miércoles, 28 de octubre de 2009

TRES DIFERENTES CRISIS, UNA SOLA LA CAUSA

En este blog he venido hablando de tres diferentes crisis: comencé explicando la crisis institucional en el Parlamento Centroamericano, que me llevaron, en primer lugar, a demandarlo ante la Corte Centroamericana de Justicia en noviembre de 2008 y luego, a pedirle la renuncia a la Junta Directiva espuria encabezada por la diputada Gloria Guadalupe Oquelí de Macoto (a veces lo ponen con doble T), en febrero del presente año.

En segundo lugar, le he dedicado varios artículos al análisis de la crisis política hondureña, que comenzó alrededor del cuarto trimestre de 2008, se agudizó el 28 de junio del presente año con el torpe Golpe de Estado que provocó la salida ilegal del expresidente Manuel Zelaya a Costa Rica, y que se ha venido prolongando hasta la presente fecha.

Por último, la crisis política nicaragüense, que arrancó con el fraude electoral municipal de noviembre de 2008 y se agudizó con la segunda fase del Golpe de Estado Técnico con el vergonzoso fallo de la Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema de Justicia de ese país, el 19 de octubre del presente año, cuando fueron intempestivamente reemplazados los Magistrados Titulares por los suplentes, lacayos del sandinismo, y en una sentencia insólita no declaran la inconstitucionalidad de alguna norma específica sino declaran la inaplicabilidad de varios artículos constitucionales, favoreciendo la reelección presidencial de Daniel Ortega y de alrededor de las dos terceras partes de los alcaldes del país, todos sandinistas.

Tres actores diferentes en estos tres escenarios, pero igual de megalómanos, igual de sociópatas, igual de irrespetuosos de la normativa jurídica del más alto nivel, la constitutiva.

Es la falta de respeto a la normativa jurídica la que tiene de cabeza a Honduras, al PARLACEN y a Nicaragua. Nada habría sucedido en niguno de los escenarios de que hablamos con el mínimo respeto a las normas básicas de convivencia contenidas, respectivamente, en el Tratado Constitutivo del Parlamento Centroamericano, en la Constitución hondureña y en la Constitución nicaragüense.

¿De qué sirve que estos tres personajes por demás pintorescos e históricos puedan acreditar varias décadas de experiencia política, si dicha vivencia no les ha servido más que para hacerse prepotentes, autoritarios e irrespetuosos de todos los demás al pasarle por encima a las leyes que son de todos?

¡Que Dios sane a estos pseudodirigentes de la cabeza y les dé el sentido común de que carecen!

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