Migrante es la raza humana. Es su naturaleza.
Es la evolución del ser humano con la generación de instituciones, de leyes, de ordenanzas, la que ha ido, poco a poco, hasta estas últimas décadas, emitiendo las regulaciones para impedir esa vocación que la naturaleza le ha dado a la humanidad, llegando al colmo de penalizarla en los últimos tiempos, equiparándola a cualquier actividad que sí es susceptible de dañar al prójimo.
Estados Unidos de América tiene, desde hace años, una política migratoria que siempre está pendiente de alguna reforma migratoria que, casi siempre, llaman integral. Canadá y, últimamente, México, han ido endureciendo sus leyes migratorias; este último, por supuesto, viendo sólo para el sur del continente a la hora de apretar, y suplicando al norte a la hora de exigir.
Europa está inmersa, además, en un proceso de endurecimiento de su política migratoria, especialmente como reacción a la ola inmensa de migrantes provenientes del África Subsahariana. Hasta en las reuniones de la Asamblea Parlamentaria Euro-Latinoamericana, EUROLAT, existe una Propuesta de Recomendación, de fecha 22 de marzo del presente año, sobre migración en las relaciones Unión Europea-América Latina y el Caribe.
Es, como se ve a simple vista, una cuestión de los países ricos, a excepción de México, que con todo lo que tiene todavía no puede decirse que es un país que pueda catalogarse de rico. Es una cuestión de los países que tienen mayores índices de desarrollo, que atraen más capital para la formación de más y mejores plazas de trabajo.
Lo que quiero hacer resaltar, en este ensayo, es un tanto polémico, pero entendible si se lee bien y se ven las cosas alejadas de la coyuntura actual, de manera que traten de visualizarse en el futuro cercano.
Todo el mundo está alarmado por la nueva ley estatal de Arizona en contra de los migrantes ilegales (irregulares les llama la convención de la Organización de Naciones Unidas), pero si vemos bien, esa ley es tan sólo una respuesta a la falta de respuesta, valga la redundancia, del Congreso y el Senado de los Estados Unidos.
Lo importante de ver, en estos momentos, no es sólo la condena que se hace en Arizona de los migrantes que les ayudan a levantar sus cosechas, a mantener limpios sus colegios y hasta a atender a sus enfermos en sus hospitales. Todo eso es condenable y yo lo condeno a la par de esos aproximadamente 40,000 guatemaltecos que viven sin papeles en ese Estado. Pero, en el fondo, lo que estamos viendo es la piedra en el zapato que le faltaba a la administración de Barack Obama para tomar en serio el proyecto de una Ley Migratoria moderna, que ayude a regularizar la situación de millones de personas (a veces se les olvida que son personas) y, a la vez, endurezca las actuales políticas de ingreso, con lo cual quedarían satisfechos los estados fronterizos con México, que son los más sensibles a estos temas.
Esa nueva ley, que forzadamente tienen que cabildear ahora, antes de que la xenofobia y el racismo se esparzan por otros Estados de la Unión, probablemente, como digo, será más dura en algunos aspectos, pero indubitablemente traerá consigo el procedimiento de legalización de la situación de varios millones de personas que hoy viven al amparo de Dios pero no de las leyes, lo cual es de gran justicia.
Se les olvida a los estadounidenses (yo jamás los llamo americanos, que americanos somos todos) que su nación es una de imigrantes, pero por alguna razón que desconozco, también ha de traer la raza humana alguna dosis de olvido de sus raíces, porque no es casualidad que en los puestos de migración los guardias más duros para con los latinos sean, precisamente, de origen latino.
Pues se les olvida que sus venerados padres fundadores fueron hijos de imigrantes o nacidos en el viejo continente.
A Estados Unidos le urge arreglar este tema. No puede el Gran Imperio del Norte ir por el mundo hablando de principios y de democracia cuando en su propio seno tienen en vigencia leyes propias de un estado nacional-socialista, en donde se les inculca a sus nuevas generaciones que es legalmente válido detener a alguien en la calle e interrogarlo por su apariencia racial.
Como política de esta naturaleza no los pueden llevar más que al mismísimo infierno, y lo que es peor, tales políticas pueden comenzar a contaminar al resto de Estados de la Unión, en las semanas que vienen predigo que veremos una intensa actividad de las instituciones estadounidenses por lograr cabildear, antes de que finalice este año, la tan ansiada reforma migratoria.
Solamente esperemos que la llegada de esa reforma haga recapacitar a los legisladores y gobernadora de Arizona y den marcha atrás en una ley que podemos entender pero jamás podremos aceptar.
domingo, 25 de abril de 2010
sábado, 24 de abril de 2010
APLAUSO PARA EL GOBIERNO LOCAL DE SANTA CRUZ DEL QUICHÉ
Notas de prensa dan cuenta, hoy, que la Municipalidad de Santa Cruz del Quiché, sospechando el "arcaico timo", mandó a hacer pruebas de laboratorio al concreto que una constructora echó en una de las calles de la población, demostrando las mismas que no cumplía con las especificaciones técnicas contratadas y, consiguientemente, ordenando la suspensión de los trabajos, la demolición de la parte mal construida y la refundición, con el concreto apropiado (que es más caro que el que se puso, por supuesto), del tramo mal construido.
