Algo tenebroso flota en el ambiente. No nos parece casualidad que en noviembre de 2010 haya habido un levantamiento en Marruecos y ahora se dé, simultáneamente, en Túnez y en Egipto.
La izquierda radical ya no existe, como se dio en la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, URSS, en Rusia, pero es innegable que los resabios del sistema comunista de aquella época facilitan esa vinculación evidente entre esta e Irán, por ejemplo, que lidera, por mucho, por su dinero proveniente del petróleo, por su enorme población o por su radicalización misma, las actividades radicales islámicas en Oriente Medio.
Luego, en los últimos años hemos observado cómo son totalmente afines los movimientos islamitas del otro lado del mundo con los autodenominados revolucionarios socialistas del siglo veintiuno en nuestra América, con Hugo Chávez a la cabeza, quien ha permitido, inclusive, la transculturación de comunidades indígenas completas al islám, al grado que en internet circulan fotografías de niños, niñas y jóvenes entrenándose con fusiles kalashnikov o forrados con el temible cinturón cargando candelas de dinamita, alambres y fusibles.
Es más, en noviembre de 2010, el Grupo Parlamentario de Izquierda presentó una iniciativa, ante la Asamblea Plenaria del Parlamento Centroamericano, de respaldo hacia la República Árabe Saharahui Democrática, una república reconocida por algunos países pero sin territorio, pues todavía es objeto de discusiones, en el seno de la Organización de Naciones Unidas, para llevar a cabo el respectivo referéndum que permita su separación del actual territorio del Reino de Marruecos. Lo curioso es que, con todo y vacaciones de por medio, el tema fue llevado de nuevo a dicha Asamblea, en enero de 2011, con el dictamen de la Comisión de Relaciones Internacionales firmado unánimemente, en apoyo de dicha iniciativa.
Por demás está decir que fue imposible hacerlos entrar en razón acerca de los términos poco comedidos del proyecto, en donde se trata a la totalidad de marroquíes de invasores en su propio territorio. La maquinaria de la izquierda funcionó nuevamente en forma aceitada.
Lo curioso es que, ¿cuál es su propósito si estamos del otro lado del mundo? ¿Por qué, a las iniciativas que le interesan a Centroamérica, a la cual se debe el Parlamento Centroamericano, no se les trata con la misma celeridad?
La respuesta está, estimamos, en que se trata de una consigna internacional, y la militancia les obliga a deliberar en función de la obediencia a la misma.
No nacimos ayer como para no comprender lo que sucede.
Por supuesto que entendemos el desgaste que ha de tener Hosni Mubarak después de treinta años de gobierno en Egipto. Son menos de los que tiene Daniel Ortega de andar, entre gobernando, aspirando a la Presidencia y cooptando los demás poderes del Estado.
El famoso asesor de campañas políticas, Dick Morris, en un artículo de fecha 29 de enero de 2011, hace ver lo peligroso que resultaría, para el mundo, que los dos países más poblados de Medio Oriente, Irán y Egipto, con 75 y 80 millones de habitantes, respectivamente, caigan en las manos de los extremistas, situación con la cual coincidimos.
Lo que escapa al análisis de Morris y nos atrevemos a vaticinar es que el peligro de contaminación con este tipo de levantamientos no se limite al Medio Oriente, sino se traslade, por ejemplo, a Pakistán, que es el país musulmán más poblado del mundo, o Indonesia, que es uno de los países más poblados del mundo y con una gran cantidad de musulmanes.
Las dos enormes paradojas de todo esto son: la primera, que la mayoría de quienes profesan esta religión no son violentos porque no son extremistas; y la segunda, que los extremistas pareciera que viven de acuerdo a códigos de conducta de hace siete u ocho siglos, pero es a través de la tecnología del siglo XXI, especialmente de las redes sociales, que han logrado el enorme poder de convocatoria que están logrando, el cual es replicado en las ciudades grandes del mundo civilizado en donde hay fuerte población musulmana, como Londres o Nueva York.
En un tema sí coincidimos con Morris. El discurso de los líderes del mundo occidental, en estos momentos, tendrá que ser revisado y adecuado a las circunstancias.
Los sucesos de Marruecos, de Túnez y de Egipto pueden ser sólo el preámbulo.
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No suelo corregir los ensayos que publico, pero en esta oportunidad hay algo de tremenda importancia que, aunque lo he meditado, se ha quedado a la hora de transcribir las ideas.
ResponderEliminarSe trata de que, en territorio egipcio, se encuentra el estratégico Canal de Suez, por donde pasan enormes cantidades de petróleo que surte a Europa Occidental, uno de los mayores mercados del mundo.
Esto hace que todo el mundo democrático tenga puestos los ojos en el conflicto y hace que las más sólidas democracias del planeta se predispongan para "seguir de cerca" o hasta de intervenir en los acontecimientos, con tal de no permitir que el importante canal caiga en las manos equivocadas.
El libre tránsito por el Canal de Suez es vital para que el precio del petróleo se mantenga estable. Cualquier interferencia haría que se disparen los precios hacia arriba, damnificando a todas las economías del resto del planeta en favor de los países productores de crudo.
Esto tampoco escapa al análisis, ni de los radicales islamitas ni de Hugo Chávez, quien con los enormes recursos de los venezolanos, provenientes de esta actividad, pretende intervenir en los asuntos internos, no sólo del resto de países del hemisferio, sino de las organizaciones y foros de discusión.
El tema, entonces, es complicado y sumamente delicado como para no ponerle la atención debida, pues puede tener un costo directo en todos nosotros.