preferiría ser el primero en esta aldea que el segundo en Roma'.
Aunque las palabras del emperador estaban cargadas de un enorme espíritu de conquista política, no deja de llamar la atención la milenaria diferencia que, para la posteridad, se dejaba plasmada entre el mundo tranquilo de la aldea y el bullicioso y competitivo de la 'polis', la metrópoli.
Hoy no nos preocuparemos de buscar en las palabras de César sus claras o veladas intenciones. De eso se han ocupado grandes pensadores. Para nuestros efectos baste decir que el mundo, en dos mil años, en algo habrá cambiado, pero la diferencia entre la tranquilidad aldeana y la vida acelerada de nuestros núcleos urbanos podemos, de alguna manera, medirla conforme a los parámetros de bienestar que, lo que ahora llamamos sociedad occidental, ha conseguido a través de la ciencia, de la tecnología y de la técnica, que vemos reflejadas en los servicios que tenemos a mano y que muchas veces los creemos parte del entorno.
¿Podremos imaginarnos al hombre más poderoso del mundo antiguo ante la posibilidad de utilizar uno de aquellos teléfonos de dinamo de los años 1920, ya no digamos un teléfono celular y que funcione? ¿o viendo el programa más malo y aburrido de la televisión, aunque sea en blanco y negro y sin estéreo ni control remoto?
¿O simplemente enterándose del movimiento de las tropas enemigas a través del poco confiable telégrafo? No hace falta imaginárselo en túnica y sandalias pidiendo por radio que coloquen el satélite en otra posición para 'ver' por completo el entorno climático europeo y del norte de África en el mismo monitor de la computadora, y detectar en la noche, con rayos infrarrojos, los movimientos de tropas enemigas encabezadas por elefantes artillados.
Pero nunca soñó, siquiera, con comunicación a distancia ni nada que suene parecido, ni con cualquier otro tipo de tecnología, por muy atrasada que hoy nos parezca.
Lo que trato de establecer es que, en esos 2000 años, y abstrayéndonos un poco a nuestro mundo centroamericano, el desarrollo que lleva bienestar a las personas ha sido casi patrimonio completo de los centros urbanos, en donde se ejerce el poder político.
Hoy, esos centros urbanos tienen una gran presión migratoria de personas que llegan buscando, básicamente, dos cosas: oportunidades y servicios. Las dos panaceas solamente las encuentran en los lugares en donde existe algún tipo de infraestructura; y ésta sólo se da donde hay inversión, ya sea a través de financiamiento o de personas que puedan pagarla de alguna manera.
La visión del Banco Centroamericano de Integración Económica, BCIE, al crear el Programa de Infraestructura Municipal, del cual les venimos a hablar en esta oportunidad, fue precisamente llenar un vacío que, durante siglos, ha existido.
Hemos detectado a través de años de experiencia municipal desde diferentes ángulos, primero 'haciendo' gestión municipal como Asistente Ejecutivo del Alcalde de la Ciudad de Guatemala, don Álvaro Arzú, hoy Presidente Constitucional; luego como diputado centroamericano donde tuvimos la iniciativa de fundar y de conformar la Sub-Comisión de Asuntos Municipales, y ahora desde el Banco de Desarrollo de la región, el BCIE, que las necesidades de las comunidades del interior de los países centroamericanos son básicamente las mismas, que las personas están organizadas, por lo menos en Guatemala, desde antes de que los españoles llegaran a estas tierras con la institución del Municipio, y que todas las comunidades tienen una visión casi generalizada de lo que quieren, priorizando ellos mismos sus propias necesidades.
Tienen años de saberlo y años de esperar, pero aquella discusión que empezó Tomas Hobbes a mediados del siglo XVII al afirmar que 'el hombre es el lobo del hombre' por la desconfianza que tenía hacia los defectos de los sseres humanos, justificando de esta manera que debía transferirse todo poder al Estado, llevó a la mitificación de esta idea por Juan Jacobo Rousseau, por Karl Marx y, especialmente, por Jorge Federico Hegel, lo que llevaría a Max Weber, a principios de este siglo (me refería al siglo XX) a definir al mismo Estado como 'la agencia que reclama con éxito el monopolio de la coacción legal en un territorio determinado'.