No hay mucho que explicar alrededor de esta nota, pero sí mucho que difundir y señalar como ejemplo a las demás municipalidades, comunidades, ONG's, Consejos de Desarrollo, etcétera, que siendo estructuras colegiadas muchas veces se coluden sus miembros para aceptar sobornos y entregarle a las poblaciones, a cambio de "comisiones" o, para hablar en buen chapín, "mordidas", en detrimento de la calidad de vida y del erario o fondos públicos a su cargo.
Es por eso que hoy vale la pena invitar a todos a tronar un sonoro aplauso a las autoridades electas de ese municipio. Nadie, con su actitud, duda que entre constructor y el gobierno local no hay componenda alguna, y con la defensa del contrato defienden, a su vez, la integridad de sus respectivos nombres y los de sus descendientes y, además, la eficiencia en el manejo de los recursos que sus electores han confiado a su custodia.
No me canso de decirlo. ¡Aplausos para estos buenos funcionarios que demuestran que se puede hacer política sin mancharse! Es seguro que, cuando entreguen sus cargos, podrán andar por cualquier lugar de su comunidad o de donde quieran con la frente en alto.
No se me olvida, por cierto, un sonoro abucheo desde este sitio para esos malos empresarios que, apostándole a la ignorancia de las autoridades, no les basta la utilidad que han calculado matemáticamente a la hora de ofertar y ganar el concurso para efectuar la obra. Este tipo de empresarios debiera quedar señalado de por vida para que ya no participe más que en proyectos de carácter privado. Entiéndanlo: los recursos públicos son sagrados.
No hay mucho que explicar alrededor de esta nota, pero sí mucho que difundir y señalar como ejemplo a las demás municipalidades, comunidades, ONG's, Consejos de Desarrollo, etcétera, que siendo estructuras colegiadas muchas veces se coluden sus miembros para aceptar sobornos y entregarle a las poblaciones, a cambio de "comisiones" o, para hablar en buen chapín, "mordidas", en detrimento de la calidad de vida y del erario o fondos públicos a su cargo.
Es por eso que hoy vale la pena invitar a todos a tronar un sonoro aplauso a las autoridades electas de ese municipio. Nadie, con su actitud, duda que entre constructor y el gobierno local no hay componenda alguna, y con la defensa del contrato defienden, a su vez, la integridad de sus respectivos nombres y los de sus descendientes y, además, la eficiencia en el manejo de los recursos que sus electores han confiado a su custodia.
No me canso de decirlo. ¡Aplausos para estos buenos funcionarios que demuestran que se puede hacer política sin mancharse! Es seguro que, cuando entreguen sus cargos, podrán andar por cualquier lugar de su comunidad o de donde quieran con la frente en alto.
No se me olvida, por cierto, un sonoro abucheo desde este sitio para esos malos empresarios que, apostándole a la ignorancia de las autoridades, no les basta la utilidad que han calculado matemáticamente a la hora de ofertar y ganar el concurso para efectuar la obra. Este tipo de empresarios debiera quedar señalado de por vida para que ya no participe más que en proyectos de carácter privado. Entiéndanlo: los recursos públicos son sagrados.
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viernes, 23 de abril de 2010
LA DESVALORIZACIÓN DEL SIGNIFICADO DE LA PALABRA "HONOR"
Da la impresión que las personas que integran unn Tribunal de Honor lo hacen sin la consciencia de lo que significa, como si se estuvieran integrando a un club social, a un cuchubal u otro tipo menos formal en que el conglomerado humano suele organizarse.
Esa cualidad moral que implica el conocimiento pleno de cuáles son las obligaciones y deberes de uno mismo para con sí y para con el prójimo se encuentra perdida, en el limbo, en la falta de certeza.
Viene a colación este ensayo por la nota de prensa que aparece en Prensa Libre de hoy viernes 23 de abril de 2010, página 8, con relación a una fianza que le otortó un juez a una abogada de larga trayectoria en el "negocio" de las adopciones ilegales, quien fue deportada desde la ciudad de Houston, Texas, en los Estados Unidos, por encontrarse allá de manera ilegal.
Llama la atención de la nota de prensa que esta abogada, según la monografía de partidos políticos elaborada por la Asociación de Investigación y Estudios Sociales, ASIES, fue miembro del Tribunal de Honor del actual partido de gobierno, la Unidad Nacional de la Esperanza, UNE, de 2004 a 2008, es decir, los años precisamente en que me tocó laborar en la misma institución que ella, en el Registro General de la Propiedad, en donde, por su imprudencia de hablar de sus "casos" en el baño de mujeres, ya era comidilla su actividad delictiva, incluyendo que la casa cuna no estaba a nombre de ella sino de su hija. Chismes, que les dicen, pero que en el fondo, como se ve, están basados en hechos comprobables documentalmente.
