A través de una transmisión televisiva directa e ininterrumpida el mundo hispanoparlante pudo, a través de la cadena de noticias CNN en español, no sólo enterarse sino sentir, palpar no sólo el nivel de debate que tiene la Organización de Estados Americanos, OEA, sino evaluar su utilidad y calcular su futuro, todo dentro del marco que constituye el problema fronterizo entre Nicaragua y Costa Rica, en el Río San Juan, caso elaborado ad hoc para la campaña de reelección, como Presidente anticonstitucional, de Daniel Ortega.
Lo que pudimos observar fue una Asamblea General o un Consejo Permanente (eso nunca se entendió bien) que no entendía bien cuáles eran, siquiera, las reglas del debate y de las votaciones, o un Secretario General que ha de haber reprobado toda su vida la aritmética (según él, las dos terceras partes de 33 son 18). Es decir, todo el mundo perdido y, con la CNN en español, especialmente los televidentes de habla hispana.
No se entiende, por ejemplo, y eso ha sido repetido hasta por la prensa escrita, que se cuenten los votos a favor, los votos en contra, las abstenciones y, por aparte, el que Uruguay no haya querido participar de la votación. ¿Acaso no es eso otra abstención? ¿O es así que la reglamentación de la OEA contempla la cuenta de votos? Lo más seguro es que, si así fue consignado en el acta, eso mismo puede dar lugar a otra impugnación de parte de Nicaragua para darle largas al asunto y, como hemos venido denunciando, seguir animando los ánimos de los tontos útiles (así los denominó el mismo Vladimir Ilich Ulianov, Lenin) en el ámbito de la política interna nicaragüense, a expensas de supuestos enemigos foráneos: primero Costa Rica, cuyas autoridades ingenuamente cayeron en la trampa, y ahora la misma OEA, que es vituperada en aras de los objetivos de alcanzar la perpetuidad en el poder en Nicaragua.
Notas de prensa dan cuenta, hoy, de las manifestaciones que ha habido en Managua, la capital nicaragüense, en donde se mezclan el fervor patriótico de defender el territorio, con las proclamas a quien debe ser considerado, ya, un dictador: Ortega.
Da vergüenza el papel que un foro hemisférico como la OEA, integrado por Embajadores, juega dentro del contexto democrático de la región.
Por un lado, bajo el manto del entonces presidente Manuel Zelaya, se calienta el ambiente para que regrese Cuba al seno de la organización, cuando todavía no cumple con las características de un Estado democrático ni ha solicitado que se considere, siquiera, su retorno, dejando mal parada a la Institución, por causa de la izquierda servilista continental, al no voltearlos a ver, siquiera, el gobierno de Cuba.
Por el otro, antes de hacer una investigación seria, proceden a expulsar a Honduras del foro y, lo que es peor, habiendo retornado todo a la normalidad hace casi un año, las cosas continúan de la misma manera por presiones de Hugo Chávez, de Venezuela, y de Daniel Ortega, de Nicaragua, especialmente, entre otros gobiernos seguidores del primero.
Pero resulta que ahora las ambiciones de poder de Daniel Ortega le hacen "fabricar" un caso en el cual pueda desviar la atención de todos, a nivel interno e internacional, acepta llevarlo a la OEA en donde cree que, con la mayoría que les sirvió para reelegir al Secretario General, Insulza, podrá manipular las cosas hasta que, a finales de 2011, resulte reelecto pasándole encima a su propia Constitución, pero todo le salió al revés, ya que sólo Hugo Chávez voto a su favor, en un claro apoyo a la cancillería costarricense, a la legalidad y al sentido común.
Se siente poco menos que desprecio el ver un foro, que debiera ser importante y serio para los países del hemisferio, confundido e instrumentalizado por un par de gobernantes en sus ansias de copar el poder.
Es Hugo Chávez quien le calentó la cabeza a Manuel Zelaya para que reformara una Constitución que no es reformable para que siguiera sus pasos, y es el mismo Hugo Chávez, el mayor financista de Daniel Ortega con el dinero de los venezolanos, quien le ha dado alas a este último para que haga lo mismo, pasándole encima no sólo a la Constitución nicaragüense sino a sus más importantes Instituciones políticas y jurídicas, la Asamblea Legislativa, la Corte Suprema de Justicia y el Tribunal Supremo Electoral, así como a varios alcaldes electos popularmente por partidos de oposición.
No ha de estar muy feliz, ahora, el Secretario General de la OEA, José Miguel Insulza, pues ahora que el fallo le fue adverso a Nicaragua en el seno de la misma, ahora este país no sólo no le hace caso al fallo pronunciado de retirar sus tropas de territorio costarricense, poniendo en evidencia la inoperancia de la misma y lo fatuo de sus discusiones y toma de acuerdos, sino que ahora, siempre en la misma línea de prolongar el caso para desviar la atención de las violaciones a la democracia, se habla de llevar el mismo a otras instancias, superiores quizás, como la Organización de Naciones Unidas, ONU, en donde no vaticinamos que vaya a haber un cambio en el sentido del fallo de las naciones, pero le dará el tiempo que necesita para desviar la atención del debate político interno nicaragüense y oxigenar, vilmente, la campaña de reelección de quien no le ha bastado estar en el poder, de alguna manera, desde julio de 1979.
Vistas así las cosas, la OEA sale maltrecha, disminuida, tan utilizada para los maquiavélicos fines de Ortega como la misma Costa Rica; las naciones democráticas del hemisferio quedan también como tontos útiles al aceptar que el debate es limítrofe y no de violaciones al sistema democrático nicaragüense; el orteguismo sigue, como un cáncer, carcomiendo, sólo que ahora frente al mundo entero gracias a la CNN, los principios básicos de convivencia democrática, como el de la alternabilidad en el ejercicio del poder, como el respeto a la legalidad, como la división de poderes, y la compra de voluntades con dinero venezolando está ahogando a la población de Nicaragua y condenando al resto de Centroamérica a convivir con un proxeneta de las libertades políticas que han sido una conquista que ha costado mucha sangre a generaciones anteriores y que hoy se ven cohartadas, envilecidas, manchadas con la hez que salpican los sociópatas del mundo.
Por eso nos atrevemos a dudar del futuro de la OEA.
Desde este humilde espacio hacemos responsables a las democracias del hemisferio, por no ver lo que nosotros, en nuestra ignorancia, somos capaces de descifrar en todo esto, por lo que finalmente suceda, tanto en Nicaragua, como en Centroamérica.
No se comprende cómo es que se dedican a ver la paja en el ojo ajeno en un montón de temas de la agenda de los países, pero no son capaces de ver la viga atravesada en el ojo de la convivencia pacífica y de las libertades básicas de la población nicaragüense, de los vecinos de Nicaragua y del hemisferio.
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