domingo, 14 de febrero de 2010

AÑO NUEVO EN FEBRERO. REFLEXIONES SOBRE LA MULTICULTURALIDAD Y EL RACISMO.

Hoy, 14 de febrero, una tercera parte del mundo celebra el Día del Cariño o de la Amistad. Otra tercera parte está celebrando el advenimiento del Año del Tigre, ya que hoy es el Año Nuevo Lunar, ocasión en que se movilizan centenares de millones de personas para pasar unos días, en familia, celebrando.

La oportunidad es propicia para reflexionar sobre la múltiple culturalidad del mundo y, en especial, de nuestro país, en donde se suele decir que convivimos muchas etnias que hablamos, por lo menos, 23 idiomas vernáculos.

La verdad es otra. Es más amplia. En Guatemala existen, desde hace tiempo, varias comunidades provenientes de otras latitudes que trabajan, producen y conviven en paz y armonía con los demás habitantes. Una de las más antiguas y, probablemente, de las más difuminadas entre las demás, es la alemana, que tuvo un centro importante de desarrollo en las Verapaces, aunque hubo otros lugares del país en donde también se instalaron.

Existe, además, una comunidad china dedicada especialmente al comercio y al área de servicios de comida, con algunos profesionales destacados en varias ramas. También está la comunidad árabe, que se han especializado, más que todo, en el área comercial e industrial. Igual circunstancia sucede con la comunidad judía.

La que más ha llamado la atención en las últimas décadas, quizás, es la comunidad coreana, por su relativamente reciente arribo al país pero, especialmente, porque han estado dedicados casi por entero al negocio de la maquila de diferentes productos, de modo que han sido noticia cuando cierra una empresa o hay algún problema en el sector. Es, quizás, de las comunidades que menos se ha esforzado por ser parte del país, pero hay que tomar en cuenta que, ahora, ya hay toda una generación de guatemaltecos de origen coreano que tienden a ser excelentes estudiantes.

Finalmente, hay una enorme comunidad salvadoreña viviendo en Guatemala, la cual suele pasar desapercibida porque hablan nuestro mismo idioma y porque no tienen rasgos característicos que los diferencien de los demás, pero ahí están produciendo, trabajando, divirtiéndose, consumiendo como todos.

No hablo en específico del resto de nacionalidades que integran Guatemala, porque el objeto del presente ensayo es que el lector tenga una idea ampliada de lo que suele leerse en todos lados acerca de la multiculturalidad del país, la cual tiene una base más grande que la que suele darse por sentado normalmente.

Vivimos, entonces, los guatemaltecos y los extranjeros, en una sociedad cosmopolita en donde todos nos debemos respeto y admiración por lo que hacemos por nuestro bien y por el bien de Guatemala en un ambiente de libertad en donde no siempre funcionan las cosas como debieran ser.

Una de las lacras sociales que debemos ir rechazando es la del racismo, en donde hay que reconocer que ha habido avances muy grandes en las últimas dos décadas, pero donde todavía se hace necesario culturizar, trabajar y, a veces, adeministrar justicia debidamente.

El racismo se da en todas las esferas, hasta en las que provienen de las instituciones del Estado. Pongo un ejemplo: hace unos meses salí de viaje con un amigo guatemalteco, nacido en Guatemala, hijo de padres chinos; cuando ingresamos al país en un vuelo comercial, mientras esperábamos que las maletas salieran en las bandas colocadas para ese efecto, me dijo que, de seguro, lo iban a mandar "al cuartito", en referencia al lugar donde la Superintendencia de Administración Tributaria, SAT, lleva a las personas a registrarles el equipaje.

Yo el contesté, todavía creyendo que estaba bromeando, que a mí nunca me habían mandado al cuartito. Cuando llegamos, juntos, al punto donde uno debe entregar la Declaración de Aduana, al él, que iba delante mío, lo enviaron aparte para registrarle el equipaje. Entonces le dije al empleado de la SAT que eran unos racistas, que el señor que iba delante mío era tan guatemalteco como él o como yo. Como toda respuesta, me dijo: "si no le gusta que pase él solo, pase usted también", de manera que con gusto lo acompañé a que nos revisaran el equipaje.

Ahí, por conversación con la señorita que nos registro con un desgano total, nos comentó que tenían instrucciones de revisar porque los coreanos meten comida de contrabando al país.

Luego, aparte de racismo, me dije, hay una enorme confusión acerca de quién es quién en este país.

Las cosas tienen que cambiar. Así como no es justo que en Estados Unidos persigan a las personas y les pidan sus papeles "por su apariencia", tampoco lo es que a muchos guatemaltecos, que se ven de diferente apariencia, se les otorgue un tratamiento diferente.

Ojalá que, en el futuro cercano, podamos arribar a niveles de convivencia de otro nivel, en donde las culturas se desarrollen y se aprecien, en donde las etnias convivan con respeto y fraternidad, y en donde el racismo sea cosa del pasado.

Yo veo la multiculturalidad de nuestro país como un activo con un enorme potencial de desarrollo, pero para que eso suceda tiene que haber cambios en otros estratos de nuestra sociedad. La palabra clave: tolerancia.

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