Entonces, si en manos de personajes así están los tribunales de honor de los partidos políticos, ¿qué se puede esperar de quienes integran otros órganos que no tienen que ver con el honor?
¿Es que se ha perdido el sentido profundo del honor? ¿Es que los padres y las madres no están inculcando en sus hijos esos grandes valores que diferencian a los seres humanos de los animales, como la verdad, el honor, el sentido del deber?
Si el honor de la UNE ha estado en manos de personas que ven a los bebés como mercancías, si los partidos políticos no hacen su labor de investigación de las personas que han de integrar estas instancias partidarias, si todo lo relacionado con la escala humana de valores es secundario, ¿qué se puede esperar de las instituciones políticas? ¿qué tipo de gobernantes pueden salir de una instituciónn así?
Las sociedades del mundo, cada una dentro de su propio entorno, deben cerrar filas cuando de defender principios y valores se trata.
Desde este espacio he sido consistente en insistir en la necesidad de que todos participemos en el proceso político, y ésta es una muestra concreta, real y palpable de la influencia que la gente con principios podría estar ejerciendo desde adentro de las instituciones políticas si participara más activamente.
No es posible que sigamos en la línea de estar en la posición de juzgar las acciones de otros en un Tribunal de Honor para salir después expulsado de un país, engrilletado y sujeto a proceso por la venta del destino de casi treinta bebés o por cualquier causa imaginable.
Finalizo haciendo un llamado a la juventud para que tome conciencia y reflexione sobre el bien o el mal que puede ejercer en el destino de su país con tan sólo tomar la decisión de participar, o no, en las instituciones que, eventualmente, han de proporcionar las más altas autoridades y funcionarios. Si no, no nos quejemos después.
Esa cualidad moral que implica el conocimiento pleno de cuáles son las obligaciones y deberes de uno mismo para con sí y para con el prójimo se encuentra perdida, en el limbo, en la falta de certeza.
Viene a colación este ensayo por la nota de prensa que aparece en Prensa Libre de hoy viernes 23 de abril de 2010, página 8, con relación a una fianza que le otortó un juez a una abogada de larga trayectoria en el "negocio" de las adopciones ilegales, quien fue deportada desde la ciudad de Houston, Texas, en los Estados Unidos, por encontrarse allá de manera ilegal.
Llama la atención de la nota de prensa que esta abogada, según la monografía de partidos políticos elaborada por la Asociación de Investigación y Estudios Sociales, ASIES, fue miembro del Tribunal de Honor del actual partido de gobierno, la Unidad Nacional de la Esperanza, UNE, de 2004 a 2008, es decir, los años precisamente en que me tocó laborar en la misma institución que ella, en el Registro General de la Propiedad, en donde, por su imprudencia de hablar de sus "casos" en el baño de mujeres, ya era comidilla su actividad delictiva, incluyendo que la casa cuna no estaba a nombre de ella sino de su hija. Chismes, que les dicen, pero que en el fondo, como se ve, están basados en hechos comprobables documentalmente.
Entonces, si en manos de personajes así están los tribunales de honor de los partidos políticos, ¿qué se puede esperar de quienes integran otros órganos que no tienen que ver con el honor?
¿Es que se ha perdido el sentido profundo del honor? ¿Es que los padres y las madres no están inculcando en sus hijos esos grandes valores que diferencian a los seres humanos de los animales, como la verdad, el honor, el sentido del deber?
Si el honor de la UNE ha estado en manos de personas que ven a los bebés como mercancías, si los partidos políticos no hacen su labor de investigación de las personas que han de integrar estas instancias partidarias, si todo lo relacionado con la escala humana de valores es secundario, ¿qué se puede esperar de las instituciones políticas? ¿qué tipo de gobernantes pueden salir de una instituciónn así?
Las sociedades del mundo, cada una dentro de su propio entorno, deben cerrar filas cuando de defender principios y valores se trata.
Desde este espacio he sido consistente en insistir en la necesidad de que todos participemos en el proceso político, y ésta es una muestra concreta, real y palpable de la influencia que la gente con principios podría estar ejerciendo desde adentro de las instituciones políticas si participara más activamente.
No es posible que sigamos en la línea de estar en la posición de juzgar las acciones de otros en un Tribunal de Honor para salir después expulsado de un país, engrilletado y sujeto a proceso por la venta del destino de casi treinta bebés o por cualquier causa imaginable.
Finalizo haciendo un llamado a la juventud para que tome conciencia y reflexione sobre el bien o el mal que puede ejercer en el destino de su país con tan sólo tomar la decisión de participar, o no, en las instituciones que, eventualmente, han de proporcionar las más altas autoridades y funcionarios. Si no, no nos quejemos después.