Pues esa discusión es la que ha llevado a que, tradicionalmente, la obra de infraestructura necesaria para llevar oportunidades y servicios a las comunidades del interior de nuestros países, haya quedado en manos del todopoderoso Estado, el cual, la historia lo demuestra, apenas ha podido llevar algún tipo de infraestructura a las capitales y centros urbanos de primer orden.
Esto quiere decir que ese gran vacío que por muchísimos años ha existido hacia esas comunidades, de alguna manera lo ha venido a llenar el financiamiento que, con el apoyo de la Agencia Internacional para el Desarrollo de los Estados Unidos de América, AID, ha logrado poner el BCIE a disposición de los bancos del sistema y de algunas organizaciones no gubernamentales especializadas que han llevado a cabo un excelente trabajo de acercamiento y de realización exitosa de proyectos.
Recordemos que estamos en una región que hace apenas 10 años tenía 3 de las 5 repúblicas que conformaron la Federación de Centroamérica enfrascadas en guerras internas muy cruentas; las otras 2 sufrían por la implementación de políticas de contrainsurgencia o por la llegada de millares de familias que huían de los conflictos armados.
Ahora que estamos viviendo una etapa de paz y reconstrucción, todos los programas mediante los cuales las comunidades puedan ayudarse a sí mismas a construir o a reconstruir sus propias obras de infraestructura básica, son de enorme beneficio en cuanto a la eficiencia de los recursos, y de mayores impactos sociales en una etapa difícil que trata, además, de olvidar o, por lo menos, restañar viejas heridas.
Fue precisamente la reconstrucción de los países que hoy conforman lo que hemos dado en llamar el primer mundo, después de la Segunda Guerra Mundial, lo que le ha permitido a la población de esta parte del planeta dar por sentada la prestación de servicios esenciales como el de agua potable, energía eléctrica, salud, educación, previsión social por desempleo, por vejez, etcétera.
Mientras tanto, las grandes mayorías de nuestros países dedican parte de su jornada diaria a proveerse de agua, de leña para cocinar porque no hay gas ni otro tipo de energía; y para paliar sus dolencias tienen que desplazarse grandes distancias o someterse a lo que sugiera el curandero del lugar. Ése es un precio muy alto que todos pagamos por nuestro subdesarrollo.
Cuesta, como padre de familia, pensar en educar a los niños cuando la escuela queda a varios kilómetros de distancia y no hay siquiera qué comer; y con seguridad a esas mayorías no se les ocurre pensar en tener una pensión porque están desempleados o simplemente viejos y, si se les ocurriera, ¿de dónde sale?
Es en ese marco de pobreza y de pobreza extrema en que la satisfacción de las necesidades mínimas, las de subsistencia, es tan difícil, que surge, con el apoyo de la AID, como señalara, el Programa Municipal del Banco Centroamericano de Integración Económica, conocido por sus siglas como PROMUNI, produciendo en los casi 350 proyectos 100% ejecutados en Centroamérica, de los cuales más de 300 han sido llevados a cabo en Guatemala, un cambio social y cultural impresionante en beneficio de unas 983,000 familias.
Inició el Programa con cinco objetivos bien definidos:
- Fortalecer a los municipios en su capacidad de ordenar sus finanzas y de gestionar proyectos autosuficientes desde el punto de vista financiero;
- Posicionar a los Gobiernos Locales como sujetos de crédito;
- Desde el punto de vista de los intermediarios financieros, convertir la actividad de financiar proyectos municipales en rutinaria;
- Apoyar el proceso, ya no con ideas sino en la práctica, de descentralización o de transferencia de competencias del gobierno central a los gobiernos locales; y,
- Elevar las condiciones de vida de la población meta.
