Hoy se celebra, en Guatemala, el día del periodista, esa persona que se dedica a una de las actividades vitales para el funcionamiento del sistema democrático y para el desarrollo del entorno vital de las personas, por la defensa que hace, por su cotidiano quehacer, de las más elementales libertades del ser humano.
Curiosamente, hace apenas poco más de 70 años, a mi abuela, la escritora Elisa Hall, parte de la sociedad machista de la segunda mitad de los años 1930's, la cual no necesariamente era exclusivamente masculina, le regateaba los méritos literarios de su obra, magistral, vibrante, lúcida, porque no fueron capaces de creer que ella, por ser mujer, tenía el talento necesario para producir, en los inicios de su carrera como escritora, una obra que ellos, sus críticos, hubiesen querido escribir al final de sus días, por su erudición, por su elegancia, ingeniosidad y soltura.
En los albores del siglo XXI, yo no sólo me disfruto la lectura de las columnas de opinión de muchas respetables periodistas, sino creo que están dentro de las mejores plumas del país, las cuales, con la acerada puntilla de sus argumentos, son capaces de exponer a la opinión pública los temas más complejos y profundos.
Este año, 2010, ha sido para mí, peculiar, en el sentido de haber incursionado en esta rama al haber escrito, para un medio, hasta hace unas semanas, poco más de 150 editoriales, lo que me permitió no sólo conocer más a fondo la generación de opinión desde un punto de vista equilibrado, sino las limitaciones que el espacio y el tiempo le imponen a este noble oficio.
Sin la labor investigativa de los equipos periodísticos, quién sabe qué tipo de país tendríamos con algunos gobiernos tan malos que hemos tenido. Sin que la prensa sacara al conocimiento general tanto caso de corrupción, viviríamos de espaldas, totalmente, al latrocinio más grande y sostenido de nuestra historia republicana.
Por todo esto, brindo por la la salud y la buenaventura, no sólo de quienes se dedican con pasión, con valentía, con honor, a esta profesión, sino por los medios, escritos, radiales y televisivos que todos los días nos presentan una faceta más de nuestra realidad o una manera distinta de comprenderla.
Un par de palabras finales: la primera, para todos aquellos que, a través de la tecnología y sin pertenecer a medio alguno, sienten la necesidad de comunicar, por estos medios, su propia verdad.
La segunda, para todos aquellos lectores, radioescuchas, televidentes, analistas, anunciantes, voceadores, locutores, camarógrafos, productores, prensistas, etcétera, que sin aparecer, son partes importantísimas sin las cuales no existiría ese engranaje que motiva, hoy, a celebrar el día de un gremio.
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