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jueves, 22 de abril de 2010
SAMARANCH: DONDE EL SENTIDO COMÚN Y EL TRABAJO SE CONJUGARON
Recién falleció quien en vida fuera Juan Antonio Samaranch, quien a sus 89 años deja este mundo en olor de santidad dentro del ámbito del deporte.
Nunca fue un gran deportista, y desconozco las razones por las cuales incursionó en el mundo deportivo federado. Lo que sí es cierto es que, cuando tomó las riendas del movimiento olímpico, no existían las estructuras que, para cambiar el entorno de las ciudades favorecidas con una sede, para hacer tan rentables las justas olímpicas a través de los derechos de transmisión televisada, y hasta para producir cambios sociales en la juventud de los países organizadores, dejó el señor Samaranch, a quien unos han dado en llamar el Papa del Deporte.
Recuerdo que hace unos años, cuando por su edad abandonó su papel de cabeza del olimpismo, todavía escuchamos varias notas relacionadas con corrupción, de modo que, aún reconociendo que hace falta trabajar en algunos aspectos, el balance de su gestión, comparable con la de un Presidente o de un Primer Ministro, es definitivamente positivo.
La gestión pública de Samaranch está impregnada de lo que hay que hacer para que las cosas funcionen y de un innegable amor al trabajo.
Probablemente su condición de líder y la conformación de los diversos equipos de trabajo que sacaran avante las diferentes facetas con las que el movimiento olímpico tuvo que bregar para lograr no sólo no desaparecer sino distinguirse, como el manejo de marcas, el de los patrocinios, el simple manejo del tiempo para que todo estuviese listo, el marketin, la negociación de precios y de espacios publicitarios y derechos de transmisión, todo, es evidencia de esa mente que supo guiar, liderar, coordinar y triunfar en medio de un mundo escéptico al cual, finalmente, logró transformar.
Lo que Samaranch, el más viejo "Señor de los Anillos" pudo hacer por el movimiento olímpico, puede hacerse transformando los países por unos más integrados, más benignos para recibir inversiones, más eficientes para conformar empresas que vengan a crear los empleos que se necesitan, más lógico para recaudar impuestos y otras cargas tributarias, más humano para vivir y para educar a las nuevas generaciones de jóvenes que, hoy, no saben qué esperar de sus dirigentes.
Es difícil que un dirigente logre, al partir, un reconocimiento global, y Samaranch, con su sentido común y su amor al trabajo, se lo ganó. ¡Un aplauso de despedida!
Nunca fue un gran deportista, y desconozco las razones por las cuales incursionó en el mundo deportivo federado. Lo que sí es cierto es que, cuando tomó las riendas del movimiento olímpico, no existían las estructuras que, para cambiar el entorno de las ciudades favorecidas con una sede, para hacer tan rentables las justas olímpicas a través de los derechos de transmisión televisada, y hasta para producir cambios sociales en la juventud de los países organizadores, dejó el señor Samaranch, a quien unos han dado en llamar el Papa del Deporte.
Recuerdo que hace unos años, cuando por su edad abandonó su papel de cabeza del olimpismo, todavía escuchamos varias notas relacionadas con corrupción, de modo que, aún reconociendo que hace falta trabajar en algunos aspectos, el balance de su gestión, comparable con la de un Presidente o de un Primer Ministro, es definitivamente positivo.
La gestión pública de Samaranch está impregnada de lo que hay que hacer para que las cosas funcionen y de un innegable amor al trabajo.
Probablemente su condición de líder y la conformación de los diversos equipos de trabajo que sacaran avante las diferentes facetas con las que el movimiento olímpico tuvo que bregar para lograr no sólo no desaparecer sino distinguirse, como el manejo de marcas, el de los patrocinios, el simple manejo del tiempo para que todo estuviese listo, el marketin, la negociación de precios y de espacios publicitarios y derechos de transmisión, todo, es evidencia de esa mente que supo guiar, liderar, coordinar y triunfar en medio de un mundo escéptico al cual, finalmente, logró transformar.
Lo que Samaranch, el más viejo "Señor de los Anillos" pudo hacer por el movimiento olímpico, puede hacerse transformando los países por unos más integrados, más benignos para recibir inversiones, más eficientes para conformar empresas que vengan a crear los empleos que se necesitan, más lógico para recaudar impuestos y otras cargas tributarias, más humano para vivir y para educar a las nuevas generaciones de jóvenes que, hoy, no saben qué esperar de sus dirigentes.
Es difícil que un dirigente logre, al partir, un reconocimiento global, y Samaranch, con su sentido común y su amor al trabajo, se lo ganó. ¡Un aplauso de despedida!
GUATEMALA, 2050
Hace apenas unos años iniciaba Guatemala, con la reción aprobada Constitución de 1985, la era democrática que todavía hoy, 24 años después, seguimos usufructuando, para mal o para bien.
