martes, 15 de febrero de 2011

EL "TUMBE" DE DROGA Y DINERO DEL EX DIRECTOR DE LA POLICÍA NACIONAL CIVIL

Hoy escuché, en los avances noticiosos de una radio, la nota de prensa relacionada con la advertencia que hace la defensa de Porfirio Pérez Paniagua, ex Director de la Policía Nacional Civil, PNC, procesado por varios delitos relacionados con un "tumbe" de droga y la supuesta desaparición de unos 300 mil dólares, de que acudirá a la Corte Interamericada de Derechos Humanos, CIDH, si el Ministerio Público, MP, apela las sentencias en las que fue absuelto porque el juzgador de primera instancia, al valorar la prueba, no la consideró suficiente para condenarlo.

Este caso tiene muchas aristas desde el cual analizarlo, pero eso lo dejaremos para futura oportunidad. No quiero ser parte del litigio que algunos abogados suelen hacer en los medios, y este espacio es de acceso público, pero es difícil dejar de expresarse cuando la insensatez y falta de sentido común de algunos colegas abogados llega al extremo del entreguismo.

Resulta que la defensa del procesado, a pesar de todos los elementos que han sido públicos a través de la prensa, que suponemos fueron parte de las pruebas en los juicios en su contra, logra que el sistema jurisdiccional no condene a su cliente, ahora nos sale con que no cree en los tribunales que han fallado a su favor, y amenaza con "el petate del muerto" de la CIDH, como si los integrantes de ese alto tribunal, a quienes tradicionalmente les fascina intervenir en los asuntos domésticos, no tuvieran por lo menos un poco de seriedad y profesionalismo.

¿Acaso no está en su derecho el MP de apelar cualquier sentencia en los procesos judiciales en los que es parte? ¿Acaso no es, además, un deber apelar esa sentencia?

Soy muy cuidadoso, por el momento, de prejuzgar sobre la inocencia o no del inculpado, pero sí condeno la actitud ruin del profesional del Derecho que no le da su lugar a los tribunales nacionales que lo están favoreciendo.

Con actitudes así, no nos quejemos después de que venga la OEA o cualquier embajador con aires proconsulares a dictarnos qué hacer.

¡¡Qué vergüenza!!

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