Un político, en el siglo XXI, no puede ser improvisado; tiene que cultivarse, salir de su entorno y nutrirse con lo que pasa en el mundo para poder, en su propio patio (y hasta en el traspatio de los países vecinos que viven experiencias similares), iluminar el camino con sus ideas, con la construcción de pensamientos que impulsen hacia un más elevado porvenir, bien fundamentados con la ayuda de los mejores autores que se puedan leer y consultar.
Para comprender la problemática de un país hay que conocer su historia, no porque se la ha leído simplemente sino porque se ha profundizado en ella, porque se ha comprendido y comprehendido, y nuestras categorías mentales se nutren de su análisis. Para comprender el mundo y estar en posibilidad de interactuar, hay que conocer muchas historias y, además, articularlas coherentemente.
Así es como vemos, con preocupación, lo que sucede en nuestro país, Guatemala; en nuestro entorno próximo: Centroamérica, México, Estados Unidos de América, EUA; y Sudamérica; y en otros escenarios más lejanos pero no menos importantes: la Unión Europea, UE; Rusia, el Oriente Medio y China, especialmente; con los conflictos puntuales de Ucrania, de Siria y el Palestino-Israelí.
El análisis político es minucioso, eminentemente intelectual y apoyado por una constante lectura de temas aparentemente no conectados pero que, de alguna manera, podemos vincular con otros acontecimientos, en una visión que sólo la experiencia y los dones de la naturaleza, dotándonos de una especie de olfato que no es precisamente de olores, hacen permisible.
Como centroamericanos podemos enunciar, al menos, que la actuación de EUA y la UE frente al independentismo pro-ruso de la península de Crimea, fue mal manejado (y lo sigue siendo), pues los líderes occidentales desconocen la historia y, por ende, la vinculación rusa al territorio. Las primeras reacciones (y por viscerales hay que ponerles más atención) del presidente ruso, Vladimir Putin, un líder con fama de estratega y de mantener la cabeza fría, son importantes de tomar en cuenta: la primera fue firmar un gigantesco convenio de compraventa de gas con China, por el orden de los US$.500.0 millardos; la segunda fue hacer un viaje a Latinoamérica, donde visitó lugares claves para los planes que ha de tener en mente: lo que publicitaron, Cuba, Argentina y Brasil; lo menos conocido: Nicaragua, donde sabemos, por informes de prensa (https://www.facebook.com/AsociacionEPM/photos/a.170711096332585.40894.155752224495139/687170891353267/?type=1) que dejó un importante apoyo militar de, por lo menos, US$.15.0 millones, los que incluyen fortalecer sus baterías antiaéreas. ¿Para qué? ¿Alguien se imagina a la Federación Rusa financiando la manera de interceptar narcoaviones en Nicaragua, en su camino hacia el gran mercado consumidor, el de EUA?
Es decir, para quienes ya vivimos en el pasado la guerra caliente en los países centroamericanos, la que produjo los muertos dentro del contexto de la Guerra Fría que las grandes potencias mantuvieron en los foros internacionales, el mensaje que recibimos es que el conflicto de Crimea (o de Ucrania), ha revivido la era de confrontación Este-Oeste en Centroamérica; y eso, para quienes vivimos acá o para quienes viven en la ruta entre Centroamérica y EUA, es preocupante.
Por otro lado, hay señales claras de que EUA, antiguo defensor de las débiles democracias, hoy juega un papel ambiguo con dos tipos de mensajes: los mensajes claros de que su gobierno es más afín a las políticas y los ideales socialistas, y los mensajes entre líneas de que, en nuestros países, ya no contamos con ellos; estamos solos pues, su agenda, en otros lugares, ha de ser más importante. Su visión geopolítica ha de priorizar otras cosas, olvidándose que nosotros, por simple posición geográfica, tenemos un valor intrínseco, como lo tiene Turquía para la Organización del Tratado del Atlántico Norte, OTAN.
Podríamos abundar sobre los elementos que sustentan estas ideas pero, por el momento, no conviene externarlas por razones que, quizás, algún día demos a conocer. El silencio, en política, también es válido y estratégico.
El eje del poder mundial, entonces, ha sufrido un remezón. Esto es indudable. Estamos, como insinúa el título de este ensayo, en un proceso de ajuste de los grandes poderes del mundo y de la manera como vivimos en medio de las grandes tensiones que ocasionan algunas potencias económicas (olvidémonos, por un momento, del otro tipo de poderío: el militar).
