martes, 14 de septiembre de 2010

UNA POSICIÓN POLÍTICA EN EL CONTEXTO DE LA MATANZA DE MIGRANTES EN TAMAULIPAS

     A propósito fuimos dejando este tema sin escribir sobre él, esperando se nos repartiera el Diario de Debates de la última Asamblea Plenaria del Parlamento Centroamericano, que se llevó a cabo el pasado mes de agosto en la ciudad de San Salvador, El Salvador, ocasión en la cual no sólo se conoció la noticia de la masacre de migrantes latinoamericanos en San Fernando, Tamaulipas, en el norte de México, sino se planteó un proyecto de declaración que, a nuestro parecer, era demasiado fuerte en contra de México y de los mexicanos quienes, en su inmensa mayoría, no han de estar de acuerdo con lo que sucedió.

     Debemos indicar, para comenzar, que conocemos esa población, ya que en julio de 1987, viniendo por tierra desde Estados Unidos, el vehículo en el que nos transportábamos tuvo que ser reparado en ese lugar, el cual nos pareció, si no desolado, muy tranquilo, del cual guardamos el recuerdo de las miles de piedras de río, redondeadas por el desgaste de miles de años de correntadas, que había a la orilla de la carretera, dando la sensación de ser un lugar que sufre, de vez en cuando, severas inundaciones. Ni remota idea teníamos que, tantos años después, sería noticia internacional.

     La intervención fue la siguiente:

     "Buenos días. Señor Presidente: las intervenciones de los señores y señora observadores de México en este Parlamento me ayudan muchísimo en la tarea de tratar de explicar las ideas que vienen recorriendo mi mente desde que conocimos esta increíble y macabra noticia.

     Por razones especialmente deportivas, yo conozco muchos lugares de México y conozco su gente. Sólo en Tijuana he estado yo veintinueve veces y Tijuana es la frontera más grande del mundo; es la ciudad fronteriza con mayor crecimiento y mayor tráfico de la historia del mundo. Y el texto de esta Declaración refleja el dolor que sentimos, pero no es con los mexicanos.


     México, me parece que es el primer país del mundo que creó los Grupos Beta, precisamente unos grupos policiales desarmados para cuidar a los migrantes. Y los creó, precisamente, no para cuidar a sus migrantes, sino a los migrantes que transitan por su territorio en la búsqueda de ese famoso sueño americano en los Estados Unidos, que por razones que todos conocemos, van a parar especialmente a las fronteras del Norte, en donde buscan a los polleros para ver de qué manera se pasan al otro lado.

     México tiene décadas de haber sentido la necesidad de cuidar a todo ese grupo de población y creó estos grupos especializados para velar por sus derechos, por los Derechos Humanos de esta gente, que si no son ellos quienes los cuidan, no tienen a nadie más.

     Yo he conocido muy de cerca cómo funcionan, porque soy amigo de una persona, y compañero de artes marciales, de una persona que dirige uno de estos grupos en Tijuana; es más, hasta tuve la oportunidad alguna vez de salir a un recorrido nocturno con ellos, en los callejones de los ejidos que son normalmente invasiones y un crecimiento desordenado de una ciudad que ha explotado demográficamente por este fenómeno, y que se dan a la tarea de ir cuidando todo esto.

     De tal manea que cuando aquí decimos que: '… discriminación y violencia se han invisibilizado y normalizado por la sociedad mexicana en general;' estamos faltando a la ética y a la verdad histórica.

     Entonces, yo entiendo el dolor que todos sentimos, yo lo siento muy en especial también, porque aunque el texto no menciona a Guatemala, ya está confirmado que entre los muertos hay por lo menos cuatro guatemaltecos, e igualmente me duele sólo de pensar en esos niños que se quedan huérfanos y que les cambió la vida de la noche a la mañana totalmente.  ¡Es espantoso!

     Creo que en ese contexto de entender que esos, me parece que son ciento ocho o ciento diez millones de personas que viven en México, no pueden estar -como lo han expresado los observadores mexicanos- todos, invisibilizándose ante lo que está sucediendo. Yo estoy seguro que la sociedad mexicana está igualmente consternada, como nosotros, porque como lo mencionó anteriormente la senadora, México tiene un largo historial de sufrir muertes de sus migrantes en el Río Bravo, en el desierto de Arizona, en todos esos desiertos tan peligrosos que hay en Estados Unidos y, además, también han sido víctimas de las pandillas organizadas del otro lado, que los han visto originalmente como presas y que eso ha obligado también a que los latinos del otro lado se organicen y se defiendan y les lleguen hasta a temer.

     Este es un fenómeno social muy complejo. Si bien es cierto tenemos que emitir una Declaración, como lo hizo la Asamblea Legislativa de El Salvador el día de ayer, tenemos que ser muy cuidadosos de los términos que utilizamos.

     Yo estoy de acuerdo que emitamos una dura declaración, pero que revisemos los términos en los que la estamos haciendo. Por ejemplo, cuando se habla de los tres actores judiciales de México, yo, que me considero una persona que lee, que se prepara y estudia, no lo entiendo. Entonces, hay que ser muy precisos en las cosas que decimos, tal vez no decir tanto, pero decirlo mejor, decirlo bien y entender que en estos momentos en que el Presidente de México está enfrentando con valentía, con optimismo, una lucha sin igual, una lucha que nunca habíamos visto en contra de un fenómeno que tampoco habíamos visto y que está sacando los tentáculos por todos lados, en lugar de señalarlo con el dedo, debemos aprovechar la posición privilegiada que tenemos, para elevar nuestra voz, para estar del lado de quienes están llevando esta batalla.

     El Presidente y las autoridades mexicanas, estoy seguro que no están por el lado de apoyar una política en contra de los migrantes; son nuestros aliados en esta lucha por defender los derechos de esta gente a la que yo denomino “los sin voz”, y que si no es por nosotros no tendría quiénes lucharan por ellos y quiénes velaran por sus derechos.

     De tal manera que yo quisiera que se revisara la redacción de este documento, que lo emitamos con la mayor condena posible, pero de alguna manera yendo de la mano de quienes están luchando en esta lucha sin cuartel y sin igual, en contra de un fenómeno nunca antes visto. Muchas gracias.".


     Sabemos, por notas de prensa de hace pocos días, que las autoridades mexicanas han ampliado la capacidad de denuncia de cualquier anomalía por parte de los migrantes que transitan por su territorio, de manera que se confirma que, en lugar de visualizarlas como los causantes de la triste masacre, debemos verlas como aliados, y aprovechar, como lo está haciendo el Presidente de El Salvador, Mauricio Funes, esta dolorosa coyuntura, para mejorar las relaciones entre Estados y las condiciones de la población migrante que, a pesar de lo sucedido, no cejará en su empeño de conseguir el denominado "sueño americano".

     Todo lo que ahora se haga en favor de la población migrante se hace por quienes, en el futuro, seguramente emprendan esa peligrosa ruta.

     En la medida que no se entienda que es en nuestros países que deben crearse las oportunidades e invertir en la gente, no podemos visualizar más que la continuación del flujo migratorio hacia donde las hay.

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