Los desembolsos ascienden a US$.48.0 millones, movilizando, a su vez, alrededor de unos US$.50.0 millones en fondos de contrapartida provenientes de los gobiernos locales y de los aportes de los propios beneficiarios de cada proyecto.
Los primeros años del programa fueron de mucha labor de mercadeo, de romper esquemas escépticos (casi ninguna IFI aceptaba a un municipio como sujeto de crédito) y culturales (del subsidio y la transferencia gubernamental al préstamo), de resolver problemas legales (garantías, límites y alcances del endeudamiento, marcos jurídicos diferentes en la región), y estrictamente crediticios (creación de mecanismos especiales que garanticen el pago).
Hoy, que los mecanismos propuestos han sido probados y se ha observado los bajos niveles de mora que se manejan, se ha generado mayor confianza en el programa: ¡La barrera del escepticismo se ha roto, pues ya tenemos conocimiento de varios casos financiados con recursos propios de los bancos del sistema, lo que ha significado más oferta de crédito para proyectos que generan sus propios medios de pago!
Las condiciones generales de los créditos, según el impacto deseado del Programa, son tres:
- Deben fortalecer la autonomía municipal;
- Deben fomentar la participación de los beneficiarios en la definición del proyecto y el compromiso de pago; y,
- Deben ser ambientalmente amigables.
Por eso vemos con satisfacción y es un orgullo compartirlo con Uds.; donde antes los niños salían de la escuela a hacer tareas porque si no se quedaban sin luz, y el cebo para las candelas o las pilas o baterías les consumía hasta un 30% del presupuesto familiar, hoy participan con su padre en las labores del campo, y estudian por la noche mientras que la mujer del hogar aprovecha para tejer o producir el doble de las artesanías que antes podía elaborar, generando más ingresos a la economía del hogar.
Del presupuesto familiar de baterías para linternas y candelas, ahora hasta les sobra para pagar la cuota mensual que tienen asignada por consumo y por abono a capital del crédito con sus intereses. ¡Todo el mundo gana!
Pero la mayor satisfacción es ver surgir como por arte de magia las antenas de televisión, abriéndole especialmente a los niños y jóvenes un mundo nuevo en el cual pueden atreverse a soñar.
Ver a las señoras con sus máquinas de coser, una venta de helados, un rótulo que anuncia la prestación de servicios de Internet, una empresa de televisión por cable, o una escuela de computación en lugares en donde el manto de la noche imperó durante siglos, nos debe llamar a la reflexión, especialmente porque son cosas que, en nuestro mundo urbano de refrigeradores, portones eléctricos, Internet, agua caliente, teléfonos celulares, hornos de microondas y ambientes climatizados, siempre damos por existentes.
Por eso, al reconocer la labor de Bancos y, especialmente, ONG's que no sólo han aceptado el reto de intermediar estos fondos sino el de acercarse a los municipios y comunidades más apartadas y rurales de nuestros países, y a sabiendas que hay mucho más por hacer, nos atrevemos a augurar la urbanización rural, es decir, la llegada del ansiado desarrollo y, en alguna medida, del bienestar que brinda el contar en todas las casas con agua potable, energía eléctrica, sistemas sanitarios, telecomunicaciones por cable, teléfono u otro medio hoy todavía no inventado, y tener en todas las poblaciones puestos de salud y centros educativos, poniendo a disposición de las gentes toda una infraestructura de servicios que hoy todavía no poseen, y brindándoles de esta manera un ramillete inestimable de oportunidades que, en una o dos generaciones, habrá de colocar a la región, tal vez siguiendo los pasos de Julio César, en camino de la aldea a la Roma moderna, quizás en una supercarretera de fibra óptica en la cual, nuestros campesinos actuales, al acceder al último de los descubrimientos del mundo en tiempo real e interactuar activamente por la gestión de la información en su comunidad, se habrán convertido en los hombres y mujeres más poderosos del planeta.