Por otro lado, la degeneración de la guerra civil en Siria, que ha dado lugar al surgimiento de grupos radicales islámicos y a la supuesta fundación de un ente supranacional que sirva de base para la penetración mundial (que es lo que tocaría después), la cual ha venido provocando escenarios complejos, de inmensa crueldad y de gran insensibilidad por la vida humana, nos hace pensar en las predicciones de Michael de Nostradamus, las cuales no todos toman en serio, quien anticipó hace poco más de cuatro siglos que en nuestro tiempo se daría la 3ra. Guerra Mundial, una guerra que iba a durar alrededor de 27 años en donde las grandes ciudades son destruidas, Europa invadida por los musulmanes y el Papa obligado a cambiar su sede del Vaticano (la partición de Francia en dos, nos parece que es posterior, pero en este tema vemos su raíz).
Quién sabe si todo esto se dará en nuestra generación. El tiempo lo dirá. Lo importante de analizar es lo que está sucediendo, con centenares o quizás miles de jóvenes radicales dejando sus hogares en los países europeos para ir a participar de la "Guerra Santa", lo que está convirtiéndose en la formación de grandes brigadas de ciudadanos europeos, que parecen no comulgar con los valores democráticos del viejo continente, expertos en el manejo de las armas, en el combate callejero, en el exterminio de seres humanos que no creen o piensan como ellos y hasta de niños inocentes, en la violación y hasta compraventa de mujeres.
¿Alguien se ha puesto a pensar lo que significa que simples diez individuos con el corazón endurecido, dispuestos a degollar a cualquiera sin remordimiento, pueden hacer en una sola ciudad? ¿Y en la cantidad de idiotas que, por fanatismo, se convertirán en sus seguidores con el apoyo ingenuo de la prensa libre y el de la tecnología? La guerra por el poder, en Siria (e Irak), es el campo de entrenamiento de los combatientes del futuro en Occidente y, quizás, en otras partes del mundo oriental.
¡Pues sí! Esos veteranos de la guerra civil en Siria e Irak algún día van a regresar a sus respectivas comunidades llegando a contaminar ciudades y hasta países enteros en el nombre de un profeta que, a nuestro entender, no predicó la muerte ni la maldad. ¿Por qué no pensar que un desangramiento de Europa es posible en el mediano plazo? ¿Qué papel jugarán en todo esto las bombas sucias en territorio estadounidense?
Esto es lo que hace un tiempo predijo, también, Arnold Toynbee, al introducir el concepto de Choque de Civilizaciones que, años después, en 1993, desarrollara Samuel Huntington (mencionamos el año para contrastar que, en esa época, los escenarios que hoy vivimos, así como los que ya se vienen perfilando, eran hasta hace antes de esas publicaciones, y aún después poco probables), en donde el elemento religioso es preponderante dentro de la confrontación, la cual es inevitable, afirma este último autor, desplazando a los característicos conflictos ideológicos del siglo XX y, añadiríamos nosotros, hasta haciéndolos ver pequeños, como hoy miraríamos las Guerras Púnicas comparadas con las primeras dos Guerras Mundiales.
Como profesional del Derecho, como político y como aficionado a las ciencias sociales, algo que vemos, además, es que los paradigmas bajo los cuales hoy vivimos en democracia tendrán que cambiar, endureciéndose las leyes y hasta retomándose, en países abolicionistas, la pena de muerte ante tanto radicalismo de gente dispuesta a acabar con los demás (con nosotros), lo que solamente sucederá cuando la mayoría de actores políticos, especialmente los legisladores en cada país, entiendan que la redención de penas o esa segunda oportunidad para salir a convivir socialmente, de un delincuente condenado, no funciona para cierto tipo de personas (que lo son), y que la lucha callejera ha llegado a tal punto que exista una convicción de que, "o son ellos o somos nosotros".
Lo anterior, tarde o temprano, sucederá. Organismos multilaterales como la Organización de Naciones Unidas, ONU, con todo y su flamante Consejo Permanente de Seguridad, parecerá inútil, como lo será, también, todo el arsenal tecnológico que hoy vemos de última generación, pues los campos de batalla que aparecen en el horizonte son urbanos, en medio de barrios y suburbios de población civil indefensa, lo cual requerirá un enfoque distinto que prevemos complicado, prolongado y desgastante.
