lunes, 21 de mayo de 2012

LA BUROCRACIA Y LA POLÍTICA AGRARIA DE GUATEMALA


La Política de Desarrollo Rural, con la implementación de la nueva Ley y la puesta en marcha del flamante Ministerio de Desarrollo, las dudas con respecto a la legalidad o inconstitucionalidad,  funcionalidad y utilidad, no sólo persisten sino que se agudizan en la medida que nada parece cambiar en el campo y se convierte en un tema de actualidad (http://politicaysentidocomun.blogspot.com/2010/01/la-administracion-de-tierras-la.html).

Hay dudas acerca de que la decisión política, el acuerdo para establecer el Ministerio, que ya denunciáramos que sólo ocasionará más burocracia y, por ende, más gasto al Estado en detrimento de la inversión real (http://politicaysentidocomun.blogspot.com/search?q=desarrollo), haya sido la adecuada, y el retraso en la implementación técnica acompañada de la falta de fortalecimiento presupuestario, ocasionarán, en la medida que el tiempo de este gobierno avance, una relación proporcional entre expectativas y frustraciones, lo que puede dar lugar, en un futuro, a mayores presiones sociales.

Como nosotros vemos, la solución al problema agrario en Guatemala no está en la creación de más burocracia o de la simple búsqueda de articulación de políticas públicas en el campo, sino en una fuerte, consistente y prolongada inversión en educación que, a la larga, mediante el esfuerzo de por lo menos dos o tres generaciones, produzca individuos que no pujen por un pedazo de tierra para subsistir, sino crezcan dentro de la industria del conocimiento, del desarrollo de nuevas tecnologías o de la prestación de una variedad de servicios especializados que le provean, a las grandes mayorías hoy desposeídas, de oportunidades de trabajo, de desarrollo personal y de ingresos que en este momento no son capaces de soñar, siquiera.

La presión por la tierra, en otros países y otras latitudes, fue parecida a la que hoy vivimos en Guatemala; el centro y el Oeste de lo que hoy es Estados Unidos de América fue conquistado, poblado y “civilizado” por la presión que mucha gente recién llegada a los centros urbanos del Este, ejercía sobre la tierra; sin embargo, desde entonces, hace poco más de cien años, para ahora, la población de ha casi centuplicado, pero la presión por la tierra no es un problema en ese país porque las grandes mayorías están más vinculadas a las industrias, sean manufactureras, sean de servicios.

Se hace necesaria muchísima inversión en el campo guatemalteco para que haya fuentes de trabajo en el interior, pero se le hace la guerra, casi discriminadamente (porque hay proyectos dañinos y otros que no lo son), a prácticamente cualquier inversión que trate de llegar.

La justificación que algunos nuevos generadores de opinión arguyen es que la visión alrededor de esos proyectos es la de las oligarquías y de los extranjeros, pero que no es la de los pueblos originarios, lo cual no puede ser generalizado, pues conocemos de algunas comunidades indígenas que no sólo entienden lo que, por ejemplo, un proyecto hidroeléctrico significa en su entorno en cuanto a creación de empleo y de nuevas oportunidades de inversión con tan solo contar con una fuente confiable de energía, sino sus líderes trabajan en sus respectivas comunidades y hacia afuera, en búsqueda del tan ansiado capital para desarrollar este o aquél proyecto.

Es la educación consistente, acompañada de muchos más proyectos para desarrollar el agro lo que, finalmente, debiera llevarnos a convertir Guatemala en un país en vías de industrializarse y, así, salir de la pobreza, es decir, ya no más política de gobierno sino Política de Estado, que trascienda la duración de varios gobiernos.

Comencemos por ver los casos de la gente más rica del mundo. ¿Acaso Bill Gates, de Microsoft, Carlos Slim con sus empresas de telefonía, o Mark Zuckerberg, uno de los fundadores de Facebook, hicieron sus respectivas fortunas a partir del elemento tierra?

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