Hace pocos años, también, andábamos todos preocupados porque, al cambiar las cuatro cifras del año, de 1999 a 2000, probablemente iban a colapsar todas las computadoras que no habían sido programadas pensando en este suceso.
Es decir, el tiempo pasa volando y, en Guatemala, se suceden los gobiernos, uno tras de otro, sin que veamos que haya realmente un plan de país que sirva de base para saber y entender cuál debiera ser nuestro norte, nuestro rumbo como nación, aunque cada equipo de gobierno tenga un estilo diferente para actuar.
Trato de decir que debiera haber un gran esfuerzo por delinear nuestra ruta estratégica, aunque las acciones tácticas de cada gobernante difieran en la ruta para llegar al fin.
Además, estamos acostumbrados a visualizar las cosas por trimestres, por ejecuciones anuales o, si mucho, por planes de gobierno.
El Plan Visión de País, al cual me sumé en algún momento en las mesas de Desarrollo Rural, hasta donde pude ver fue elaborado más a la carrera que bien. Era demasiada la presión por entregar toda la papelería, elaborada de antemano por técnicos cuya experiencia en el campo desconocemos, que por realmente discutir los temas y arribar a elevadas conclusiones.
Por eso planteo que debiera hacerse un gran esfuerzo por visualizar Guatemala a mediados del presente siglo. Cuarenta años se pasarán volando. Tal vez no veremos su final pero así será.
En este esfuerzo por visualizar lo que debiera ser nuestra patria dentro de cuatro décadas debieran participar los profesionales más jóvenes en actitud sinérgica con los de más experiencia.
La voz del campesinado, de los líderes comunitarios, de los pilotos de transporte, de las asociaciones de mujeres golpeadas por la violencia, todos debieran participar porque en lo que se requiere, como país, estoy seguro que todos tenemos muchos qué decir.
Guatemala tiene un enorme potencial. Lo que no ha tenido es rumbo.
Un ejemplo es el Registro General de la Propiedad, recibido en 2004 totalmente colapsado, y apenas unos años después, catalogado como el mejor registro de América Latina y el Caribe. Ese logro ha sido por la labor conjunta de dos administraciones de gobiernos totalmente distintas, pero enlazadas por un plan a seguir que la primera dejó trazado y que la segunda entendió que debía seguir.
Así puede ser en todo. Sólo falta poner manos a la obra, ser creativos y serios en los planteamientos.
Planes de cinco o de diez años se pueden hacer, pero si se efectúa un esfuerzo a nivel nacional, debe ser uno que valga la pena. Por eso, comencemos a pensar en Guatemala en 2050.
Hace pocos años, también, andábamos todos preocupados porque, al cambiar las cuatro cifras del año, de 1999 a 2000, probablemente iban a colapsar todas las computadoras que no habían sido programadas pensando en este suceso.
Es decir, el tiempo pasa volando y, en Guatemala, se suceden los gobiernos, uno tras de otro, sin que veamos que haya realmente un plan de país que sirva de base para saber y entender cuál debiera ser nuestro norte, nuestro rumbo como nación, aunque cada equipo de gobierno tenga un estilo diferente para actuar.
Trato de decir que debiera haber un gran esfuerzo por delinear nuestra ruta estratégica, aunque las acciones tácticas de cada gobernante difieran en la ruta para llegar al fin.
Además, estamos acostumbrados a visualizar las cosas por trimestres, por ejecuciones anuales o, si mucho, por planes de gobierno.
El Plan Visión de País, al cual me sumé en algún momento en las mesas de Desarrollo Rural, hasta donde pude ver fue elaborado más a la carrera que bien. Era demasiada la presión por entregar toda la papelería, elaborada de antemano por técnicos cuya experiencia en el campo desconocemos, que por realmente discutir los temas y arribar a elevadas conclusiones.
Por eso planteo que debiera hacerse un gran esfuerzo por visualizar Guatemala a mediados del presente siglo. Cuarenta años se pasarán volando. Tal vez no veremos su final pero así será.
En este esfuerzo por visualizar lo que debiera ser nuestra patria dentro de cuatro décadas debieran participar los profesionales más jóvenes en actitud sinérgica con los de más experiencia.
La voz del campesinado, de los líderes comunitarios, de los pilotos de transporte, de las asociaciones de mujeres golpeadas por la violencia, todos debieran participar porque en lo que se requiere, como país, estoy seguro que todos tenemos muchos qué decir.
Guatemala tiene un enorme potencial. Lo que no ha tenido es rumbo.
Un ejemplo es el Registro General de la Propiedad, recibido en 2004 totalmente colapsado, y apenas unos años después, catalogado como el mejor registro de América Latina y el Caribe. Ese logro ha sido por la labor conjunta de dos administraciones de gobiernos totalmente distintas, pero enlazadas por un plan a seguir que la primera dejó trazado y que la segunda entendió que debía seguir.
Así puede ser en todo. Sólo falta poner manos a la obra, ser creativos y serios en los planteamientos.