El mundo que vivimos, pues, transita entre unos años dorados en los que hubo guerras, sí, y millones de muertos y desplazados, pero que en nada se comparan con lo que cualquier análisis puede predecir para el futuro cercano, por su crueldad e impredecibilidad. De los bombardeos, en la Segunda Guerra Mundial, que destruyeron ciudades enteras, las personas podían escapar en los refugios subterráneos. Del terrorista que aceche casa por casa, cuchillo en mano, será más difícil. De ahí que el problema de las grandes migraciones y de los refugiados se intensificará, y la confusión por saber a dónde ir será tremenda y agobiante.
Así las cosas, no es aventurado predecir que China, Rusia y EUA se unirán, de alguna manera, para hacer frente común con la UE ante lo que podría convertirse en un verdadero baño de sangre, donde Francia podría ir, probablemente, a la cabeza, pues tiene la mayor población musulmana de Europa, seguida de Bélgica y Gran Bretaña, que han aportado la mayor parte de combatientes internacionales en Siria y ahora Irak, algo de lo que los mismos EUA no se han librado, por lo que nos atrevemos a visualizar que todo esto se generalizará en el viejo continente y habrá grandes problemas, también, en las ciudades estadounidenses, canadienses, australianas (por la firmeza con que han tratado de limitar o detener la migración musulmana) y hasta suecas, alemanas y holandesas, países que han admitido la migración de grandes contingentes de mano de obra y que ahora vienen a caer en cuenta que muchos de ellos no se integraron al país, no se sienten ligados al mismo y su sentimiento de pertenencia está regido por una religión sobre la cual ni su dinero ni sus instituciones tienen control.
El continente africano, nos atrevemos a prever, será también uno de los escenarios más violentos de la confrontación religiosa en donde, además, se podrían intensificar los viejos conflictos étnicos.
Lo que suceda con el conflicto Palestino-Israelí creemos que puede complicarse con la sumatoria de más países al mismo, especialmente Irán y su programa nuclear, aunque no descartamos la injerencia de otros Estados vecinos en la medida que puedan caer en manos de gobernantes radicales.
Gran peso tiene, también, Arabia Saudita, que en esta última bajada del precio internacional del petróleo ha tenido un papel activo, hasta preponderante, rompiendo la unanimidad de la Organización de Países Exportadores de Crudo, OPEC, manteniendo su producción en momentos en que baja la demanda, haciendo tambalear las economías de los grandes productores, como Rusia, Venezuela, Siria y los mismos pozos en manos de los radicales islámicos, lo cual pone a la mismísima familia real saudí en la mira de poderosos enemigos, lo cual podría tener consecuencias incalculables hoy día.
La contención del radicalismo islámico en Egipto, quién sabe si finalmente triunfará.
¿Qué papel jugarán Indonesia, el país musulmán más poblado de la Tierra pero con minorías cristianas? ¿O Pakistán, con casi 190 millones de musulmanes y con una historia de grandes tensiones con India, cuando se sabe que tiene más de 100 cabezas atómicas y un programa nuclear que data de 1971?
Así las cosas, solamente podemos encomendarnos a Dios y decir que la política local, en Guatemala, es más simple de lo que parece, con todo y la corrupción (que algún día ayudaremos a erradicar), los conflictos por los proyectos mineros y la injerencia interna de algunos países con su agenda propia en nuestros asuntos internos; y que los contendientes o aspirantes a la Presidencia, esos que se han venido robando la salida como si así fuesen a ganar, se ven pequeños, muy pequeños.
Una cosa es cierta; en un mundo en transición, como este, los líderes de nuestros países tienen que tener una relativa claridad de hacia dónde van los acontecimientos y, especialmente, los mercados en donde vendemos nuestros productos, pues de ellos depende la salud de nuestras pobres economías, la viabilidad de nuestras inversiones, la de los Estados mismos y el bienestar de la ciudadanía.
martes, 25 de noviembre de 2014
miércoles, 19 de noviembre de 2014
LOS EXPERIMENTOS GUATEMALTECOS: EL CASO DE LAS ADOPCIONES
Guatemala ha sido campo fértil, como conejillo de Indias, para los experimentos políticos financiados desde el extranjero, aventuras que no siempre han dado buenos resultados.
