miércoles, 25 de noviembre de 2009

UN MENSAJE PARA LOS HONDUREÑOS

Honduras ha entrado en lo que dan por denominar el período de reflexión, previo a acudir, el domingo 29 de noviembre de 2009, a votar para elegir a sus nuevas autoridades: Presidente de la República, Diputados, tanto nacionales como centroamericanos, Alcaldes, miembros de las Corporaciones Municipales.

Por experiencia sé que, cuando uno se interesa por la política, este período de reflexión, que dicen que le permite a hombres y mujeres determinar, pausadamente, por quién votarán, no tiene aplicación alguna, ya que uno de antemano ha fijado su criterio y sabe, ciertamente, de qué manera emitirá su sufragio. Los hondureños, por lo general, son muy aficionados a la política, de tal manera que muchos pensarán, al leer estas líneas, que tengo razón, que no hay mucho por qué reflexionar.

Pero son dos cosas distintas utilizar este período de reflexión para decidir por quién votar, que usarlo realmente para comprender el giro de los tiempos, las causas de la situación actual, la enorme responsabilidad que conlleva la buena o mala escogencia de los funcionarios, la seriedad con que debemos respaldar al país y, finalmente, cómo se nos verá en el futuro como parte de la historia tormentosa que cada quien ha vivido a su manera, pero que en poco tiempo será objeto de estudio desde el punto de vista social, legal, político, antropológico.

Mis palabras en esta oportunidad, después de todo lo que ha pasado y nos ha tocado analizar con seriedad, van encaminadas a valorizar a sus candidatos, sean del partido político que sean, los cuales han hecho un enorme esfuerzo para hacer política bajo tan ingratos señalamientos de extranjeros como yo que, lejos de respetar sus instituciones, sus leyes y las personas súbditas de su nación, se han dedicado a decirles qué hacer, cómo hacerlo y hasta cuándo efectuarlo. Ya quisiera ver a esos entrometidos si cualquiera de nosotros llegara a sus países, bajo parecidas circunstancias, en esa actitud proconsular infame con que ellos hacen sus visitas relámpago.

Ningún país del mundo sabe y puede desarrollarse sin políticos. Somos, hay que aceptarlo, un mal necesario en cualquier sociedad, de tal manera que mientras mejores políticos elijan, mientras más se valoricen sus líderes políticos, mejor le irá a todo el país y, por ende, a la región donde vivimos, y así no habrá Secretarios Generales o golpistas arribados a presidentes que, con sus petrodólares, les digan cómo hacer las cosas.

Hace poco menos de 200 años se iniciaban, en El Salvador, las gestas libertarias de las cuales todavía se habla. La historia de la Federación de Centroamérica todavía es viva, para todos nosotros, desde el punto de vista que conocemos qué hizo cada personaje y cómo actuó en esa oportunidad. Lo digo porque, así como esas gestas heróicas permanecen en la memoria de los pueblos y son objeto de planes de estudio, así los protagonistas de la crisis política de este año, sean del bando que sean, tendrán su sitial en la historia de Honduras, serán estudiados y todo el mundo sabrá qué papel jugaron frente al país.

Dentro de las gestas de este año debemos resaltar la que éstá a punto de darse, la del pueblo que entiende el valor de la emisión del voto y que acude en familia, masivamente, a emitirlo, con orden, con respeto, callando definitivamente a ese mundo ideologizado que se ha dedicado, ni siquiera paternalmente sino insidiosamente, sin comprender sus causas, a ordenarles qué hacer.

Quienes tenemos un poco de sentido común hemos sido la voz discordante de toda esta pléyade de funcionarios de alta y baja categoría, que se han igualado en la ignorancia del problema y no tienen más que ojos y oídos para una de las partes.

Demúestrenles, hermanos hondureños, de lo que son capaces de hacer este domingo al amparo de la Constitución, de las leyes ordinarias y de sus propias instituciones. Sean ejemplo de sus hijos y nietos.

Es el momento en que el pueblo tiene que asumir el papel que le corresponde ante los ojos del mundo que están pendientes de cualquier defecto, de cualquier error.

Tengan en cuenta que los terroristas de la democracia, aquellos seguidores del que dice una cosa y luego hace otra, reiteradamente, saldrán ese día a la calle con ganas de provocar, de boicotear, de destruir lo que tanto les ha costado defender a la mayoría. Sean pacientes pero firmes en sus convicciones. Recuerden que ellos son menos y que también pueden tener su verdad.

Sus hijos e hijas, sus nietos y nietas, sus descendientes a quienes ni siquiera se han podido imaginar porque están a 200 años en el futuro, algún día se lo van a agradecer y podrán contar, serenamente, que sus antepasados fueron artífices de la defensa de la legalidad, de la justicia y de la democracia; que no sólo ayudaron a salvar a Honduras sino dieron el ejemplo al mundo de lo que significa la palabra dignidad, por no referirnos con otros términos más, digamos, coloquiales.

¡Adelante, hondureños! ¡Y que ganen los mejores candidatos!

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