La mayoría habla de la violencia como la razón primordial de este éxodo, pero nosotros no lo creemos, pues la gran parte de migrantes es originaria de Huehuetenango, un lugar en donde hay poca violencia que afecte a tantos miles de niños y jóvenes y, por otro lado, no hemos visto datos que reflejen el abandono de áreas violentas, con maras influyendo la vida de todos, como la zona 18 de la capital, que nos haga pensar en respaldar este argumento.
También se habla de violencia intrafamiliar, de mala información acerca de que, media vez entren a territorio de EUA, si son menores no van a ser deportados. Hay gran cantidad de información dispersa que no deja de ser otra conjetura, pues no hay estudios serios al respecto.
Dentro de todo esto, nosotros seguimos creyendo, porque hemos visto el proceso de deterioro durante años, que la gente se va porque donde vive no hay oportunidades de ocuparse en algo que le dé dinero. Así de simple.
En EUA, los analistas políticos, expertos en muchos temas, quizás, fallan al señalar que solamente los países centroamericanos tenemos la culpa de todo esto. Que son nuestros países los que deben contener esta ola de migrantes ilegales. Todo este debate en medio de mayores acuerdos, entre los dos partidos políticos grandes, el Demócrata y el Republicano, por mejorar la defensa de su frontera territorial.
Nuestro análisis es el siguiente, visto evolucionar en el tiempo pasado, analizando nuestras actuales carencias y falta de visión estadounidense y, especialmente, tratando de visualizar el escenario futuro.
Quienes dicen que son los Estados centroamericanos quienes deben atender a la población, tienen razón.
En el caso de Guatemala, el latrocinio de varios gobiernos, especialmente desde el año 2000 hasta la fecha, hace que gran parte de los recursos públicos se pierda en los bolsillos de funcionarios inescrupulosos, de los electos y de los nombrados. Cuando la cabeza está podrida, todo el cuerpo tiene a corromperse, y es lamentable que nuestros últimos gobernantes, con la débil excepción de Oscar Berger, han saqueado y esquilmado los recursos para atender a la gente de una manera desenfrenada.
Esto, de alguna manera, hay que componerlo. La cañería del gasto está picada y podrida, y los recursos que fluyen a través suyo no llegan, ni por asomo, a donde deben llegar.
Si esto no se hace y la población más vulnerable no es atendida, el flujo de migrantes ilegales no terminará; al contrario, se incrementará a niveles hoy no pensables, y lo que nos sacaremos, con la falta de entendimiento que los políticos de EUA tienen, sería algo serio, como un cierre indefinido de sus fronteras a nuestros productos o algo parecido, lo cual incidiría en un agravamiento de las condiciones, especialmente de las personas que viven en el campo, donde crecen los productos agrícolas que constituyen nuestra mayor oferta de intercambio.
EUA tiene razón en proteger la integralidad de su territorio como cualquier otro país. ¿Quién se lo puede negar? Guatemala tuvo, durante muchos años, prohibiciones específicas para el ingreso de algunas ciudadanías y etnias y, hasta donde sabemos, aún las tiene.
Pero en EUA también tienen que entender que convivimos juntos en este continente donde el ser humano ha llegado a poner fronteras en los últimos siglos.
Por ejemplo, si allá necesitan droga y esta es producida en Sud-América, el corredor natural para que esta pase es Centroamérica. Fue por eso que, cuando Virgilio Barco, el presidente colombiano que inició la persecución de los carteles al final de la década de 1980, nosotros organizamos un acto público donde llegó la mayoría del cuerpo diplomático acreditado en Guatemala, pues no sólo reconocíamos la valentía del mencionado presidente sino aprovechábamos el acto para alertar a todo el mundo que el siguiente escenario de ese conflicto sería, precisamente, Centroamérica.
Eran los años de finalización del conflicto armado interno en nuestros países pero la de iniciación de otro tipo de conflicto más escondido, más secreto, menos ideologizado pero es evidente que hasta más sanguinario que el anterior.
Hasta la fecha, EUA no pasa de atrapar distribuidores de barrio de las drogas, pero durante años nunca hemos escuchado que caigan los capos de la misma, allá. No somos tan ingenuos como para pensar que, por estar en territorio estadounidense, no hay grandes jefes y todos se trata de menudeo en las grandes ciudades.
El gran negocio de la droga producen inmensas fortunas en los países productores Y EN LOS PAÍSES CONSUMIDORES, pero en nuestros países los pagos se hacen con droga, y el gran tráfico y el menudeo local deja algo de dinero a algunos, pero a costa de grandes problemas de adicción que antes no teníamos pero, especialmente, con un corredor de violencia, de temor y de zozobra.