Es innegable que en 1994 hubo un avance cuando se instauraron los procesos penales orales, pero al eliminar los juzgados de paz, que le proporcionaban un acceso cercano a cierto tipo de justicia a las comunidades rurales, lo que propiciaron, frente a la desesperación por no obtenerla, fue el fenómeno de los linchamientos de personas, las que no siempre merecían un final como el que recibieron.
También ha habido experimentos fomentados desde adentro, como la creación de la Superintendencia de Administración Tributaria, SAT, a la cual, tímidamente, no se le dio la autonomía necesaria y se le fijan metas, políticamente, de lo que debiera ser eminentemente técnico, y descuidaron totalmente su conformación interna, al grado que hoy es peor que una Torre de Babel, esa construcción que pasó a la historia porque los operarios no se entendían entre sí, y decimos peor porque las últimas revelaciones indican que no sólo no se entienden, hasta con sistemas informáticos independientes y no conectados entre sí sino, los feudos creados durante estos quince años, los tienen enfrentados en una lucha sorda, casi imperceptible, en reparticiones de poder que tocan a las más altas esferas del poder.
Uno de los experimentos políticos financiados desde el exterior y defendido a ultranza por algunos connacionales es el de las adopciones. No se le ocurra al lector confundirnos con el comercio de niños, que es distinto y desde ya abominamos; el caso es que, por frenar un fenómeno que rebasaba no sólo a las autoridades sino a los mínimos valores humanos, la presión internacional por legislar en el sentido que los burócratas y activistas de escritorio de los países nórdicos requerían, sin conocer nuestra realidad de carne y hueso, los impulsaron a aprobar las leyes que, hoy, le frustraron las oportunidades de desarrollarse a miles de niños que, en nuestro país, no tienen quién vele por ellos.
El colmo pareciera ser que Estados Unidos de América, EUA, uno de los financistas e impulsores de esa ley, hoy protesta y exige que se resuelvan las adopciones a favor de familias estadounidenses que han de estar pataleando en la Embajada de ese país porque tienen años de hacer trámites, de gastar dinero en viajes y en hoteles, y de mantener una relación de padres e hijos con los niños que, de cuando en cuando, tienen que volver a abandonar en el orfanato y continuar con la pesadilla de los expedientes, a la caza de la resolución que les permita abandonar el país con el niño al cual van a cuidar, para nunca más querer volver.
Pero ese no es el colmo. Este lo constituye el hecho de que varios expedientes se han cerrado porque las personas que iban a ser adoptadas ya cumplieron la mayoría de edad. ¿No es esto una muestra evidente que la bella institución que crearon los romanos no opera? ¿No es esto una muestra de lo patética que es la situación?
El otro colmo es que EUA financió y apoyó una ley de adopción que no funciona en un país pobre (donde hace décadas hasta pudieron hacer pruebas de contaminación de enfermedades sexuales con seres humanos), sin oportunidades, y ahora se queja "y no se explica" por qué los niños y jóvenes se atreven a desafiar a la muerte para irse a internar, aunque sea ilegalmente, a su territorio.
Las cosas en su contexto: el comercio de seres humanos, sean de la edad que sean, debe ser severamente sancionado, tanto económica como penalmente; pero la adopción internacional es algo urgente de revisarse, y no por apoyar a las familias en su desesperación por lo interminable de los trámites, sino por los niños y niñas de este país.
¿Alguien se ha puesto en la situación de estos niños que son visitados constantemente por sus posibles padres adoptivos y nuevamente abandonados en el orfanato con la promesa de regresar, así durante años? ¿Es esto justo para esos pequeños guatemaltecos que esperan algo mejor de nosotros, los adultos que sí estamos en condiciones de entender su dolor y sus sufrimientos?
Lo que existe por la relación de estas familias que desean adoptar y los niños que los llegan a conocer, es cariño, es amor, y la frialdad de nuestras instancias legales, para variar, funcionan en el sentido contrario a lo que debiera ser. ¿Adónde quedó el sentido común?
Desde este espacio siempre hemos abogado por quienes hemos denominado "los sin voz". Si algunos no tienen voz en nuestro país son los niños huérfanos, especialmente quienes están encerrados permanentemente en instituciones públicas, por eso recogemos su sentimiento, lo hacemos nuestro y lo proyectamos al resto de la sociedad: ¡Es urgente hacer algo al respecto!
