miércoles, 30 de abril de 2014

EL EJEMPLO DEL TOMATE Y EL ENFOQUE EXPORTADOR

     La noticia de los últimos días es la caída del precio de la caja de tomate por debajo del costo de producción, lo que ocasiona pérdidas a toda la cadena de intermediarios pero, especialmente, a los productores.

     En el año 1995, haciendo campaña política por las montañas de Alta Verapaz, los productores de tomate que se salvaron del "tizón", la enfermedad que acaba con los tomatales, produjeron coincidiendo con una de estas caídas de precios, y 6 de ellos, del área de Tactic, ingirieron herbicida, prefiriendo suicidarse ante la perspectiva de no poder, con la cosecha, cubrir sus deudas.

     Ahora, casi 20 años después, en su desesperación, los tomateros hacen ver que, quienes tienen la culpa de la caída de los precios, son quienes, aprovechando las nuevas técnicas de cultivo en invernadero, siembran a destiempo, produciendo no solamente más cantidad de tomate sino en una época inapropiada para mantener los precios altos.

     Desde nuestro punto de vista, la solución que plantean los tomateros, de que únicamente se siembre en el tiempo y la cantidad necesaria para cubrir la demanda y mantener los precios, no es la correcta.

     Nosotros preferiríamos ver a todos los sectores productivos duplicando la cantidad de vegetales, de frutas, de maderas, de leche, de carne, de lo que sea.  Las posibilidades productivas del país no deben enfocarse ni hacia el consumo interno con exclusividad ni con la idea de mantener los precios elevados, sino en irle añadiendo, aunque sea poco a poco, algún valor añadido y, especialmente, haciéndose énfasis en mejorar la oferta exportable del país.

     El Estado (y con esto decimos el Gobierno) debiera estar en condiciones de facilitar el que haya polos de desarrollo industrial conforme a las necesidades de los diversos sectores productivos.

     En el caso del tomate que nos sirve de ejemplo, bien podrían instalarse plantas procesadoras y enlatadoras; los productores dejarían de producir un producto que, sin procesar, es altamente perecedero, y el país estaría en posibilidades de mejorar su oferta exportable no solamente en tomates cocidos enteros, sino en deshidratados, salsas con diferentes sazones, sin picante, con picante, y presentaciones para hogares, a través de las grandes cadenas de supermercados de los países industrializados, sino en presentaciones industriales diseñadas para cadenas de restaurantes, de cruceros, de hoteles, etc.

     Por supuesto que, en un principio, seguramente nos llenaríamos de latas y costaría comenzar a vender, pero los guatemaltecos somos personas ingeniosas y entendemos y producimos calidad, de modo que poco sería el tiempo en que nuestra capacidad de producir tomate tendría que verse incrementada, duplicada o centuplicada para cubrir la demanda de los grandes consumidores.

     Es más, es seguro que, a partir de que Guatemala se convierta en una potencia exportadora de tomate, se nos van a acercar grandes compradores para ver de llevarse el fruto, también, en fresco, y chiles pimientos, y morrones, y jalapeños, y culantro, y perejil, y un largo etcétera.

     El problema es que muchas veces estamos enfocados en lo local, con una visión de aldea, cuando hace tiempo que debiéramos tener la de conquistar el mundo con nuestros excelentes productos.

     Dios nos dio una porción de tierra maravillosa y un gran ingenio.  Es cuestión de que compartamos esta visión y nos pongamos manos a la obra.  Los respetables tomateros no tienen por qué seguir sufriendo si se armara, con una amplia visión, el "cluster del tomate".

     Y lo mismo podemos decir de los productores de madera o de cualquier otro fruto de nuestra tierra. 

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