Al felicitar la iniciativa de los organizadores y su paciencia, sólo me resta decir: muchas gracias por haberme invitado a compartir lo que está sucediendo y por haberme permitido visualizar, con Uds., el futuro cercano."
Espero que no sólo la haya leído sino que haya tenido la oportunidad de montarse en la aventura del desarrollo y vivir, en alguna medida, los cambios que yo vi y que me inspiraron a escribir y leer estas líneas.
ENCUESTA SOBRE LA ECONOMÍA, LA CORRUPCIÓN Y LA REFORMA FISCAL
Agradezco a los lectores que respondieron a la pregunta que, a manera de encuesta, publicara en este espacio virtual.
Preguntaba acerca del parecer de las personas acerca de la conveniencia, o no, de efectuar un aumento de impuestos disfrazado de reforma fiscal, cuando la economía está deprimida y hay altos índices de corrupción, y la respuesta ha sido unánime.
El ciento por ciento de lectores que emitieron su voto opinan que, cuando la economía no está funcionando bien y, además, hay señales claras de que el producto de los actuales impuestos, en lugar de estar siendo bien aplicado, se está perdiendo en actos de corrupción, no es conveniente hablar de subir impuestos.
A mí me parece que el procedimiento debe ser totalmente al reves.
A la par que se combate la corrupción, que no la pueden detener bajo las actuales circunstancias porque la actitud de este gobierno bicéfalo, en sus más altas esferas, da las señales contrarias y, más bien, la fomenta; y cuando las personas que luchan por mantener a flote la economía, que en el caso de los últimos dos años en Guatemala el gobierno poco ha hecho por este tema, y la carga de sostener esa enorme peña ha recaído en su totalidad en la población económicamente activa, en las empresas, en las cooperativas, en los trabajadores y hasta en los migrantes. Pues digo que, cuando este par de circunstancias se hayan revertido, es decir, cuando ya no afloren casos de corrupción todos los días, como ahora, y la economía esté pujante, todo el mundo empleado y produciendo, entonces podrá hablarse oportunamente de una reforma fiscal que tienda a elevar la carga impositiva para apoyar los programas sociales del gobierno.
La insistencia de hacer todas las cosas a contrapelo del sentido común y, a veces, contraviniendo la legalidad, hace que la población, que los ciudadanos, los electores, se desencanten cada vez más de la política y de los políticos, de sus políticos.
Esto genera un círculo vicioso porque, en la medida que el despilfarro y el autoritarismo campean, asqueando a la población, en esa medida las personas más capaces de nuestra sociedad son reacias a participar en política, dejando la agenda nacional en manos ineptas que, a su vez, generan más malestar, molestias, enojos y animadversión.
Guatemala se merece ser liderada por gente capaz, con experiencia, con una escala de valores, con visión de país, con claridad de ideas e imaginación, con poder de convocatoria de los mejores elementos, no por los más mañosos que se creen iluminados, que en su frustración interna llegan a meterle la uña, con todo y sus familiares políticos y amiguetes, a todo lo que encuentran.
Ante todo lo que sucede, la sociedad guatemalteca debiera cerrar filas, escribir a los diputados de su distrito y frenar, tanto la pretendida reforma fiscal, como el endeudamiento del país y el déficit fiscal. Lo anterior sin olvidarnos, por supuesto, de la responsabilidad que los diputados tienen en la liberación de candados al Presupuesto de la Nación, medida que no sirvió para agilizar nada bueno sino para abrir el arca donde todo el mundo ha pecado y sigue haciéndolo.
Cuando uno tiene fugas de cualquier naturaleza, lo primero que se hace es cerrar la llave principal, no comprar más agua, gas o lo que sea. Es cuestión de sentido común.
Preguntaba acerca del parecer de las personas acerca de la conveniencia, o no, de efectuar un aumento de impuestos disfrazado de reforma fiscal, cuando la economía está deprimida y hay altos índices de corrupción, y la respuesta ha sido unánime.
