domingo, 27 de febrero de 2011

EL CONCUBINATO DE LA IZQUIERDA LATINOAMERICANA CON GADAFI

En este mismo espacio he manifestado mi admiración por la capacidad de análisis y de mantenerse estudiando y trabajando de quienes pertenecen al pensamiento de izquierda y que he visto desempeñarse en el Parlamento Centroamericano, pero hoy vengo a expresar lo contrario con la actitud que han asumido ante los acontecimientos de violencia que se dan actualmente en Líbano.

Se llenan la boca, los ex guerrilleros convertidos al son de los vientos en "demócratas", con decir que son los más grandes defensores de los Derechos Humanos, y son los primeros en alinearse "por la derecha" para hacer frente común, en contra de sus adversarios políticos, se entiende, para denunciar y patalear al unísono.

Su barraganería de camaradas los mantiene comunicados, y enfilan sus baterías para ensalsar las virtudes de Fidel Castro, las ocurrencias de Hugo Chávez o las ilegalidades de Daniel Ortega, las cuales tratan siempre de disfrazar de "políticas sociales que llegan a los más pobres", dando a entender que una reelección anti constitucional, especialmente de cualquiera de estos dos últimos, es prácticamente necesaria para alcanzar el paraíso, como si no hubiera, en primer lugar, leyes qué respetar, y en segundo lugar, más personas capaces de dirigir los destinos de esos países, ni siquiera dentro de sus propias filas (en un acto, digamos, de autocastración).

Sin embargo, la insurrección de la población libia en contra de quien los ha sojuzgado los últimos 42 años, Mohamar Gadafi, amigo íntimo de Daniel Ortega, al grado que para la toma de posesión de la Presidenta Violeta Barrios de Chamorro, el coronel Gadafi llegó a la despedida de su amigo, y fueron, junto con la entonces primera dama de Guatemala, Raquel Blandón de Cerezo, las dos únicas personas que se levantaron de sus asientos para aplaudir el discurso de Ortega. Lo sé porque estuve ahí en un lugar privilegiado, a escasos 5 o 6 metros de donde se encontraba el palco con las "personalidades", lo vi con mis propios ojos y jamás se me ha olvidado esa experiencia en el estadio Rigoberto López Pérez.

Ahora que su aliado de tantas décadas, su concubino de Medio Oriente, se ve amenazado con dejar el poder y la fuente de tanta riqueza ilegal que ahora ha aparecido (la hipocresía de Occidente de hacerse de la vista gorda mientras esos miles de millones de dólares han ido llegando, merece mencionarse) como por arte de magia, no dudan en alinearse otra vez, pero ahora para defender lo que para todo ser humano sensible es indefendible.

A pesar que Gadafi ha enviado la aviación a masacrar a la población que se manifiesta en las calles en su contra, de que todos hemos visto con estupefacción cómo el propio hijo del tirano y dictador ha utilizado los medios de comunicación masiva para ofrecer "ríos de sangre" a quienes se opongan a la permanencia del clan Gadafi en el poder, de que el mismo Gadafi ha salido públicamente a ofrecer que va a pasar, hogar por hogar, exterminando a sus opositores; pues a pesar de todas estas evidencias, que ningún país ni persona alguna pueden manufacturar a propósito, se empeñan en seguirlo defendiendo porque "los amigos son amigos en las buenas y en las malas" (Jacinto Suárez, Secretario de Relaciones Internacionales del Frente Sandinista de Liberación Nacional, FSLN, y Presidente del Grupo de Izquierda del Parlamento Centroamericano), cuando un verdadero amigo, en lugar de servirle de comparsa, debe hablarle al oído para reencausarlo en la senda del bien.

El apoyo a la violación de los Derechos Humanos en Libia, por parte de Gadafi, ha sido unánime por parte de los gobiernos de Cuba, de Venezuela y de Nicaragua, pero ha sido acompañada en el silencio de muchos diputados de izquierda del Parlamento Centroamericano quienes, en esta oportunidad, siguiendo quién sabe qué consigna, no se han atrevido a levantar su voz para defender a tantas personas inocentes que, por desear la alternabilidad en el poder que nosotros, de alguna manera, disfrutamos, se ven ametrallados, torturados y perseguidos en su propio país.

El pretexto de la izquierda latinoamericana para inmiscuirse en asuntos de otros países ha sido que la exigencia del respeto a los Derechos Humanos no tiene frontera, pero ahora es una vergüenza, tanto su silencio como sus infames declaraciones.

¡Caiga sobre todos ellos la sangre inocente que hoy se derrama en Libia!

1 comentario:

  1. Excelente tu deseo porque veamos las situaciones tal y como estan, gracias por compartirlo.

    La posh

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