Es innegable que en 1994 hubo un avance cuando se instauraron los procesos penales orales, pero al eliminar los juzgados de paz, que le proporcionaban un acceso cercano a cierto tipo de justicia a las comunidades rurales, lo que propiciaron, frente a la desesperación por no obtenerla, fue el fenómeno de los linchamientos de personas, las que no siempre merecían un final como el que recibieron.
También ha habido experimentos fomentados desde adentro, como la creación de la Superintendencia de Administración Tributaria, SAT, a la cual, tímidamente, no se le dio la autonomía necesaria y se le fijan metas, políticamente, de lo que debiera ser eminentemente técnico, y descuidaron totalmente su conformación interna, al grado que hoy es peor que una Torre de Babel, esa construcción que pasó a la historia porque los operarios no se entendían entre sí, y decimos peor porque las últimas revelaciones indican que no sólo no se entienden, hasta con sistemas informáticos independientes y no conectados entre sí sino, los feudos creados durante estos quince años, los tienen enfrentados en una lucha sorda, casi imperceptible, en reparticiones de poder que tocan a las más altas esferas del poder.
Uno de los experimentos políticos financiados desde el exterior y defendido a ultranza por algunos connacionales es el de las adopciones. No se le ocurra al lector confundirnos con el comercio de niños, que es distinto y desde ya abominamos; el caso es que, por frenar un fenómeno que rebasaba no sólo a las autoridades sino a los mínimos valores humanos, la presión internacional por legislar en el sentido que los burócratas y activistas de escritorio de los países nórdicos requerían, sin conocer nuestra realidad de carne y hueso, los impulsaron a aprobar las leyes que, hoy, le frustraron las oportunidades de desarrollarse a miles de niños que, en nuestro país, no tienen quién vele por ellos.
El colmo pareciera ser que Estados Unidos de América, EUA, uno de los financistas e impulsores de esa ley, hoy protesta y exige que se resuelvan las adopciones a favor de familias estadounidenses que han de estar pataleando en la Embajada de ese país porque tienen años de hacer trámites, de gastar dinero en viajes y en hoteles, y de mantener una relación de padres e hijos con los niños que, de cuando en cuando, tienen que volver a abandonar en el orfanato y continuar con la pesadilla de los expedientes, a la caza de la resolución que les permita abandonar el país con el niño al cual van a cuidar, para nunca más querer volver.
Pero ese no es el colmo. Este lo constituye el hecho de que varios expedientes se han cerrado porque las personas que iban a ser adoptadas ya cumplieron la mayoría de edad. ¿No es esto una muestra evidente que la bella institución que crearon los romanos no opera? ¿No es esto una muestra de lo patética que es la situación?
El otro colmo es que EUA financió y apoyó una ley de adopción que no funciona en un país pobre (donde hace décadas hasta pudieron hacer pruebas de contaminación de enfermedades sexuales con seres humanos), sin oportunidades, y ahora se queja "y no se explica" por qué los niños y jóvenes se atreven a desafiar a la muerte para irse a internar, aunque sea ilegalmente, a su territorio.
Las cosas en su contexto: el comercio de seres humanos, sean de la edad que sean, debe ser severamente sancionado, tanto económica como penalmente; pero la adopción internacional es algo urgente de revisarse, y no por apoyar a las familias en su desesperación por lo interminable de los trámites, sino por los niños y niñas de este país.
¿Alguien se ha puesto en la situación de estos niños que son visitados constantemente por sus posibles padres adoptivos y nuevamente abandonados en el orfanato con la promesa de regresar, así durante años? ¿Es esto justo para esos pequeños guatemaltecos que esperan algo mejor de nosotros, los adultos que sí estamos en condiciones de entender su dolor y sus sufrimientos?
Lo que existe por la relación de estas familias que desean adoptar y los niños que los llegan a conocer, es cariño, es amor, y la frialdad de nuestras instancias legales, para variar, funcionan en el sentido contrario a lo que debiera ser. ¿Adónde quedó el sentido común?
Desde este espacio siempre hemos abogado por quienes hemos denominado "los sin voz". Si algunos no tienen voz en nuestro país son los niños huérfanos, especialmente quienes están encerrados permanentemente en instituciones públicas, por eso recogemos su sentimiento, lo hacemos nuestro y lo proyectamos al resto de la sociedad: ¡Es urgente hacer algo al respecto!