Planes de cinco o de diez años se pueden hacer, pero si se efectúa un esfuerzo a nivel nacional, debe ser uno que valga la pena. Por eso, comencemos a pensar en Guatemala en 2050.
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miércoles, 21 de abril de 2010
LA CORRUPCIÓN Y LOS ORÍGENES DEL CONFLICTO ARMADO INTERNO EN GUATEMALA
Hoy asistí a un foro organizado por la Fundación Esquipulas que preside el ex presidente de Guatemala Vinicio Cerezo Arévalo, el cual denominaron "POSTCONFLICTO Retos Sociales y económicos en Centroamérica" (sic.), en donde, bajo diferentes aristas, se viene analizando el conflicto armado interno, su conclusión y, en el postconflicto, la evolución de los Acuerdos de Paz.
Ese entorno me ha permitido reflexionar un poco acerca de los orígenes del conflicto armado interno que duró poco más de 36 años, y las razones que encuentro para que, a inicios de la década de 1960 se hubieran desbordado las pasiones y un grupo de militares haya optado por rebelarse, son relacionadas con la corrupción del gobierno del general Miguel Idígoras Fuentes.
Las personas mayores a mi generación suelen coincidir con que la corrupción inició con el gobierno de este último. Yo no estoy muy de acuerdo porque sé de actos de corrupción anteriores a la gestión de este pintoresco general, quien se tomó la molestia de escribir, en los periódicos, de qué manera conoció a mi abuela, la escritora Elisa Hall, con ocasión del fallecimiento de esta última.
Lo más seguro es que en el gobierno de Idígoras sí inició un período de mayor corrupción, en donde el colmo fue la entrega de una millonada de dinero al yerno del Presidente de la República, con el encargo de que fuera a comprar un barco a Inglaterra, y ni siquiera regresó por la mujer, quedándose con el dinero de Guatemala viviendo en la Gran Bretaña.
Es posible que los militares que iniciaron la sublevación en el Fuerte Matamoros, el 13 de noviembre de 1962, y que después se fortaleciera en el oriente del país, al frente de Luis Turcios Lima y Marco Antonio Yon Sosa, haya iniciado como una reacción patriótica frente a los desmanes de la clase política, metiendo mano en los recursos del Estado, circunstancia que no era frecuente en aquella época.
Pasar de un levantamiento patriótico para convertirse en adalides del movimiento marxista, y transformar una revuelta de cuartel en una lucha ideologizada de guerrillas urbanas y en la selva de casi cuatro décadas, merecen un análisis mucho más profundo que éste.
Sin embargo, el propósito de este ensayo es llamar la atención acerca de lo que hoy sucede en el país y cómo, en las páginas de nuestra propia historia, tenemos elementos para darnos cuenta y aprender que es hora de corregir el rumbo. Esas decenas de miles de muertos, de uno y otro bando, merecen un alto en el camino, una reflexión más que profunda y una posibilidad de repensar qué será de nosotros si las mismas causas logran producir semejantes efectos en un futuro.
La corrupción, en cualquier esfera, es odiosa; pero los niveles a los que nos están llevando los actuales mandatarios, que nadie sabe si es uno, si son dos o si son tres, es inaudita. Todo con la comparsa asquerosa de sus huestes del Congreso y uno que otro contralor, fiscal, auditor o juez, sin olvidarse a los empresarios, bien identificados, que están participando y fomentando este latrocinio.
El pueblo que no aprende de su historia, lejana o reciente, está condenado a cometer los mismos errores. Por mi parte, tengo tiempo de estar advirtiendo la posibilidad de un levantamiento, epecialmente porque mantengo contacto con líderes comunitarios del interior del país, quienes están desesperados por la relagación de sus problemas, con el agravante que hoy, los medios de comunicación, ponen a la vista de todos los trapos sucios de toda la gavilla de funcionarios que hoy gobiernan, algunos con aroma de mujer.
Ese entorno me ha permitido reflexionar un poco acerca de los orígenes del conflicto armado interno que duró poco más de 36 años, y las razones que encuentro para que, a inicios de la década de 1960 se hubieran desbordado las pasiones y un grupo de militares haya optado por rebelarse, son relacionadas con la corrupción del gobierno del general Miguel Idígoras Fuentes.
Las personas mayores a mi generación suelen coincidir con que la corrupción inició con el gobierno de este último. Yo no estoy muy de acuerdo porque sé de actos de corrupción anteriores a la gestión de este pintoresco general, quien se tomó la molestia de escribir, en los periódicos, de qué manera conoció a mi abuela, la escritora Elisa Hall, con ocasión del fallecimiento de esta última.
Lo más seguro es que en el gobierno de Idígoras sí inició un período de mayor corrupción, en donde el colmo fue la entrega de una millonada de dinero al yerno del Presidente de la República, con el encargo de que fuera a comprar un barco a Inglaterra, y ni siquiera regresó por la mujer, quedándose con el dinero de Guatemala viviendo en la Gran Bretaña.
