Hace apenas unos años iniciaba Guatemala, con la reción aprobada Constitución de 1985, la era democrática que todavía hoy, 24 años después, seguimos usufructuando, para mal o para bien.
Hace pocos años, también, andábamos todos preocupados porque, al cambiar las cuatro cifras del año, de 1999 a 2000, probablemente iban a colapsar todas las computadoras que no habían sido programadas pensando en este suceso.
Es decir, el tiempo pasa volando y, en Guatemala, se suceden los gobiernos, uno tras de otro, sin que veamos que haya realmente un plan de país que sirva de base para saber y entender cuál debiera ser nuestro norte, nuestro rumbo como nación, aunque cada equipo de gobierno tenga un estilo diferente para actuar.
Trato de decir que debiera haber un gran esfuerzo por delinear nuestra ruta estratégica, aunque las acciones tácticas de cada gobernante difieran en la ruta para llegar al fin.
Además, estamos acostumbrados a visualizar las cosas por trimestres, por ejecuciones anuales o, si mucho, por planes de gobierno.
El Plan Visión de País, al cual me sumé en algún momento en las mesas de Desarrollo Rural, hasta donde pude ver fue elaborado más a la carrera que bien. Era demasiada la presión por entregar toda la papelería, elaborada de antemano por técnicos cuya experiencia en el campo desconocemos, que por realmente discutir los temas y arribar a elevadas conclusiones.
Por eso planteo que debiera hacerse un gran esfuerzo por visualizar Guatemala a mediados del presente siglo. Cuarenta años se pasarán volando. Tal vez no veremos su final pero así será.
En este esfuerzo por visualizar lo que debiera ser nuestra patria dentro de cuatro décadas debieran participar los profesionales más jóvenes en actitud sinérgica con los de más experiencia.
La voz del campesinado, de los líderes comunitarios, de los pilotos de transporte, de las asociaciones de mujeres golpeadas por la violencia, todos debieran participar porque en lo que se requiere, como país, estoy seguro que todos tenemos muchos qué decir.
Guatemala tiene un enorme potencial. Lo que no ha tenido es rumbo.
Un ejemplo es el Registro General de la Propiedad, recibido en 2004 totalmente colapsado, y apenas unos años después, catalogado como el mejor registro de América Latina y el Caribe. Ese logro ha sido por la labor conjunta de dos administraciones de gobiernos totalmente distintas, pero enlazadas por un plan a seguir que la primera dejó trazado y que la segunda entendió que debía seguir.
Así puede ser en todo. Sólo falta poner manos a la obra, ser creativos y serios en los planteamientos.
Planes de cinco o de diez años se pueden hacer, pero si se efectúa un esfuerzo a nivel nacional, debe ser uno que valga la pena. Por eso, comencemos a pensar en Guatemala en 2050.
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