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lunes, 17 de noviembre de 2014
MÉXICO. EL DESPERTAR DE LA CONCIENCIA ESCONDIDA.
Comencemos por lamentar y por ponernos del lado de la ciudadanía mexicana que, hoy, lamenta la desaparición de varias decenas de estudiantes, uno de los macabros episodios que a nuestras sociedades está tocando vivir, una expresión que no llega al día siguiente pero que ha estado en el fondo de nuestros sentimientos. Es inaudito lo sucedido.
Dentro del curso de las investigaciones surgió una fosa común donde aparecieron los restos de otros veintitantos seres humanos; ¿y cuál ha sido la reacción? Que por los resultados de las pruebas de ADN se demuestra que no son los estudiantes desaparecidos. ¡Nada más! ¿Es que nadie se pregunta quiénes son y de dónde salieron?
Lo más seguro es que se trate de migrantes centroamericanos, de esos que, yendo en grupo, no se conocían entre sí, de manera que les pudo haber pasado lo mismo y no hubo un conglomerado social que, al unísono, los reclamara, pero tuvieron exactamente el mismo fin.
¿Por qué nadie se cuestiona de dónde salieron esos cuerpos y quiénes son los responsables de una gran matanza que, por lo impactante de la otra noticia, parece secundaria pero no lo es?
Es que, desde afuera, da la impresión que la ciudadanía mexicana todavía tiene adormecida la conciencia, y el suceso de los estudiantes parece que la ha venido a despertar, pero sólo a medias.
Las señales de que algo terrible viene pasado han sido claras. Ahí están los muertos de San Fernando, Tamaulipas, descubiertos en una fosa común en agosto de 2010 (aquí algo de lo que, en su oportunidad, dijimos en la Asamblea Plenaria del Parlamento Centroamericano, donde se trató el tema con participación de los observadores mexicanos: http://politicaysentidocomun.blogspot.com/2010/09/una-posicion-politica-en-el-contexto-de.html).
El mundo está cambiando y, por el momento, parece que fueran tomando control los más violentos, pero esa conciencia colectiva tiene que despertar para asumir roles más activos frente a una problemática que, si hoy le pegó a otros (porque son migrantes o porque son los hijos de alguien más), nos puede pegar duro, en el seno de nuestras propias familias.
La ciudadanía, sea mexicana o de cualquier lugar del mundo, tiene que estar siempre atenta a este tipo de señales. No entendemos cómo, apareciendo fosas con cuerpos masacrados, somos capaces de pensar que eso es cosa del estado vecino, del departamento vecino o del municipio vecino, cuando los engendros del mal andan sueltos, se creen amos de todo y de todos y no hay cohesión, entre autoridades y sociedad civil, para enfrentar el problema.
Recordemos que los estudiantes desaparecidos y las personas cuyos cuerpos aparecieron en otra fosa común, de tantas, tienen hermanos, padres, madres, abuelos, primos, novias, y si unos sufren en grupo y piden respuestas, los otros también las esperan en su soledad, pero tienen el mismo derecho a obtenerlas.
Que estas pocas líneas sentidas coadyuven para que llegue a oídos de las autoridades que investigan sobre la ecuanimidad y el respeto que todos se merecen ante el dolor que este tipo de tragedias representan.
Desde acá acompañamos a todos aquellos familiares que no saben del paradero de algún familiar.
Dentro del curso de las investigaciones surgió una fosa común donde aparecieron los restos de otros veintitantos seres humanos; ¿y cuál ha sido la reacción? Que por los resultados de las pruebas de ADN se demuestra que no son los estudiantes desaparecidos. ¡Nada más! ¿Es que nadie se pregunta quiénes son y de dónde salieron?
Lo más seguro es que se trate de migrantes centroamericanos, de esos que, yendo en grupo, no se conocían entre sí, de manera que les pudo haber pasado lo mismo y no hubo un conglomerado social que, al unísono, los reclamara, pero tuvieron exactamente el mismo fin.
¿Por qué nadie se cuestiona de dónde salieron esos cuerpos y quiénes son los responsables de una gran matanza que, por lo impactante de la otra noticia, parece secundaria pero no lo es?