Es posible que los militares que iniciaron la sublevación en el Fuerte Matamoros, el 13 de noviembre de 1962, y que después se fortaleciera en el oriente del país, al frente de Luis Turcios Lima y Marco Antonio Yon Sosa, haya iniciado como una reacción patriótica frente a los desmanes de la clase política, metiendo mano en los recursos del Estado, circunstancia que no era frecuente en aquella época.
Pasar de un levantamiento patriótico para convertirse en adalides del movimiento marxista, y transformar una revuelta de cuartel en una lucha ideologizada de guerrillas urbanas y en la selva de casi cuatro décadas, merecen un análisis mucho más profundo que éste.
Sin embargo, el propósito de este ensayo es llamar la atención acerca de lo que hoy sucede en el país y cómo, en las páginas de nuestra propia historia, tenemos elementos para darnos cuenta y aprender que es hora de corregir el rumbo. Esas decenas de miles de muertos, de uno y otro bando, merecen un alto en el camino, una reflexión más que profunda y una posibilidad de repensar qué será de nosotros si las mismas causas logran producir semejantes efectos en un futuro.
La corrupción, en cualquier esfera, es odiosa; pero los niveles a los que nos están llevando los actuales mandatarios, que nadie sabe si es uno, si son dos o si son tres, es inaudita. Todo con la comparsa asquerosa de sus huestes del Congreso y uno que otro contralor, fiscal, auditor o juez, sin olvidarse a los empresarios, bien identificados, que están participando y fomentando este latrocinio.
El pueblo que no aprende de su historia, lejana o reciente, está condenado a cometer los mismos errores. Por mi parte, tengo tiempo de estar advirtiendo la posibilidad de un levantamiento, epecialmente porque mantengo contacto con líderes comunitarios del interior del país, quienes están desesperados por la relagación de sus problemas, con el agravante que hoy, los medios de comunicación, ponen a la vista de todos los trapos sucios de toda la gavilla de funcionarios que hoy gobiernan, algunos con aroma de mujer.
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JUSTOS NO TIENEN QUE PAGAR POR PECADORES
El mundo que conocí de niño no es el mismo de hoy. No había mayor problema ambiental como no fueran los malos olores del relleno sanitario; la ecología prácticamente no se conocía como una carrera.
Montar en bicicleta por las tardes, después de regresar del colegio, en cualquiera de las calles aledañas, era totalmente normal, así como caminar varias decenas de cuadras para ir a ver a una novia.
Recuerdo que, durante mis primeros años infantiles, era asidua la compañía de los padres franciscanos. Resulta que mi abuelo regaló el terreno para construir la iglesia cercana, que más tarde se convirtiera en parroquia, y enviaron los franciscanos a un cura constructor para hacerse cargo de la obra.
Ya no recuerdo cuando el padre Patricio Busnardo vivió, efectivamente, en casa de mis padres, pero sí recuerdo que, después de habrer construido la casa donde vivirían, a la par de la iglesia, llegaba a cenar por lo menos una vez por semana a nuestro hogar, cena que finalizaba con una tertulia e, invariablemente, con una taza de leche caliente en donde este cariñoso visitante echaba una cucharada encopetada de mantequilla de manía para que se derritiera.
Con el tiempo el padre Patricio continuó su camino constructor, siguiéndole yo la pista, primero en Quetzaltenango, a donde fue a reconstruir, me parece, la mismísima catedral de esa ciudad altense; luego, construyendo el gran templo circular que hoy está en La Reformita, a un costado del Anillo Periférico.
Fue tanto en la primera iglesia como en la anterior a la grande que se construyera en La Reformita que conocí, también, al padre Papinutti, quien en la iglesia a la cual asistíamos dirigía el coro navideño y en la segunda, la última vez que lo ví, tocaba un pequeño órgano de no más de unos 80 centímetros de ancho, al que hacía funcionar bombeando aire con unos pedales. Increíble pensar que cuando lo quise saludar, en El Vaticano, no lo pude hacer, debido a sus múltiples compromisos y a lo inesperado de mi visita: fue durante más de 15 años el organista oficial de la Capilla Sixtina.
Posteriormente llegó Luis Gurriarán, siempre franciscano, sólo que de origen español (vasco, me imagino), quien almorzaba unas dos veces a la semana en casa de mi abuela, a quien llegaba a visitar en su motoneta desde la iglesia de Ciudad Real, al final de la Avenida Petapa, donde era el cura párroco. El fue contemporáneo de Natalio Durigon, nuestro párroco por poco más de dos décadas, que se sonrojaba enormemente al contar el chiste del cura que le daba la comunión a la Sofía Loren y, en lugar de decir "El Cuerpo de Cristo" decía "Cristo, ¡qué cuerpo!".
Fue con el padre Natalio que arreglé, posteriormente, la donación que esa abuela que almorzaba con el padre Luis, hizo de un terreno en donde los curas franciscanos construyeron su hogar de retiro.