El ciento por ciento de lectores que emitieron su voto opinan que, cuando la economía no está funcionando bien y, además, hay señales claras de que el producto de los actuales impuestos, en lugar de estar siendo bien aplicado, se está perdiendo en actos de corrupción, no es conveniente hablar de subir impuestos.
A mí me parece que el procedimiento debe ser totalmente al reves.
A la par que se combate la corrupción, que no la pueden detener bajo las actuales circunstancias porque la actitud de este gobierno bicéfalo, en sus más altas esferas, da las señales contrarias y, más bien, la fomenta; y cuando las personas que luchan por mantener a flote la economía, que en el caso de los últimos dos años en Guatemala el gobierno poco ha hecho por este tema, y la carga de sostener esa enorme peña ha recaído en su totalidad en la población económicamente activa, en las empresas, en las cooperativas, en los trabajadores y hasta en los migrantes. Pues digo que, cuando este par de circunstancias se hayan revertido, es decir, cuando ya no afloren casos de corrupción todos los días, como ahora, y la economía esté pujante, todo el mundo empleado y produciendo, entonces podrá hablarse oportunamente de una reforma fiscal que tienda a elevar la carga impositiva para apoyar los programas sociales del gobierno.
La insistencia de hacer todas las cosas a contrapelo del sentido común y, a veces, contraviniendo la legalidad, hace que la población, que los ciudadanos, los electores, se desencanten cada vez más de la política y de los políticos, de sus políticos.
Esto genera un círculo vicioso porque, en la medida que el despilfarro y el autoritarismo campean, asqueando a la población, en esa medida las personas más capaces de nuestra sociedad son reacias a participar en política, dejando la agenda nacional en manos ineptas que, a su vez, generan más malestar, molestias, enojos y animadversión.
Guatemala se merece ser liderada por gente capaz, con experiencia, con una escala de valores, con visión de país, con claridad de ideas e imaginación, con poder de convocatoria de los mejores elementos, no por los más mañosos que se creen iluminados, que en su frustración interna llegan a meterle la uña, con todo y sus familiares políticos y amiguetes, a todo lo que encuentran.
Ante todo lo que sucede, la sociedad guatemalteca debiera cerrar filas, escribir a los diputados de su distrito y frenar, tanto la pretendida reforma fiscal, como el endeudamiento del país y el déficit fiscal. Lo anterior sin olvidarnos, por supuesto, de la responsabilidad que los diputados tienen en la liberación de candados al Presupuesto de la Nación, medida que no sirvió para agilizar nada bueno sino para abrir el arca donde todo el mundo ha pecado y sigue haciéndolo.
Cuando uno tiene fugas de cualquier naturaleza, lo primero que se hace es cerrar la llave principal, no comprar más agua, gas o lo que sea. Es cuestión de sentido común.
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Reforma Fiscal
lunes, 1 de marzo de 2010
¿POR QUÉ TANTOS MINISTROS? TEORÍA DEL PRESIDENTE "WASHKERO"
El término "washkero", en el argot de la calle en Guatemala, significa que no da la altura, que no tiene la categoría esperada y, en algunos casos, que se es mentiroso.
En el caso del Presidente Álvaro Colom me parece que el término le va mejor al gobierno que representa que la tan sonada "solidaridad", que de tal no hay absolutamente nada, y detrás de toda la actuación de las actuales autoridades sólamente encontramos clientelismo político, astucia para quedarse con parte o con todo el mandado, corrupción, suciedad, inmoralidad, autoritarismo, prepotencia, nepotismo (que cuando no hay calidad profesional o simple capacidad demostrada, eso es lo que es).
Hace como una semana se anunció la destitución, por corrupción (yo sí me atrevo a llamar al pan, pan, y al vino, vino), de uno de tantos Ministros de Agricultura que ha tenido este "desgobierno en poco más de dos años; unos días atrás, se ordenó el cese de funcionas, judicialmente, de uno de tantos Ministros de Educación que ha habido. Ahora la noticia es que ayer también se tuvo que destituir, por corrupto, al Ministro de Gobernación, de modo que ahora asume el ministro número cinco en ese ramo.