Es que, desde afuera, da la impresión que la ciudadanía mexicana todavía tiene adormecida la conciencia, y el suceso de los estudiantes parece que la ha venido a despertar, pero sólo a medias.
Las señales de que algo terrible viene pasado han sido claras. Ahí están los muertos de San Fernando, Tamaulipas, descubiertos en una fosa común en agosto de 2010 (aquí algo de lo que, en su oportunidad, dijimos en la Asamblea Plenaria del Parlamento Centroamericano, donde se trató el tema con participación de los observadores mexicanos: http://politicaysentidocomun.blogspot.com/2010/09/una-posicion-politica-en-el-contexto-de.html).
El mundo está cambiando y, por el momento, parece que fueran tomando control los más violentos, pero esa conciencia colectiva tiene que despertar para asumir roles más activos frente a una problemática que, si hoy le pegó a otros (porque son migrantes o porque son los hijos de alguien más), nos puede pegar duro, en el seno de nuestras propias familias.
La ciudadanía, sea mexicana o de cualquier lugar del mundo, tiene que estar siempre atenta a este tipo de señales. No entendemos cómo, apareciendo fosas con cuerpos masacrados, somos capaces de pensar que eso es cosa del estado vecino, del departamento vecino o del municipio vecino, cuando los engendros del mal andan sueltos, se creen amos de todo y de todos y no hay cohesión, entre autoridades y sociedad civil, para enfrentar el problema.
Recordemos que los estudiantes desaparecidos y las personas cuyos cuerpos aparecieron en otra fosa común, de tantas, tienen hermanos, padres, madres, abuelos, primos, novias, y si unos sufren en grupo y piden respuestas, los otros también las esperan en su soledad, pero tienen el mismo derecho a obtenerlas.
Que estas pocas líneas sentidas coadyuven para que llegue a oídos de las autoridades que investigan sobre la ecuanimidad y el respeto que todos se merecen ante el dolor que este tipo de tragedias representan.
Desde acá acompañamos a todos aquellos familiares que no saben del paradero de algún familiar.
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lunes, 10 de noviembre de 2014
NO ES DEBILIDAD TRIBUTARIA. ES DESMADRE ADMINISTRATIVO
La publicación de hoy del suplemento Mundo Económico de Prensa Libre http://www.prensalibre.com/economia/recaudacion-gasto_publico_0_1244875634.html nos invita a hacer las presentes reflexiones:
1. La recaudación de impuestos en Guatemala, salvo el año 2009 en que pegó más duro la crisis financiera internacional y se consolidaba el desmadre administrativo del gobierno de Álvaro Colom, ha sido consistentemente creciente. Si en 2006 los ingresos fueron del orden de Q.27.2381 millardos y este año se esperan recaudar Q.49 millardos, no hay argumento sólido en contra, aunque la prensa caiga en la trampa de repetir lo que los malos gobernantes de turno, ávidos de más dinero, dicen constantemente faltando a la verdad.
2. No es el gasto público el que se pone en riesgo, sino los programas sobredimensionados que algunos políticos, en el ejercicio de sus respectivos cargos (en el Organismo Ejecutivo, en el Organismo Legislativo, desde la mayoría de municipalidades y desde la Universidad de San Carlos y sindicatos, y hasta desde el contubernio de la iniciativa privada), se han dado en aprobar, obviando el hecho de que los ingresos del Estado son limitados, y nuestra capacidad de endeudamiento, también.
3. Es muy fácil echarle la culpa a las impugnaciones a la última reforma tributaria, pero si los cambios a la legislación que norma lo relativo a los impuestos hubiese sido bien hecha, y no el galimatías y las "fumadas" que, a la carrera, aprobó un Congreso de la República servil e irreflexivo a principios de 2012, otra cosa sería. Debemos comenzar por reconocer que todo Estado necesita de los impuestos, pero nunca hay que perder el balance entre lo que puede ser enmarcado dentro de lo legal (constitucionalmente), el sentido común pero, especialmente, el respeto a la ciudadanía.
4. Antes de hablarse de reforma tributaria, los contribuyentes necesitan que nuestras autoridades fomenten un cambio radical en lo que respecta a compras y contrataciones. De nada sirve que tributemos más y que endeuden hasta la décima generación de no natos, si no hay inversión, si no queda obra, si no mejora la infraestructura del país y las condiciones de vida de la gente. Este es un problema de fondo de los más grandes, y hay que dar señales claras de atajarlo antes de exigir más impuestos del ciudadano.