Hoy, según entiendo, son misioneros americanos los que se trasladan al viejo continente, revirtiendo ese flujo de bondad, de trabajo y de valores que yo concocí de niño y de joven y del cual, sin duda alguna, me beneficié de alguna manera.
Es por el recuerdo de estas gentes lindas que dejaron todo, familia, bienes, ¡todo! por venir a servir a las misiones a América, sin realmente saber con quién o qué se iban a encontrar, que escribo estas líneas.
La prensa, los medios tienen rato de venir cargados de artículos acerca de curas pedófilos y hasta pederastas, y no es justo que mi voz o mi pluma no ayuden a establecer una clara distinción entre muchos curas buenos que, siendo extranjeros, vinieron a servir a mi país y a mis conciudadanos, y unos pocos que desviaron el camino.
Para todos esos curas, guatemaltecos y extranjeros, que con el apoyo de sus congregaciones y de las congregaciones de monjas han optado por los más necesitados y valorizan los votos que han hecho, mi sincero reconocimiento y mi personal agradecimiento.
Es de sentido común que justos no tengan que pagar por pecadores.
Montar en bicicleta por las tardes, después de regresar del colegio, en cualquiera de las calles aledañas, era totalmente normal, así como caminar varias decenas de cuadras para ir a ver a una novia.
Recuerdo que, durante mis primeros años infantiles, era asidua la compañía de los padres franciscanos. Resulta que mi abuelo regaló el terreno para construir la iglesia cercana, que más tarde se convirtiera en parroquia, y enviaron los franciscanos a un cura constructor para hacerse cargo de la obra.
Ya no recuerdo cuando el padre Patricio Busnardo vivió, efectivamente, en casa de mis padres, pero sí recuerdo que, después de habrer construido la casa donde vivirían, a la par de la iglesia, llegaba a cenar por lo menos una vez por semana a nuestro hogar, cena que finalizaba con una tertulia e, invariablemente, con una taza de leche caliente en donde este cariñoso visitante echaba una cucharada encopetada de mantequilla de manía para que se derritiera.
Con el tiempo el padre Patricio continuó su camino constructor, siguiéndole yo la pista, primero en Quetzaltenango, a donde fue a reconstruir, me parece, la mismísima catedral de esa ciudad altense; luego, construyendo el gran templo circular que hoy está en La Reformita, a un costado del Anillo Periférico.
Fue tanto en la primera iglesia como en la anterior a la grande que se construyera en La Reformita que conocí, también, al padre Papinutti, quien en la iglesia a la cual asistíamos dirigía el coro navideño y en la segunda, la última vez que lo ví, tocaba un pequeño órgano de no más de unos 80 centímetros de ancho, al que hacía funcionar bombeando aire con unos pedales. Increíble pensar que cuando lo quise saludar, en El Vaticano, no lo pude hacer, debido a sus múltiples compromisos y a lo inesperado de mi visita: fue durante más de 15 años el organista oficial de la Capilla Sixtina.
Posteriormente llegó Luis Gurriarán, siempre franciscano, sólo que de origen español (vasco, me imagino), quien almorzaba unas dos veces a la semana en casa de mi abuela, a quien llegaba a visitar en su motoneta desde la iglesia de Ciudad Real, al final de la Avenida Petapa, donde era el cura párroco. El fue contemporáneo de Natalio Durigon, nuestro párroco por poco más de dos décadas, que se sonrojaba enormemente al contar el chiste del cura que le daba la comunión a la Sofía Loren y, en lugar de decir "El Cuerpo de Cristo" decía "Cristo, ¡qué cuerpo!".
Fue con el padre Natalio que arreglé, posteriormente, la donación que esa abuela que almorzaba con el padre Luis, hizo de un terreno en donde los curas franciscanos construyeron su hogar de retiro.
Hoy, según entiendo, son misioneros americanos los que se trasladan al viejo continente, revirtiendo ese flujo de bondad, de trabajo y de valores que yo concocí de niño y de joven y del cual, sin duda alguna, me beneficié de alguna manera.
Es por el recuerdo de estas gentes lindas que dejaron todo, familia, bienes, ¡todo! por venir a servir a las misiones a América, sin realmente saber con quién o qué se iban a encontrar, que escribo estas líneas.
La prensa, los medios tienen rato de venir cargados de artículos acerca de curas pedófilos y hasta pederastas, y no es justo que mi voz o mi pluma no ayuden a establecer una clara distinción entre muchos curas buenos que, siendo extranjeros, vinieron a servir a mi país y a mis conciudadanos, y unos pocos que desviaron el camino.
Para todos esos curas, guatemaltecos y extranjeros, que con el apoyo de sus congregaciones y de las congregaciones de monjas han optado por los más necesitados y valorizan los votos que han hecho, mi sincero reconocimiento y mi personal agradecimiento.
Es de sentido común que justos no tengan que pagar por pecadores.
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