Definitivamente, eso no es gobierno. Definitivamente eso no es combatir la delincuencia con "inteligencia". ¿Cuál?
Le hacen un daño terrible al país con esta incertidumbre acerca de nuestras autoridades, si es que todavía les podemos seguir llamando así porque, ¿con qué autoridad pueden desempeñarse este tipo de funcionarios que han venido subiendo en el escalafón, desde el ayudante del escribiente del asesor del viceministro? Es más, ¿con qué lealtad pueden los funcionarios menores apuntalar una gestión administrativa, si cualquier funcionario de rango medio se puede ya sentir Ministro al paso que vamos?
Recuento de daños aparte, a mí me parece que lo que sucede en Guatemala es producto de un Presidente Washkero, es decir, un presidente que dice una cosa y hace otra, cuando hace algo; un presidente que no está a la altura de las espectativas de la población ni de los requerimientos de la Nación; un presidente que no tiene categoría, que no manda y, lo que es peor, que deja que su "compañera" mande, ordene, grite funcionarios y regañe a su antojo, a sabiendas de todos, los regañados incluso, que no fue electa, que no tiene por qué mandar, que no le corresponde disponer y decidir.
A excepción de dos Ministerios, el de Energía y Minas y el de Ambiente, todos los demás Ministerios considero que han sido afectados por el efecto "washkero".
Me explico mejor: cuando se tiene un Presidente de la República que manda, que es capaz de convocar a un equipo de gente más capaz que él, que tiene una conducta personal que no da lugar a comentarios, que tiene el liderazgo para movilizar su grupo de trabajo hacia metas determinadas, que tiene un balance entre su capacidad de escuchar y de hablar, que hace evidente que antepone los intereses patrios a sus caprichos personales, cuya honradez no es puesta a duda, que no titubea para tomar las decisiones, incluyendo alguna para rectificar. Cuando se tiene un Presidente de esta categoría, en función directamente proporcional tendrá de ese mismo calibre a sus Ministros y Secretarios de Estado.
Por el contrario, como se dice popularmente, cuando la cabeza está podrida, el resto del cuerpo no puede estar menos que podrido.
Por eso digo y sostengo que el mayor problema del actual gobierno es su , washkerismo, el cual está llevando a tener Ministros washkeros y esto, lo único que producirá hasta el final de este gobierno, será un eterno relevo de mandos altos que, actualmente, son ocupados por personas que apenas tienen capacidad para ocupar mandos medios.
¿Qué podemos esperar de un Ministro que aguanta regañadas y gritadas en público, humillantes, de parte de la señora compañera del Presidente de la República? Pues según mi teoría, Ministros que sólo llegan "a ver qué"; que las regañadas y gritadas en público se las están cobrando con el erario público. A estas alturas, es prácticamente imposible que personas honorables, honradas, capaces y dispuestas a sacrificar su vida personal por la del funcionario público, ingresen a conformar un gabinete desprestigiado y complicado, a menos que tengan interés en algo más, lo cual les quita, automáticamente, los anteriores adjetivos.
Guatemala está condenada, en los siguientes casi dos años, a aguantar las mañas, latrocinios, abusos, arbitrariedades y lambisconerías de la mayoría de los Ministros de Estado que hoy dicen que hacen gobierno o de los que, en el futuro, se les arrimen.
¡Roguémosle a Dios que, por lo menos los dos nombrados, no renuncien o se enfermen en lo que queda del "Gobiernito de la Solidaridad"!
En el caso del Presidente Álvaro Colom me parece que el término le va mejor al gobierno que representa que la tan sonada "solidaridad", que de tal no hay absolutamente nada, y detrás de toda la actuación de las actuales autoridades sólamente encontramos clientelismo político, astucia para quedarse con parte o con todo el mandado, corrupción, suciedad, inmoralidad, autoritarismo, prepotencia, nepotismo (que cuando no hay calidad profesional o simple capacidad demostrada, eso es lo que es).