5. Insistimos en que el divorcio entre Ministerio de Finanzas y Superintendencia de Administración Tributaria hay que zanjarlo y poner a trabajar a cada quién en lo suyo, sin interferencias, o repensar el modelo "experimental" que viene funcionando desde finales del siglo pasado, y cambiarlo por uno que funcione.
6. La carga impuesta a quienes ya tributamos, de auditar los estados que se presentan, solamente fue una clara prebenda para el gremio de los Auditores Públicos, de donde provino la iniciativa que se convirtió en ley, y no vino a mejorar en nada la recaudación. Las autoridades deben ser más creativas y aprovechar los adelantos tecnológicos para auditar en tiempo real, y no obligar a quien ya paga impuestos a contratar más personal para, finalmente, entregar al ente recaudador la opinión personal de alguien sobre la opinión de otra persona. Hay que darle valor al trabajo que hacen decenas de miles de contadores y revisar más por el área de los inventarios, que obligar a la gente a gastar más para mantener sus declaraciones al día.
7. El clima de negocios tan turbio que produce un gobierno dedicado a ver cómo se gasta hasta el dinero que no ha logrado recaudar, y la criminalización que hace el ente recaudador del ciudadano que contribuye, en nada ayudan a que la economía del país capte más inversiones, genere mayores niveles de empleo y, por ende, impulse los niveles de consumo y, al crecer el Producto Interno Bruto, PIB, lo haga también el nivel de captación de recursos para el Estado. Pongamos un gobierno que entienda esta premisa y que deje a todo el mundo ponerse a producir sin sentirse perseguido, y la captación de ingresos tributarios subirá por encima de los niveles porcentuales históricos.
8. El liderazgo poniendo orden en los aumentos de sueldo de los funcionarios, en las compras y contrataciones superfluas y amañadas, en los despilfarros en viajes y viáticos, en las negociaciones de pactos colectivos y un largo etcétera de cuestiones que son mal vistas y bien interpretadas por los ciudadanos que contribuyen a la cosa pública, cada días más exasperados de declarar ingresos y pagar impuestos a sabiendas que están contribuyendo al "desmadre", tiene que darse antes de tener la altura moral de hablar de que el ciudadano no paga, que se necesita más dinero del contribuyente o endeudar al país entero. Urge que surja un liderazgo que entienda esta premisa y se ponga del lado del gran empleador: el ciudadano votante.
9. Las declaraciones de los organismos multilaterales, como el Fondo Monetario Internacional, FMI, el Banco Mundial, BM, o el Banco Interamericano de Desarrollo, BID, todas vienen cargadas y lo que hacen es tratar de impulsar la carga impositiva, para arriba, porque actúan, antes que de buenos consejeros, en su calidad de acreedores soberanos del Estado, y su interés está no sólo en asegurarse un repago de lo ya prestado, sino en seguir colocando su dinero en nuestros países, razón por la cual, a pesar de que parecen provenir con absoluta buena fe y técnicamente sustentadas, hay que tener cuidado con ellas y tener siempre en mente, en primer lugar, los intereses del país a la hora de tomar decisiones de fondo.
10. Por último para efectos de este ensayo, para no cansar a los lectores, nos sumamos a quienes sabemos y entendemos que Guatemala es un país sui generis para efectos de medir la tasa impositiva, pues no es la totalidad de la población económicamente activa la que contribuye, sino una parte de ella, y tampoco es cuestión de meter a todo el mundo, como algunos quisieran, a pagar impuestos, pues la pobreza es agobiante y se hace necesario un proceso de educación, desde la niñez, para cambiar las estructuras de producción en el campo y, así, dentro de una, dos o más generaciones, poder comenzar a hablar que, aquí, todos pagamos impuestos. Pretender subir la tasa impositiva sin entender estas diferencias es castigar, innecesariamente, a un sector productivo que es ejemplar y que, a pesar de los gobiernos y las legislaturas que ha tenido, sigue produciendo y haciendo crecer al país.
Ojalá se dé la oportunidad de exponer bien estas ideas, algún día, y que quien nos gobierne, a partir de 2016, no sea un personaje de escritorio sino conozca las comunidades del interior tanto como la dinámica de las clases urbanas, las haga suyas y actúe en consecuencia.
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