martes, 15 de febrero de 2011

LA MÁS GRANDE DIFERENCIA ENTRE POLICÍAS DE ESTADOS UNIDOS Y GUATEMALA

No es la estatura, ni el entrenamiento, ni la alimentación; ni siquiera el sueldo o el equipamiento, todos estos renglones con marcada diferencia entre los agentes del país del norte y el nuestro.

Creo que la mayor diferencia entre ambos grupos de agentes policiales es el marco jurídico dentro del cual tienen que trabajar.

Viene a cuento este tema porque hace apenas unos días tres policías acudieron a un llamado, en un hotel del centro de la capital, en auxilio de una prostituta que, dentro de una de las habitaciones, estaba solicitándolo por la golpiza que un cliente le estaba propinando, y cuando se hicieron presentes el agresor la emprendió a balazos en su contra, se armó el tiroteo y, consecuentemente, al delincuente lo trasladaron los bomberos a la emergencia de un hospital en donde falleció.

Hasta aquí, la historia pudo haber sido la misma allá que acá.

Pero mientras en Estados Unidos un policía que abate a un delincuente armado no sólo es un héroe sino continúa trabajando normalmente después de efectuar su papeleo, en Guatemala, los pobres agentes fueron objeto de una orden de detención solicitada por el Ministerio Público, MP, hasta que un juez contra ordenó, justificadamente, su puesta en libertad.

¿Acaso el MP no tiene un registro de quiénes son los agentes para mandarlos llamar durante el proceso que se abrirá a raíz de un incidente de esta naturaleza? ¿Qué necesidad, o necedad, hay en detenerlos si, no sólo están cumpliendo con su deber, sino están actuando en legítima defensa?

Por supuesto que, después de una balacera donde resulta una persona fallecida tiene que investigar el MP, aunque quisiera saber hasta dónde se investiga, científicamente hablando.

Se debe fortalecer, inclusive, la Oficina de Responsabilidad Profesional de la PNC, que hoy parece no servir de mucho. Pero lo que definitivamente hay que cambiar, señores diputados, es la ley que ampara a los agentes del orden público para acudir en defensa de la ciudadanía honrada, es decir, de todos los demás ciudadanos que trabajamos para producir y pagar impuestos para que todo el aparato del Estado funcione.

Bajo las actuales circunstancias, que ha venido a agravar en alguna medida la hostilización que hace, de alguna manera, la Procuraduría de los Derechos Humanos, cuando pierde el rumbo y no actúa en la línea que debiera ¿qué agente del orden se siente respaldado para hacer lo que todos nosotros esperamos que haga a la hora de la verdad?

Esta es una parte de los temas que este "gobiernito" debiera haber arreglado con la inteligencia que prometió para combatir la delincuencia.

No es lo mismo que nos cuiden agentes temerosos de lo que les pase con otras agencias del Estado que los pueden hacer perder su trabajo y hasta su libertad, a que salgan a patrullar las calles policías verdaderamente respaldados por las ciudadanía y por las leyes.

Con la libertad en que han quedado los tres policías valientes involucrados en el incidente descrito, no termina su calvario. Estamos seguros que la normalización en sus vidas no será de la noche a la mañana.  Les han de esperar interminables citas e insufribles audiencias y elaboración de informes, lo cual abona a que la totalidad de agentes llamados a protegernos, esté mental y psicológicamente en una disposición defensiva, de protegerse a sí mismo cuando las circunstancias de la vida lo pongan en situación de brindarnos el auxilio necesario.

Sin embargo, aunque ellos nunca lean estas líneas, desde el contraste de la relativa tranquilidad de mi hogar, desde donde escribo, elevo un pensamiento, con mi agradecimiento, hacia todos aquellos agentes que, bajo estas circunstancias adversas, están en este momento, por ejemplo, en el turno de velar el sueño de quienes ya nos vamos a descansar. Pienso en ellos; en sus familias; en los buenos Comisarios, que también los hay.

Así como hay policías malos que hemos visto involucrados en tantas cosas feas, y que merecen no sólo cadenas perpetuas en prisión sino, a veces, el paredón de fusilamiento, así también hay gente buena que lo hacen pensar a uno que bien vale la pena apoyar por que las cosas se vengan haciendo de otra manera.

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