Hace como una semana se anunció la destitución, por corrupción (yo sí me atrevo a llamar al pan, pan, y al vino, vino), de uno de tantos Ministros de Agricultura que ha tenido este "desgobierno en poco más de dos años; unos días atrás, se ordenó el cese de funcionas, judicialmente, de uno de tantos Ministros de Educación que ha habido. Ahora la noticia es que ayer también se tuvo que destituir, por corrupto, al Ministro de Gobernación, de modo que ahora asume el ministro número cinco en ese ramo.
Definitivamente, eso no es gobierno. Definitivamente eso no es combatir la delincuencia con "inteligencia". ¿Cuál?
Le hacen un daño terrible al país con esta incertidumbre acerca de nuestras autoridades, si es que todavía les podemos seguir llamando así porque, ¿con qué autoridad pueden desempeñarse este tipo de funcionarios que han venido subiendo en el escalafón, desde el ayudante del escribiente del asesor del viceministro? Es más, ¿con qué lealtad pueden los funcionarios menores apuntalar una gestión administrativa, si cualquier funcionario de rango medio se puede ya sentir Ministro al paso que vamos?
Recuento de daños aparte, a mí me parece que lo que sucede en Guatemala es producto de un Presidente Washkero, es decir, un presidente que dice una cosa y hace otra, cuando hace algo; un presidente que no está a la altura de las espectativas de la población ni de los requerimientos de la Nación; un presidente que no tiene categoría, que no manda y, lo que es peor, que deja que su "compañera" mande, ordene, grite funcionarios y regañe a su antojo, a sabiendas de todos, los regañados incluso, que no fue electa, que no tiene por qué mandar, que no le corresponde disponer y decidir.
A excepción de dos Ministerios, el de Energía y Minas y el de Ambiente, todos los demás Ministerios considero que han sido afectados por el efecto "washkero".
Me explico mejor: cuando se tiene un Presidente de la República que manda, que es capaz de convocar a un equipo de gente más capaz que él, que tiene una conducta personal que no da lugar a comentarios, que tiene el liderazgo para movilizar su grupo de trabajo hacia metas determinadas, que tiene un balance entre su capacidad de escuchar y de hablar, que hace evidente que antepone los intereses patrios a sus caprichos personales, cuya honradez no es puesta a duda, que no titubea para tomar las decisiones, incluyendo alguna para rectificar. Cuando se tiene un Presidente de esta categoría, en función directamente proporcional tendrá de ese mismo calibre a sus Ministros y Secretarios de Estado.
Por el contrario, como se dice popularmente, cuando la cabeza está podrida, el resto del cuerpo no puede estar menos que podrido.
Por eso digo y sostengo que el mayor problema del actual gobierno es su , washkerismo, el cual está llevando a tener Ministros washkeros y esto, lo único que producirá hasta el final de este gobierno, será un eterno relevo de mandos altos que, actualmente, son ocupados por personas que apenas tienen capacidad para ocupar mandos medios.
¿Qué podemos esperar de un Ministro que aguanta regañadas y gritadas en público, humillantes, de parte de la señora compañera del Presidente de la República? Pues según mi teoría, Ministros que sólo llegan "a ver qué"; que las regañadas y gritadas en público se las están cobrando con el erario público. A estas alturas, es prácticamente imposible que personas honorables, honradas, capaces y dispuestas a sacrificar su vida personal por la del funcionario público, ingresen a conformar un gabinete desprestigiado y complicado, a menos que tengan interés en algo más, lo cual les quita, automáticamente, los anteriores adjetivos.
Guatemala está condenada, en los siguientes casi dos años, a aguantar las mañas, latrocinios, abusos, arbitrariedades y lambisconerías de la mayoría de los Ministros de Estado que hoy dicen que hacen gobierno o de los que, en el futuro, se les arrimen.
¡Roguémosle a Dios que, por lo menos los dos nombrados, no renuncien o se enfermen en lo que queda del "Gobiernito de la Solidaridad"!
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