En la Asamblea Plenaria del Parlamento Centroamericano del mes de septiembre de 2010 se presentó una iniciativa de respaldo a la Declaración de Managua , de junio 2010 (en cuyas deliberaciones estuve presente), referente al Cambio Climático, con miras seguramente a preparar las baterías de la próxima reunión, en Cancún, México, el próximo mes de noviembre de 2010, bajo el manto de la Organización de Naciones Unidas, ONU.
Al intervenir para respaldar dicha iniciativa hice ver que a la misma le faltaba la señal de alerta que, como Parlamento de una región sumamente vulnerable a los cambios del clima del planeta, se veían venir al atar cabos de las notas de prensa que, en forma dispersa, vienen saliendo en los últimos tiempos, no sólo con relación a las inundaciones globales sino de cómo los osos polares y las morsas ya están migrando hacia el sur, en busca de nuevas playas donde hacer su vida, en virtud del tremendo deshielo en las regiones árticas; de cómo hacía algún tiempo habíamos leído acerca de un submarino ruso que llegó a señalar alguna parte debajo de los enormes hielos del Polo Norte como una clara señal de que, lo siguiente, podría ser la explotación petrolera en ese lugar, lo cual abriría las puertas para que, en el futuro, se hiciese de igual manera en la región antártica, en el Polo Sur, el cual no es de nadie porque es de todos.
Hacía ver, en mi intervención, el enorme balance que, sobre el clima, ejercen los polos de la Tierra, razón por demás poderosa para preservarlos de la contaminación y, por ende, después de tanto desastre causado por el ser humano, de la explotación, especialmente de hidrocarburos.
Sin embargo, en la edición dominical del prestigioso “The New York Times”, página 7 del suplemento de Prensa Libre del día de hoy, hay un artículo de Andrew E. Kramer, denominado “Rusia negocia con firma petrolera BP”, en donde se comenta, porque ya se da por un hecho, cómo la multinacional compañía British Petroleum, la misma responsable del enorme derrame petrolero en el Golfo de México, frente a las costas de Estados Unidos de América, al verse forzada a vender gran parte de sus activos para hacerle frente a las indemnizaciones que, por el derrame al cual nos referimos, tendrá que pagar en Estados Unidos, por el orden de los 32, 200 millones de dólares, paró de socia de la compañía petrolera rusa TNK, en partes iguales, formando ahora el consorcio TNK-BP, creada especialmente para explorar y explotar petróleo en las aguas árticas, una región que hoy está vedada en Estados Unidos y Canadá pero, según nuestra experiencia, la acción de los rusos, en connivencia con la desacreditada compañía petrolera BP, es el pretexto que los ávidos petroleros del mundo occidental necesitan para, por su lado, iniciar la carrera por quedarse con el petróleo del ártico.
Lo que deseamos resaltar es que estamos en ciernes de la llegada, sin precedentes, de seres humanos y maquinaria, a ese confín del planeta que debiera estar siendo preservado a toda costa por toda la humanidad. Lo que comenzaremos a ver será una triste contaminación, primero efectuada por los rusos y luego, cuando se sumen los estadounidenses, canadienses y finlandeses, que también tienen una porción pequeña pero importante, veremos la carrera por degradar el primero de los dos polos. La contaminación del segundo polo será consecuencia de la primera. Si es explotable el petróleo de uno de los polos, es fácil prever que podría haber hasta más guerras por apropiarse del polo sur para los mismos fines comerciales.
Ahora bien, nosotros, los miles de millones de personas que vivimos o en la franja tropical del planeta o vinculados, de alguna manera, a alguna costa marítima, ¿en qué nos veremos afectados por la contaminación de los polos?
La respuesta a la pregunta anterior sólo en la medida que el tiempo pase, la contaminación avance y, con ella, la acentuación de las calamidades atribuidas tan sólo a fenómenos naturales, se podrá ir viendo.
Nosotros preferiríamos que los políticos, metidos hasta las cachas en estos negocios, tuviesen más conciencia hacia la protección del entorno natural que la que demuestran al asociarse y apoyar proyectos que ponen en mayor riesgo a las grandes mayorías de la población mundial.
Sería preferible que, siendo el petróleo, por mucho que extraigan todo el que existe en el planeta, un bien que se va a terminar, en lugar de asociarse con empresas que ya han demostrado los desastres que pueden causarse a los ecosistemas, lo hagan en investigación de la tecnología energética que habrá de seguir elevando el desarrollo de la humanidad hacia otras alturas.
Para la gente normal y corriente es prácticamente imposible visualizar qué será de la humanidad, digamos, en el año 2,295. Son apenas 285 años más que ahora pero suficientes como para pensar que, en esa oportunidad, ya no habrá tecnología sucia a base de petróleo, pero seguirá habiendo humanidad.
Luego, ¿no es demasiado caro el precio que todos tenemos que pagar, hoy, por que los rusos, en su afán de lucro, y los empresarios de BP, en su afán por salvar el pellejo, inicien la contaminación más grande y sensible de la historia del planeta?
La ventana de nuestra autodestrucción está abierta. Bien lo predijo Tomás Hobbes (aunque siguiendo las ideas de Plauto, hace 2,200 años), el autor de Leviatán en el siglo XVII: “el hombre es el lobo del hombre”.
domingo, 10 de octubre de 2010
LA VENTANA AL DESASTRE GLOBAL ESTÁ ABIERTA
Etiquetas:
contaminación,
desastres naturales,
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