Por supuesto que este tema hay que entenderlo y atenderlo, pero para efectos del tema de este ensayo es importante entender las aristas del desarrollo, que es tan disparejo para nuestros pueblos y para el pueblo estadounidense.
Cuando uno se despierta con el sol y se acuesta con el atardecer, y emplea gran parte del tiempo diario en acarrear agua para cocinar y lavarse y leña para cocer los alimentos, se comienza a tratar de entender la vida, sin fines de semana ni feriados, de centenas de miles de mujeres, de niños y niñas, que emplean sus exiguas fuerzas tan sólo para estos dos fines.
Cuando el hombre sale a trabajar varias horas antes de que salga el sol, regresa ya anochecido, emplea sus domingos y feriados para trabajar sus siembras o para hacer labores comunitarias y, aún así, nunca tiene el dinero suficiente para cubrir ni sus necesidades básicas, aunque no se entienda completamente, ya nos vamos metiendo en la mentalidad de quienes aspiran y solamente aspiran a tener algo mejor, si no para ellos, que ya no ven salida, sí para sus hijos, para sus nietos.
Nuestros países podrían comenzar a reprimir a los padres que instan a sus menores hijos a hacer estas jornadas tan peligrosas, especialmente cuando el resultado es la muerte de uno de estos viajeros infantiles o juveniles. Si ejercen la patria potestad, bajo nuestra óptica y bajo el amparo de la ley, no es responsable arriesgarlos a tremendos peligros que todos, sin excepción, conocemos.
Pero, ¿detendrá esta represión este éxodo? Ya se ha visto que nuestros niños, nuestras niñas y nuestros jóvenes son más valientes de lo que hubiésemos pensado. Nosotros no lo creemos.
Mientras esos niños que están naciendo y creciendo en las montañas, mientras los padres y abuelos de esos niños y jóvenes no vean que, alrededor de su comunidad, hay oportunidades para que esos retoños salgan de la pobreza, de esa que nosotros, más acomodados, hemos dado en categorizarla sin darnos cuenta que todo pobre es pobre en extremo, esto no va a detenerse.
Esta lección es la que debe aprender EUA.
La Unión Europea, UE, lo entendió a tiempo y, en lugar de prepararse a recibir una marejada de pobres sin oportunidades, en Europa del Este, se preparó para hacerlos socios, con lo cual hubo inversión y acompañamiento en los países recién liberados del comunismo, la UE creció y las empresas de Europa Occidental tuvieron, poco a poco, otro inmenso mercado de compradores para sus productos, y oportunidades de inversión en mano de obra más barata en los nuevos países, sin que hayan tenido problemas de desempleo en sus propios países, los cuales se dieron años después debido a sus malas políticas económicas.
EUA tendrá que aprender esta lección, ante lo cual le quedan dos caminos:
- aprender a la mala, blindando su frontera y gastando miles de millones de dólares para tratar de contener una ola de niños, jóvenes y adultos que cada vez será mayor, teniendo que negociar a cada tanto una nueva reforma migratoria que incluya a las nuevas decenas de millones de migrantes ilegales dentro de su territorio, sea quien sea el partido que gobierne; o,
- asumir, desde ya, su responsabilidad histórica, actuar con inteligencia y valentía y comenzar a invertir, en nuestros países, en su industrialización, en tecnología, en educación, no de manera aislada sino a la par de los gobiernos que, a su vez, asuman el compromiso de detener el drenaje y despilfarro de nuestros pocos recursos.
Nosotros estamos seguros, conociendo la idiosincrasia guatemalteca, que mucha gente preferiría tener menos de lo que puede conseguir en EUA si, en su perspectiva, visualiza que, aquí, puede tener algo.
El mejor negocio para EUA, en estos momentos y bajo las actuales circunstancias, es comprender la problemática social y, utilizando sus grandes recursos económicos y la clarividencia que pueda quedar de algunos de sus políticos, no sabemos si los más jóvenes o los más sabios, hacernos sus socios en lugar de sus enemigos.
El "Tren de la Muerte" debe convertirse en una de las rutas de intercambio de mercancías que muestre cómo, en lugar de detenerse en la frontera sur de México, se interna en nuestra sub-región. Ésa será la muestra de que el Tratado de Libre Comercio de Norte América, el TLC, se amplía hacia el Darién.
No tenemos idea si Dios nos dará vida para ver estos cambios, este importante giro en la política exterior de EUA, pero sí estamos seguros que el tiempo nos dará la razón.
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