La infraestructura del país es un desastre, no debido a los fenómenos naturales y al invierno como desean hacernos ver, sino a la falta de previsión a la hora de hacer las mediciones de máximos y mínimos históricos de precipitaciones pluviales o de cualquier otra medición, a una pésima planificación que no permite ampliar carreteras (y, las que son amplias, están siendo pobladas en sus alrededores sin una visión de futuro), a la colusión entre autoridades y empresas a la hora no sólo de planificar sino de ejecutar, pichicatamente, avaramente, con tal de hacer como que se hace obra, pero utilizándolas más para lucrar que para el fin que debieran servir, a una pésima o totalmente ausente supervisión que permite que los contratistas, encima de coludidos, le saquen más raja al pastel a costa de una pobre calidad de las obras, y a un pingüe mantenimiento que, otra vez, sirve sólo para sangrar las arcas nacionales. ¡Todo un enredo de mentiras!
Como en todo, existen sus excepciones, como cuando hace años pasé en la carretera que, de Palencia, conduce a San José Pinula, bajo los aguaceros, y al frente de una cuadrilla de trabajadores, mojándose, empapándose, estaba trabajando un ingeniero que conozco, con sus alrededor de 70 años a cuestas.
Quisiera pensar que mucho se debe a ingenieros sin ingenio, pero me temo que la generalidad no sea así. Más parece, empíricamente y conforme lo que uno escucha y conversa con contratistas que conoce, que entre lo que antes era el "diezmo", que ahora se ha triplicado y, a veces, cuadruplicado, y la suma de costos financieros que implican los retrasos en los pagos a quienes tienen la tarea de construir, porque después resulta que nunca que les pagan, es la calidad de la obra la que sufre. ¡Y no es que avalemos ese "diezmo"!
El caso de la zanja que dejaron detrás del paredón en la carretera nueva a Quetzaltenango, que se derrumbó al llenarse por detrás de agua porque esta pesa muchísimo, matando varias personas, más pareciera tontera que colusión para quedarse con algo. En este caso es casi seguro que fue un profesional quien ordenó ese trabajo o, en su caso, quien ordenó suspender alguna finalización del mismo, dejando en el lugar una trampa mortal que hoy pesará en su conciencia, si es que la tiene.
Es decir, entre la corrupción, la mala planificación, los nombramientos de autoridades por compadrazgo en lugar de capacidad, y la nula o pésima supervisión en la cual están involucrados, además, los organismos multilaterales, porque cobran una comisión por dicho concepto y, en lugar de gastársela en contratar los mejores profesionales para que sean sus ojos en el proyecto, simplemente se la embolsan y son pocos los casos en que no existe la misma, el país sale por todos lados perjudicado.
Lo decimos con toda autoridad, pues cuando fungimos como Director por Guatemala del Banco Centroamericano de Integración Económica, BCIE, de 1996 a 2000, tuvimos enormes problemas con la burocracia de dicho Banco para conseguir que se contratara supervisión; un caso emblemático es el de la consecución del mejor ingeniero supervisor para la construcción de la segunda pista de dos carriles de la autopista de Escuintla a Puerto Quetzal (la que corre de norte a sur), la cual no sólo se hizo en tiempo record de 13 meses, contados desde que se aprobó el préstamo hasta que se inauguró la obra finalizada, sino que la misma se tuvo que hacer al mismo nivel de la primera que ya existía y que se tardaron cuatro gobiernos en finalizar, de manera que hubo de hacerse, de primero, un relleno de varios metros de altura, de arena según recordamos, y sobre ese inmenso montículo de más de 40 kilómetros de largo se construyó, de concreto, una autopista y cuarenta y pico de puentes que, con todo lo que ha pasado, sigue funcionando debidamente.
Casi podríamos asegurar que ni el gobierno en que se comenzó a ampliar la ruta a Occidente, que nos parece fue el de Álvaro Arzú, ni los posteriores, incluyendo al actual (nos referimos al de Álvaro Colom), pueden presentar un solo ingeniero que haya tenido a su cargo la supervisión de dicha carretera.
¡Quisiéramos ver uno solo!
Luego, los dos argumentos que ha sacado el Gobierno, uno que este invierno ha sobrepasado los niveles históricos de 10 años que se toman en cuenta para calcular los caudales de agua que pasarán bajo los puentes, y el otro, más absurdo, que estos tienen una vida útil, según algún funcionario, de 15 años, según otro de 30, no convencen ni siquiera a quienes declaran en ese sentido. ¡Les debiera dar vergüenza decir tremendas tonterías!
En un país con tantos movimientos tectónicos el argumento podría ser, entonces, que los edificios no hay que diseñarlos ni construirlos a prueba de terremotos, sino esperar que su vida útil finalice con el siguiente movimiento sísmico.
Sólo imaginemos lo que sería del país si así fuesen construidos los hospitales. Al haber un temblor de regular magnitud e intensidad, el riesgo que no haya dónde llevar los heridos porque el hospital se cayó, sería enorme si esas ideas fuesen lógicas y valederas.
Responsabilidad, también, para las Universidades que están graduando este tipo de profesionales desamorados con su país, y para las madres que criaron tanto mentiroso y no les lavaron a tiempo la boca con jabón para que aprendieran a hablar con la verdad.
La economía y el desarrollo de un país dependen, en gran medida, de la infraestructura del mismo. La inversión que se hace en tal renglón debe ser, prácticamente, para siempre, aunque en un principio haya que hacer mayores inversiones para hacer las cosas bien y que, en época de crisis, aunque haya dificultades, los servicios básicos no dejen de funcionar.
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Buena tarde, resulta que el dia de hoy mi jefe que es ingeniero civil me dijo en tono de burla: "ingenieros sin ingenio, arquitectos de la nada", aun me siento tan ofendido con tales palabras, ahora bien, cuando diferir de un termino practico a un termino empirico, me siento tan ofendido que no se porque razon escribo esto.
ResponderEliminarIngeniero sin ingenio
P.D. espero no le ofenda mi comentario.
Estimado Ingeniero: Disculpe, en primer término, que hasta ahora vi su comentario, el cual para nada me ofende. El fondo del ensayo que antecede es totalmente serio, alejado de bromas entre gremios, que también las hay y son, conforme mi experiencia, sanas.
EliminarLo importante es que se lean estas observaciones y, en función de que nuestro querido país está prácticamente en construcción (y en reconstrucción permanente), que las mismas sean tomadas en cuenta. Sale muy caro, para una nación pobre, que la exigua inversión en infraestructura se destruya, año tras año, por ignorancia, falta de previsión o desidia de quienes intervienen (autoridades, constructores, supervisores y prestamistas del capital).
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